Friday, February 9, 2018

Gladys L. Portuondo, FERNANDO ORTIZ Y LAS RELIGIONES AFROCUBANAS COMO "FACTORES HUMANOS" EN LA CIENCIA ANTROPOLÓGICA


Autora: Gladys L. Portuondo




Versión original publicada en "Vivarium", Revista del Centro Arquidiocesano de Estudios. Departamento de Medios de Comunicación Social, Arzobispado de La Habana, No VI, Junio de 1993.




Lo "afrocubano", contribución al léxico y al contenido de la antropología cultural, sello por demás característico de las aportaciones de Ortiz a la investigación social en su teoría de la transculturación, posee una luz propia en el universo orticiano, sin llegar a ser, como se supone comúnmente, su centro gravitacional. Este último responde más bien a un propósito más amplio, que pudiera definirse por lo que Ortiz comprendería bajo la denominación de los "factores humanos de la cubanidad". Factores que, para Ortiz, vienen dados como "hechos" o componentes -de toda índole-  de la cultura de Cuba, en la que se complacía apreciar sugerentes similaridades con el criollo ajiaco. Pero también verdaderas figuras que anuncian una tipología de ciertos grupos humanos (p.e. los negros curros) a los que el destino y la memoria de la cultura -destino y memoria que es la cultura- en que se generan, están entrañablemente ligados.
Lo cultural, aún cuando se proyecta como lo original o característico de un pueblo, es más que eso: sustancia y hálito de su esencial humanidad, que anima en todos y cada uno de sus "hechos" su total existencia. Cada "hecho" tiene su anverso y su reverso; lo que nos muestra y lo que nos oculta; a una vez revelación y enigma que la antropología descifra e interroga, encontrando en su individualidad todo un espectro de impredecibles posibilidades. Ortiz los interroga con meticulosidad de erudito, siguiendo su trayectoria y sus mescolanzas históricas, así como su variable influencia sobre la totalidad, en la que se integran a los "tipos humanos"donde se anudan y personifican.
Es por eso que la ciencia antropológica, que Ortiz reconoce en la antropología cultural, no puede limitarse a la descripción pormenorizada de los "hechos" -aún cuando esto es requerido al invadir un terreno aún desconocido. Lucidez y exactitud en la descripción no convierten a Ortiz en un mero empirista. Los "hechos" no siempre son lo que parecen: ¿acaso las religiones afrocubanas están naturalmente ligadas a la "mala vida"  cubana, como inicialmente sostenía Ortiz en una obra de corte criminológico y sociólogico (Los negros brujos, 1906)? O más bien, de modo más abarcador,  ¿son expresión de un universo cultural y humano que rebasa el hampa afrocubana, como el mismo Ortiz llega a demostrar en obras posteriores? El panteón de la religión yorubá incluso sugiere a Ortiz paralelismos con el de los dioses de la cultura griega clásica, en arquetípicas resonancias con este. Mas religiones primitivas y paganismo, "barbarie" y "clasicismo" no son conceptos suficientes para expresar la comparación.
Cada "hecho" de la cultura resulta a la par síntesis de su totalidad y factor irrepetible en el tiempo y el espacio como coordenadas de su existencia. Las religiones afrocubanas configuran como ingredientes las posibles combinaciones tipológicas de diversos grupos humanos desde la perspectiva de Ortiz, los que, aún si desaparecen en la historia real, pueden representar modelos virtuales -como es el caso de los mencionados negros curros- para la investigación científico-social. La recopilación de datos sobre este tipo humano se inició por Ortiz en fecha muy próxima a la publicación de Los negros brujos, apuntando a su temprano interés por la tipología de grupos humanos.
Contando con su inmensa erudición y su fino instinto de fundador, en peregrinación casi solitaria durante años, Ortiz sigue la trayectoria de un raro fenómeno: la casi incontaminada inserción de las religiones africanas en suelo cubano. "En Cuba", nos dice, "la catolización del negro no ha podido pasar, en la mayoría de los casos, de un superficial sincretismo de panteones y ritos"[1]. Envueltas de por sí en el esoterismo, las religiones afrocubanas son para Ortiz lo que el ángulo facial y las mediciones antropométricas fueron para la antropología criminal: signos de aquellos tipos humanos, cuyos caracteres Ortiz aparta del biologicismo de las clasificaciones lombrosianas.
Originalmente Ortiz se interesa por los vínculos de las religiones afrocubanas con la "mala vida"cubana. Por entonces ellas se muestran en su  obra como expresión de cierto primitivismo, el cual Ortiz interpreta en un sentido ético-psicológico. En 1919, en conferencia pronunciada a petición de la Sociedad Espiritista de Cuba, Ortiz sostiene que toda religión fetichista y, en particular, el fetichismo africano existente en Cuba, puede catalogarse como fase inferior  de la evolución religiosa o fase de la "religión amoral". A la sazón Ortiz percibe la eticidad con la óptica del positivismo, considerando que esta arriba con el espiritismo en el siglo XIX y en la figura de Allan Kardec a una "fase superior" en la forma de una filosofía religiosa o, más bien, de una "moral sin religión". De este modo en la perspectiva de Ortiz el espiritismo se identifica con el ideal de la "religión positiva" a la que se refiere Augusto Comte. Según la opinión de Ortiz por esta época,  siendo superior al catolicismo por su significado ético-filosófico el espiritismo abandona la metafísica en la que aquel otro se fundamenta como religión moral[2] o fase intermedia de la evolución ética.
Resulta significativo que cuando hace ya algún tiempo los estudios afrocubanos has rebasado la perspectiva criminológica original del pensamiento orticiano, las religiones fetichistas de los negros sirvan de apoyo a Ortiz para sustentar posiciones ético-filosóficas difícilmente compatibles con los resultados de sus investigaciones, ya iniciadas,  en el campo de la antropología cultural, que orientaron su pensamiento hacia un historismo[3] en el que la investigación hstórica elude todo apriorismo conceptual. Puede suponerse que la hipótesis sobre las fases de la evolución religiosa fue estimulada por los innegables sentimientos anticlericales de Ortz y por una concepción evolucionista de la que se desprendería por grados, hasta el salto que puede ser reconocido en una obra crucial, el Contrapunteo cubano del tabaco y erl azúcar (1940).
Fue alrededor de 1911, fecha en que por vez primera Ortiz realiza una exposición pública sobre el tema de los negros curros[4], que el problema antropológico comienza a ser abordado por Ortiz desde las primicias de una concepción historista y desde la óptica que desde ella va introduciendo progresivamente en la antropología cultural, sujeta por entonces al enfoque funcional-estructuralista[5]. Su objetivo no es tanto la cultura como realidad constituida, sino el proceso de su formación. Ortiz rechazará de plano más adelante toda interpretación de los fenómenos culturales de los pueblos primitivos según el enfoque estructural-evolucionista, desde el cual estos se consideran como "culturas inferiores"[6].
En el curso de la maduración de su pensamiento Ortiz parece modificar su percepción inicial del fenómeno religioso. La teoría de la transculturación, cuyos trazos principales son expuestos en 1940 por Ortiz en su Contrapunteo, proporciona una nueva comprensión de los ciclos de existencia de los "tipos humanos". Las religiones afrocubanas contribuyeron, junto a otros diversos "factores humanos", a la identificación de la originalidad de estos tipos, en incesante "trasfusión de caracteres" según expresión de Ortiz. La fugacidad y el trazado evanescente de los tipos en transculturación -básicos para una tipología de la cultura, que subyace a fin de cuentas a los propósitos de Ortiz- quizás no responden tanto a la consistencia equívoca del equilibrio frágil de los ingredientes, en "ebullición perpetua" al decir de Ortiz, cuanto a la dificultad que el problema antropológico presenta ante todo intento de clasificación en cualquiera de sus aristas. La dimensión antropológica del fenómeno religioso afrocubano -su interpretación a la luz de la perspectiva de los "factores humanos"- revelaría para Ortiz su inseparable conexión con la sustancial totalidad de la cultura de Cuba. "La debida apreciación de una cultura dada no puede hacerse sin el estudio objetivo de todos sus elementos, así los llamados 'espirituales' como los que se dicen 'materiales', pues unos y otros, pese a esa convencional dicotomía, no son sino hechos igualmente humanos, interdependientes e integrantes de la plenitud de esa cultura"[7]. En la madurez del pensamiento orticiano, las religiones afrocubanas alcanzan la dimensión que eleva a todo "hecho" de la cultura sobre  los límites y la oscuridad de su origen en el tiempo, haciéndolo partícipe del misterio, una y otra vez redescubierto, que es el hombre.



