La presente versión al español ha sido traducida por Gladys L. Portuondo de
la versión en inglés realizada por Florian Hild, según ha sido pubicada conjuntamente
con el original en alemán en: Karl Jaspers, Truth,
Freedom, and Peace, translation by Florian Hild, en: Existenz. An
International Journal in Philosophy, Politics, and the Arts,
Vol. 9, No. 2, Fall 2014. Así
mismo, todas las notas aclaratorias, el resumen y las palabras clave son de Florian
Hild y aparecen originalmente en la versión en inglés.
Resumen: En 1958, Karl Jaspers
recibió el Premio de la Paz de las
editoriales alemanas. Hannah Arendt presentó a su mentor como hombre de una
integridad inexpugnable, representando siempre la humanitas en Alemania. El discurso de Jaspers funda la paz sobre la
libertad y la libertad sobre la verdad, definiendo la verdad como compromiso
socrático con el Denkungsart der Vernunft,con
el modo de pensar de la razón. El compromiso de Jaspers con la comunicación
como "lucha amorosa" encuentra una hermosa expresión en comparación
con los conflictos caballerescos. El término kantiano Denkungsart desempeña un importante rol en el discurso de Jaspers.
Se puede defender la paz por medio de un Denkunsart
que carece de paz: Jaspers afirma que los defensores y los adversarios de
la paz pueden compartir una forma de pensar en la medida en que estén
absolutamente convencidos de sus pensamientos y consideren que sus oponentes están
completamente equivocados. Esta observación se aplica a la época de Jaspers
tanto como a las realidades políticas modernas.
Palabras clave: Paz; libertad; verdad; comunicación; política;
intelectuales; responsabilidad.
El reconocimiento que se me otorga es un gran honor, ya que la Deutsche
Buchhandel es una institución independiente, legitimada por siglos de logros.
Los tiempos modernos obligan a las editoriales a convertirse en productoras
de bienes y el distribuidor es un vendedor. No obstante, ambos son de hecho nuestros
aliados. Los autores y el comercio del libro crean conjuntamente un espacio
público de la mente[1], en el
que la verdad surge a partir del caos según se fomenta la creciente
participación del público lector. Nuestros editores y distribuidores no se
satisfacen simplemente calculando y encontrando las aparentes necesidades del
público. En vez de eso, poseen oidos finos: uno de ellos aquí, el otro allá,
señalando la fuerza del pensamiento y de la poesía, la escondida disposición
para las posibilidades de lo viejo y de lo nuevo, para aquello que ilumina[2],
que alienta, que es el resorte para el propio avance. Ellos publican textos
porque quieren que este modo de pensamiento[3]
esté presente en el mundo.
De esta institución recibo el honor que se denomina "premio de la
paz". Parece apropiado aceptar este
reconocimiento con palabras acerca de la paz.
Todos nosotros queremos la paz, una paz externa, que no pueda haber guerra
y que las armas de destrucción masiva no sean otra vez usadas, y que la
aniquilación nuclear pueda ser evitada.
Esta paz sólo es posible como paz mundial.
Hoy, las grandes naciones de color emergen y en pocas décadas superarán
a Occidente en crecimiento demográfico y en materias primas, debido a los
rápidos avances en el progreso tecnológico. También hoy, activada a través de
esta era tecnológica, se ha desarrollado una nueva forma de reinado totalitario
en el gobierno. Bajo dichas circunstancias globales, la paz externa sólo es
posible en colaboración con estas poderosas naciones y sólo mediante la
interacción con el dominio totalitario. La política de la paz es política
mundial. Dicha política mundial sólo puede ser exitosa bajo condiciones que uno
realiza dentro de sí mismo y que ponemos en práctica en nuestra propia nación.
En la medida en que creamos dichas condiciones, podemos esperar que otros nos
encuentren a mitad del camino. La paz externa nunca se nos concederá como un
regalo de la mera acción política.
No quiero hablar sobre la política de la paz como política mundial, sino
sobre estos pre-requisitos. En primer lugar: ninguna paz externa puede ser
mantenida sin la paz interna del hombre. En segundo lugar: la paz es únicamente
a través de la libertad. En tercer lugar: la libertad es únicamente a través de
la verdad.
