Publicado en: Gladys L. Portuondo, "Comentario sobre el significado existencial de la muerte: Heidegger y Jaspers", en: REVISTA FILOSOFÍA Nº 28, Universidad de Los Andes, Mérida – Venezuela, Diciembre 2017. ISSN: 1315-3463
Autora:
Gladys L. Portuondo
Resumen: La
filosofía de la existencia es un intento de la razón arriesgada como razón
filosofante, de sobrepasarse a sí misma, teniendo que retornar una y otra vez a
sí misma para no perderse en el intento. La razón sigue este camino desde la reflexión autocuestionada sobre sus
límites y sobre la existencia como posibilidad que los sobrepasa. Debido a que
la existencia es impensable en las determinaciones de un realizarse siempre
inacabado en trayectoria desconocida de antemano, ella se revela sólo con su cumplimiento en la
muerte. El presente comentario hace referencia a algunas nociones del
pensamiento de Heidegger y Jaspers, respectivamente, relativas a la
significación de la muerte en el ámbito del filosofar.
Palabras clave:
Identidad del pensar y el Ser;
posibilidad límite; ser para la muerte; existencia empírica; Existenz.
A
remark on the existential meaning of death: Heidegger and Jaspers
Abstract: The
philosophy of existence deals with a risky
reason -as philosophical reason-, which intends to surpass itself, and also must
return again and again to itself to not getting lost in this attempt. Reason
follows this path from the self-questioned reflection on its limits, and also
on existence as a possibility which exceeds these limits. Because existence is unthinkable from
determinations of an unfinished accomplishment by an ever unknown path, it only
reveals itself with its fulfillment in death. The present remark makes reference
to some notions in the thought of Heidegger and Jaspers, respectively,
regarding the meaning of death in the realm of philosophizing.
Keywords:
Identity of thinking and Being; boundary possibility; being for death;
empirical existence; Existenz.
"Porque temer la muerte, atenienses, no es otra cosa
que creerse sabio sin serlo, y creer conocer lo que no se sabe.
En efecto, nadie conoce la muerte, ni sabe si es el mayor
de los bienes para el hombre. Sin embargo, se la teme, como si se supiese que
es el mayor de todos los males. ¡Ah! ¿No es una ignorancia vergonzante creer
conocer una cosa que no se conoce? "
Platón, Apología de
Sócrates
Pudiera afirmarse de la filosofía de la existencia que es
un intento de la razón arriesgada como razón filosofante, de sobrepasarse a sí
misma. A sobrepasarse, teniendo que retornar una y otra vez a sí misma para no
perderse en el intento, desde la reflexión autocuestionada sobre sus límites y
sobre la existencia como posibilidad que sobrepasa los límites de la razón, por ser impensable
en las determinaciones de un realizarse siempre inacabado en trayectoria
desconocida de antemano, que se revela
sólo con su cumplimiento en la muerte.
Hay un problematismo irrebasable de la razón, el cual
concierne no sólo a la razón positiva sino también a la que como negatividad
intenta aproximarse ad infinitum
al Ser, mediante la exclusión
consecutiva de sus determinaciones (como teología o dialéctica negativa). La
identidad del pensar y el Ser como aspiración última de la razón oculta tanto
los límites de la razón, como la infinitud del Ser, que la razón sedienta de
certezas intenta escamotear en las paradojas de la ontología y en los conceptos
de la ciencia empírica, ávida de generalizaciones. La búsqueda del Ser por la
razón ha de ser un recomenzar de la
búsqueda de su sentido para la existencia del hombre, lo que obliga a la razón
a cuestionar continuamente sus presupuestos.
Hay una posibilidad extrema tanto para la razón, como
para la existencia; esto es, la
posibilidad de un límite común en que el pensar y el Ser, y con estos, la razón
y la existencia, pueden ser coincidentes. En la medida en que el no Ser es
impensable[1] de
igual modo en que lo es la muerte como anulación de la existencia, la identidad
del pensar y el Ser queda en suspenso al hacerse equívoca en el filosofar desde
la extrema "posibilidad de la imposibilidad de la existencia" -como
se afirma en la definición heideggeriana de la muerte. Desde el reconocimiento
de este límite de la posible identidad del pensar y el Ser, la existencia
obliga a la razón filosofante a retornar nuevamente a sí misma para intentar
una lectura de la posibilidad existencial, o como puede decirse también, de la
existencia como posibilidad.
