Ulrich Diehl
Universidad de Heidelberg, Alemania
uwdiehl@web.de
La presente versión al español se publica en este blog con el permiso del
autor y la aprobación de Alan M. Olson y Helmut Wautisher, y ha sido traducida
por Gladys L. Portuondo del original en inglés publicado en: Ulrich Diehl, Human Suffering as a Challenge for the Mening of Life, en: Existenz,
An International Journal in Philosophy,
Religion, Politics and the Arts, Vol. 4, No 2, Fall 2009.
Resumen. Cuando las
personas sufren, siempre sufren como seres humanos en su totalidad. El
sufrimiento emocional, cognitivo y espiritual de los seres humanos no se puede separar
completamente de las otras clases de sufrimiento, tales como las que proceden
de las condiciones naturales, ecológicas, políticas, económicas y sociales que
han sido dañadas. En realidad, ellas actúan entre sí y se influyen
recíprocamente. Los seres humanos no sólo sufren de enfermedades somáticas, de
dolor físico y de pérdida de oportunidades dignas para satisfacer sus
necesidades vitales básicas, sus
necesidades sociales y emocionales. También sufren cuando no están en capacidad
de experimentar y de apropiarse algún
sentido de la vida, si bien dicho sufrimiento no es tan obvio como lo son las
formas del sufrimiento físico, social y emocional en su mayoría. Sufrir por la
pérdida de significado del sentido de la vida es una forma especial de sufrimiento
emocional, cognitivo y espiritual. Aunque todos los seres humanos comparten la
misma necesidad humana básica de algún sentido de la vida, las condiciones personales
del sufrimiento son, usualmente, el reto más fuerte para el sentido de la vida.
Entre las condiciones personales del sufrimiento humano, las Grenzsituationen no pueden ser
suprimidas o producidas en lo absoluto, sino solamente aceptadas y afrontadas
como aspectos existenciales de la conditio
humana. Según Karl Jaspers, éstas son: la muerte, el sufrimiento, la lucha
y el fracaso. Para los seres humanos, el reto de afrontar estas Grenzsituationen es una forma de moverse
del mero ser-ahí a la verdadera Existencia humana[1].
Cualquier ética del sufrimiento estaría incompleta sin una contribución
respecto al sufrimiento emocional, cognitivo y espiritual. La contribución que
sigue viene de la psicología filosófica, más bien que de la psicología
empírica. Aunque existen algunas diferencias importantes entre las reflexiones
"de sillón" de la psicología filosófica y los diversos métodos de la
psicología empírica en el modo en que éstas enfocan y tratan a los fenómenos
psicológicos, la psicología empírica no se encuentra en una posición por
completo diferente de la psicología filosófica en relación a la comprensión del
sufrimiento humano y de otros aspectos del ser personal y de la naturaleza del
alma humana. Después de todo, la psicología empírica siempre está obligada a
realizar algunas suposiciones teóricas o filosóficas sobre la naturaleza del
alma humana y del ser personal, y estas suposiciones básicas no sólo son controversiales, sino que deben
ir más allá de lo que es empírico y observable.
En el diálogo de Platón Fedro (270a
f), Sócrates enseña a un joven amigo, quien quiere estudiar el arte de la
retórica, que el verdadero maestro de retórica tiene que conocer la naturaleza
del alma humana. A fin de ilustrar esta sugerencia, él compara el estudio del
alma con el estudio del cuerpo humano en el arte de la curación o medicina.
Sócrates explica lo que pensaba Hipócrates sobre el estudio de la naturaleza
del cuerpo o de la naturaleza de cualquier otra cosa: cuando sea que tengamos
que estudiar la naturaleza de algo, tenemos que pensar sobre la cuestión de si
nos enfrentamos a algo que es uniforme, o más bien a algo que es múltiple. De
modo correspondiente, cuando estudiamos la naturaleza del alma humana, primero
tenemos que investigar si el alma humana es una y la misma, y por consiguiente si
se comporta igualmente en toda ocasión, o si ésta es múltiple, como la forma
del cuerpo humano. En segundo lugar, tenemos que encontrar lo que el alma
humana está causando de acuerdo a su naturaleza y qué causas y clases de
efectos recibe ella misma. Esta pieza notable del diálogo pletónico rechaza el
prejuicio común de que el enfoque de Platón sobre el alma humana o psiquis es
meramente pre-científico, y por consiguiente, es inferior a los métodos de la
psicología contemporánea, la psicoterapia y la psiquiatría.
Condiciones externas del
sufrimiento humano
Hay diversas formas del sufrimiento humano y hay algunos modos de
distinguir entre distintos tipos de sufrimiento humano. Tal vez una de las
formas más confiables, si no la más confiable, efectiva y adecuada para
distinguir entre distintos tipos de sufrimiento humano, es a través de sus
causas externas, i.e., mediante las causas determinables fuera del cuerpo
individual, el yo emocional, el yo cognitivo y la mente de una persona. Al
menos, ésta es la forma en que pensamos sobre estos temas en la psicología
empírica moderna.
Las personas pueden sufrir una variedad de circunstancias, tales como (a)
condiciones naturales dañinas (terremotos, erupciones volcánicas e incendios
forestales, huracanes, tornados y otras condiciones extremas del clima), (b)
condiciones ecológicas dañinas (contaminación
radioactiva o química de la atmósfera o del medio ambiente en cierta
región geográfica, incluyendo a las personas, los animales y las plantas, el
alimento y el agua, o contaminación biológica con virus o bacterias que causan epidemias), (c) condiciones políticas dañinas
(dictadura o anarquía, guerra o ataques terroristas, mal gobierno, ausencia de
una constitución y de un estado legal que garantice los derechos humanos
básicos, la ley y el orden), (d) condiciones económicas dañinas (falta de
crecimiento económico, desempleo e inflación, globalización salvaje del
mercado, compañias internacionales evasivas, falta de responsabilidad social y
económica en la gerencia, debilitamiento
del poder político de los gobiernos nacionales), (e) condiciones sociales
dañinas (incapacidad de satisfacer las necesidades humanas básicas, como el
hambre y la sed, la higiene, la vivienda y el vestido, la seguridad frente a la
agresión y el crimen), (f) condiciones emocionales dañinas (incapacidad para
satisfacer las propias necesidades emocionales de compañía, pertenencia y
aceptación, la necesidad de un trabajo digno, las perspectivas del futuro
propio y del auto-respeto mediante la libertad de auto-determinación, (g)
condiciones cognitivas y espirituales dañinas (incapacidad para comprender el
mundo social y natural en que vivimos, incapacidad para comprender la conditio humana, i.e., la posición
especial de los seres humanos en el mundo, equipados con capacidades para la
adquisición del lenguaje y el pensamiento, la comunicación y la comunidad, el
trabajo y la cooperación. el amor y la auto-trascendencia a través del trabajo,
el arte, la ciencia y la religión) y (h) incapacidad de experimentar y
apropiarse algún sentido de la vida.
