Matthias Bormuth
Universidad de
Oldenburg, Alemania
matthias.bormuth@uni-oldenburg.de
Resumen. Karl Jaspers, conocido psiquiatra y filósofo, criticó
el psicoanálisis desde la primera edición de su Psicopatología General, en 1913. Su crítica se incrementó en la
cuarta edición de 1946, donde Jaspers añadió las razones filosóficas de sus
objeciones epistemológicas previas. En aquellos años de postguerra, Jaspers
también escribió polémicos ensayos sobre la teoría y la práctica de la escuela
de Sigmund Freud, la cual había recuperado la aceptación intelectual e
institucional, representada por Viktor von Weizsäcker y Alexander Mitscherlich,
especialmente en su universidad de Heidelberg. Esta controversia puede ser
analizada tomando en cuenta la teoría de la modernidad de Max Weber, así como
su postulado de los principales juicios de valor en las ciencias. Para Jaspers,
el psicoanálisis perjudicaba crecientemente su idea de una conducta de vida
filosófico-existencial.
Palabras clave: Jaspers, Karl; Freud, Sigmund; Weber, Max; psicoanálisis,
crítica del; conducta de vida; existencia; mito del cerebro; mito de la
psiquis.
Agradecemos al autor, Matthias Bormuth, y al presidente de KJSNA y editor en jefe de la revista Existenz, Helmut Wautischer, su apoyo para publicar en este sitio la presente versión al español realizada por Gladys L. Portuondo del original en inglés, según ha sido publicado en: Matthias Bormuth, Karl Jaspers as a Critic of Psychoanalysis. A Short Sketch of a Long Story, en: Existenz. An International Journal in Philosophy, Religion, Politics, and the Arts, Volume 10, No 2, Fall 2015, en :
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Karl Jaspers es bien conocido como filósofo[1].
Su libro Psychologie der Weltanschauungen[2],
publicado en 1919, es visto como el inicio de la filosofía alemana de la
existencia. Se conoce con menos amplitud el hecho de que Jaspers empezó como
psiquiatra en Heidelberg, donde escribió en 1913 una obra metodológica que hizo
época, su General Psychopathology
(Nota de la traductora: publicada en español como Psicopatología General)[3], que
desde entonces lo estableció como autoridad en el campo de la psiquiatría. Su
fama internacional como autor médico se
inició con la primera publicación en 1963 de la traducción al inglés, y desde
entonces nunca ha disminuido.
En las diversas ediciones de la Psicopatología
General, Jaspers trata a Sigmund
Freud y a su psicoanálisis de modo cada vez más crítico. Su ensayo
filosófico-cultural de 1931, Man in the
Modern Age (Nota de la traductora: Este
es el título de la versión en inglés, publicada
en 1933, de la obra original en alemán, Die Geistige Situation der Zeit,
publicada en 1931. La versión al español, con mayor fidelidad que la inglesa al
título del alemán original, se publicó como El
ambiente espititual de nuestro tiempo, 1933, Barcelona, Buenos Aires,
Editorial Labor) condena al psicoanálisis de Freud como una ideología
cuestionable[4], y
después de 1945 ataca una vez más sus postulados básicos en artículos
polémicos. En 1954, Jaspers dice a los lectores en un nuevo prefacio de su Psychologie der Weltanschauungen que, incluso como un joven psiquiatra, él
había opuesto "resistencia interior" a Freud, y que esto había sido por
razones que trascienden las cuestiones puramente científicas. Lo que Freud
había intentado establecer en el "medio de la ciencia" fue percibido
por Jaspers como una filosofía "reprensible", que él aspiraba a retar
con "pensamientos de orígenes completamente diferentes" (PW ixf). En una carta anterior al
filósofo Carl Friedrich von Weizsäcker, quien había defendido el psicoanálisis,
Jaspers polemiza como sigue, "El demonio se encuentra en la raíz de esto.
Por esta razón sólo puede haber un rechazo total" [5].
Sin duda, la visión crecientemente crítica de Jaspers sobre el
psicoanálisis puede relacionarse con el surgimiento de su filosofía. Esta es la
tesis central de mi libro, que me hizo querer rastrear su crítica del
psicoanálisis como se presentó en varios escritos periodísticos, aclarando de
este modo los argumentos, motivos y contextos que dieron forma a su crítica,
desde la época de su primera formulación psiquiátrica hasta los últimos
pensamientos de Jaspers como filósofo político. El estudio puede comprenderse
como una reconstrucción histórica de las condiciones que en última instancia indujeron
a Jaspers a adoptar dicha visión polémica sobre el psicoanálisis. Su marco
metodológico es la teoría sociológica de Max Weber, una de las más grandes
figuras intelectuales del siglo veinte, a quien Jaspers tenía en la más alta
estima.
De hecho, él fue quien primero consideró a Weber, inmediatamente después de
su prematura muerte en 1920, no sólo como el sociólogo con raíces en profundos conocimientos
sobre economía nacional, derecho, historia
y política, sino profundamente inclinado también a las perspectivas filosóficas,
las que llevaban una vida oculta en sus obras. De este modo, Jaspers escribió
con fuerte convicción después de su muerte: "No es apropiado para este
gran hombre estar comprometido con una sola profesión o ciencia. Si él fue un
filósofo, tal vez fue el único filósofo de nuestro tiempo y fue un filósofo en
un sentido en el que nadie más podía ser llamado como tal en nuestros
días"[6].
