Tomado de: Lourdes Rensoli, Gladys L. Portuondo, "Dimensión histórico-
filosófica del problema del
hombre",
Universidad de La Habana, 1991.
Gladys L. Portuondo, Capítulo
II:
Significado filosófico del problema
psicofísico (RESUMEN)
(with English translation after this Spanish version)
(with English translation after this Spanish version)
La
valoración del problema del hombre como problema universal de la filosofía,
según se argumentó en el primer capítulo, es un momento inseparable de la
comprensión de la unidad del proceso histórico-filosófico, en el que este
problema nutre con significaciones diferentes y disimilar gradualidad toda una
multiplicidad de perspectivas en corrientes, tendencias y escuelas. Es por eso
que no basta discernir únicamente lo "eterno filosófico" en el
contenido de este problema, sino que es importante también considerar el modo
en que se expresa en una diversidad de conceptos y categorías filosóficos,
entre ellos lo "físico" y lo "psíquico". Estas nociones -la
physis y la psyché- expresan desde el pensamiento griego antiguo una de las
principales facetas del problema del hombre, si bien
originalmente compartieron tanto los temas de la antropología como
los de la cosmología, concebidas como una unidad indiferenciada entre los
primeros filósofos griegos.
Por
otra parte, aunque la relación entre lo físico y lo psíquico en el hombre, o de
manera análoga, entre el alma y el cuerpo, ha sido de interés
permanente en la filosofía, no lo ha sido de modo exclusivo. Toda una
diversidad de disciplinas se interesa en este problema y, muy especialmente,
las ciencias modernas del cerebro, en las que se integran la Psicofisiología; la
Neurofisiología; la Psiquiatría, entre otras. En relación a la filosofía,
cabe preguntarse: ¿ha sido formulado e interpretado el problema psicofísico en
la filosofía en un nivel solamente precientífico, que requiere su salida del
pensar filosófico para alcanzar una interpretación auténticamente científica?
¿Qué interés puede tener el problema psicofísico en la representación
filosófica de una imagen del hombre? ¿Se requiere tanto de las ciencias especiales
como de la filosofía en nuestros días para la formulación y el discernimiento
de las posibles respuestas e interpretaciones relativas al problema
psicofísico? Sin la proyección abarcadora e integradora de la razón filosófica,
el camino de las ciencias puede alejarse, en la orientación teórica y práctica
de sus resultados, de la meta que justifica y promueve su progreso incesante en
la historia: el hombre.
Desde
el punto de vista de la filosofía, la pregunta por el hombre, el hombre como
problema, no es un problema aislado de la pregunta por la relación entre lo
psíquico y lo físico, la cual se relaciona indisolublemente con la reflexión
sobre la naturaleza humana y sus especificidades, objeto de interés también
para las ciencias especiales.
Como relación
entre el alma y el cuerpo; entre lo fisiológico y lo psíquico, o entre el
cerebro y la mente, las formulaciones de lo que podemos llamar "problema
psicofísico"-para adoptar una terminología que de modo convencional
resulte análoga- se refieren a un viejo problema que se ha ido planteando a lo
largo de la historia en nuevos términos y ha sido interpretado en nuestros días
sobre la base de las ciencias empíricas que investigan los procesos
fisiológicos del cerebro y sus correlaciones con la
actividad psíquica. Desde la segunda mitad del siglo XX, la Neurocibernética y
la Robótica; la Genética y la Psicofisiología colocan a la filosofía ante una
interrogante: ¿constituye aún la relación entre lo físico y lo psíquico en el
hombre un problema del saber filosófico? Se trata, además, de una inquietud
vinculada al modo de comprender la relación entre la filosofía y las ciencias
especiales, así como de la vigencia del saber filosófico en la actualidad.La
filosofía y las ciencias especiales han compartido intereses en la
interpretación de problemas comunes. La relación entre entre lo físico y lo
psíquico en el hombre es a la par un punto de convergencia y de discusión entre
ambas formas del conocimiento. Fue en el siglo V a.C.cuando Hipócrates
estableció por vez primera en el cerebro el fundamento material de la psiquis
individual. Los filósofos griegos concibieron el alma como causa de animación
de todo lo existente, fundamento de la vida, pneuma y sustancia independiente
de toda realidad.Las primeras ideas sobre el cuerpo humano y sus funciones
orgánicas se asociaron entre los griegos antiguos con la teoría del alma.