Principalmente, se debe al
psiquiatra Viktor Frankl que la psicología moderna, la psicoterapia y la
psiquiatría prestaran atención a esta necesidad humana, verdaderamente
especial. Según Frankl, la pérdida de cualquier significado respecto a algún
sentido de la vida es una forma fundamental de sufrimiento emocional, cognitivo
y espiritual. La palabra "algún" no deja de ser importante en este
contexto, porque comprenderíamos mal a Frankl asumiendo que existe el sentido de la vida para todos los
seres humanos. Aunque Frankl estaba convencido de que todos los hombres y
mujeres comparten la misma necesidad de sentido en sus vidas, él no asumía que
hay una causa única, final y universal de sentido, o incluso sólo una y la
misma causa para todos los seres humanos. Frankl consideraba más bien el
sentido de la vida en tal forma tal, que comprendía el cumplimiento personal e
individual de esta necesidad humana fundamental bajo las condiciones
especiales, concretas y contingentes de la propia situación personal y social.
En la misma sección del Fedro de
Platón (270a f), donde Sócrates compara el arte de la retórica con el arte de
la curación, él pregunta a su joven amigo, quien está muy entusiasmado con la
retórica, "¿Tú crees que se puede entender la naturaleza del alma sin
entender la naturaleza de la totalidad?" Su discípulo responde: "Si
se puede creer a Hipócrates el de las Asclepíadas, no se puede siquiera
entender algo sobre el cuerpo sin este método". Sócrates coincide con
Hipócrates sobre este tema. Pero también insiste en que esto no es correcto
debido a la autoridad incuestionable de Hipócrates, sino debido a la autoridad
de la razón. Por consiguiente, ambos métodos son necesarios y se complementan
entre sí: el método holístico, que trata de entender la naturaleza de la totalidad,
y el método analítico, que trata de distinguir los elementos de la naturaleza.
Según Sócrates, esto es, inclusive, independiente del campo especial del
conocimiento, sea que uno está tratando de entender la naturaleza del alma,
como en el arte de la retórica, o que esté tratando de entender la naturaleza
del cuerpo, como en el arte de la curación -con enumeraciones para conocer,
entender y tratar el cuerpo.
Según la idea de Platón sobre la dependencia mutua entre la comprensión
holística y la analítica, no tendría mucho sentido separar completamente el
sufrimiento emocional, cognitivo y espiritual, de otras clases de sufrimiento
humano. Cuando las personas sufren, siempre sufren como seres humanos completos
en el mundo natural, social y político en que viven. Por tanto, si Platón está
en lo cierto, podemos asumir que las condiciones naturales, ecológicas, políticas, económicas y sociales
dañinas siempre tienen algún efecto en las condiciones emocionales, cognitivas
y espirituales de las personas. Las personas normalmente sufren emocional,
cognitiva y espiritualmente, más o menos, por las condicones naturales,
ecológicas, políticas, económicas y sociales dañinas. Por ejemplo, en una
región del mundo que es golpeada por las catástrofes naturales o por el daño ecológico, por una dictadura o una anarquía,
por guerras o por el terrorismo, por crisis culturales o políticas, por malas
economías o sistemas de salud insuficientes, las personas se sienten
normalmente más y más frustradas emocional, cognitiva y espiritualmente.
Si Platón tiene razón, podemos asumir también, vice versa, que el sufrimiento emocional, cognitivo y espiritual
tiene algún efecto en las condiciones naturales, ecológicas, políticas,
económicas y sociales en las que las personas tienen que vivir. Sin cierta
fortaleza emocional, cognitiva y espiritual, los seres humanos no tienen,
normalmente, los recursos psicológicos y
espirituales para luchar, controlar y superar las condiciones de vida perjudiciales,
sean éstas naturales, ecológicas, políticas, económicas o sociales. Por
ejemplo, sin alguna inteligencia, equidad, coraje y veracidad, sin alguna fe, algún amor y esperanza, ellas no tienen
las cualidades personales necesarias para superar los retos que tienen que
enfrentar en las inevitables catástrofes naturales o en el daño ecológico
producido por el hombre, en las crueles dictaduras o en la anarquía política,
en las numerosas guerras o en los ataques terroristas, en ciertas crisis
políticas o culturales, en el desplome de las economías o en las insuficiencias
de los sistemas de salud.
Aunque seguramente existen tales conexiones causales entre el sufrimiento
humano y las condiciones de la región del mundo en las que la gente vive, la
relación entre el sufrimiento emocional, cognitivo y espiritual y las otras
condiciones del sufrimiento es, de alún modo, más complicada. En su Enchiridion el filósofo estoico Epicteto
comenta: "No son tanto las cosas en sí mismas lo que perturba a los
hombres, como más bien las concepciones sobre las cosas"(sección 5). Hay
muchos métodos y figuras destacadas en la psicología moderna, la psicoterapia y
la psiquiatría que aceptan esta antigua perspectiva psicológica. Hablando
psicológicamente, esto significa aceptar la perspectiva antropológica de que
los seres humanos son seres hermenéuticos, i.e., de que ellos son capaces de
interpretar una y la misma situación en diferentes formas.
