Autora: Alina N. Feld
Hofstra University
alinanfeld@gmail.com
Agradecemos a la autora, Alina N. Feld, su
apoyo para publicar en este sitio la presente versión en español realizada por
Gladys L. Portuondo del original en inglés, según ha sido publicado en: Alina
N. Feld, "Retrieving Existential Aspects of Jaspers' Psychopathology in View of Contemporary
Neuroscience",en: Existenz. An International Journal in Philosophy, Religion, Politics and the
Arts, Vol. 10, No 1, Spring 2015. Agradecemos también a Helmut Wautischer, editor de Existenz, su apoyo para esta publicación.
Resumen. El ensayo investiga la relevancia contemporánea de la psicopatología fenomenológica
de Jaspers y dos modos alternativos de la fenomenología referidos a la relación
cerebro-mente. Conduce a una visión
general abreviada del destino de la fenomenología descriptiva de Jaspers, de la
fenomenología trascendental de Ludwig Binswanger y de la fenomenología del
"cuerpo subjetivo" de Michel Henry. Las posiciones contemporáneas en
la psiquiatría y la neurociencia serán consideradas como contrapartida. Así,
tomaré en consideración particularmente la transición de Karl Jaspers de la fenomenología
descriptiva de las condiciones mentales patéticas hacia el pensamiento
filosófico, paralelamente a los avances
contemporáneos en las evaluaciones tecnológicas del cerebro, especialmente de
las imágenes del cerebro, cuya velocidad impone
un reajuste con ritmo acelerado, una auto-comprensión tanto terapéutica
como epistémica. Un tratamiento complejo, que comprende múltiples métodos,
desde el análisis y la intervención genética, las imágenes cerebrales, la
farmacología, hasta la psicoterapia, proporciona las condiciones para la
posibilidad de comprender y de vivir a través y con las enfermedades de la
psiquis. Incluso con todos los avances tecnológicos, la personalidad y la
filosofía siguen siendo importantes para la terapéutica efectiva.
Palabras clave. Jaspers, Karl; Binswanger, Ludwig; Henry, Michel; Mundt, Christoph; Fuchs,
Thomas; Stranghellini, Giovanni; Kandel, Eric; psicopatología; neurociencia;
fenomenología descriptiva; reduccionismo; mitología cerebral; prejuicio somático;comprensión
empática; explicación causal; lo no comprensible; fenomenología transcendental;
cuerpo subjetivo.
La Psicopatología
General de Karl Jaspers se publicó por vez primera en 1913[1]. Cien
años después, frente a las transformaciones radicales de nuestro mundo, y no
menos en el dominio de la naurociencia, tenemos razón para evaluar
retrospectivamente: ¿Ha sido superada la comprensión de la psicopatología por
parte de Jaspers? ¿Cuál es el estatus del proyecto de Jaspers en la psiquiatría
de nuestros días? Este ensayo abordará estas cuestiones.
Paralelismo histórico
Sería difícil pasar por alto las similaridades en el
talante, los debates y las tendencias principales en la investigación
psiquiátrica entre nuestra época y la de Jaspers. Empezando en los años 50 del
siglo XIX, el período de rápidos y entusiastas avances en las ciencias naturales fue seguido por un
período de escepticismo y decepción hacia finales del siglo. Jaspers comenta
sobre el estado anímico de paralización y la "resignación
terapéutica" en la clínica de Heidelberg, donde él trabajó de los años
1908 a 1915 y donde acomete la tarea de revivir la psiquiatría mediante el
redescubrimiento de su objeto, el pathos de la psyche (la mente o el alma)[2].
De modo similar, en la segunda mitad del siglo XX hemos
atestiguado grandes pasos de avance en la explicación causal fomentada por el
progreso tecnológico en todos los dominios, incluyendo la psiquiatría, y como
resultado una crisis profunda de la psicopatología, la cual fue considerada
irrelevante o se redujo a un papel subordinado en la psiquiatría -como un mero
listado de síntomas. Las presuposiciones contemporáneas continúan revelando una
adherencia general al mismo dogma reduccionista biológico que fue articulado
inicialmente por el neurólogo y psiquiatra alemán William Griesinger en su
afirmación de 1861, según la cual "el desorden psíquico es un desorden
cerebral", y que se reitera hoy por los neurocientíficos y los filósofos
materialistas eliminativos (Nota de la traductora: la noción es afín al fisicalismo de fines del siglo XIX y principios del siglo
XX) y reduccionistas[3].
