Autor: Markus Wirtz
Universidad de Colonia, Alemania
mwirtz@uni-koeln.de
Agradecemos al autor, Markus Wirtz, su permiso para publicar en
el presente blog la versión en español traducida por Gladys L. Portuondo
del original en inglés publicado en: Markus Wirtz, “Cultural and
Anthropological Patterns in the Axial Age”, en Existenz, An International
Journal in Philosophy, Religion, Politics and the Arts, Vol. 14, No 1,
Spring 2019. Agradecemos también el apoyo para esta publicación de
Helmut Wautischer, editor de la revista Existenz. Véase
en: https://www.existenz.us/volumes/Vol.14-1Wirtz.pdf
Resumen: En Origen y meta de la historia Karl Jaspers describe el surgimiento de civilizaciones usando la frase “Era Axial” para referirse a un fenómeno que no es reducible a relaciones causales directas entre culturas diferentes. Este ensayo aborda la cuestión de cómo puede explicarse mejor el nuevo nivel de autoconciencia de la humanidad que ha sido alcanzado durante la Era Axial. Se discuten tres explicaciones posibles, que comprenden, en primer lugar, considerar como una pura coincidencia temporal el paralelo de los desenvolvimientos culturales de la Era Axial; en segundo lugar, identificar la simultaneidad de las civilizaciones axiales como una señal del destino o como la obra de Dios y, en tercer lugar, identificar los patrones culturales y antropológicos concretos que han conformado las culturas axiales. Aunque la tercera explicación no corresponde exactamente a las intenciones filosóficas originales de Jaspers, podría decirse que es la más defendible.
Palabras clave: Jaspers, Karl; Era Axial; civilizaciones; antropología cultural; culturas; humanidad; filosofía de la historia; origen cultural.
La introducción original de la hipótesis de la Era Axial por Jaspers y su recepción
La hipótesis de Jaspers de la Era Axial, concerniente al origen simultáneo de importantes concepciones del mundo en China, India y Occidente entre el 800 y el 200 AC, ha atraído una atención considerable y duradera hacia este conceptoi. Establecida en las consideraciones precedentes de Ernst von Lasaulx, John Stuart-Glennie, Alfred Weber y otrosii, se colocó en el centro del escenario en el libro de Jaspers Vom Ursprung und Ziel der Geschichte (Origen y Meta de la Historia, nota de la traductora) (1949)iii. La tesis de la Era Axial aparece aquí justo al inicio de un extenso desenvolvimiento de ideas relativas a una filosofía de la historia comprehensiva, pero, no obstante, abierta, que aborda el horizonte infinito, indeterminado, de las posibilidades humanas en el futuro. Los seres humanos no conocen realmente qué podría ser el origen y la meta de la historia, pero debido a la necesidad de orientación en el amplio y confuso campo de los eventos históricos, surge la necesidad de detectar los periodos cruciales en la historia, en los cuales la humanidad ha cambiado en aspectos significativos.
Jaspers presenta el OMH en tres secciones, Historia Mundial, Presente y Futuro y El significado de la Historia, a fin de poner en escena la hipótesis de la Era Axial la cual explica ante todo en la primera parte como un asunto de hecho. Si se considera el tratado como un todo, se hace evidente que Jaspers no tenía la intención de presentar una hipótesis aislada sobre ciertos desenvolvimientos culturales en el pasado histórico, sino que más bien estaba interesado en elucidar las tendencias y estructuras de su propio tiempo y de la futura historia de la humanidad. Para Jaspers, los principales retos del tiempo presente y del futuro se encuentran en la ciencia y la tecnología y en el destino desconocido que su aplicación traerá a la humanidad. Es con esta visión contemporánea en mente que Jaspers mira hacia atrás en las profundidades de la historia humana a fin de descubrir las estructuras culturales del primer milenio AC que podrían ayudar a producir una comprensión de las condiciones actuales y futuras de la humanidad. Sin embargo, la recepción inicial de OMH muestra que su perspectiva no fue tomada en cuenta en la filosofía ni en los estudios históricos.