Aceptar esto no significa cuestionar o incluso negar la existencia de un
mundo externo, o la existencia de diversas estructuras ontológicas del mundo
independientes de la mente y la conciencia humanas. Tampoco significa que los
seres humanos constituyen o crean al mundo externo en que viven, como piensan
los constructivistas contemporáneos. Ya
que hay constructivistas moderados y radicales, constructivistas biológicos
(Umberto Maturana y Francisco Varela) y constructivistas psicológicos (Paul
Watzlawick o Heinz von Förster), tenemos que distinguir entre ciertas
variedades de constructivismo. No obstante, es común a todos la afirmación de
que existe cierta clase de construcción de objetos, eventos y estado de cosas
en el mundo, y en consecuencia ellos
rechazan la existencia de una realidad externa y ontológicamente estructurada,
independiente de la conciencia, del lenguaje y el pensamiento humano. En este
sentido, ellos se oponen a todas las formas del realismo epistemológico u
ontológico (realismo ingenuo, crítico y metafísico)[2].
Aceptar esta perspectiva antropológica tampoco significa que el idealismo
trascendental de Kant referente al espacio, al tiempo y a los objetos en el
mundo resulta convincente, cuando él asume que ellos están esencialmente
constituidos por la común subjetividad humana de la apariencia y el
entendimiento. Significa, simplemente, aceptar que dos, o más seres humanos, no
sólo tienen una perspectiva individual perceptual diferente sobre uno y el
mismo objeto, evento o situación en el mundo, dependiendo de su posición real y
contingente en el espacio y en el tiempo. También que ellos tienen usualmente
una comprensión emocional, cognitiva y espiritual individualmente diferente de
uno y el mismo objeto, evento o situación en el mundo, en dependencia de las
condiciones reales y contingentes de la individualidad de su yo emocional,
cognitivo y espiritual.
Ésta es la razón principal por la que las personas individuales pueden
afrontar, reaccionar y actuar en formas diferentes, variadas e individuales
cuando confrontan las mismas condiciones dañinas del sufrimiento humano en el
mundo real. Por ejemplo, algunos pueden reaccionar ante una y la misma
situación con frustración, pasividad y depresión; otros pueden reaccionar con
vigilancia, actividad y responsabilidad. Por esta razón, hay cierta
individualidad y subjetividad, y por consiguiente incluso cierta independencia
del sufrimiento emocional, cognitivo y espiritual respecto a las fuentes
externas reales y determinadas o condiciones dañinas.
Aceptar estas perspectivas filosóficas sobre las posiciones epistémicas de
los seres humanos individuales no conduce, necesariamente, al escepticismo
epistémico o incluso ético, al subjetivismo o al relativismo. Porque, a pesar
de estos factores psicológicos sobre la posición epistémica de los seres
humanos en situaciones de la vida real, ellos pueden todavía hacer juicios
factuales verdaderos o falsos sobre el estado de cosas en el mundo, y juicios
éticos de lo correcto y lo incorrecto sobre sus cursos de acción. La verdad
fáctica y la corrección ética no pueden cuestionarse por los factores de la
perspectiva perceptual ni por los factores de la individualidad del
entendimiento emocional, cognitivo y espiritual.
Otro aforismo bien conocido en el Enchiridion,
del filósofo estoico Epicteto, distingue entre las cosas que están bajo nuestro
control y las que no lo están. "Bajo nuestro control está nuestro
pensamiento, nuestras acciones, nuestras inclinaciones, nuestras aversiones,
dicho brevemente: todo lo que proviene de nosotros mismos. No están bajo
nuestro control nuestro cuerpo, nuestra propiedad, nuestro prestigio, nuestra
posición exterior -en una palabra, todo
lo que no viene de nosotros mismos"(sección 1). El consejo de Epicteto es:
"Lo que no se puede cambiar, debe aceptarse". Este consejo, no
obstante, podría complementarse con el consejo opuesto: "Lo que se puede
cambiar, no se debe aceptar". De hecho, la mayor parte del tiempo uno sólo
puede encontrar cuánto puede ser cambiado en tanto se intenta cambiarlo. Pero
el sofisticado arte de la toma de decisiones razonables no sólo equivale a
cambiar el mundo, en situaciones donde se es confrontado y retado por algunas
causas del sufrimiento humano, como p.e. en la política y la economía, en el
derecho y la medicina, sino más bien equivale
a mejorarlo. En consecuencia, se podría incluso decir: Cambiar es fácil;
mejorar es difícil.
En su famosa Tesis décimoprimera sobre Feuerbach, Marx proclamó: "Los
filósofos sólo han interpretado el mundo. pero de lo que se trata es de
transformarlo"[3]. Este
famoso dictum es, sin embargo,
defectuoso, al menos por tres razones: (a) No es posible para nosotros, como
seres humanos, cambiar la totalidad del mundo, sino sólo ciertos aspectos y
situaciones en regiones más bien pequeñas del mundo. (b) No es realmente
necesario cambiar ciertos aspectos y situaciones en el mundo, sino mejorarlos,
porque siempre que cambiamos algo podemos también empeorar las cosas, más bien
que mejorarlas. (c) No es posible mejorar ciertos aspectos y situaciones en el
mundo sin interpretar, entender y conocer esos aspectos y situaciones.
Esto conduce al consejo opuesto a aquél dado por Marx: antes de que podamos
mejorar ciertos aspectos y situaciones en el mundo, necesitamos filósofos y
científicos, políticos y economistas, jueces y médicos que puedan
interpretarlos, entenderlos y explicarlos adecuadamente. Esto es verdad,
ciertamente, para las condiciones externas del sufrimiento humano. A veces,
pero no siempre, esto también es verdad para
las condiciones personales del sufrimiento humano. Dado el enfoque de Platón,
el consejo de Epicteto y una visión dialéctica sobre las complejas conexiones
entre el sufrimiento emocional, cognitivo y espiritual de los seres humanos y
sus condiciones externas, podemos ahora dar una mirada más cercana a las
condiciones personales del sufrimiento humano en sí mismas.