1. No habrá paz externa sin paz
interna
La paz no es la ausencia de conflicto. Los seres humanos pueden transformar
los conflictos violentos en geistige
y luchas amorosas. La comunicación extingue los conflictos violentos. En lugar
del dominio a través de la victoria, el resultado es la verdad compartida. A
través de estas luchas compartidas de uno contra otro, uno puede reconocerse a
sí mismo. La lucha amorosa proporciona todos los vigorosos medios al compañero
en la misma proporción que a uno mismo -incluyendo los medios de la violencia
intelectual, donde la racionalidad más fuerte se equipara a la mayor fuerza
muscular- y elimina así el letal efecto de la violencia. Lo que usualmente era
en la caballería el combate mortal y sus reglas de conducta, pueden compararse
ahora a la lucha amorosa y a su orden para la vida diaria.
La paz comienza en casa. La paz mundial comienza con la paz interna de los
estados. En lo interno, los conflictos geistigen
(espirituales, nota de la
traductora) por la dominación, la disposición para la ausencia de paz que desea
la violencia oportunista, deben desaparecer. La falta de paz en la política
doméstica también hace imposible la paz en la política exterior.
2. La paz es únicamente a
través de la libertad
La paz interna llega para los individuos y para el estado individual a
través de la libertad. Puesto que sólo la libertad tiene la capacidad para la
paz, Kant dijo: Sólo los estados con "una forma republicana de
gobierno" pueden lograr la paz más allá de la mera tregua y sin reservas
por tiempo duradero. Para Kant, la forma republicana de gobierno no significa una
forma particular de dirección (como la monarquía, la aristocracia, la
democracia), sino el gobierno de la
libertad -lo que hoy llamamos la idea de la democracia. Esta forma de gobierno
no debe confundirse con el tecnicismo de una constitución, el cual se
identifica presumiblemente como el adecuado para ser transferido idénticamente
a otras partes.
¿Qúe es entonces la libertad? La libertad externa de un estado -y su libertad
interna a través de las formas de gobierno- se manifiesta a través de la
libertad existencial de las personas individuales. De aquí surge la ambigüedad
del término "libertad": la libertad política externa también puede
existir en un estado despótico. Una constitución libre y democrática también
puede encontrarse en un pueblo de seres humanos sin libertad interna.
La libertad comienza como libertad del individuo, adquiere figura social en
la forma republicana de gobierno y se afirma contra la represión de los estados
extranjeros, Estos tres aspectos, tomados conjuntamente, hacen realidad la
libertad
¡La libertad primero, luego la paz en el mundo! La exigencia opuesta: "primero la paz, luego la libertad" defrauda. Por cuanto una paz externa temporal que ocurre por casualidad o por despotismo, o a través de manejos ingeniosos, o a través del temor de todas las personas involucradas, no es una paz segura, que se encuentre anclada en un fundamento humano. La negación de la paz debido a la falta de libertad de los individuos es, de facto, lo que pronto conduciría a la guerra nuevamente.
¡La libertad primero, luego la paz en el mundo! La exigencia opuesta: "primero la paz, luego la libertad" defrauda. Por cuanto una paz externa temporal que ocurre por casualidad o por despotismo, o a través de manejos ingeniosos, o a través del temor de todas las personas involucradas, no es una paz segura, que se encuentre anclada en un fundamento humano. La negación de la paz debido a la falta de libertad de los individuos es, de facto, lo que pronto conduciría a la guerra nuevamente.
Además, la democracia constitucional no es libertad en modo alguno. Ella
puede abrir el camino a la arbitrariedad y a la autoindulgencia. Una democracia
que es impuesta arbitrariamente y que no es creada por el pueblo que, en
consecuencia, no la comprende todavía, presenta meramente para el pueblo de
dicho estado la ocasión de alcanzar la
idea de democracia y de convertirse así en un pueblo de ciudadanos libres. Por
sí sola, la libertad formal se pierde fácilmente. Cuando por razones de solidaridad
los conflictos de los partidos derivan a la autodestrucción, el estado libre se
convierte en una escenografía que mañana podría derrocarse junto con todos sus
políticos y partidos. Una democracia meramente formal crea al gobierno
totalitario, de tal modo que Hitler pudo triunfar justificadamente y afirmar:
"Yo los he derrotado con su propia locura".