Por ejemplo, Thomas Fuchs cita al psiquiatra contemporáneo alemán Wolfgang
Maier, por afirmar que los desórdenes psíquicos son desórdenes del cerebro y
que los estados mentales son representables con las imágenes de los aparatos
tecnológicos médicos como estados o procesos del cerebro[4]. Yendo
un paso más allá, Paul Churchland nos urge a abandonar la psicología popular
como oscurantismo no científico, una superstición completamente equivocada similar a conceptos causales erróneos del
pasado, tales como el flogisto y las brujas, que simplemente no deben ser
rebautizados sino radicalmente eliminados y sustituidos por la ciencia real. The Diagnostic and Statistical Manual of
Mental Disorders (DSM-III; American Psychiatric
Association 1980; cuarta y quinta edición), siquiera antiteórico, está marcado por
un reduccionismo empírico incuestionado (el modelo del empirismo lógico Hempel-Oppenheim
que conduce a objetivar los fenómenos psíquicos)[5].
El cambio de paradigma
En la última década, sin embargo, ha habido un
alejamiento de la autoconfianza pionera,
dirigido hacia posturas más maduras y escépticas, por lo que las preguntas y
posiciones de Jaspers son nuevamente oportunas. Christoph Mundt explica que la
extrema carencia e impotencia de las categorías del DSM -por ejemplo, su
incapacidad para valorar los síndromes clínicos independientes y su objetivismo
radical, que elimina "la perspectiva desde el interior del paciente con
base en la empatía" (IKJ 42) ha
provocado insatisfacción con el reduccionismo presente y una reconsideración de
las teorías que promueven una interpretación más matizada y abarcadora de las
patologías mentales. Somos testigos de una reformulación del debate sobre el
valor epistemológico, terapéutico y ético del reduccionismo extremo, y del escepticismo
creciente respecto a éste.
Este contexto explica la renovación del interés en el
papel de la psicopatología de Jaspers en la psiquiatría actual. Según
Stanghellini y Fuchs, después de haber sido descuidada y desestimada como no
científica, como una brecha carente de
valor epistémico, la psicopatología está regresando. Las investigaciones de
Jaspers están dando lugar a nuevos debates tanto en la investigación
metodológica, concerniente por ejemplo a lo comprensible y lo no comprensible,
así como en los temas clínicos, tales como la definición del delirio y la
autoconciencia (EI xx-xxi). Allí
emerge la conciencia de que la psicopatología puede ser una disciplina sine qua
non para la psiquiatría y la psicología clínica: así, la psicopatología descriptiva
proporciona un lenguaje y un fundamento común para la psiquiatría, una
disciplina heterogénea cuyos adeptos la enfocan desde diferentes ángulos -la
neurociencia, la psicología profunda, la sociología, la filosofía-, cada uno
con su propio lenguaje, método y práctica. Mientras la psicopatología
descriptiva es capaz de llenar el vacío entre la comprensión y el cuidado, esto
es, entre los paradigmas epistemológico y ético, así como entre las ciencias
humanas y clínicas, y de definir qué es anormal y qué es humano en lo
irracional y lo incomprensible, la psicopatología clínica proporciona los datos
para la diagnosis y las clasificaciones, y la psicopatología estructural, con
base en los significados de la experiencia personal, contribuye a la comprensión
de la inteligibilidad y de sus límites.
Jaspers fundó la psicopatología como "una ciencia
con su propio objeto de investigación, su propia metodología y su propia
conciencia crítica del método"[6]. Su
propósito era alto: fundamentar una nueva disciplina psiquiátrica poniendo
"orden en el caos de los fenómenos psíquicos anormales a través de la
descripción rigurosa, la definición y la clasificación, fortaleciendo la
psiquiatría con un método válido y confiable para evaluar y encontrar
sentido a la subjetividad individual
anormal"(EI xiii). El método de
descripción rigurosa, de las definiciones y las clasificaciones que Jaspers
introduce en la psicopatología es fenomenológico. Con Jaspers, la psicopatología,
el dominio a ser mapeado, y la fenomenología descriptiva, el método apropiado
para la tarea, emergen conjuntamente.