Epicuro consideró que el alma es el fundamento de las sensaciones,cuya
desaparición es resultado de la separación entre el alma y el cuerpo. Platón
distinguió entre el alma como actividad puramente orgánica y como sustancia
racional; Aristóteles diferenció el alma vegetativa, el alma sensitiva y el
alma racional, considerando a esta última como propiedad exclusiva del hombre,
que lo distingue de otros seres vivos y es causa de las acciones del cuerpo.
La
primera interpretación filosófica radical de un alma como realidad inmaterial
separable del cuerpo se encuentra en Platón. El alma para Platón preexiste al
cuerpo y en virtud de ello puede conocer las ideas en el acto de la
reminiscencia. En este caso, el alma ya no actúa como un principio vital
material (como era concebida por Anaxímenes y Demócrito), sino como sustancia
espiritual racional[1]. Platón otorga, además, al alma,
la constitución de la naturaleza misma de la capacidad intelectual y de las
virtudes morales del filósofo. Platón argumentó la teoría del anima
mundi, entendida como principio de animación de todo lo existente, que gobierna
el mundo como un todo orgánico, perfecto y armónico, la cual Schelling retoma
en la modernidad. En la filosofía de Platón se encuentran las raíces del
problema psicofísico como problema antropológico en vías de diferenciación de
los temas de la cosmología.
En la
Edad Media, el pensamiento filosófico-teológico europeo centra su
atención en la dimensión antropológica del problema psicofísico. El tema de su
interés es ante todo el destino del alma inmortal del hombre, el cual depende
de la capacidad de elección del sujeto consciente y responsable de sus acciones
bajo la condición del libre albedrío. Para los medievales cada hombre determina
por propia voluntad el destino de su alma inmortal, cuya condición
atemporal es el resultado de la creación divina y cuyo destino o finalidad es
expresión de la libertad que le es inherente. La conexión entre al
alma o la psiquis y la libertad humana se convierte en el pensamiento medieval
en centro de atención, marcando la evolución subsiguiente en tiempos venideros
de las interpretaciones del problema psicofísico como problema antropológico.
A su vez, el pensamiento renacentista se
propone justificar la unidad psicofísica en el hombre como expresión de su
naturaleza en tanto réplica de la unidad cósmica y de la armonía de las leyes
del universo, cuya síntesis suprema este representa. El alma o la psiquis como
principio creador se convierte en el Renacimiento en paradigma del pensar
filosófico, el cual desplaza este principio de lo divino a lo
humano, en cuyo ámbito se hace accesible a la razón como auto-reflexión
antropocéntrica de sus potencialidades humanas. El arte, la filosofía y la
cultura en sentido amplio, se conciben como expresión del principio creador
inherente a la naturaleza psicofísica del hombre, la cual se inmortaliza en sus
obras.
En los
siglos XVII y XVIII el pensar filosófico también incluyó al hombre como unidad
psicofísica en la trama universal de la naturaleza, continuando la línea
trazada por el pensar renacentista. John Locke se opone al dualismo psicofísico
y considera de modo determinista la unidad psicofísica en el hombre; Renato
Descartes también defiende el determinismo al considerar que lo psíquico es el
producto de las leyes de la naturaleza, aunque estima que la conducta humana,
condicionada por la razón a la que concibe como sustancia, no se
explica en los límites de lo psíquico entendido como "arco
reflejo" o respuesta condicionada por estímulos externos[2].
No obstante, la filosofía moderna concibió lo físico dentro del reino de
la necesidad natural, en tanto que lo psíquico era
representado como expresión contingente de los fenómenos naturales, si bien
también sujeto a la ley natural. Lo individual en el hombre, de lo cual lo
psíquico es expresión, se concebía entonces como
caso particular de una esencia genérica humana.