La situación global es amenazadora. Hoy, la única salvación es la paz
mundial. Sin embargo, las guerras siempre han tenido lugar. ¿Cómo puede
realizarse esta tarea colosal de un mundo sin guerras? Hasta donde sabemos,
esto no puede alcanzarse a través de la magia de una acción sobrenatural, y
sería demasiado cómodo e irresponsable confiar en dicha intervención; tampoco a
través de un mecanismo imaginado racionalmente que produzca dichos resultados
deseables, sino solamente a través de nuestra práctica cotidiana de la
libertad. La urgencia de esta libertad puede ser tal vez asistida por una fuerza
trascendente en la que no podemos confiar, pero cuya posibilidad impredecible
puede aún alentarnos cuando la mera racionalidad se pierde.
3. La libertad es únicamente a
través de la verdad
La libertad no es ex nihilo, no
es arbitraria y no es opinión al azar. Comprometida con la verdad, una libertad
cumplida es posible. Ninguna paz sin libertad, pero ninguna libertad sin
verdad. Este es el factor decisivo. La libertad está vacía si no se refiere a
la verdad desde la cual se origina y a la cual sirve.
¿Qué es la verdad? Desde la antigüedad los filósofos continúan
preocupándose "por la verdad". Recientemente, los filósofos creyeron
encontrarse en apuros, en sus dialécticas y sus revoluciones, hasta llegar a la
paradoja de si la falsedad en sí misma podía convertirse en un momento de la
verdad. Estamos siempre sólo en camino con la realidad de nuestra verdad. Nadie
la posee, todos la buscamos.
Si queremos la libertad y la paz, debemos encontrarnos en el dominio de la
verdad que antecede a todo partidismo y a todos los puntos de vista, a nuestras
decisiones y conclusiones. Cuando nos hacemos libres y veraces, retornamos
siempre a este dominio común que nos conecta, aún cuando seamos oponentes.
La verdad no está ante todo determinada por el contenido, sino por la forma
en que el contenido es pensado, mostrado y discutido: el modo de pensar de la
razón (Denkungsart der Vernunft).
Esta verdad se desvanece en el desafío individualista del ser así y el querer
eso, en la ceguera del alma y la sordera de la mente, en la ruptura de la
comunicación. Vimos ejemplos de esta ruptura en la lucha reciente en contra del
equipamiento con armas nucleares a las fuerzas armadas federales.
Esto envenena la atmósfera con el temor ignorante; con el impulso de que ha
de hacerse finalmente algo; con la conciencia de un "nosotros" para
quienes sólo una opinión única es verdadera y todas las otras indignantes; con motivos invalidantes porque las cosas
tienen que cambiar; con ressentiment.
En esta atmósfera, la conversación se asemeja al hablarle a una pared sin que
nadie escuche.
En este contexto, el modo de pensar era más esencial que su contenido
particular. Ciertamente hay una enorme diferencia moral entre pensamientos
tales como: "Despierta Alemania, Judá grazna", "El pueblo a las armas"
(con la idea de un imperio alemán que comience gobernando a Europa y luego al
mundo entero), o si se trata de: "Contra la muerte nuclear",
"Paz a toda costa" (con la idea de la salvación en la
interdependencia del mundo por medio de la no violencia propia). Sin embargo,
si consideramos la verdad y la libertad como condiciones para la paz, entonces
este modo de pensar es más aterrador que cualquier contenido, sea una mentira
inhumana o un velamiento bien intencionado de la verdad. El contenido es intercambiable;
la falsedad del modo de pensar se mantiene siendo la misma.
La falsedad es el mayor peligro en
todo el mundo político libre. No debemos afirmar que el llamado mundo libre es
hoy realmente libre. Comparado con los regímenes totalitarios, tiene meramente
la ventaja de la oportunidad de hacerse libre. Esto sólo perseverará si dicha
oportunidad se toma con toda seriedad. La idea de democracia -la forma republicana
de gobierno- está bajo la amenaza de perderse cuando la democracia se hace meramente formal, degenerando en un
medio de manipulación por los políticos y por los grupos que ejercen presión
económica.
Tampoco podemos afirmar que la situación económica del mundo libre se
encuentra en orden. La economía moderna, por su propia naturaleza expansiva,
debe cambiar su estructura fundamental y su ethos cuando la expansión económica
llega a un fin debido a la estrechez de una tierra que en última instancia es
distribuida.