La Fenomenología descriptiva de Jaspers
Karl Jaspers adoptó la hermenéutica de Wilhelm Dilthey
con los conceptos iniciales de Edmund Husserl de la intuición, la descripción y
la metodología de la ausencia de presuposición, y los adaptó a la
psicopatología (EI xiii). La
fenomenología descriptiva será aplicada consistentemente a través de la
Psicopatología General en confrontación con el reduccionismo en sus dos formas,
el enfoque somático y el psíquico. Jaspers se oponía al modelo psíquico, que
reducía la enfermedad mental a un defecto moral o religioso propio de la
psiquis y fue especialmente crítico del psicoanálisis freudiano, que
interpretaba los estados mentales conscientes como formas de auto-engaño. Su
meta principal, no obstante, era el modelo somático, al que llamó el
"prejuicio somático".
La metodología dualista de la comprensión (verstehen) y de la aclaración (erklären) de Jaspers se funda en el
cartesianismo y el neo-kantismo, una forma de antropología apofática. Él
declara desde el comienzo sus posiciones teóricas y metodológicas: aconseja el
respeto existencialista por la totalidad misteriosa e incomprensible del objeto
de investigación que es la psiquis, así como por la unicidad del caso
individual, ninguno de los cuales puede en sí mismo ser objeto del enfoque
científico, sino sólo en sus manifestaciones. Los fenómenos de la psiquis
mórbida, cree Jaspers, se encuentran en última instancia enraizados en el
"fenómeno Hombre" como "libertad irrestricta que descansa más
allá del alcance de la indagación empírica"; el hombre es "la gran
cuestión que se encuentra en los límites de todo nuestro conocimiento"(GP 30-1). De modo correspondiente, él
cree que la psicopatología debe estar fundada en la comprensión empática de la
experiencia del paciente en una visión íntima desde adentro. Para que la
terapia tenga lugar, debe establecerse una relación profunda entre el paciente
y el psicopatólogo, en la cual tenga lugar la comunicación auténtica.
El énfasis de Jaspers en la comprensión y el significado
apunta hacia una fuerte influencia weberiana; sin embargo, hay un momento donde
lo incomprensible se alcanza, especialmente en la ilusión esquizofrénica. Los
estados de la psiquis anormal difieren de los estados normales surgiendo
endógenamente como un irreductible
psicológico. Ya que la comprensión racional falla lógicamente cuando se
enfrenta a lo no-comprensible o lo incomprensible, la comprensión empática debe
hacerse cargo en una comunicación que trasciende necesariamente la razón.
Jaspers advierte que recurrir a la explicación causal, biológica, parte de la
experiencia subjetiva interna. Él parece
considerar la explicación biológica como un deus
ex machina , un puntal incapaz de resolver auténticamente la cifra de los
engañosos estados psíquicos patéticos. Ésta representa un salto a un mundo
paralelo, a un paradigma y un lenguaje diferente, que resulta irrelevante para
la subjetividad individual. La perspectiva somática trata al hombre como una criatura de la naturaleza,
pero el hombre, según él insiste, es una criatura de la cultura.
Así, la psicopatología de Jaspers subraya la dualidad
humana y une -en una tensa relación- la ciencia natural y la ciencia humana. No
obstante, no hay una correlación de uno a uno ni tampoco integral entre la
psiquis y el cerebro. Jaspers es claro en su posición respecto a la
localización de lo mental. Como en el dualismo cartesiano, la realidad temporal
de lo mental y la espacialidad del cerebro son órdenes heterogéneos y no pueden
corresponderse uno a uno como afirma la teoría de la identidad. Según Jaspers,
la presunción somática de una correlación no es verificable, sino que es sólo
una fuente de interpretación metafórica. En relación con el giro metodológico
de la comprensión empática de la existencia individual a la explicación causal,
Jaspers discute la formación de la teoría en la psicopatología: Carl Wernicke,
Sigmund Freud, Viktor Emil Von Gebsattel y Erwin Straus (GP 534-46)[7]. Bajo el
prejuicio somático, en el momento en que lo "ajeno", lo no
comprensible es hallado, la navaja de Occam se aplica y el impulso hacia la
explicación causal se hace cargo: los orígenes opacos más allá de la
conciencia, tales como los eventos físicos, las fases, los periodos; esto es,
la malfunción cerebral, las alteraciones en los eventos basales, la inhibición
vital, el inconsciente represivo, los demonios del mediodía.