[1] Nos atenemos a apreciaciones expuestas por Ortiz según documentos consultados por Diana Iznaga. En: Diana Iznaga, La transculturación en Fernando Ortiz, Ciencias Sociales, La Habana, 1989, p. 32.
[2] En: Fernando Ortiz, Las fases de la evolución religiosa,  "En la tribuna", Imp. El Siglo XX, La Habana, 1923.
[3] Preferimos usar aquí el término historismo en lugar de historicismo,  que emplea Julio Le Riverand, puesto que este último término se encentra comprometido con distintas variedades de las filosofías de la historia .. Si se considera que en Ortiz no puede encontarse en justicia una filosofía de la historia,  creemos que el término historismo  es más compatible con sus intenciones indagadoras, en las que la historia se percibe antes que como "forma", más bien como "materia"  que proporciona a los estudios culturales el contenido empírico indispensable.
[4] En: Araceli García Carranza, Bio-bibliografía de don Fernando Ortiz, Biblioteca Nacional "José Martí", La Habana, 1970. Conferencia pronunciada en el Ateneo de La Habana y publicada el 16 de febrero de 1911. Agradecemos al Dr. Isaac Barreal la rectificación de la fecha consignada en: Fernando Ortiz, Entre cubanos. Psicología tropical, Ciencias Sociales, La Habana, 1986, p. 90-98.
[5] Véase en: Gladys L. Portuondo, Antología de Historia de la filosofía cubana y latinoamericana. Humanismo e historia en Fernando Ortiz, prólogo: "El principio antropológico y la superación del positivismo en Fernando Ortiz", Universidad de La Habana, 1990.
[6] Véase: Fernando Ortiz, La africanía de la música folklórica de Cuba, La Habana, 1965, p. 106. La primera edición data de 1950.
[7] Op. cit., Prólogo del autor, p. IX.