Hegel[3] valoró la contribución de la filosofía moderna por
su proyección humanista y racionalista al comprender la naturaleza humana como
parte constituyente de la naturaleza en general y como modalidad especial de la
misma. La filosofía de la Ilustración introdujo la idea de la unidad psicofísica
como expresión abstracta de la naturaleza humana en general y del individuo en
particular. Este individuo se representa así como un hecho natural, sujeto a la
misma determinación del género y por consiguiente a una naturaleza humana
inmutable. En cambio, Hegel y el idealismo alemán en general acentuaron la
significación del mundo de la cultura y de la historia humana en la concepción
del hombre y de su diferenciación respecto al mundo natural, transformando así
la interpretación del sujeto como unidad psicofísica en tanto
portador de la cultura y de la razón autocrítica, y por consiguiente concebido
como naturaleza "humanizada" y como síntesis de lo natural y lo
social tanto en lo psíquico, como en lo físico.
En la
época contemporánea resulta peculiar la postura de la filosofía positivista
respecto al problema psicofísico. Para el positivismo el tratamiento del
problema psicofísico en la filosofía tradicional es la expresión de una
concepción "metafísica", lo que significa para el positivismo una
carencia de fundamento científico y por lo tanto, una concepción
especulativa o "precientífica". Resulta notable que Augusto Comte no
incluyó a la Psicología en su sistema de clasificación de las ciencias. El
positivismo ha atribuido bien a las matemáticas; bien a la Física, el papel de
paradigma o modelo del conocimiento científico auténtico, al que considera
como único saber capaz de fundamentar la verdad como certeza. Desde esta
perspectiva, el problema psicofísico requeriría su salida del saber filosófico
para alcanzar una interpretación científica. Además, para el positivismo la
filosofía adquiere el estatus de teoría científica cuando emplea los métodos
generados en ciencias especiales como la lógica matemática o la física. Así
expone Bertrand Russell los requerimientos de una filosofía
"científica":
"La
adopción del método científico en filosofía nos obliga, si no me equivoco, a
abandonar la esperanza de resolver muchos de los más ambiciosos y humanamente
interesantes problemas de la filosofía tradicional. Deja algunos de ellos,
aunque sin grandes esperanzas de que sean resueltos con éxito, para las
ciencias especiales, y demuestra que otros son de tal índole que nuestras
facultades resultan esencialmente incapaces para resolverlos.[4]"
A su
vez, K. R. Popper considera plausibles los contenidos de la Psicología, pero
solamente como apéndices de la Neurofisiología, pues a la ciencia le resulta
accesible solamente la naturaleza genérica del hombre y no el reino de lo
individual y único. "En efecto -opina Popper-, es el individuo particular,
único y concreto el que no puede ser investigado por los métodos racionales, y
no lo universal y abstracto[5]". Pero el
positivismo no toma en cuenta que, si bien el estudio sobre bases
experimentales de la relación psicofísica puede realizarse sólo en las ciencias
especiales, la historia de la filosofía fija, difunde y transmite los
paradigmas socioculturales que constituyen el marco
de referencia de las ciencias en cada época al expresar la conciencia y los
criterios con que se representa la imagen del hombre, de la cual forma parte la
relación psicofísica. Así, la filosofía no ha de renunciar en nuestros días a
la reflexión en torno al problema psicofísico como parte integrante del
problema del hombre.
El
ideal positivista de la "ciencia pura", desprovista de toda
"metafísica", no pudo cumplirse a cabalidad. La tradición filosófica
no deja de gravitar sobre las doctrinas científicas en toda época, incluyendo
la presente, lo mismo influyendo en la preparación del terreno propicio para el
surgimiento de nuevas teorías científicas, que a través de la fundamentación de
estereotipos del conocimiento o paradigmas que pueden entrar en contradicción
con las teorías científicas existentes.
Al
poseer la capacidad de expresar en forma de interrogantes o de modelos
paradigmáticos las tendencias en el desarrollo de las ciencias especiales, la
filosofía cristaliza la conciencia crítica de este proceso, actuando como marco
de referencia para la valoración del estatus de la ciencia. Un ejemplo evidente
se encuentra en el idealismo alemán, que dio paso a la toma de conciencia sobre
las limitaciones del naturalismo en la representación de la imagen del hombre
y, por consiguiente, a las limitaciones mecanicistas y deterministas de la
concepción naturalista del problema psicofísico.