En este paradigma causal, lo biológico viene a sustituir
a la propia existencia. Mientras tanto la existencia como lo biológico son
impenetrables e incomprensibles, Jaspers anuncia que sólo la existencia es
capaz de la aclaración infinita. Él es un crítico del giro desde la comprensión
significativa iluminada por la existencia hacia la explicación de las causas
biológicas que conduce a una terapia que se indica a través del factor
somático. Jaspers no niega la validez de este último, pero critica la confusión
de ambos, que fomenta un filosofar no filosófico (la reducción psíquica) y un
pseudo-conocimiento del cuerpo (la reducción somática) -dos versiones del
reduccionismo que son igualmente dogmáticas y anticientíficas, ambas parciales
y falsas. Desde una perspectiva científica, la teología del eclipse o de la
pérdida de Dios es una hipótesis tan vacía como la de una "perturbación en
la vitalidad". El conocimiento de la vida no debería intentar simular ser
conocimiento científico. Jaspers explica que la totalidad de la vida humana y
su origen último no pueden ser objeto de investigación científica alguna,
"en estos términos la teoría de Gebsattel [se refiere a] la vida humana
como un todo, que es el tema propio de la filosofía, mientras que la ciencia se
interesa sólo por aspectos particulares de la totalidad "(GP 543). Los estados mórbidos no pueden
contenerse en la teoría científica. En su lugar, se requiere de una
interpretación filosófico-existencial. "La vida psíquica', escribe, es
"una totalidad infinita, una totalidad que resiste cualquier intento
consistente de sistematizarla", y si fuéramos a reducirla "a unos
pocos principios universales y buscáramos leyes comprehensivas, haríamos una
pregunta que no puede responderse"(GP
17).
Esta forma de dualismo cartesiano en el entender y el
explicar indica también un apofanticismo kantiano; Jaspers sostenía que
"el hombre es sólo comprensible cuando éi es entendido en términos
somáticos"(GP 18), de ahí que sólo como fenómeno, no como nóumeno. La
causalidad científica explica los fundamentos extraconscientes de la vida
psíquica, del dominio de lo inconsciente y de lo orgánico. No puede abarcar o
comprender la subjetividad consciente. Esta es la respuesta de Jaspers al
reduccionismo psíquico, tal como la priorización freudiana de lo inconsciente
así como la explicación somática (BM 76).
Según Freud, la sola consciencia subjetiva es el dominio del significado y el
entendimeinto (BM 76-7). Jaspers
observa, sin embargo, que el significado y el entendimiento deben ampliarse
empáticamente a lo incomprensible de la experiencia individual interna en lo
tocante a una filosofía de la existencia. Es por esta razón que Jaspers apela a
la descripción fenomenológica, esto es, la pura apreciación de los hechos, de
la experiencia del paciente, sin prejuicio sino con desapego y simpatía (GP 17,20-2). En otras palabras, la
llamada de Jaspers "a presentar totalmente la realidad", como Fuchs
señala, es la llamada husserliana "a las cosas mismas", que
resulta en una epoche sui generis y
excluye todo intento de definición o generalización de las condiciones mórbidas
(BM 77). Ésa es la razón por la que las principales psicosis -melancolía, depresión maníaca, esquizofrenia
y epilepsia- se presentan como
constelaciones particulares de síntomas más que como entidades mórbidas
totalmente definidas y clasificadas.
Las Fenomenologías alternativas de Ludwig Binswanger y
Michel Henry
Para Jaspers, el empleo de la fenomenología en la
psicopatología involucra la descripción de las experiencias presentadas por el
paciente. Él modeló su fenomenología descriptiva siguiendo a Husserl, y no
siguió la evolución de la fenomenología hacia el enfoque eidético explorado por
Ludwig Binswanger (1881-1966), el psiquiatra suizo pionero en el campo de la psicología
existencial, influido en particular por Husserl y por Martin Bubber, ni la
fenomenología del sujeto corpóreo de Michel Henry (1922-2002), el filósofo y
novelista francés. Binswanger desarrolló una fenomenología trascendental de la
conciencia intencional, complementando de este modo el estudio naturalista
descriptivo de Jaspers, que se limita al
contenido de la experiencia vivida. Para Binswanger, la fenomenología no
significa una fenomenología descriptiva de las manifestaciones subjetivas de la
vida psíquica, como lo es para Jaspers, sino más bien ha de entenderse en
términos de la fenomenología pura trascendental husserliana. Binswanger insiste
en que su método pertenece a la ciencia de la fenomenología trascendental, la
cual no es "una psicología de la experiencia interna", ni de la
experiencia vivida (Erlebnispsychologie), ni es una fenomenología del tiempo o
el espacio vividos[8].