Condiciones personales
del sufrimiento humano
Otra manera efectiva y fidedigna de clasificar las variadas formas del
sufrimiento humano consiste en distinguirlas, por medio de sus fuentes
inmediatas y concretas, dentro de los seres humanos en sí mismos. En
correspondencia, podemos distinguir, descubrir e investigar cuatro tipos de
condiciones internas personales del sufrimiento humano. En primer lugar,
existen las condiciones del sufrimiento humano en el cuerpo físico, tales como
un dolor de muelas ordinario, un dolor provocado por un brazo roto o una herida
que duele después de una operación. En segundo lugar, existen las condiciones
del sufrimiento humano en el yo emocional, como la frustración normal, el
estrés bueno y el malo, el sentimiento de luto, los sentimientos de culpa y de
vergüenza, de miedo y depresión, de falta de fe, esperanza y amor. En tercer
lugar, existen condiciones del sufrimiento humano en el yo cognitivo, tal como
la debilidad de la propia memoria, la falta de concentración y de vigilia, la
falta de flexibilidad y del buen sentido del juicio, la incapacidad de
comprender a los propios amigos, familiares o a otras personas con quienes nos
relacionamos, o la falta de comprensión de las estructuras y eventos sociales,
económicos y políticos. En cuarto y último lugar, hay condiciones del
sufrimiento humano en el yo espiritual, tales como (a)la ansiedad
existencial por la falta de respuestas auto-asertivas y
auto-vinculantes a cuestiones existenciales tales como: ¿Quién soy? ¿De dónde
vengo? ¿A dónde me dirijo? ¿Qué quiero hacer y realizar en mi vida? ¿Qué es lo
que más me importa en la vida? ¿Cuál es mi jerarquía personal de valores
utilitarios, estéticos, éticos y religiosos? ¿Qué ideales, principios, normas y
valores éticos son los más importantes para mi? (b) Cuando alguien está
perdiendo la fe en la presencia potencial de Dios, la fe en la relación
personal con Dios en vista de las deficiencias, fracasos y errores propios. (c)
Cuando alguien está perdiendo su confianza básica en la vida, perdiendo el
sentido de la preocupación por su propia vida, perdiendo su voluntad de vivir y
de hacer lo mejor con su propia vida. En otras palabras, hay alguien que sufre
por la incapacidad de alcanzar algún sentido de la vida.
Dicha clasificación, más bien heurística, de las condiciones internas del
sufrimiento humano, no nos impide la posibilidad de investigar más a fondo las
diversas formas, razones y causas externas del sufrimiento humano en sus
circunstancias naturales, ecológicas, políticas, económicas y sociales. Pero es
necesario distinguirlas, simplemente porque el sufrimiento emocional, cognitivo
y espiritual es usualmente personal e
individualizado en gran medida. Esto significa que, en muchos casos, las
condiciones externas (o tipos de condiciones) que causan algún sufrimiento
emocional, cognitivo y espiritual interno en una persona, no necesariamente
causan algún sufrimiento, o al menos el mismo tipo de sufrimiento emocional,
cognitivo y espiritual interno en otra persona, a pesar del alto grado de
similaridad de las condiciones externas (o tipo de condiciones). Y estas condiciones internas
pueden causar sufrimiento humano, independientemente y en
adición a cualesquiera condiciones externas del sufrimiento humano, i.e., aún
si no existen razones y causas concretas y reales para sufrir por causas y
condiciones externas.
Por otra parte, cualquiera de estas condiciones inmediatas y concretas del
sufrimiento humano puede determinarse como necesaria y suficiente para la
aparición, presencia y desaparición subjetiva de cierta conciencia reflexiva
adicional del sufrimiento humano. Esto significa que los seres humanos no sólo
sufren de dolor físico (de modo similar a otros seres vivientes, como los
animales con un sistema nervioso adecuado en la médula espinal), ellos también
sufren de aflicción emocional, de fracaso cognitivo y tristeza espiritual (a
diferencia de los seres vivos afines, como los chimpancés o los delfines). Aunque
los animales tienen alguna suerte de sentimientos instintivos y del hábito, los
sentimientos humanos sólo comparten ciertas similaridades con los sentimientos
animales. Aparte de estas similaridades, hay una extensa variedad de
sentimientos humanos, cultural y socialmente formados, que no encontramos en
los animales, tales como los sentimientos sociales, estéticos, éticos y
religiosos.
Finalmente, los seres humanos pueden padecer, desde su conciencia
reflexiva, todos los tipos de sufrimiento, como el sufrimiento físico, el emocional,
el cognitivo y el espiritual. Ésta no es sólo una diferencia cuantitativa o un
factor adicional en las diversas formas del sufrimiento humano (especialmente
cuando se comparan con los mamíferos superiores). La capacidad humana de ser
consciente, concentrarse y reflejar (pensar, entender y explicar) el
sufrimiento propio y el sufrimiento de otros seres humanos transforma la propia
cualidad del sufrimeinto humano en diferentes formas. Un ejemplo bien conocido
es el cambio de intensidad del dolor corporal, como el dolor de muelas, cuando
se está concentrado en cierta tarea o en alguna película y se está distraido de
la propia autoconciencia. Hay muchos otros ejemplos que conocemos por medio de
la experiencia personal y la introspección. Para los detalles, tendremos que
desarrollar varios análisis fenomenológicos de lo que es estar consciente de
algo, concentrarse y reflejar la cualidad, la intensidad, la duración y las
causas de las condiciones internas y externas del sufrimiento humano.