La
imposibilidad de deducir la naturaleza del pensamiento y sus formas lógicas
partiendo directamente de la fisiología y de las capacidades psíquicas
entendidas únicamente como condiciones naturales en el hombre se puso ya en
evidencia en la filosofía moderna. Descartes y Spinoza subrayan ciertas
cualidades específicas de la razón; de su estructura
y funcionamiento. El idealismo alemán, a su vez, afirma que la naturaleza
humana supera los límites de la unidad psicofísica según la
perspectiva naturalista por cuanto su comprensión requiere fundamentar la
diferencia esencial entre el hombre y el resto de la naturaleza, dada en el
ámbito de la cultura y de la historia.
Ya por
su nacimiento, el hombre es,al menos biológicamente, un individuo humano.
Lo biológicamente humano es ya una forma de diferenciación del hombre respecto
al resto de la naturaleza. Como sujeto social, el hombre humaniza sus
facultades físicas y psíquicas, por lo que la naturaleza humana es, a la par,
algo dado y algo creado por el propio hombre, así como
constituye una condición necesaria de la continuidad del proceso
histórico.En el individuo,lo social y lo biológico se encuentran fundidos en
unidad indisoluble.Carlos Marx, siguiendo el legado del idealismo
alemán, también consideraba que las capacidades físicas y
psíquicas del individuo constituyen su fuerza de trabajo, con la que el hombre
produce su propia existencia humana.
El
estudio multidisciplinario de la relación entre lo físico y lo psíquico en el
hombre se desarrolla en el marco de la discusión entre el monismo y el dualismo psicofísico en la
comprensión de la relación entre el pensamiento, la psiquis y el cerebro en la
ciencia contemporánea.Pero el problema del hombre no se agota en el problema
psicofísico, ni en la imagen científica de la unidad psicofísica según se
representa por las ciencias especiales. Por demás, el contenido filosófico que
puede adjudicarse al problema psicofísico no es resultado de la
generalización directa de los aportes de las ciencias
especiales. La cultura y la historia modifican las aptitudes psicofísicas,
ampliando los límites psicofisiológicos del individuo, por lo que las
"bases" u "órganos" de la actividad psíquica humana no son
fisiológicamente "puros". La cultura crea "órganos"
artificiales - que sobrepasan la capacidad fisiológica del individuo y
multiplican el alcance de sus posibilidades. El telescopio; el microscopio; la
telefonía y la informática, por citar ejemplos, ponen en cuestión la división
entre lo natural y lo artificial (la cultura, la historia o, como Hegel la
llamó, la "segunda naturaleza") en el hombre.
.
[1] Véase Platón, Fedón. En:
Julián Marías, "La filosofía en sus textos", Editorial Labor, S.A.
Barcelona-México, 1950, T. 1, p. 61 y 63
[2] Afirma: "en lo
que toca a la razón o al sentido, siendo, como es, la única cosa que nos hace
hombres y nos distingue de los animales, quiero creer que está entera en cada
uno de nosotros y seguir en este caso la común opinión de los filósofos, que dicen
que el más o el menos es sólo de los accidentes, mas no de las formas o
naturaleza de los individuos de una misma especie". En: R.
Descartes, Discurso del método, en: julián Marías, "La
filosofía en sus textos", T. II, ed. cit., p. 938.
[3] Véase según J.G.F.
Hegel, Lecciones sobre historia de la filosofía, FCE,
México-Buenos Aires, 1955, T. 3, p. 204: "Operada así la reconciliación de
la conciencia de sí con el presente de sí, el hombre adquiere confianza en sí
mismo y en su pensamiento, en la naturaleza sensible fuera y dentro de él;
encuentra interés y alegría en hacer descubrimientos en el campo de la
naturaleza y en el de las artes".
[4] B. Russell, Misticismo
y lógica, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1949. p. 124.
[5] K. R. Popper, La
sociedad abierta y sus enemigos, Editorial Paidós, Argentina, 1957. p. 426.
______________________________________________________
Excerpt taken from: L. Rensoli, G. Portuondo,
"Historical-philosophical dimension of the Problem of Man",
University of Havana, 1991.