Sobre este trasfondo y comenzando aproximadamente a fines de la década de 1970, la hipótesis de la Era Axial se ha convertido en una fuente de inspiración importante para ambiciosos programas de investigación en las ciencias sociales históricas, la antropología cultural y los estudios comparados de civilizacionesiv. El objetivo de estos programas es principalmente explorar la evidencia empírica a favor o en contra de la hipótesis de la Era Axial, así como sus condiciones y consecuencias culturales y sociopolíticas, apoyándose en la investigación interdisciplinaria relacionada con la sociología de la religión, la filología clásica, la sinología o indología, para mencionar sólo algunas. Adicionalmente, los estudios científicos relacionados con la factibilidad de la Era Axial complementan el giro hacia la historia global y las indagaciones interculturales en la historiografía contemporánea, y de modo similar la hipótesis de la Era Axial también resulta fructífera para la investigación sociológica de aquello a lo que se refiere Shmuel Eisenstadt como modernidades mútltiples en la era de la globalizaciónv.
¿Cuántas Eras Axiales hay?
Sin embargo, por otra parte, no se debe ignorar el lugar inicial y el contexto de la hipótesis de la Era Axial dentro de la filosofía de la historia de Jaspers. Jaspers está totalmente consciente del hecho de que la Era Axial no era la única línea divisoria histórica de la humanidad, sino que es más bien, como se representa en Hans Schelkshorn, uno de los cuatro puntos de partida significativosvi. En el esquema de la filosofía mundial de Jaspers, el primer punto de partida comienza en la prehistoria o “la era prometeica”, como Jaspers la llama; el segundo comienza con la fundación de las civilizaciones antiguas en Babilonia, Egipto, la India y China; el tercero está representado por la Era Axial y el cuarto es la era científica y tecnológica de la modernidad. No obstante, la Era Axial lleva este nombre porque es, en la perspectiva de Jaspers, el eje central singular y único de la historia humana que proporciona a esta una estructura comprehensiva: “El Periodo Axial asimila todo lo que queda. A partir de esto la historia mundial recibe la única estructura y unidad que ha perdurado -al menos hasta nuestro tiempo”(OMH 8). A diferencia de las otras tres etapas en el esquema de la historia mundial de Jaspers, la Era Axial no produjo un progreso material en la historia humana que podría demostrarse empíricamente. Más bien trajo consigo un avance intelectual y espiritual a través del cual la humanidad cambió su forma en su integridad. La Era Axial asimiló las civilizaciones antiguas que habían emergido en una etapa temprana de la historia y continúa todavía hoy ejerciendo una profunda influencia en las culturas y civilizaciones mundiales. Para Jaspers, esto es por lo que ha habido sólo una Era Axial hasta ahora en la historia humana. Pero vista desde una escala aún más elevada, toda la historia humana desde la prehistoria, a lo largo de la Era Axial hasta los tiempos actuales, ha sido una mera preparación para la genuina historia mundial, que sólo ha comenzado, o como declara Jaspers: “Estamos sólo en el comienzo de la partida” (OMH 24).
Mientras en la filosofía de la historia de Jaspers cinco mil años de exploración de la historia se encogen al primer aliento de la humanidad, el segundo aliento ya ha comenzado con la revolución científica y tecnológica desde mediados del siglo dieciocho. Y la comunicación universal de la humanidad que fue hecha posible por la revolución tecnológica podría conducir finalmente, en un futuro lejano, como sugiere Jaspers cautelosamente, a una segunda Era Axial. Jaspers lo describe como “un segundo Periodo Axial nuevo...que todavía resulta remoto e invisible para nosotros” (OMH 25) y en el cual la humanidad podría finalmente evolucionar.