Lo mismo que Jaspers, él se distancia de las explicaciones reductivas que
tienen base en la derivación biológica, aunque él también parte de la postura
psicopatológica a fin de descubrir la estructura a priori de la intencionalidad
temporal.
De modo que Binswanger adopta una posición fenomenológica
trascendental pura en oposición a cualquier postura psicológica, natural,
ingenua. La originalidad de su enfoque consiste en la observación de la
específica modificación trascendental en la melancolía y la manía, esto es, la
disolución de las conexiones constitutivas dentro del orden estructural
trascendental.
En su análisis fenomenológico, el desorden melancólico
emerge como resultado del mal funcionamiento de los tres egos -empírico,
trascendental y puro- en relación con la intencionalidad y el tiempo. El ego
puro es la clave para su análisis porque éste se encarga de la constitución de
la totalidad del ego. Binswanger hace visibles tanto al "Yo" empírico
a través de la observación de casos, y al "Yo" trascendental en el
giro hacia los elementos estructurales constitutivos de la conciencia; el
elemento que falta es "el ego puro, [el cual] constituye la unidad del
"Yo" mundano-empírico y el "Yo" trascendental, mientras que
la experiencia constituida es la unidad
de la experiencia mundana-empírica y la experiencia trascendental"(MM 117-8).
En la experiencia no melancólica, el ego puro realiza su
función constitutiva y unificadora con facilidad. En contraste, en la
melancolía el ego puro está alterado y constreñido; su función constitutiva se
encuentra obstaculizada y cuestionada. La melancolía indica una alteración en
la constitución del ego puro, su perplejidad y desesperación como resultado de
la mengua para cumplir plenamente su tarea. Este momento negativo se actualiza
como distimia, esto es, "como
depresión melancólica, ansiedad y tormento, o apartamiento maníaco de la tarea
del control total sobre el yo y el mundo" (MM 119). Si en la melancolía la operación del ego puro está deteriorada, no obstante nunca está del
todo anulada como en el caso de la esquizofrenia. Esto es porque sólo sufre su
función reguladora, no "la función de constituir la pertenecia- a mí-
mismo del Yo soy" (MM 120-1).
Esta pertenencia- a mí- mismo constituye el aspecto crítico del estrés
melancólico, en tanto el Yo en el dolor es mío: soy "Yo" mismo (MM 121). La posibilidad de curación
reside en la preservación de la pertenencia-a mí-mismo asegurada por el ego
puro alterado, aunque en funcionamiento. El delirio melancólico de pérdida es
la expresión de la aflicción del ego puro cuando se enfrenta a su fallo en la
tarea de constituir la totalidad de la experiencia. El yo empírico sufre de la
retracción del ego puro, y su sufrimiento es una llamada de vuelta a la
totalidad de la experiencia bajo la guía del yo puro.
Según Binswanger, las psicosis son experimentos de la
naturaleza, y como tales son fenomenológicamente significativas en tanto hacen
visibles las operaciones trascendentales, inaccesibles de otro modo. Esto
implica un retorno desde el mundo constiuido a sus momentos constitutivos
estructurales. La melancolía no está condicionada histórica o biográficamente,
en otras palabras, no es una condición existencial; es más bien una creación
ontológica del Dasein: "La
esquizofrenia es un modo existencial, y todo el mundo tiene una forma privada
de esquizofrenia que sale de la historia personal, mientras que la melancolía,
a pesar de la variedad de los temas de la pérdida, sobrelleva una forma
genérica de amenaza contra el Dasein
humano fundado en su ser abandonado"(MM
134-5).