Gladys L. Portuondo: Chapter II: Philosophical meaning of
the mind-body problem (SUMMARY)
The significance of the problem of man for philosophy, as it was
pointed out in the first chapter, is a necessary criterion for understanding
the unity of the historical-philosophical process. Although this problem
nourishes with different meanings and dissimilar graduality a multiplicity of
perspectives on currents, trends and schools, it is not enough to discern only
the angle pertaining to its "eternal philosophical" content, but it
is also important to consider diverse concepts and philosophical categories
involved into it. Since the Ancient Greek thought, the notions
"physical" and "psychical". -the physis and
the psyche- point out one of the main angles of the problem of man,
yet the first Greek philosophers originally considered the topics of both
anthropology and cosmology as an undifferentiated wholeness.
On the other hand, while the relationship between mind (or soul)
and body has been a main focus of philosophy, it has not been exclusive of it.
A broad span of disciplines, especially the modern Neurosciences -including
Psychology, Psychiatry, Psychology and Neurophysiology, among others, brought
into question the importance the philosophical view might still have
regarding this problem. Consequently, it makes sense to ask: Has the mind-body
problem been formulated and interpreted on a pre-scientific level in
philosophy, so a departure from philosophical thinking is required in order to
reach an authentically scientific interpretation? What interest can the
mind-body problem have in the philosophical representation of any image of
man?, Is philosophy necessary nowadays, as well as special sciences, in order to
represent and discern the possible answers or interpretations
concerned to the mind-body problem? Without the encompassing and integrating
projection of philosophical reason, the path of sciences may diverge, both in
the theoretical and empirical orientation of its results, from the main goal
that justifies and promotes its unceasing progress through
history: Man.
From the point of view of philosophy, the question of man -or man
as a problem- is not isolated from the mind-body problem, because the latter is
inextricably linked to any notion on human nature and its specificities, which
are also studied by special sciences.
Viewed as a relation between the soul and
the body; between the physiological and
the psychical, or between the brain and
the mind, the different formulations of
the "mind-body problem" -if we prefer to keep this
analogous terminology in a conventional meaning- refer to an old problem, which
has been frequently posed throughout history in new terms, and it is
interpreted also in our days on the basis of the empirical sciences -those
which are responsible for elucidating the physiological processes in
the brain and their correlations with psychic activity.
Since the second half of the 20th century, Neurocybernetics and
Robotics; Genetics and Psychophysiology have been leading to an important
question: Does the mind-body problem in man continue to be a problem for
philosophical knowledge? This justified concern is very close to the
understanding of the relationship between philosophy and special sciences, as
well as to the validity of the philosophical knowledge in our days. Philosophy
and special sciences have always shared interests in their respective
interpretations of common problems. The mind-body problem in man has been a point
of convergence and discussion, at the same time, between them. The first ideas
about the human body and its organic functions were associated with the theory
of soul by the ancient Greeks. While in the fifth century BC Hippocrates first
viewed the brain as the material foundation of the individual psyche, the Greek
philosophers conceived the soul as the cause of animation of everything that
exists, foundation of life, pneuma and substance independent
from all reality. Epicurus estimated the soul as the foundation of sensation,
and disappearance of sensation as a consequence of its separation from the body
Plato distinguished the soul understood as a purely organic activity, different
as foundation and cause of thought, and as a rational substance. Aristotle
established the differences for the vegetative soul, the sensitive soul and the
rational soul, considering the latter an exclusive property of man that
distinguishes him from other living beings, and as the cause of the actions of
the body.
The first radical philosophical interpretation in the ancient
thought about an immaterial and separable reality from the body referred to the
soul can be found in Plato. For Plato, the soul pre-exists the body,
and by virtue of this condition it can know the Ideas through
reminiscence. In this case, the soul is no longer a material and
vital principle (as it was conceived by Anaximenes and Democritus), but a
rational and spiritual substance1. Plato also grants the soul the
constitution of the very nature of the intellectual capacity and moral virtues
of the philosopher, and he argued the theory of anima mundi as
a principle of animation of everything existing, who rules the world as an
organic, perfect and harmonious whole, which Schelling takes up in modern
times. The first roots of the mind-body problem are found in Plato's
philosophy as an anthropological view on the way to detach from the topics of
cosmology.