La presencia de dos Eras Axiales en la filosofía de la historia de Jaspers ya ha sido notada por Thomas McPartland, una de ellas situada en el pasado y reconocible como un hecho empírico, la otra situada en el futuro y por lo tanto siendo meramente una vaga posibilidadvii. El sociólogo John Torpey sugiere que ya ha habido tres eras axiales en la historia: siendo la primera la Era Axial que denominó Jaspers y que Torpey llama la revolución moral, la segunda la revolución tecnológica y científica que tuvo lugar alrededor de la década de 1750 y, finalmente la tercera, la revolución mental “que está teniendo hoy lugar sobre la base de rápidas mejoras en las tecnologías de la información y la comunicación (ICT), la inteligencia artificial, la robótica y similares”viii. Si se comparan estas tres eras axiales con el esquema de Jaspers de la historia mundial, indudablemente se pueden encontrar algunas similaridades entre las dos concepciones. Aparte del hecho de que las dos primeras etapas de la historia mundial que considera Jaspers, los periodos de la prehistoria y de las civilizaciones antiguas, no figuran en la concepción de Torpey, Jaspers también enfatiza claramente el papel de la revolución industrial, científica y tecnológica que comenzó alrededor de 1750. Jaspers no anticipó los rápidos desenvolvimientos en las tecnologías de la comunicación de nuestros días; en lugar de eso probablemente habría pensado en estas como consecuencias lógicas de la era moderna, algo así como una segunda era prometeica. Por consiguiente, lo que Torpey llama la Era Axial material y la mental es sólo uno de los diversos periodos históricos según el esquema de Jaspers de la historia mundial. Adicionalmente, hay una buena razón para la suposición de Jaspers de que sólo ha habido una era axial en el pasado, esto es, el asombroso paralelismo de varios comienzos fundacionales en regiones diferentes del mundo durante un periodo de tiempo relativamente corto. Y esto hace que estos siglos en la historia mundial sean únicos. Mientras que la revolución moderna de la ciencia y la tecnología tiende a unificar el mundo en nombre del naturalismo y el progreso, 2,500 años atrás la Era Axial ha dado nacimiento a varias concepciones culturales del mundo. Y fue desde estas perspectivas diferentes que sofisticadas civilizaciones y religiones han surgido como si estuviesen manifestando formas fundamentalmente diferentes de organizar la vida humana.
Aspectos productivos y problemáticos de la tesis de Jaspers
La tesis de Jaspers permite ciertamente entender culturalmente diferentes formas de modernización en la era de la globalización, las llamadas “modernidades múltiples” que obliteran la perspectiva eurocéntrica de la historia de la filosofía y de la historia de las ideas. Adicionalmente, propone una matriz de clasificación para la historia mundial que es pluralista y multidimensional. Así que definitivamente hay buenas razones para defender la versión original de la hipótesis de Jaspers de la Era Axial contra los recientes intentos de multiplicar el número de Eras Axiales en la historia, o de remplazar el concepto por una axialidad generalizada que tiene su base en patrones culturales y antropológicos ahistóricos. Si hablo de dichos patrones en lo que sigue, ellos están siempre relacionados con el periodo de tiempo entre el 800 y el 200 AC, esto es, con la Era Axial original como Jaspers la describe en OMH.