La fenomenología del cuerpo subjetivo de Michel Henry se
sitúa entre la fenomenología descriptiva de la experiencia interna vivida de
Jaspers y la fenomenología trascendental de Binswanger. Henry se opone al
dualismo gnóstico-cartesiano en el cual el cuerpo es un objeto trascendente que
se enfrenta a la conciencia como su otro. El ser del cuerpo no es un "ser
ahí", una determinación objetiva cuya finitud, contingencia y absurdidad
se revelan al hombre qua ser metafísico. El naturalismo, el idealismo y el
empirismo son todas distorsiones de la naturaleza humana, separando el espíritu
de lo que se considera como un cuerpo natural impersonal. Ellos confunden la
esencia del cuerpo humano como cuerpo subjetivo en primera persona. Henry
insiste, de modo contrastante, en que el yo y el cuerpo no pueden separarse
nunca:"los cuerpos serán juzgados"[9]. Él
elabora su ontología del cuerpo subjetivo patético inmanente como un comienzo
más primordial: como la revelación original de lo absoluto. La realidad humana
es "Yo soy mi cuerpo" más bien que "Yo tengo un cuerpo". La
subjetividad se hace corpórea, es la vida del cuerpo subjetivo, la vida
revelada en una esfera de inmanencia absoluta. Henry sostiene que la
subjetividad "tiene ya siempre un contenido primordial, el contenido de la
experiencia trascendental interna que le da a la vida su irreductible densidad
ontológica primordial, una densidad que subsiste aún cuando la vida colapsa en
la desesperación"(PP 269). Este auto-conocimiento
encarnado es un saber de la vida y de la subjetividad, un saber que involucra
siempre al individuo concreto, el "Yo", que de otro modo no puede ser
dado o recibido. De este modo para Henry el cuerpo subjetivo es el lugar
ontológico de la inmanencia patética primordial donde se revela lo absoluto.
Todos los destinos fundamentales de redención y condena constituyen elecciones
o modos éticos y existenciales de la totalidad del "Yo", que nunca
puede ser superada.
La Neurociencia y la Fenomenología en nuestros días
El análisis trascendental de Binswanger no constituye una
objeción seria al proyecto de Jaspers, ni produce un efecto importante en las sensibilidades
contemporáneas. La teoría de Binswanger sería criticada conjuntamente con las
de Gebsattel y Freud como un enfoque psíquico que conduce a una filosofía no
filosófica. La fenomenología del cuerpo subjetivo de Henry, con su ataque
vigoroso al dualismo, cuestiona los dominios asintóticos de la psiquis y el
cuerpo -una intuición que está siendo confirmada por la neuroplasticidad, a lo
que nos referiremos en un momento. De hecho, la incisiva dicotomía de la
psiquis y el cuerpo es tal vez el elemento más vulnerable en la psicopatología
de Jaspers. Como en el caso del dualismo cartesiano clásico, la relación entre
los dos órdenes del ser se convierte en un misterio insoluble. El cuerpo
subjetivo de Henry parece una hipótesis filosófica más adecuada que el ser
dicotómico de Jaspers. A lo largo de esta línea, Fuchs señala que el dualismo
de Jaspers aísla la subjetividad y hace "la corporeidad ajena al
entendimiento"(BM 82). Fuchs
explica que la propia ciencia ha probado su subordinación a los paradigmas
socioculturales; el cerebro es conocido ahora como un "órgano social e
históricamente constituido", traduciendo el proceso biológico y la
experiencia subjetiva, mientras que la neuroplasticidad ha hecho evidente que
la mente y el cuerpo se encuentran involucrados en "una interacción
circular"(BM 82-3).
Según el neuropsiquiatra Eric Kandel, se ha estado
atestiguando un movimiento desde la metapsicología y el psicoanálisis hacia la
biología molecular y la neurobiología, en el cual la imagen funcional ha desempeñado
un papel principal[10].