During the Middle Ages, European thought focuses on the
anthropological angle of the mind-body problem in philosophy and theology. Its
main topic was the destiny of the immortal soul and its link with the the
conscious subject, together with his inherent capability of choice. For the
medievals, the man is always responsible for his actions under his free will,
and so each man determines the destiny of his immortal soul. This timeless
condition of the soul is a result of the divine creation, and the destiny or
purpose of the soul expresses its inherent freedom. The connection between the
soul or psyche and human freedom becomes the center of
attention for medieval thought, determining the subsequent evolution of the
interpretations of the mind-body problem as an anthropological problem.
In turn, Renaissance thought aims to justify the psychophysical
unity in man as an expression of its nature as replica of the cosmic unity and
the harmony of the laws of the universe, whose supreme synthesis he embodies.
The soul or psyche as a creative principle becomes a paradigm for the
philosophical thinking, displacing this principle from the divine to the human
and making it accessible to reason. In that anthropocentric
view, art, philosophy and culture were then conceived as
expressions of the creative principle inherent in the psychophysical nature of
man and immortalized by his works.
On the seventeenth and eighteenth centuries, philosophical
thinking also included man as a psychophysical unit on the universal web of
nature, and continued the line drawn by Renaissance thinking. John Locke
opposes psychophysical dualism and considers the psychophysical unity in man in
a deterministic way; René Descartes also defends this determinism, and although
he accepts that psyche is a product of the laws of nature, he considers human
behavior more linked to the reason-substance, and not merely explained into the
limits of psyche as a "reflex arc" or conditioned response by
external stimuli2. Nonetheless, Modern philosophy conceived the
physical within the realm of natural necessity, whereas the psychical was
represented as a contingent expression of natural phenomena, albeit submitted
to natural laws. The individual human and his expression at the psyche were
conceived as a particular case of a generic human essence.
Hegel3 appreciated the contribution of modern
philosophy on its humanistic and rationalist projection by understanding human
nature as part of nature in general, as well as a special modality of it. The
philosophy of Enlightenment introduced the idea of the psychophysical unit
and its abstract meaning for human nature in general, and also for the
individual in particular. Viewing the individual as a natural fact, this
thinking submitted him to the same determination of genus and species the
natural phenomena have, and therefore to an immutable human nature. In
contrast, Hegel and German idealism stressed the significance of culture and
human history for the conception of man and for his differentiation from the natural
world. The interpretation on man was then transformed, while he was the
subject- carrier of culture and of the self-critical reason. Consequently, his
distinctive feature was then a "humanized" nature or synthesis of the
natural and the social or cultural realms, both in the psychical and the
physical.
In our time, the position of the positivist philosophy regarding
the mind-body problem has been peculiar. Positivism considers the treatment of
the mind-body problem by the traditional philosophy as an expression of a
"metaphysical" conception, meaning in this case a lack of scientific
foundation and, therefore, a speculative or "pre-scientific"
conception. It is remarkable the opinion of Auguste Comte, who did not include
Psychology in his classification of sciences. Usually, positivism has
attributed either to mathematics, or to Physics, a special role as paradigms or
models for the authentic scientific knowledge, because this knowledge is the
only able to establish truth as certainty. From this perspective, the mind-body
problem would require a departure from philosophical knowledge in order to
reach a scientific interpretation. In addition, according to positivism,
philosophy acquires the status of a scientific theory when it uses methods from
special sciences, such as logic of mathematics or physics. Bertrand Russell
explains the requirements of a "scientific" philosophy as follows:
"The adoption of the scientific method in philosophy forces
us, if I am not mistaken, to abandon hope of solving many of the
most ambitious and humanly interesting problems of traditional philosophy. It
abandons some of them for the special sciences, although without great hopes
regarding they will be solved successfully and shows that others are of such a
nature that our faculties are essentially incapable of solving them.4"
In turn, K.R. Popper thinks the contents of Psychology are
acceptable only as appendages of Neurophysiology, because science only reaches
the generic nature of man, and not the realm of the one and unique individual.