Aparte de los aspectos positivos de la hipótesis de Jaspers de la Era Axial, hay también algunas dificultades, inexactitudes e incluso incoherencias en ella. Por ejemplo, Jaspers insiste repetidamente en el hecho de que en la Era Axial hubo tres orígenes, esto es, el de la India, el de China y el de Occidente. El lector a veces incluso tiene la impresión de que hubiera alguna clase de carácter sagrado en estos, una trinidad cultural capaz de sustituir la noción de la trinidad en el cristianismo. Y ciertamente, la intención principal de la concepción de Jaspers de la historia mundial era la defunción de la perspectiva cristiana de la historia donde la encarnación de Dios en Jesucristo representa el evento central, el pivote de la historia mundial (die Angel der Weltgeschichte), como lo llama Hegel en sus Lecciones de historia de la filosofía, una formulación que Jaspers citó erróneamente como el eje (die Achse) de la historia mundial. No obstante, se podría preguntar si la trinidad cultural de la Era Axial -India, China y Occidente- resulta verdaderamente más plausible que la trinidad cristiana. La observación puede parecer trivial, pero al contar con el budismo en India, el confucianismo y el daoismo en China, los primeros filósofos griegos, los profetas judíos y Zoroastro en Persia, uno obviamente no obtiene un total de tres, sino más bien de cinco importantes desenvolvimientos culturales en la Era Axial. Así que, ¿por qué Jaspers menciona siempre tres, más bien que cinco orígenes? En su esquema de la historia mundial, él coloca simplemente los tres últimos desenvolvimientos (los filósofos griegos, los profetas hebreos y el Zoroastro persa) en una esfera cultural que llama Oriente-Occidente: “De la niebla de las civilizaciones antiguas...durante el Periodo Axial del 800 al 200 AC, la fundación espiritual de la humanidad se levanta en tres lugares mutuamente independientes, en el oeste -polarizado en Oriente y Occidente-, en India y en China” (OMH 23).
Es difícil seguir la postura de un Occidente (Abendland) que se encuentra en sí mismo polarizado en Oriente y Occidente. Se tendrían que identificar patrones culturales o antropológicos comunes a la filosofía griega, la profecía hebrea y el zoroastrismo persa que justificarían presentarlos como representantes de un mismo origen cultural. Y aún si se fuera a presuponer tal similaridad (aunque es más probable el rechazo de tal postura sobre la base de la falta de evidencia empírica), esto supondría la cuestión de asumir estos tipos de similaridades combinando los desenvolvimientos culturales indios y chinos en un origen único, digamos el origen cultural del este asiático de la Era Axial. Contando subsecuentemente cualquiera de estas combinaciones, se llega más bien a dos o a cinco orígenes axiales, más que a tres de ellos. La insistencia de Jaspers en tres sitios originales tal vez es el resultado de una adhesión al número tres, dada su relevancia en el cristianismo o en la filosofía hegeliana de la historia.
Otro problema de la insistencia de Jaspers en tres sitios originales de la Era Axial es la exclusión de grandes partes de la humanidad, especialmente de pueblos habitantes de África. De modo comparable a Hegel, Jaspers también considera que estas culturas permanecen en el nivel de los pueblos primitivos (Naturvölker) hasta el comienzo de la era moderna. Por consiguiente, la hipótesis de la Era Axial indudablemente promueve un avance hacia una historiografía menos eurocéntrica, pero la perspectiva de Jaspers, a pesar de eso, se encuentra lejos de ser suficientemente inclusiva. En conexión cercana a este punto se encuentra una contradicción en la la consideración de Jaspers respecto a la extensión de la revolución mental que provocó la Era Axial: de una parte, la Era Axial estaba destinada a representar un salto espiritual de la humanidad como un todo, así que la historia humana no podría ser nunca la misma otra vez como había sido anteriormente a la revolución axial. De otra parte, esta misma revolución fue llevada a cabo por un número muy pequeño de pueblos, y aún si se toman en consideración las múltiples institucionalizaciones de las ideologías de la Era Axial en los tiempos subsiguientes, todavía se involucra sólo a una pequeña parte de la humanidad. Jaspers declara verdaderas tanto la extensión universal como la restringida de la revolución axial, pero esto no puede ser ciertamente el caso.
Tres explicaciones posibles acerca de cómo se produjo la Era Axial
Uno de los temas más debatidos relativos a la hipótesis de la Era Axial es la cuestión de cómo puede ser interpretada la simultaneidad de múltiples orígenes culturales. Si no se tiene evidencia empírica disponible relativa a las influencias directas y las transiciones de una cultura a otra, ¿qué sentido tiene la sincronía de esos desenvolvimientos intelectuales y mentales paralelos? Pienso que hay tres posibles enfoques interpretativos.