La certeza inequívoca de la muerte es el marco de
referencia al cual, de manera análoga a como sucede con la inequivocidad de la
duda cartesiana, puede la razón remitirse si ha de justificar un filosofar o una
filosofía de la existencia que está obligada a tratar con el reino de las
posibilidades. La certeza de la muerte penetra la más profunda raíz ontológica
de la existencia, puesto que la muerte es la más radical posibilidad del
hombre, único existente que puede cuestionarse a sí mismo y al Ser desde sí
mismo. Mas el desciframiento del sentido existencial de la muerte no se alcanza
en el conocimiento o en la manera de "pensar" la muerte, puesto que, en todo caso, mi
propia muerte es límite de mi propio pensamiento por ser impensable. La muerte
no como hecho empírico, sino como posibilidad existencial, es ajena a todo
concepto demostrable y accesible en las operaciones lógicas comunes a todos los
hombres.
Como posibilidad límite, la muerte no es para Heidegger
el mero término de la existencia ni la posibilidad que se post-pone a su
término, sino su posibilidad original y esencial al no representar el
completamiento o la realización de la existencia, sino su aniquilación. Como
hecho empírico es accesible a la razón en la muerte del prójimo, mientras que
la muerte propia escapa a toda experiencia posible. En tanto el hombre
experimenta sólo el proceso que prepara la muerte y que conduce a ella, pero no
la propia muerte, en la que toda experiencia es anulada, la capacidad de experimentar la muerte sólo se
alcanza como algo ajeno, pero es imposible experimentarla como algo propio.
Siendo la muerte empíricamente ajena a la experiencia propia, el Dasein
(ser-ahí) es la imposibilidad de experimentar la posibilidad de la muerte, aún
estando cierto de ella[2].
Heidegger considera que el sentido profundo de la muerte
escapa a la razón fundada en la experiencia dentro de los límites del ser-en-el
mundo, y puede acceder tan sólo a su lectura como lo que no es respecto a esta. La verdad esencial sobre la muerte no es
para Heidegger su expresión como fenómeno o contenido de la experiencia que no
trasciende, a fin de cuentas, la frontera de lo mundano y que por eso queda
atrapada en las redes de la inautenticidad -no por ser parte del mundo, sino
por no poder rebasarlo. Será entonces la apertura a lo desconocido, que la
tradición socrático-platónica ha atribuido al ser-para-la muerte, lo que se
enlaza en la interpretación heideggeriana con su lectura de Kant y de la imposibilidad
de otorgar un sentido ontológico a la muerte.
Como posiblidad empíricamente inaccesible de la
constitución ontológica de laexistencia, la muerte no obstante puede ser
accesible a una lectura de su sentido auténtico precisamente allí donde el
hombre puede aprehender la originalidad de su condición personal única, de su
singularidad. Pues sólo lo radicalmente personal puede ser auténtico. Como
nadie puede morir en lugar mío, mi muerte me pertenece por entero y existo
siendo uno, o una, con ella. Mi muerte y yo somos el presupuesto o condición de
mi propia trascendencia así como de la superación de toda posibilidad
existencial, pues el ser-para-la muerte asume la muerte como acicate y
horizonte permanente de toda acción y proyecto del hombre. Ontológicamente el
ser-para-la muerte se funda en el reconocimiento de que el ser mortal es en el
hombre la condición primaria de su existir, aún más radical que su naturaleza
social, su racionalidad o su subconsciente, puesto que la muerte representa la
anulación de toda otra posibilidad existencial. Si se ignora el sentido existencial
de la muerte esta termina convirtiéndose en enemiga, en burladora y en el
jugador desconocido que termina siempre ganándonos la partida.