"Indeed," says Popper, "it is the particular, unique and
concrete individual that can not be investigated by rational methods, and not
the universal and abstract.5"
But positivism does not take into account that, although the study
of the psychophysical relationship on experimental bases can be carried out
only in the special sciences, history of philosophy establishes, diffuses and
transmits the sociocultural paradigms for them. Thus, philosophical
thinking builds up the templates for the sciences to represent the image of man
every time, and expresses the consciousness and criteria to represent this
image as well as the mind-body relation. Philosophical thinking is linked to
the mind-body problem as an integral part of the problem of man in our days.
The positivist ideal of a "pure science", devoid
of all "metaphysics", could not be fully fulfilled. The
philosophical tradition does not cease to gravitate on scientific doctrines in
all times, including the present, either by its influence to
prepare the favorable ground for the emergence of new scientific
theories, or through the foundation of stereotypes or paradigms of knowledge
which may enter into contradiction with existing scientific theories.
Having the ability to represent the trends on the development of
special sciences by questioning or establishing paradigmatic models,
philosophical thinking crystallizes the critical awareness of this process, and
acts as a frame of reference to interpret the status of science. An obvious
example can be found in German idealism, which gave way to the awareness of the
limitations of naturalism when it represents the image of man and, therefore,
of the mechanistic and deterministic features inherent by those time to the
mind-body naturalistic conception.
The impossibility of directly comprehend the nature of thought and
of the logical forms by directly deriving them from the physiological and
psychical abilities in man was already evident in modern philosophy. Descartes
and Spinoza first underlined certain unique qualities of reason in relation
with its structure and functioning; German idealism affirms the surpassing of
reason respect to the limits of the psychophysical unit of human nature, and so
of the limits of naturalistic perspective. For the German idealism, the problem
of man requires to base the essential difference between man and the rest of
nature on the realm of culture and history, whenever man is by birth, at least
biologically, a human individual. It means that humanity is
already a way of biologically differentiating individual man from the rest
of nature. As a social subject, man also humanizes his physical and psychical
faculties. Thus human nature is, at the same time, something given and
something created by man himself, and then it constitutes a necessary condition
for the continuity of the historical process. In the individual, the social and
the biological are fused in a indissoluble unity. Following the legacy of
German idealism, Karl Marx considered the labor power of individual by his
physical and psychical capacities, which allows him to
"produce" his own human existence.
The multidisciplinary study of the relationship between the
physical and the psychical in man in contemporary science is still developed
through the discussion between monism and dualism to comprehend the
relationship of the thought and the psyche with the brain. But the problem of
man is not limited to the mind-body problem, nor to the scientific image of the
psychophysical unit as the special sciences represent it. On the other hand,
the philosophical content of the mind-body problem is not the direct
generalization of contributions by the special sciences. Culture and history modify
psychophysical aptitudes and extend the psychophysiological limits of the
individual, so the "bases" or "organs" of the human psychic
activity are not physiologically "pure". Culture is the ability to
create artificial "organs" that surpass the physiological capacity of
the individual and multiply the scope of their possibilities. The telescope,
microscope, telephony and computer science -to cite examples- call into
question the division between the natural and the artificial (the culture,
history or, as Hegel called it, the "second nature") in man.
____________________________________
1 See Platón, Fedón. In:
Julián Marías, "La filosofía en sus textos", Editoral Labor, S.A.
Barcelona-Mexico, 1950, T. 1, p. 61 and 63
2 Affirms:
"as regards reason or sense, being, as it is, the only thing that makes us
men and distinguishes us from animals, I want to believe that it is complete in
each one of us and to follow in this case the common opinion of the philosophers,
who say that the more or the less is only of the accidents, but not of the
forms or nature of the individuals of the same species ". In: R.
Descartes, Discourse on the method, in: Julián Marias, "La filosofía en sus textos", T. II, ed. cit., p. 938. [My translation]
3 See according
to J.G.F. Hegel, Lecciones sobre historia de la filosofia, FCE, Mexico-Buenos
Aires, 1955, T. 3, p. 204: "Thus the reconciliation of the
self-consciousness with the self-present is made, the man acquires confidence
in himself and in his thought, in the sensitive nature outside and inside him,
finds interest and joy in making discoveries in the field of nature and in the
arts ". [My translation]
4 B. Russell, Misticismo y lógica, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1949. p. 124
5 K. R. Popper, La sociedad abierta y sus enemigos, Editorial Paidós, Argentina, 1957. p. 426
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