Anteriormente a esto no teníamos acceso inmediato al cerebro, excepto a través
de la disección postmortem. Los avances en las tecnologías, especialmente la
imagen cerebral, son herramientas que confirman las intuiciones de Freud,
Wernicke, Alzheimer, es decir, que la depresión es un desorden del circuito,
una coreografía cerebral que involucra no una sola área, sino múltiples áreas,
una red neural. El enfoque de la red representa un giro del paradigma en la
comprensión de las condiciones mentales; la frenología es trascendida
finalmente. Esto confirma la intuición de Jaspers según la cual no puede ser
hecha una correspondencia de uno a uno entre el estado mental y el área
cerebral. El cabecilla en este
neurocircuito responsable de la depresión es el Área 25 en el lóbulo frontal,
que regula el estado anímico negativo. Otros centros de esta red: la amígdala,
regulador del estrés y del reforzamiento del estímulo; el hipotálamo, regulador
de los impulsos, el sueño, el apetito, la libido; el hipocampo, regulador de la
memoria; la ínsula, la autoconciencia interna; el córtex prefrontal. Una
terapia de la depresión debe restablecer la integridad funcional de todos los
centros de esta red. Ahora que los efectos del tratamiento pueden ser
observados a través de la imagen, el tratamiento puede ajustarse de forma
correspondiente, sin embargo la terapéutica ya no está subordinada al prejuicio
somático. Por el contrario, incluye la medicación y la estimulación cerebral
profunda del Área 25 (electrodo activando el Área por medio de un generador de
pulso) conjuntamente con la psicoterapia, bien sea juntas o por separado, según se adaptan a los casos
específicos.
La visión integrativa -que puede confirmar la validez del
dualismo de Jaspers así como del cuerpo subjetivo de Henry- es también quizás
el resultado del escepticismo creciente acerca del tratamiento unilateral, somático
o psíquico. Kandel señala que para nuestra primera generación postgenómica el
"ultimo gran misterio que enfrenta la biología es la naturaleza de la
mente humana, el paso final en la progresión filosófica que empezó en 1859 con la
perspectiva de la evolución de la forma corpórea por parte de Darwin", donde el resultado
será el "surgimiento de un nuevo humanismo, un humanismo hecho más
racional con un respeto más profundo por el genoma y una mayor comprensión de
la mente humana"(PPB 383).
Curiosamente, la velocidad de los avances contemporáneos en la evaluación
tecnológica del cerebro, especialmente la imagen cerebral, impone un reajuste a
ritmo acelerado no sólo en el tratamiento, sino también en la autocomprensión.
La investigación científica sugiere que la imagen cerebral, la farmacología y la
psicoterapia conjuntamente proporcionan las condiciones para la posibilidad de
comprender y de vivir a través y con la depresión. Peter Whybrow detalla:
No hay un punto de vista único que pueda proporcionar una
explicación suficiente para la depresión o la manía. Estos desórdenes deben
entenderse en un marco multidimensional, como enfermedades que representan el
camino disfuncional común que resulta de la interacción de influencias de
distinto rango -genético, familiar, de desarrollo, interpersonal y neurobiológico.[11]
La subjetividad y la filosofía no pueden eliminarse de la
ecuación del cuidado personal por ningún avance tecnológico. Esta perspectiva
-a la vez generosa y humanista- confirma
las intuiciones tanto de Jaspers, como de Henry. ¿Estaría garantizado un paso
más allá en el análisis del Dasein en la psiquiatría de hoy?
El Pathos psíquico y la tarea de la Psiquiatría
Jaspers
extrae el significado existencial de los datos clínicos y articula un análisis
del Dasein (GP parte 6). La evidencia
existencial recogida en Heidelberg se pone en uso en sus reflexiones
filosóficas concluyentes sobre la naturaleza del ser humano y el valor de las
situaciones liminales para la Existenz auténtica.
La ruptura en la Angst (la angustia, nota de la traductora) es con
certeza dicho límite y cifra. La realidad de la incompletitud humana debe
tomarse en cuenta[12]. Para
un ser definido por la incompletitud, la enfermedad debe ser una condición
ontológica, y provocar el evento psicológico que inicia un descenso en el
abismo de la ansiedad ¡es una tarea de amor pedagógico! Jaspers reconoce que su
postura filosófica se encuentra fundada -pero va más allá- en la psiquiatría
clínica. Explica:
No podemos deshacernos del todo de alguna perspectiva
filosófica básica cuando formulamos nuestras metas psicoterapéuticas...No
podemos desarrollar ninguna psicoterapia que sea puramente médica, autónoma, y
que parezca ser su propia justificación...Por ejemplo, se piensa generalmente
que disipar la ansiedad es un objetivo terapéutico auto-evidente...Una gran cantidad de personas
modernas, particularmente, parece vivir sin temor debido a su falta de
imaginación. Hay como si dijéramos, un empobrecimiento del corazón. Esta
libertad de la ansiedad no es sino el otro lado de una profunda pérdida de
libertad. La incitación de la ansiedad y con ella, de una humanidad más vital,
podría ser justamente la tarea para alguien poseído por Eros paidagogos (la
pasión informante). [GP 803]
La ansiedad existencial es condición para la libertad y
debe cultivarse por el individuo humano cuyo horizonte del ser es la
actualización de la Existenz. Para
Jaspers, como para todos los filósofos de la vida, el comienzo de la existencia
auténtica se origina en la Angst. Es sólo a través de la confrontación con la
situación límite del pathos psíquico que el individuo alcanza los orígenes
profundamente escondidos de la Existenz, y por lo tanto la creatividad.