Este parece ser un problema insoluble para muchos. Por ejemplo: por medio
de medidas de ayuda temporales, tales como las operaciones financieras, la
planificación parcial, la asistencia
patrocinada por el Estado, préstamos,etc., los males de esta economía
sólo se prolongan. El marxismo espera desempleo y hambre, después de los que no
queda nada, salvo la economía dirigida total, terrorista. Esto no nos ayuda a
oponer esta expectativa a la falsedad de un optimismo irreflexivo, según el
cual la expansión de un progreso sin límites continuará de algún modo.
Mientras tanto, el desenvolvimiento de los eventos encubre una falsedad
fundamental. La expansión es sustituida por la creación de empleos que conduce
a medios destructivos en virtud del consumo creciente, hasta que todo lo
permanente sea aniquilado. El proceso de producción y consumo, ahora un fin en
sí mismo, ya no edifica un mundo en el que los seres humanos se encuentran en
casa sin permitir que las mercancías se agoten. Después de la total detrucción
en 1945, este proceso pudo resucitarse rápida y eficientemente a través de la
ética de trabajo y la diligencia de un pueblo, como si nada hubiera pasado.
Una condición de este proceso es un tipo de ser humano cuya existencia se
usa y es consumida por esta producción y este consumo cuantitativamente
crecientes, en una vida vivida entre el decreciente disfrute del trabajo y la
creciente vacuidad del ocio, con una conciencia que se apoya en el prestigio de
las continuas adquisiciones, deseando experimentar al más alto nivel posible
dicho modo de producción destructivo. De ahí la demanda por la radio, la TV, el
automóvil, los viajes, las ropas elegantes, la vida social activa, la casa
lujosa, y así sucesivamente. Todas estas demandas deben cambiar rápidamente
debido al incansable deseo de lo último -jugando a manos de la producción
industrial.
Ya que nada permanente se conserva, la inflación económica es parte de este
proceso sin fondo del mundo libre, apelando a nuestra veracidad en nuestra
libertad, por medio del despertar de los poderes de oposición.
Nosotros los alemanes tenemos especialmente que ganar nuestra veracidad
como una condición de la paz. En la República Federal, la ética de trabajo y la
diligencia de los empresarios, empleados y trabajadores alemanes han dictado la
seriedad responsable de las políticas económicas y financieras de Erhard, Schäffer,
Vocke y han logrado resultados sorprendentes después de la catástrofe total[4].
La política exterior del canciller es inquebrantable y logró una soberanía
relativa de la República Federal de Alemania[5],
ligada incondicionalmente a Occidente. El milagro económico alemán y la
fundación del nuevo estado no deben ser desalentados por quejas mezquinas.
No obstante, el éxito por sí solo no es suficiente. Lo principal no se ha
logrado todavía por eso. Hacer gala de este logro es engañoso. No debe
distraernos de lo que es esencial.
Volviendo a sus sentidos desde el esfuerzo del trabajo diario y de un
olvido general, los alemanes se preguntan hoy: ¿De dónde viene nuestra
incapacidad de percibir la falsedad fundamental? ¿Qué es lo que falta? ¿Qué se
perdió?
Señalo deficiencias en la verdad proporcionando ejemplos que, a favor de la
brevedad, se presentan como aserciones. Solicito amablemente a la audiencia que
sean entendidos como interrogaciones:
1. La educación política apenas está aún en camino y parece perderse
completamente en la propaganda durante las elecciones. La idea democrática
requiere hombres de estado empáticos, que interactúen con el pueblo. Sin esto,
la democracia existe meramente para el partidismo y la manipulación de las
elecciones. Un pueblo libre comparte sus cuerpos de gobierno, sus valores
centrales, sus expectativas y sus ideas. Estos se elaboran intelectualmente y
están hechos para durar a través de la práctica de un modo de pensar, así como
a través de la participación continua y comprometida del pueblo en los asuntos
de estado.
2. La veracidad requiere el conocimiento común compartido sobre el origen
de nuestra situación en la Alemania de Guillermo, su desaparición hacia una
democracia del colapso y el Nacionalsocialismo. Sólo un giro consciente en
nuestro modo de pensar puede ganarnos nuestra libertad. Las formas simples de
vida olvidan y empiezan de nuevo. Sin embargo, somos seres humanos y nunca
seremos veraces si no mantenemos en nuestra mente lo que se hizo previamente.