La primera interpretación consiste en argumentar que el surgimiento del budismo en la India, del confucianismo y el taoísmo en China, de la filosofía griega, de la profecía hebrea y del zoroastrismo persa en el periodo de tiempo relativamente corto de unos pocos siglos no es sino una mera coincidencia. Si esos desenvolvimientos espirituales no están enlazados por ninguna relación causal ni por una ley común, su conexión podría parecer tan insustancial como, por ejemplo, la supuesta conexión entre un número de estrellas del rock de alto perfil que habían muerto a los 27 años de edad, provocando así la aserción del Club 27. ¿Representa la Era Axial algo más que sólo una versión antigua de este Club 27? Un renombrado investigador qe rechazaría ciertamente esta posición es el egiptologista Jan Assmann, quien argumenta que hubo otros diversos desenvolvimientos culturales en la historia que ameritarían la caracterización de axiales. Su objeción principal contra la hipótesis de la Era Axial es que los rasgos compartidos entre los cinco desenvolvimientos culturales son más bien pocosix. El único rasgo que la filosofía griega, la teología judía, el budismo y el confucianismo tienen realmente en común es que ellos surgieron aproximadamente al mismo tiempo, en el siglo sexto AC. Pero esta coincidencia exclusivamente temporal no proporciona ganancia alguna en conocimiento. Por esta razón, Assmann critica la esencialización subyacente del tiempo y el cronocentrismo de la concepción de la Era Axial. Y además argumenta que la idea de una ruptura que va de la mano con esta concepción y que todavía hoy es defendida todavía, por ejemplo, por Jürgen Habermasx, tiene sus raíces en la concepción teológica cristiana de la historia y carece de sentido fuera de esta concepción.
En el capítulo primero de OMH, Jaspers ya ha anticipado la mayoría de estas objeciones y ha intentado refutarlas. Jaspers argumentaría probablemente en contra de la principal objeción de Assmann que las transformaciones producidas durante la Era Axial no podrían ser reducidas a ningún conjunto de patrones culturales o antropológicos. En vez de eso, lo que puede contemplarse en la Era Axial son distintos orígenes de la humanidad que emergieron en el mismo momento histórico como si fueran a mostrar simultáneamente lo que es el potencial humano. Para Jaspers, este momento en la historia no podría ser sustituido, ya que lo que resulta decisivo para una comprensión correcta de la Era Axial no es la autocomprensión de las culturas axiales por sí mismas en su tiempo, sino una conceptualización retrospectiva vista desde el punto panorámico de la era tecnológica. Sólo en los tiempos presentes se ha hecho posible considerar los orígenes de la Era Axial como un tesoro cultural que pertenece a la humanidad como un todo y que en su originalidad múltiple previene a las culturas contra reclamos peligrosos que fomentan la exclusividad y el totalitarismo.
Esta idea jaspersiana me brinda un puente hacia la segunda interpretación posible de la sincronicidad de la Era Axial, la que es más bien metafísica. Lejos de ver el paralelismo de los cinco orígenes axiales como resultado de la mera casualidad, se podría considerar su simultaneidad como signo del destino o como la obra de Dios mismo. Jaspers niega explícitamente que él buscaba llegar a esta conclusión (OMH 8). Pero las razones que él da para esta negativa -primeramente, que asumir la intervención de Dios sería anticientífico, y al mismo tiempo, en segundo lugar, que sería irrespetuoso hacia Dios- no excluyen la posibilidad de un origen divino de la simultaneidad axial. Esta posibilidad metafísica se mantiene en OMH no sólo por el uso de un lenguaje bastante desconcertante, a través de las repetidas menciones de Jaspers de un “secreto creciente” de la Era Axial que se hace más y más misterioso cuando se intenta entenderlo. Jaspers también deja bien abierta la puerta a la interpretación teológica al declarar que la pluralidad de los orígenes axiales podría interpretarse como una advertencia del propio Dios contra cualquier pretensión de exclusivismo: “Es como si la deidad estuviese expidiendo una advertencia, a través del lenguaje de la historia universal, contra la pretensión de exclusividad en la posesión de la verdad”(OMH 20). Cierto es que este pensamiento se formula en forma de analogía - “Es como si”- pero la tesis implicada se asemeja mucho a la teoría del pluralismo religioso que se presentó, por ejemplo, por el teólogo británico John Hickxi. Según Hick, la realidad divina se ha revelado a sí misma en diversas formas culturales que representan diferentes, aunque equivalentes, interpretaciones de lo único Real