El sufrimiento humano
como aspecto de la conditio humana
Después de este breve panorama de las condiciones externas y personales del
sufrimiento humano, quisiera subrayar algunos principios básicos de una
antropología filosófica del sufrimiento humano. Como lo he señalado: el sufrimiento
humano es muy específico entre las variadas formas de sufrimiento de todos los
seres sensibles. La conciencia humana no sólo encierra particularmente formas
humanas del sufrimiento físico, emocional, cognitivo y espiritual. El posible
reconocimiento, la concentración y la reflexión respecto al propio sufrimiento
de uno y al de otros seres humanos también influye, cambia y conforma la propia
cualidad del sufrimiento humano. Además, la conciencia sobre nuestro propio
sufrimiento y sobre el de otros seres humanos es un elemento esencial del
entendimiento hermenéutico del ser humano en el mundo. Hay principalmente
cuatro razones para esta visión antropológica de la conditio humana con respecto al sufrimiento humano.
Una razón de la cualidad especial del sufrimiento humano es nuestra
naturaleza humana, y ésta se encarna en nuestra posición especial en el mundo
cuando es comparada con otras entidades, en la medida en que las conocemos y
las comprendemos: como lo sabemos a través de las vías de la ciencia y la
filosofía, existen (1) objetos físicos y eventos incapaces de sufrir (i.e.
sufrir en el sentido de sentir dolor, más bien que en el sentido de someterse a
algún cambio efectivo), como en todos los tipos de materia y energía. Existen
(2) cosas vivientes que crecen,
envejecen y mueren, pero que no pueden sentir dolor alguno, como las plantas o
los animales inferiores (sin médula espinal). Existen (3) seres vivientes que
crecen, envejecen y mueren, respiran, comen y beben, se trasladan, cazan y
procrean, que pueden sentir dolor y otras sensaciones en sus cuerpos y
conciencias, pero (a) no pueden sentir
los mismos tipos de sufrimiento que dependen de la cultura y que están socialmente
formados; p.e., como la vergüenza o la culpa, la ansiedad o la desesperación,
(b) no son capaces de compartir la
naturaleza similar del reconocimiento reflexivo de su propio sufrimiento como sufrimiento propio, (c) no son
capaces de involucrarse en el entendimiento cognitivo, en el reflejo y la
explicación de su propio sufrimiento
mientras éste dura o con posterioridad, cuando lo recuerdan.
Otra razón a favor de la cualidad especial del sufrimiento humano es que, con
nuestra particular naturaleza como seres humanos, no sólo tenemos una posición
especial y única entre todos los seres vivientes que conocemos en la Tierra,
sino que podemos ser conscientes, reflejar, entender, explicar y saber sobre
nuestra posición única y especial entre todos los seres vivientes (en la medida
en que los conocemos). Estas capacidades
epistémicas adicionales también transforman nuestra comprensión hermenéutica de
la conditio humana, porque en sí
mismas ellas son buenas razones para aceptar la posición especial y única entre
todos los seres vivientes de la Tierra (en la medida en que los conocemos). Esta
perspectiva filosófica sobre la posición especial y única de los seres humanos
en el universo (en la medida en que lo conocemos) es, sin embargo, rechazada
hoy con frecuencia por muchos filósofos,
porque ellos erróneamente tienden a pensar que ésta es incompatible con la
teoría de a evolución de las especies de Darwin.
Muchos filósofos naturalistas, como Willard V.O. Quine, Richard Rorty y
Daniel C. Dennett, piensan que esta noción de la unicidad del hombre es
meramente una consecuencia de la concepción mitológica del Hombre como la cima
de la creación de Dios, y del Hombre creado a imagen de Dios, que encontramos
en el libro bíblico del Génesis.
Aunque esta concepción mitológica de la relación entre Dios, el Hombre y el
mundo contiene algunas perspectivas apropiadas, recogidas en el lenguaje
metafórico, la visión filosófica sobre la posición especial y única del Hombre
entre los otros seres vivientes en la Tierra también resulta adecuada y
confiable desde un punto de vista meramente empírico y científico.
En su famoso ensayo, A Problem of
Psychoanalysis (El problema del
Psicoanálisis, nota de la traductora), Sigmund Freud ha discutido que
Copérnico, Darwin y él mismo, Freud, han cambiado la auto-comprensión del
Hombre en el universo tan profundamente, que ya no podemos considerar que
estamos en una posición especial entre otras criaturas en la Tierra, o siquiera
que somos únicos en el universo (en la medida en que lo conocemos)[4].
En primer lugar, aunque Copérnico nos enseñó que el sol, y no la Tierra, es el
centro de nuestro sistema solar, la cosmología moderna nos enseña que todavía
parecemos estar en medio de un universo en expansión, sin fronteras espaciales
susceptibles de ser descubiertas. En segundo lugar, aunque Darwin nos enseñó
que los humanos son productos finales del desarrollo evolutivo de una variedad
de especies, nuestra situación epistémica respecto a los propios factores de la
evolución de la naturaleza es todavía muy particular y está arraigada en la
unicidad respecto a todos los seres vivientes en la Tierra. En tercer lugar,
aunque Freud enseñó que la razón humana no es siempre y por completo la dueña
de la conducta y las acciones humanas, nuestra capacidad para comprender los
diversos conflictos entre la afectividad y la intencionalidad de la conciencia
humana, encarnada en nuestros cuerpos y corazones, nos coloca en una posición
notablemente diferente, en comparación con todos los otros seres vivientes de
la Tierra. Esta última perspectiva es tan antigua como la filosofía griega, y
todavía es verdadera en la era de la cosmología moderna, en la que hemos empezado
la búsqueda de otros seres vivos inteligentes en el universo. Sin embargo,
encontrar algunos, contactar con ellos y comunicarse con ellos como personas
no-humanas sería el comienzo verdaderamente revolucionario de una nueva era en
la historia de las culturas y de la civilización humana.
Una razón adicional a favor de la cualidad particular del sufrimiento
humano es que este conocimiento sobre nosotros mismos como seres humanos puede
cambiar nuestra actitud y nuestra conducta respecto al sufrimiento de todos los
otros seres sensibles, i.e., especialmente hacia todas las clases de animales
superiores (con médula espinal), que pueden sentir dolor y otras sensaciones y que
pueden tener algunos sentimientos similares, pero también diferentes a nuestros
propios sentimientos humanos. En la medida en que compartimos algunas
sensaciones y sentimientos con ellos, nos sentimos usualmente más cerca de
ellos que de otros animales, y podemos sentirnos especialmente responsables por
ellos. En la medida en que no podemos compartir todas nuestras sensaciones y
sentimientos con ellos, usualmente sentimos también la distancia y la
alienación respecto a ellos, y tenemos que comprender que muchas formas de
nuestro particular sufrimiento humano son diferentes de sus formas de
sufrimiento.