Hay jóvenes alemanes que hoy se quejan: en la escuela, la historia se
detiene en la Primera Guerra Mundial. Ellos ponen en duda la integridad de los
adultos. El pasado debe mostrarse ya a los jóvenes, y como seres humanos
tenemos que apropiarnos hasta de las acciones de nuestros padres y ancestros,
para lo mejor y para lo peor. Los padres no deben desear proteger a sus hijos
del terrible conocimiento. El olvido impide la educación política veraz.
3. Somos los mismos alemanes tanto en Occidente como en el Este. Nuestra
libertad política no es nuestro propio
logro; la falta de libertad en el Este no se debe a la perversidad de los
alemanes de allí. Para los de aquí, la
libertad nos fue otorgada por los vencedores; el gobierno totalitario fue
impuesto a los alemanes de allí. Ambos regímenes tienen su fundamento en la voluntad de los poderes de ocupación.
Aquí en Occidente, la voluntad de los vencedores nos ha garantizado la
oportunidad de convertirnos en una democracia. Nuestra democracia no nació de
la noble lucha por la liberación, sino que se nos decretó cuando éramos un
puñado de alemanes sobrevivientes.
¿Sabemos realmente qué es la libertad? Algunos europeos han creado la
libertad política en batallas sacrificiales. Así llamó Kant a los eventos en
Holanda y en Suiza, en Inglaterra y América, los eventos más importantes en la
historia moderna. Disfrutamos hoy de sus consecuencias políticas. Pero tenemos
la oportunidad de convertirnos en demócratas sólo si comprendemos que la
democracia es hasta ahora sólo una constitución externa y todavía no una
realidad de la idea democrática en nuestros corazones y nuestras mentes.
4. Dondequiera que faltan nuevos conceptos políticos, las ficciones
derivadas del pasado mandan en su lugar.
Nos acostumbramos a tener una Kleindeutschland
(Pequeña Alemania) prusiana, el Bismarckstaat,
con falsas referencias a sí mismo como el Segundo Imperio siguiendo al Imperio
medieval[6].
Este estado, llamado falsamente Reich,
no nos trajo ni libertad ni educación política, pero trajo un crecimiento
económico asombroso a través del liderazgo en el desarrollo tecnológico de la
época, una liberalidad apolítica y gloriosa de la vida, un desarrollo
científico superior, una mentalidad con base en la imitación. Hay un esplendor
para este estado cuyo carácter engañoso fue inicialmente reconocido por
Nietzsche y otros, expresado recientemente de modo amargo en el testamento
inspirador de Theodor Mommsen[7].
Entre los poderes del mundo de hoy y en una situación completamente global,
el Bismarckstaat es del todo una cosa
del pasado. Cuando vivimos como si este pudierta hacerse real otra vez, dejamos que los fantasmas beban la sangre del
presente y nos impidan comprender los peligros reales y las grandes
oportunidades del futuro.
La conciencia racial de la gente de color, en oposición a los blancos,
confrontará a Occidente en pocas décadas, o incluso antes, cuestionando si este
puede afirmarse a sí mismo como un todo en solidaridad o es devorado, haciendo
así pernicioso nuestro nacional socialismo político. Sólo la confederación de
todos los estados occidentales urgentemente deseada tiene fuerza, sean estos
grandes o pequeños. Considerados en sí mismos, son todos pequeños.
5. Nuestros dos grandes partidos políticos en la República Federal tienen
fundamentos políticamente ficticios. Uno se encuentra en un marxismo que, de
facto, se ha dado por vencido y en consecuencia se encuentra confundido acerca
de sus pensamientos. El otro partido se llama a sí mismo cristiano, pero un
partido político no puede tener íntegramente base en la creencia bíblica. Esto
conlleva algo de confusión existencial en este partido.