En Heidegger no encontramos una doctrina sobre el más
allá de la muerte -como tampoco en Jaspers. La autenticidad del ser-para-la
muerte se encuentra velada en lo mundano, donde queda encerrada en su finitud
la existencia empírica[3].
Heidegger vislumbra lo desconocido, la profunda naturaleza mistérica de la
muerte, pero no le deja lugar en su ontología. La consideración por parte de
Heidegger de que el análisis de la muerte está fuera de toda posibilidad más
allá de una lógica o analítica existencial recuerda la postura del misticismo
lógico de Ludwig Wittgenstein con relación al problema de la trascendencia y al
reconocimiento de los límites de la lógica y del lenguaje en que esta se
expresa[4].
A su vez, para Jaspers la existencia auténtica o Existenz
adviene en la libertad por la cual el hombre experimenta no sólo lo que es,
sino lo que puede y quiere ser. Del mismo modo en que el hombre no es Dasein
(existencia empírica) sin mundo, tampoco es sí-mismo como individualidad libre
e incondicionada sin la trascendencia, pues en sus manifestaciones empíricas,
mundanas, el hombre sólo se ve a sí mismo como fenómeno[5].
Para Jaspers, la búsqueda de la autenticidad en la existencia se opone a la
existencia empírica como una pseudomanifestación. De ahí que considera que la
muerte no es solamente la supresión de la existencia empírica, sino también la
supresión de todos sus posibles límites y determinaciones: en este sentido,
para Jaspers la muerte es más que cualquier realidad empírica de la existencia.
Es en la patentización de un existir que se hace consciente a través de la
comunicación, en la que se trasciende la soledad padecida por la muerte del
prójimo, que la muerte puede superarse y sobrevivirse pues la comunicación abre
paso a la autenticidad del existir y con ella al Ser como trascendencia. En la
comunicación incondicionalmente personal
la existencia auténtica supera la posible identidad del pensar y el Ser; o de
la razón y la existencia como identidad de los límites de la razón y de los
límites de la existencia empírica, que como ser es accesible a la razón donde
la muerte se manifiesta como un hecho. La comunicación se torna revelación del
sentido personal de la muerte como "cifra de la trascendencia"
mediante la fe filosófica como apertura a la comunicación incondicional, la
cual resulta ajena a la fe que se funda exclusivamente en dogmas.
Fe filosófica y comunicación son para Jaspers las vías de
acceso o de apertura al sentido existencial de la muerte, desde el cual la
razón arriesgada queda sobrecogida en vecindad con el misticismo, compartiendo
con este la experiencia del pasmo que ante el misterio del Ser abrió el comienzo
del filosfar.
[1] La paradoja según la cual el no-Ser es al
poder nombrarlo en las figuras de la lógica, es el corolario de la aspiración
de la razón a la identidad del pensar y el Ser y un subterfugio lógico para
establecer lo Absoluto en el Ser. El no-ser es pensado en este caso desde la perspectiva ontológica tradicional.
[2] Heidegger concibe el Dasein como la
estructura ontológica fundamental de la existencia, la cual abarca tanto la
existencia inauténtica, como la existencia auténtica del ser-para-la muerte. En
cambio, Jaspers identifica el Dasein únicamente con la existencia empírica,
cuya signiificación no está dada directamente sino sólo al referirse a la
existencia auténtica o Existenz en relación con la trascendencia.
[3] Véase en Martin Buber, ¿Qué es el hombre?, FCE, 1950, p.
100-101.
[4] Alfred de Waelhens afirma que la filoofía
de Heidegger es una laicización del pensamiento religioso cristiano, y Martin
Buber estima que la filosofía de Heidegger es resultado de una secularización de
la filosofía religiosa de Kierkegaard. Véase en: Alfred de Waelhens, La filosofía de Martin Heidegger,
Madrid, 1952; Martin Buber, Op. cit., p. 118.
[5] K. Jaspers, Filosofía, Madrid, 1959. Tomo I, p. 443-446.
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