Finalmente, otra razón a favor de la cualidad particular del sufrimiento
humano es que, como seres humanos, podemos elegir, en alguna medida, una
actitud hacia nuestro propio sufrimiento personal y una evaluación del mismo, y
más aún respecto al sufrimiento de otros seres humanos; p. e., podemos notarlo
o rechazarlo, soportarlo o incrementarlo, tolerarlo o combatirlo, aceptarlo o
controlarlo, reducirlo o incrementarlo. Además, como seres humanos somos
siempre capaces, en alguna medida, de elegir alguna forma de actitud personal e
individual y una valoración de nuestro propio sufrimiento o del sufrimiento de
otros. Finalmente, aunque no menos importante, es que podemos cambiar nuestra
propia actitud y nuestra valoración en alguna medida. Esto es verdadero incluso
para la perspectiva filosófica sobre la particular posición y sobre la unicidad
del sufrimiento humano en el mundo. Podemos considerarlo, de forma pesimista,
como la razón de la soledad en el universo, única y particular, pero también trágica,
i.e., como la tragedia existencial del sufrimiento humano; o de forma optimista, como una responsabilidad en el universo,
particular y única, aunque realmente digna, i.e., como la dignidad existencial
del sufrimiento humano.
A la luz de estos principios hipotéticos para una antropología filosófica del
sufrimiento humano, podemos mirar finalmente hacia el problema psicológico y
ético del sufrimiento a partir de la pérdida de nuestro sentido del significado de la vida. Porque, después de
todo, queremos entender la compleja relación entre el sufrimiento humano y las
razones de la pérdida de nuestra propia fe en el sentido de la vida.
La necesidad humana
básica de sentido de la vida
Según Viktor Frankl, existen algunos principios básicos acerca del sentido
de la vida que requieren comprensión:
(1) No hay un sentido de la vida como tal, separado de los seres humanos
que tienen una necesidad emocional, cognitiva y espiritual de sentido en
ciertas situaciones de su vida. Y aunque no existe una causa única, general y
universal del sentido de la vida para todos los seres humanos, todos los seres
humanos están necesitados de algún sentido[5].
(2) El sentido ha de encontrarse principalmente en situaciones de toma de
decisiones, en las relaciones personales y en las condiciones sociales de vida.
Los seres humanos pueden compartir, y comparten muchas fuentes del sentido,
como la amistad, el matrimonio y la familia; la crianza y educación de los
hijos; el entrenamiento y la instrucción
de adultos; el trabajo digno y la conducta responsable en todos los tipos de
profesiones; la investigación; la enseñanza y la auto-formación a través de las
artes, las ciencias y las religiones; las posiciones de responsabilidad en la
educación, la economía, el derecho y la política, etc.
(3) El sentido es individual y personal, lo que significa que es inherente
a la situación contingente y concreta de una persona en su vida. Las personas
necesitan descubrirlo por sí mismas, y otros no pueden descubrirlo por ellos.
Además, el sentido es personal e individual, porque lo que podría ser
significativo para una persona, no tiene que ser también significativo para
otra persona. Finalmente, el sentido no puede ser simplemente dado a alguien
por alguien más, sino que uno mismo lo debe encontrar.
(4) Aunque el sentido es personal e individual, no es meramente subjetivo,
sino una realidad objetiva inherente a una situación. Sin embargo, puede ser
encontrado sólo por medio del reconocimiento particular de la forma de una
situación. La forma significativa de una situación cuenta como oportunidad en
el fondo de una realidad. Por tato, el sentido debe ser encontrado y no puede
ser producido a voluntad. Y no sólo debe ser encontrado, sino que puede ser
siempre encontrado en cualquier situación presente.
(5) En la búsqueda de sentido, los seres humanos están guiados por su
conciencia. Ya que la conciencia humana puede fallar y no es nunca
completamente infalible, también podemos fallar en relación al sentido de
cierta situación, e incluso en relación al sentido de nuestra vida. Los juicios
sobre el sentido de cierta situación o sobre el sentido de la vida siempre son
inciertos y riesgosos. Por consiguiente, podemos juzgar sobre el sentido
solamente con la humildad adecuada.
(6) El sentido no puede investigarse, alcanzarse y percibirse directamente,
sino sólo indirectamente a través de algunas actividades significativas. Si
sentimos que nuestra sensibilidad original para el sentido ha sido retada o
destruida por alguna forma o algún sufrimiento externo o personal. no podemos
compensarlo directa y voluntariamente, sino que tenemos que encontrar algún
otro aspecto de la situación o algún nuevo tipo de actividad que pudiera ser
otra fuente para nuestra percepción del sentido. Esto es por lo que (la
percepción) del sentido parece ser a veces tan evasiva, y por lo que no puede
demostrarse a alguien que tiene dudas sobre su existencia.
(7) Ni la significación de la noción del sentido de la vida, ni la
existencia del sentido pueden demostrarse para el empirista o para el
positivista, para los naturalistas o para los filósofos y psicólogos,
psicoterapeutas y psiquiatras
behavioristas, quienes aceptan meramente la existencia de los hechos
empíricos que pueden verificarse por los métodos positivistas de la ciencia objetiva
y cuantitativa. Hay filósofos y científicos que rechazan y ponen en duda la
idea de que el sentido de la vida tiene significación, de que se refiere a una importane
necesidad humana y de que tiene que ser aceptada como una meta de la
psicoterapia.