Con autoeducación política, ambos partidos dejarían de ser partidos
ideológicos. Se encontrarían en el
terreno común de un estado con la forma republicana de gobierno y tendrían
conciencia política para las condiciones comunes de la libertad. Los
desacuerdos estarían dirigidos a través de argumentos políticos y de la
credibilidad de los políticos de alto rango. De este modo, el pueblo no sería
embaucado por más tiempo. Esto pondría fin al descontento sobre los partidos
políticos, donde un pqueño grupo de políticos partidistas han tomado el
gobierno de su propio país como si este
fuera un cuerpo extraño. Durante las elecciones, el sentimiento de tener que
elegir sin quererlo entre dos males se desvanecería. El partido de oposición
sería un factor contribuyente al desarrollo de las responsabilidades propias. Ambos
lados desarrollarían soluciones políticas con base en los problemas, no en las
tácticas del año electoral.
¡Qué gran visión cuando, por una parte, los socialdemócratas, liberados de la ideología marxista y con una clara comprensión de la situación global, hicieron suya la política exterior de Adenauer, aceptaron en principio sus políticas económicas que hicieron posible el milagro económico y con un total compromiso con la justicia social trabajaron por la solidaridad de todas las partes laborales, en vez de defender la lucha de clases que ya no existen!
¡Y cuando por otra parte, el partido conservador, liberado de su exterior reaccionario, del nepotismo causado por principios confesionales sin libertad de espíritu, aceptaría los principios socialistas orientados hacia mejoras concretas en la justicia social, interesado ahora en la tradición geistige con un compromiso total, que la experiencia viviente de su pueblo atestigua, haciendo sentir convincentemente al público general que la sustancia de nuestro ser se perdería sin esta tradición, enraizada en la antigüedad griega y romana y en la Biblia!
Tengo que deternerme con estos ejemplos que muestran que la verdad no es simple, sino tarea de comprometida integridad; esta verdad no es indiferente, sino que está llena de consecuencias. Tengo que pasar por alto cuestiones del mayor interés, cuyas respuestas prácticas deciden el destino interno de nuestra nación: la cuestión de la educación, desde el primer grado hasta la universidad, así como la cuestión relativa a nuestras fuerzas armadas. Esto es lo mismo siempre: hacernos veraces en el centro de nuestro ser es la condición para que la paz se haga del todo posible, en la medida en que la paz depende de nosotros.
Para nosotros los alemanes, en general: todavía no tenemos la base para compartir las visiones y deseos de hacernos veraces. ¿Podemos volver a ganar la verdad de la auto-conciencia a partir de las demandas de nuestros selectos ancestros, a quienes distinguimos de aquellos que nos seducen?
¡Qué gran visión cuando, por una parte, los socialdemócratas, liberados de la ideología marxista y con una clara comprensión de la situación global, hicieron suya la política exterior de Adenauer, aceptaron en principio sus políticas económicas que hicieron posible el milagro económico y con un total compromiso con la justicia social trabajaron por la solidaridad de todas las partes laborales, en vez de defender la lucha de clases que ya no existen!
¡Y cuando por otra parte, el partido conservador, liberado de su exterior reaccionario, del nepotismo causado por principios confesionales sin libertad de espíritu, aceptaría los principios socialistas orientados hacia mejoras concretas en la justicia social, interesado ahora en la tradición geistige con un compromiso total, que la experiencia viviente de su pueblo atestigua, haciendo sentir convincentemente al público general que la sustancia de nuestro ser se perdería sin esta tradición, enraizada en la antigüedad griega y romana y en la Biblia!
Tengo que deternerme con estos ejemplos que muestran que la verdad no es simple, sino tarea de comprometida integridad; esta verdad no es indiferente, sino que está llena de consecuencias. Tengo que pasar por alto cuestiones del mayor interés, cuyas respuestas prácticas deciden el destino interno de nuestra nación: la cuestión de la educación, desde el primer grado hasta la universidad, así como la cuestión relativa a nuestras fuerzas armadas. Esto es lo mismo siempre: hacernos veraces en el centro de nuestro ser es la condición para que la paz se haga del todo posible, en la medida en que la paz depende de nosotros.
Para nosotros los alemanes, en general: todavía no tenemos la base para compartir las visiones y deseos de hacernos veraces. ¿Podemos volver a ganar la verdad de la auto-conciencia a partir de las demandas de nuestros selectos ancestros, a quienes distinguimos de aquellos que nos seducen?
En el territorio del imperio medieval -con los dialectos alemanes y la
lengua alemana escrita- existen hoy Austria, la República Federal, la República
Democrática Alemana y existen Holanda y Suiza, que junto a Austria demostraron
voluntad de poder y que debido al destino político no se sometieron a la Kleindeutschland prusiana. La sustancia
alemana se ha revelado políticamente a sí misma en muchas formas.