inalcanzable. Jaspers parece apoyar un punto de vista similar cuando insiste en el sentido plurigenético del punto de partida axial. En consecuencia, su posición enfrenta los mismos problemas que el pluralismo religioso: en primer lugar, por encima de todo, la concepción pluralista no puede ser aceptada seriamente por los creyentes religiosos si ellos no desean relativizar o renunciar por completo a su filiación religiosa, y en segundo lugar, lo Real divino, el fundamento común invisible de la humanidad en la Era Axial es un concepto tan abstracto y vago que por definición resulta difícil, si no completamente imposible, proporcionar cualquier descripción razonable de este. Y si se trata de describir con más detalle la realidad divina tras las diferentes concepciones del mundo, se corre inadvertidamente el riesgo de caer en el esquema conceptual de culturas específicas como, por ejemplo, aquellas que sostienen el monoteísmo.
La tercera y última interpretación posible de la simultaneidad axial se deduce de las actividades más empíricas de investigación que han sido fomentadas por Shmuel Eisenstadt y su escuelaxii. Este enfoque hace posible identificar patrones culturales específicos que conformaron las civilizaciones axiales en el primer milenio AC y que podrían explicar hasta cierto grado por qué las concepciones del mundo originales y nuevas, las desconocidas concepciones anteriores de la autocomprensión humana, se generaron en aquellas civilizaciones y fueron transmitidas por un largo periodo de tiempo. Dichos patrones antropológico-culturales son, por ejemplo, la autodelimitación de la humanidad respecto a otros seres vivientes (especialmente respecto a los animales), la división del ser en dos esferas ontológicamente separadas (lo trascendental y lo mundano), el reclamo de la normatividad universal de las leyes morales, la relación del poder político con esas leyes y con el orden trascendental, las nuevas posibilidades de imaginar un mundo diferente y de este modo tener la capacidad de criticar un orden dado según el punto de referencia del otro mundo imaginado, el uso de la escritura para compilar los libros sagrados que incrementa el potencial de los canales de la comunicación perdurable, la constitución de nuevas elites y colectivos como precursores sociales del nuevo orden espiritual e intelectual.
La renuencia de Jaspers a las explicaciones sociológicas y la relevancia en curso de los patrones axiales
Distinguir qué patrones culturales son fundamentales y originarios y cuáles son meramente efectos secundarios, epifenómenos provocados por otros patrones, es una tarea difícil. Posiblemente, sólo la interacción acumulativa de todos los diferentes patrones culturales podría explicar la revolución espiritual e intelectual de la Era Axial. Jaspers era bastante reacio en aceptar interpretaciones sociológicas de las revoluciones axiales. En la sección “Examen de la tesis del periodo axial”, Jaspers toma una tesis de Alfred Weber que afirma que la invasión de los pueblos ecuestres centroasiáticos podía haber sido reponsable del progreso en algunas civilizaciones avanzadas (OMH 16). Sin embargo, Jaspers no está satisfecho con esta explicación, esto es especialmente así porque no se aplica al antiguo Israel. Posteriormente en su texto él enumera algunos factores políticos y sociológicos que podrían ayudar a entender el progreso axial, tales como la existencia de pequeños estados y ciudades o las crisis políticas en combinación con una simultánea prosperidad relativa. Parece, no obstante, que ninguna explicación sociológica podría hacer completamente comprensible el progreso axial. Uno tiene la impresión de que Jaspers quería conservar a todo precio el secreto de la Era Axial cuando exclama: “¡Nadie puede comprender adecuadamente lo que ocurrió aquí y que se convirtió en el eje de la historia mundial!”[OMH 18]
Desde el punto de vista de Jaspers, la biología puede contribuir incluso menos que la sociología a la explicación de la historia de la humanidad. Afirma que los eruditos no pueden obtener conocimiento cierto alguno sobre el desenvolvimiento de la especie humana en la prehistoria (OMH 49). Por supuesto, Jaspers no puede ser acusado de no haber sido capaz de prever el desarrollo posterior de la paleoantropología. Pero si se quieren obtener en nuestros días perspectivas bien fundadas de la naturaleza del desenvolvimiento humano, esto es sólo posible probablemente mediante una combinación de los hallazgos de la paleoantropología, la psicología evolutiva y la sociología cultural comparada, que a su vez requieren ser referidas a un marco conceptual inspirado filosóficamente, tal como el que Jaspers contempló.