(8) Para Viktor Frankl y sus seguidores, sin embargo, no se cuestiona que
existe algo como es la pérdida de la propia fe en el sentido de la vida. Ésta
es una parte esencial del sufrimiento emocional, cognitivo y espiritual de los
seres humanos. Las personas tienen necesidad emocional, cognitiva y espiritual
de sentido en sus vidas. Cuando, según Frankl, esta necesidad básica se frustra
cada vez más, ésta se satisface por medio de sustitutos diversos, como los
placeres sensuales superficiales, las obsesiones y las adicciones, las
neurosis, los desórdenes de la personalidad y las psicosis, las manías,
depresiones y otras enfermedades psiquiátricas.
(9) La mayoría de los seres humanos saben que sufren de una pérdida del
sentido de la vida y se han familiarizado con esto de modo inmediato por sí
mismos o a través de otros. El sufrimiento emocional, cognitivo y espiritual es
una preocupación de toda la vida para todos los seres humanos,
independientemente de la edad, el sexo, el origen étnico, la nacionalidad o la
religión. Es un tópico permanente para todas las personas, sean profanos o
profesionales, que tienen que tratar con estos asuntos cuando apoyan a quienes
buscan alivio emocional, curación para sus almas heridas o restitución de su
salud metal.
(10) La salud mental y emocional es la preocupación primaria y única para
los psiquiatras, psicoterapeutas y otros terapeutas. La salud emocional y mental no es lo mismo
que la forma integral del bienestar, que la tradición judía denomina Shalom
y que para la tradición cristiana es la salvación espiritual del alma. El
bienestar integral y la salvación espiritual en sentido religioso son de
interés especial para los rabinos y sacerdotes, pastores y ministros ú otros
guías espirituales. Por lo tanto, las personas que formalmente son creyentes en
Dios (con su comprensión personal específica de Dios) podrían sufrir también
por el sentido de la vida. Y esto es verdadero también para las personas que
han estado acostumbradas a tener una comprensión firme y digna acerca de quiénes
son y qué quieren hacer en sus vidas, antes de que hayan entrado en una crisis
personal.
(11) Antes de que los psicoterapeutas y psiquiatras empezaran a entender, a
investigar y a reflexionar sobre el
sufrimiento emocional y espiritual de las personas ordinarias, las neuróticas y
las psicóticas de una manera más sistemática, metodológica y científica, daban
por garantizado que la gente ordinaria y la psicología popular pre-científica
ya conocían bastante estos fenómenos psicológicos. Además, si estas personas
estaban bien educadas, también conocían
los ricos recursos ilimitados para proceder a un aprendizaje de largo
término sobre estos fenómenos psicológicos en la diversidad de religiones y en las
variadas formas y obras de arte, como las epopeyas, los mitos y cuentos
populares, los dramas, la literatura y la poesía, la escultura, la pintura y el
cine, etc.
(12) Aunque para Frankl no hay duda de que existe algo como es la pérdida
de la fe en el sentido de la vida, hay muchas opiniones y convicciones,
concepciones y controversias sobre la naturaleza objetiva, sobre las verdaderas
causas y las condiciones reales de la capacidad o de la incapacidad para
experimentar y para apropiarse del sentido real y concreto de la vida para uno
mismo. Por otra parte, hay muchas perspectivas, descripciones y valoraciones
sobre las formas subjetivas de comprender el sentido de la vida. Y, finalmente,
hay diversos enfoques, métodos y normas
psicoterapéuticas acerca del tratamiento terapéutico de la pérdida de la
comprensión o del sentido de la vida de uno mismo.
El sufrimiento humano
como reto para el sentido de la vida
Siguiendo la concepción de Frankl sobre la necesidad humana del sentido de
la vida, podemos finalmente arrojar algunas conclusiones sobre las formas en
las que el sufrimiento humano puede significar un reto para la capacidad de
alguien para encontrar algún sentido en la vida.
(1) Todas las condiciones externas y personales del sufrimiento humano
mencionadas anteriormente pueden ser un reto para el sentido de la vida bajo
ciertas situaciones. Todo depende de la situación particular y contingente en
la que la persona individual con su personalidad, biografía y situación social
específica se encuentra en el momento dado.
(2) Si una condición particular externa y personal del sufrimiento humano
puede ser realmente un reto para el sentido de la vida bajo una situación dada,
esto depende de la comprensión individual y personal de lo que es constitutivo
para el sentido propio de la vida.
(3) Ya que la propia percepción personal del sentido de la vida se
encuentra altamente individualizada, las personas pueden enfrentar, reaccionar
y actuar en formas muy diferentes, impredecibles e incluso sorprendentes en
relación a cualesquiera condiciones externas o personales del sufrimiento
humano. Todo depende de sus recursos emocionales, cognitivos y espirituales personales
para descubrir algún sentido en las oportunidades existentes en sus condiciones
de vida inmediatas, cuando están siendo amenazados por la pérdida de sentido en
otros aspectos de su vida.
(4) Las formas individuales de hacer frente, de actuar y de reaccionar
respecto a las condiciones externas y personales del sufrimiento como retos para
el sentido de la vida, no son una buena razón para negar o minimizar el inmenso
impacto del dolor físico y emocional contenido en todas las formas del
sufrimiento humano, ni para aceptar y tolerar todas las causas principales del
sufrimiento físico y emocional, cognitivo y espiritual. Las formas individuales
de enfrentar, de actuar y de reaccionar respecto a las condiciones externas o
personales del sufrimiento que retan el sentido de la vida, también pueden ser
una buena razón para resistir y luchar contra algunas de las causas principales
del sufrimiento físico y emocional, cognitivo y espiritual. Por consiguiente,
todas las profesiones en las que la prevención, la prohibición, la disminución
y el aumento del sufrimiento humano son tareas esenciales, incluyen algunas de
las más profundas causas del sentido.