La autoconciencia alemana apolítica, más profunda, no puede volverse
idéntica a la conciencia política de un solo estado alemán. Nuestra
auto-conciencia alemana no puede edificarse por un solo estado y su historia, debido
a las discontinuidades de la trayectoria alemana, yendo de catástrofe en
catástrofe a diferencia de la auto-conciencia romana, o más recientemente de la
inglesa, o de parte de las áreas alemanas medievales en las grandes
continuidades históricas de Holanda y de Suiza. No puede ciertamente estar
atada al efímero Bismarckstaat, carente
de fundamento geistig, moral y
político, tergiversado por sus historiadores, cuyas pretensiones carecen de
integridad.
Volver a fundar nuerstra antigua auto-conciencia alemana tiene su
procedencia en la sustancia pre-política compartida, en el lenguaje, en el Geist, en nuestra patria. De esta
sustancia proviene el rol específico de cada estado, también en la República
Federal en nuestros días.
Tal vez el futuro descansa en una disposición que resulta ajena a la nación
estado: la auto-conciencia de las naciones en su conjunto podría volverse
apolítica. Sin embargo, la auto-conciencia política de los ciudadanos
individuales se derivaría del estado por sí solo, de su constitución, de su
fiabilidad a favor de la libertad por medio de una forma republicana de
gobierno. A diferencia de la etnicidad, la ciudadanía tiene una cualidad
política y una responsabilidad política. En el futuro, los grupos étnicos y los pueblos se extenderán más, y de
modo más consciente a través del mundo, viviendo de modo concentrado aquí y
allá. Los estados están territorialmente delimitados; los pueblos no. Habrá
ingleses, chinos, alemanes, judíos, etc. dondequiera. A través de generaciones
incluso los pueblos pueden ser transformados unos en otros a través de sus
miembros individuales.
Nuestro dolor alemán es la carencia de una conciencia de unidad apolítica
que se distingue de la conciencia política del estado. Donde los alemanes viven
en una ficción optimista o en un sordo temor, o en la irreflexiva facilidad de
un mejoramiento aparentemente continuo de su existencia material, no hay
apertura para la auto-conciencia alemana y la responsabilidad federal. Dicha
apertura existe en la peculiar desesperación alemana que se manifiesta en el
cruce de caminos entre el desdén y la risa amarga para ocultar el amor, ya que
el objeto del amor, que se lleva adentro, parece estar perdido.
En la medida en que depende de nosotros, la veracidad podría encontrar su
fundamento en la auto-conciencia alemana con base en nuestro cimientos
históricos de al menos un milenio, no sólo del cuestionable siglo pasado.
Todos estos aspectos antes mencionados de la falta de veracidad en nuestra
condición eran sólo sugerencias de vías relacionadas con el cuestionar e
intentos de alcanzar la veracidad, que es la condición de nuestra capacidad de
conservar la paz.
Como autores trabajamos en el modo de pensar. Esto puede preparar
decisiones concretas, pero las decisiones son acciones en sí mismas. Aunque el
autor pretende la verdad, parece estar incomprometido, ya que él no actúa.
Mientras los grandes periodistas le dan expresión o forman la opinión pública
sobre los eventos diarios, los autores, quienes se vuelven hacia la situación
política geistige de su tiempo,
fallan incluso en proporcionar consejos concretos. Debido a ello, ellos son
reprendidos.
Pero el autor se esfuerza por algo diferente, por algo más: trabaja sobre
las ideas, los motivos, los valores centrales, sobre el mundo geistigen que se comparte. Bien puede
ser que hable como si estuviera en una habitación vacía, en la cual una
tormenta se lleva lejos su palabra sin dejar eco, justo ya en el momento en que
habla. Si no sufre por esto, él no lo toma con seriedad. Si no lo puede
soportar, él ya no es el autor a través de la única legitimación que conoce, es
decir, su certeza de que dice lo que tiene que ser dicho. Cada día le agreden
criterios descorazonadores: hay escépticos que parecen saber que nada es
verdad. Ellos consideran que son realistas. Son pesimistas que en definitiva
sólo ven la miseria y el chance, y
consideran todo pensamiento trascendente como utópico. Su tesis es: la
humanidad es lo que es, siempre fue así y no puede cambiar.