La respuesta ofrecida en nuestros días -por quienes
sufren y por los psiquiatras, el público y los
científicos- a la afirmación de Jaspers de que la libertad y la
creatividad están fundadas en el abismo de la ansiedad; al argumento de Binswanger
de que la melancolía es una respuesta creativa de los tres egos; a la filosofía
del inmanentismo patético subjetivo de Henry -es la de una era ultrapositivista
al borde de la denigración utópica del estado anímico o condición negativa, y
su denegación de la entrada a la ciudadela ideal: la respuesta de una
modernidad y una singularidad tardía global.
[1] Karl Jaspers, General Psychopathology,
traducción de J. Hoenig y Marian W. Hamilton, Baltimore, MD: Johns Hopkins
UNiversity Press, 1997.[En lo que sigue citado como GP]
[2]
Karl Jaspers, "Philosophical Autobiography", en The Philosophy of Karl Jaspers, ed.
Paul Arthur Schilpp, Library of Living Philosophers, New York: Tudos
Publishing Company 1957, pp. 16-9.
[3]
Véase Giovanni Stanghellini y Thomas Fuchs, "Editor's Introduction",
en One Century of Karl Jaspers' General
Psychopathology, eds. Giovanni Stanghellini y Thomas Fuchs, Oxford: Oxford
University Press 2013, pp. xiii-xiv. [En lo que sigue citado como EI ]
[4] Thomas Fuchs, "Brain
Mythologies", en Karl Jaspers'
Philosophy and Psychopathology, eds. Thomas Fuchs, Thiemo Breyer, and Christoph
Mundt, New York: Springer 2014, p. 81: "Como resultado, los desórdenes
psíquicos se convertirán crecientemente en desórdenes de las funciones
cerebrales y no serán ya diferentes fundamentalmente de otras enfermedades del
Sistema Nervioso Central, (Maier, 2002)."[Citado en lo que sigue como BM]
[5] Véase
Christoph Mundt, "Impact of Karl Jaspers' General Psychopathology: The
Range of Appraisal", en One Century
of Karl Jaspers' General Psychopathology,
eds. Giovanni Stanghellini y Thomas Fuchs, Oxford: Oxford University
Press 2103, pp. 42-57. [En lo que
sigue citado como IKJ]
[6] Thomas Fuchs cita a Werner Janzaric (BM 75n1)
[7] Véase
Alina N. Feld, Melancholy and the
Otherness of God, Lantham, MD: Lexington, 2011, pp.157-9.
[8]
Ludwig Binswanger, Mélancolie et manie:
Études phénoménologiques, trad. Jean Michel Azorin e Ives Tottoyan, Paris:
Presses Universitaires de France, 1960; reimpresión 1987, p.23. [En lo que sigue citado como MM; todas las citas de Binswanger son traducciones de la autora de
la edición en francés].
[9] Michel Henry, Philosophie et phenomenology du corps, serie editada por Jean
HYppolite, París: Presses Univessitaires de France, 1965, p. 306. [En lo que
sigue citado como PP; todas las citas
de Henry son traducciones de la autora a partir de esta edición francesa]
[10]
Eric R. Kandel, Psychiatry, Psychoanalisis,
and the New Biology of Mind, Arlington, VA: American Psychiatric
Publishing, 2005.[En lo que sigue citado como PPB]
[11]
Peter C. Whybrow, Mood Disorders: Toward
a New Psychobiology, New York: Plenum Press 1984, pp. 205-206.
[12] "Una definición precisa de la salud
parece inútil si vemos la esencia del Hombre como la incompletitud de su
Ser"(GP 787).
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