En la era contemporánea de la comunicación universalmente posible, la autodistinción cultural de la humanidad que comenzó durante la Era Axial se revela con una naturaleza altamente ambigua. Se requiere escudriñar si los patrones culturales-antropológicos de la Era Axial son todavía útiles y poderosos en la era de la globalización y la digitalización, y si lo son, qué significa esta potencia perdurable frente a la posible autodestrucción de la humanidad, de la cual estaba consciente Jaspers en su tiempo. ¿O resulta la tecnología moderna tan desafiante que los recursos de la Era Axial ya no son suficientes, en tanto la digitalización y el cambio climático alterarán la historia humana de una manera que cambiará los patrones culturales y antropológicos fundamentales? Tengo que dejar esta pregunta tan abierta como posiblemente también lo es la filosofía de la historia de Jaspers.
i Una versión de este ensayo fue presentada en la Octava Conferencia Internacional Jaspers, en Beijing, agosto de 2018.
ii Eugene Halton, From the Axial Age to the Moral Revolution: John Stuart-Glennie, Karl Jaspers, and a New Understanding of the Idea, London, UK: Palgrave Macmillan, 2014.
iii Karl Jaspers, The Origin and Goal of History, trad. de Michael Bullock, New Haven, CT: Yale University Press, 1953.[En lo que sigue citado como OGH] [Nota de la traductora: En lo que sigue citado como OMH en traducción al castellano]
iv Véase por ejemplo la colección de artículos, “Wisdom, Revelation, and Doubt: Perspectives on the First Millenium B. C.”, Daedalus 104/2 (Spring 1975).
v Shmuel N. Eisenstadt, Comparative Civilizations and Multiple Modernities, 2 Vols., Leiden, NL: Brill, 2003.
vi Hans Skelkshorn, “Die Moderne als zweite Achsenzeit. Zu einer globales Geschichtsphilosophie mit und gegen Jaspers”, Polylog 38 (Invierno de 2017), 81-102.
vii Thomas J. McPartland, “Philosophy of History and a Second Axial Age: Bernard Lonergan and the Differentiation of Interiority”, Thesis Eleven 116 (junio 2013), 53-76.
viii John Torpey, The Three Axial Ages: Moral, Material, Mental, New Brunswick, NJ: Rutgers University Press 2017, p. 2.
ix Jan Assmann, “Die Achsenzeit - Zur Geschichte einer Idee”, Polylog 38 (Winter 2017), 23-39.
x Las Secciones II y III de la historia de la filosofía de Habermas recientemente publicada se refieren explícitamente a la hipótesis de Jaspers de la Era Axial. Véase Jürgen Habermas, Auch eine Geschichte der Philosophie, Band 1, Die okzidentales Konstellation von Glauben und Wissen, Berlin, DE: Suhrkamp, 2019.
xi John Hick, An Interpretation of Religion. Human Responses to The Transcendent, New Haven, CT: Yale University Press, 2004.
xii Johann P. Arnason, Shmuel N. Eisenstadt y Björn Wittrock, (2005). “General Introduction”, en Axial Civilizations and World History, eds. Johan P. Arnason, Shmuel N. Eisenstadt y Björn Wittrock, Leiden: Brill, pp. 1-12.
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