Estas afirmaciones desalentadoras no pueden demostrarse, pero tampoco
pueden ser refutadas. Aquello por lo que se vive depende de la decisión, no de
la cognición.
Quien sea quien quiera y tiene por expectativa la razón conoce también el flujo
de las metiras en el mundo no menos que los escépticos, los realistas y los
pesimistas. Sin embargo, también experimenta que la razón da un paso hacia él
cuando él mismo se hace razonable.
Nadie sabe qué es el mundo como un todo y a dónde se dirige. La pureza de
dicho no saber es lo que hace posible lo que llamamos verdad, o razón o culto.
Basta que podamos encontrarnos en el camino hacia la verdad y que ganemos
coraje a través de nuestra presunción original: la paz es posible sólo a través
de la libertad, la libertad sólo a través de la verdad. De ahí, la falsedad es
el mal real que destruye toda paz: la falsedad, desde el encubrimiento hasta la
negligencia ciega, desde la mentira hasta la mendacidad, desde la irreflexión
hasta el fanatismo de la verdad doctrinaria, desde la falsificación del individuo
hasta la falsificación de la esfera pública.
Se mantiene la palabra final: la condición de la paz es la responsabilidad
compartida de cada forma de vida del individuo en la verdad y la libertad. La
pregunta por la paz no es primariamente una cuestión para el mundo, sino más
bien para que cada quien se la haga a sí mismo.
¿Cómo podemos los alemanes, desde nuestro lugar y a través de nosotros mismos, facilitar la paz en el mundo? ¡Tomemos seriamente en cuenta la política como el destino que todos compartimos, por medio de la participación o sin ella! ¡Esforcémonos y luchemos por la veracidad en la política sin reservas! La verdad nos puede traer la paz interna. Puede mostrarnos los deberes y derechos de nuestras posiciones de poder del momento en las pruebas por venir. Puede preservarnos de hacernos culpables de nuevas catástrofes. Sólo la verdad hará posible para nosotros afirmarnos en los caminos futuros de la humanidad, como aquello que ha traido alegría a nosotros y al mundo y puede hacerlo nuevamente[8].
¿Cómo podemos los alemanes, desde nuestro lugar y a través de nosotros mismos, facilitar la paz en el mundo? ¡Tomemos seriamente en cuenta la política como el destino que todos compartimos, por medio de la participación o sin ella! ¡Esforcémonos y luchemos por la veracidad en la política sin reservas! La verdad nos puede traer la paz interna. Puede mostrarnos los deberes y derechos de nuestras posiciones de poder del momento en las pruebas por venir. Puede preservarnos de hacernos culpables de nuevas catástrofes. Sólo la verdad hará posible para nosotros afirmarnos en los caminos futuros de la humanidad, como aquello que ha traido alegría a nosotros y al mundo y puede hacerlo nuevamente[8].
[1] He traducido aquí Geist como mente. El adjetivo geistig
es difícil de traducir: significa al menos lo espiritual e intelectual. No
ha sido traducido a fin de preservar la riqueza del término.
[2] Uno de los términos centrales de Jaspers
es erhellen: iluminar, traer a la
luz, hacer visible, aclarar.
[3] Denkungsart
es un término kantiano que tanto Jaspers como Arendt usan con
frecuencia: es un modo de pensamiento, una disposición intelectual, geistige, anterior al actuar.
[4] Nota del traductor: Ludwig Erhard fue
secretario de economía, Wilhelm Vocke presidente de la reserva federal y Fritz
Schäffer secretario de finanzas.
[5] Nota del traductor: Konrad Adenauer (CDU)
fue canciller de 1949-1963.
[6] Nota del traductor: El imperio milenario
es el Santo Imperio romano de las naciones germánicas (800-1806).
[7] Nota del Traductor: El testamento de 1889
de Cristian Matthias Theodor Mommsen (1817-1903) criticaba a Alemania por no
permitir vivir verazmente al individuo.
[8] El traductor quisiera reconocer la
valiosa ayuda de los profesores Gregory J. Walters y Helmut Wautischer en la
traducción final de este texto y expresar también su gratitud a Robert McMahon
por las numerosas discusiones productivas sobre Jaspers, de lo cual es un fruto
esta traducción.
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