(5) Ya que todas las condiciones externas y personales del sufrimiento
humano pueden ser un reto, pero
ninguna causa particular tiene que serlo para el sentido de la vida de todas
las personas (excepto para la completa aniquilación de la vida humana en la Tierra
y la inmensa amenaza para el futuro de la humanidad que plantean la guerra
atómica, biológica y química, las guerras mundiales y el genocidio), en todas
las situaciones deben realizarse decisiones razonables respecto al problema de
qué condiciones externas y personales del sufrimiento humano han de aceptarse y
tolerarse -incluso si sólo se debe a la incapacidad de incrementarlas bajo
situaciones dadas-, y qué condiciones externas y personales del sufrimiento
humano deben ser resistidas y combatidas. Estas decisiones son siempre una
cuestión de frónesis, o del juicio
sensible y digno bajo circunstancias
dadas.
(6) Sin embargo, según Jaspers hay
algunas condiciones del sufrimiento humano que pertenecen a la existencia
humana como tal, y que no pueden evitarse ni prohibirse en lo absoluto: las Grenzsituationen, o situaciones- límite
existenciales[6]. Entre
ellas se encuentran (a) la lucha por la existencia, que con frecuencia se
encubre mediante la necesidad humana de amor y armonía, solidaridad y
cooperación; (b) la muerte individual, que con frecuencia es negada o se acepta
sólo como necesidad general, en la medida en que no estamos familiarizados con
la experiencia inmediata de la muerte de la persona cercana a nosotros; (c) la
contingencia de muchos aspectos de nuestra vida, que son asunto de oportunidad
más que de ordenamiento y leyes de la naturaleza, o de las normas de conducta
sociales y culturales, que causan una gran cantidad de desigualdades; (d) la
realidad de la responsabilidad y la culpa, que no puede negarse a pesar de
todos los intentos de entender y explicar la conducta humana como determinada
por el destino, por la biografía, por la personalidad y por los motivos
(inconscientes); (e) el fracaso existencial o el carácter fragmentario de la
existencia humana, que es la razón del por qué las actitudes existenciales,
tanto del optimismo como del pesimismo, se apoyan en meras construcciones
racionales que fallan al reconocer fenomenológicamente la estructura ambivalente
y antinómica de la existencia humana.
(7) Entre todas las condiciones personales del sufrimiento, las Grenzsituationen son usualmente los retos más difíciles para el
sentido de la vida, porque son constituyentes inevitables de la existencia
humana. Por una parte, ellas provocan profundos sentimientos de desamparo e
impotencia, y quiebran el natural e innato narcisismo humano. Por otra parte,
ellas provocan cuestionamientos filosóficos y religiosos, y promueven y
profundizan la búsqueda del sentido de la vida. Ésta es la razón por la que, para Jaspers, ellas son oportunidades para
despertar del mero ser-ahí empírico (Dasein)
a la auténtica Existencia humana (Existenz).
No obstante, el sufrimiento humano permanece como elemento inevitable de la
Existencia humana:
El momento común de todas las Grenzsituationen
es que ellas provocan sufrimiento; pero el momento común también es que ellas permiten
que las fuerzas crezcan, lo que acompaña a los placeres de la existencia, del
sentido, del crecimiento. El sufrimiento no es una Grenzsituationen entre otras, sino todas ellas se convierten en
sufrimiento bajo su punto de vista subjetivo. El placer y el sufrimiento están
inevitablemente atados entre sí.[PW 247]
Aunque comenzamos con el enfoque sorprendentemente moderno y científico de
Platón sobre el ser personal y la
naturaleza del alma humana, y aunque apreciamos la sugerencia de Epicteto sobre
la realidad dinámica de la mente humana, tenemos que aprender principalmente de
Frankl y de Jaspers que el sufrimiento emocional, cognitivo y espiritual es mucho más individual, personal y complicado
de lo que parece a primera vista. Cualquier estudio psicológico de estos
fenómenos del sufrimiento humano, tan importantes e interesantes, tendría que
empezar con dichas presunciones filosóficas preliminares e hipotéticas, a fin
de alcanzar cualesquiera resultados fiables que resulten adecuados a la
completa y rica complejidad de los fenómenos.
[1] Presentado en el año 2003 en Roma,
Italia, en la Conferencia Internacional sobre la Ética del Sufrimiento,
International Academy of Philosophy (IAP), Liechtenstein.
[2] Una útil colección de ensayos sobre el
constructivismo contemporáneo es: Paul Watzlawick (ed.), Die erfundeue Wirklichkeit. Wie wissen wir, was wir zu wissen glaugen? Beiträge
zum Konstruktivismus (München/Zürich: Piper Verlag 1977), pp. 16f; 39f; 91f
y 294f.
[3] Karl
Marx, "German Ideology, A. Theses about Feuerbach, 11", trad. por el autor a partir de: "Die
Deutsche Ideologie (1845/46), A. Thesen über Feuerbach, 11", en : Die Frühschriften (Stuttgart: Kröner
Verlag, 1971), p. 341.
[4] Sigmund
Freud, " Eine Schwierigkeit der Psychoanalyse". en Abriβ der Psychoanalyse, Einführende
Darstellungen (Frankfurt a. M.: Fisher Verlag 2009), pp. 187-194.
[5] Viktor
Frankl, Die Sinnfrage in der
Psychotherapie (München: Piper Verlag, 1981); Das Leiden am sinnlosen Leben (Freiburg: Herder Verlag, 1977).
[6] Karl Jaspers, Psychologie der
Weltanschauungen (München: Piper Verlag, 1994), pp. 229-280 [en lo que sigue
citado como PW]
Este texto me ha dejado un sabor ambivalente pues reflexiona sobre las fuentes del sufrimiento pero no aporta ideas, reflexiones, caminos de elaboración para hacer frente al mismo.
ReplyDeleteEntendiendo que mediante las apreciaciones y pensamientos de Karl Jaspers, nuestro sufrimiento puede ser resuelto de la propia voluntad como individuo, me permito comunicarles mi interés de publicar un artículo basado en su filosofía, agradecería me pudieran contactar para dichos fines.
ReplyDeleteUn cordial saludo
Alcira Yojanna Fragozo Argote.
Gracias por su interés. El blog es personal y sólo publica mis traducciones del inglés, no es una revista para publicar a otros autores. No obstante, puede escribir aquí en los comentarios lo que considere que puede divulgarse por su importancia.
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