Así que difícilmente llega a ser una sorpresa que en 1949, cuando Jaspers se
encuentra en el zenit del reconocimiento público como filósofo y psiquiatra, él
debió mirar atrás y reconocer el papel decisivo de Max Weber en su propia vida
como científico y filósofo.
Estoy en deuda con Max Weber no sólo por mi Psicopatología de los años de mi juventud, sino también por
proporcionarme los medios para formular mi filosofía[7].
La investigación de los escritos de Max Weber me reveló de modo
sorprendente lo que las interpretaciones de Jaspers sobre el héroe de sus obras no mostraba. En su
lugar, se pueden reconocer ciertas diferencias cruciales; por ejemplo, la
sociología de Weber involucra conceptos
y valoraciones que no se encuentran en el pensamiento de Jaspers. Aún así,
algunos de ellos proporcionan el marco para un discernimiento y un profundo
examen de su crítica del psicoanálisis. En particular, promueven una
comprensión por parte de Jaspers de tres aspectos de la sociología de Weber.
Ante todo, es su teoría de la modernidad lo que puede servir como punto de
referencia para examinar la filosofía existencial de Jaspers. En segundo lugar,
el postulado de Weber del valor-libertad nos brinda una perspectiva
metacientífica que permite reconstruir y criticar los argumentos de Jaspers
contra el psicoanálisis. En tercer lugar, en el curso de dicha reconstrucción,
tiene gran importancia el concepto de Weber sobre la conducta de una vida
intelectual ambiciosa, porque pone a la par las ideas y la acción social de tal
modo que nos ayuda a aprehender un aspecto principal de la filosofía de la
existencia de Jaspers, es decir, su ética implícita y su dinámica motivacional.
Bajo esta luz, una tesis central de mi libro es que sus reservas contra la
psicología de Freud se encuentran arraigadas en su propio interés en
proporcionar un concepto filosófico de la conducta de vida para el hombre
moderno, como alternativa a la creciente seducción de guiar la propia vida por
medio de la orientación psicoanalítica. El Jaspers posterior, quien se enfrenta
al ascenso del psicoanálisis después de 1945 -tanto en Alemania como en Estados Unidos- escribe de modo polémico:
Querer confiar a un médico las prescripciones de la conducta de vida de uno
mismo es un escape de la seriedad, para
mayor comodidad por parte de algunos seres humanos modernos.[8]
Esta sentencia reforzó la crítica del psicoanálisis y fue incitada por la información
que Hannah Arendt proporcionó a Jaspers
sobre el auge de la teoría de Freud en el seno del ambiente intelectual de los
Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la influencia de
los inmigrantes europeos con formación psicoanalítica empezó a aumentar, no
sólo en las instituciones psiquiátricas, sino también en la intelectualidad
pública.
Al examinar los comienzos de esta crítica, según se anota en la primera
edición de la Psicopatología General,
se puede asumir que Jaspers parece estar relativamente bien dispuesto hacia
Freud y su escuela. Él aprecia el psicoanálisis como un elemento innovador de
la psiquiatría descriptiva, no lejano de su enfoque fenomenológico, el cual
había sido influido en su mayor parte por la psicología de la comprehensión de
Wilhelm Dilthey, Georg Simmel y Max Weber, ya que la importancia de las ideas
de Edmund Husserl había disminuido en aquel tiempo. Por lo tanto, Jaspers dio
la bienvenida a ciertos intentos de entender las etiologías en el sentido
práctico de los miembros suizos del movimiento psicoanalítico, liderado por
Eugen Bleuer y su asistente, Carl Gustav Jung.
En 1920, cuando Jaspers lanza una versión revisada de la Psicopatología
General, relativiza su apertura hacia la escuela de Freud, introduciendo
argumentos existenciales filosóficamente
acentuados, desarrollados durante sus primeros años como profesor de psicología en el departamento de psicología de la
Universidad de Heidelberg. Ahora el fundador del psicoanálisis ya no se
encuentra a la altura de los grandes pensadores Soren Kierkegaard y Friedrich
Nietzsche, que habían inventado una forma sistemática de la comprensión
psicológica a mediados y finales del siglo diecinueve. La teoría de Freud es
confinada dentro de los límites trazados por los primeros Estudios sobre la histeria, mientras que todas sus ideas
encontradas y escritas después de 1895 son rechazads por Jaspers como creencias
dogmáticas sin valor científico o psicológico alguno.
Después de haber mostrado inicialmente interés en la técnica psicoanalítica
que trabaja con los conceptos de resistencia y transferencia, Jaspers se aparta
eventualmente de esta, requiriendo en su lugar
una relación simétrica de comunicación, sin que el médico, investido con su autoridad,
proporcione interpretaciones relativas a los asuntos del autoconocimiento
interno del paciente. Jaspers estima que la psicoterapia sugestivo-manipuladora
resulta útil sólo en formas de comunicación menos diferenciadas. Desde una
perspectiva teórica, Jaspers rechaza la acentuación de la sexualidad por parte de Freud como la columna vertebral
etiológica de su teoría de la neurosis según fue introducida alrededor de 1900,
y llega a asociar peyorativamente el psicoanálisis con la cultura de fin-de- siècle. La tercera edición de su
obra maestra, ya necesaria en 1923, no
cambia en absoluto esta nueva posición polémica.
En la cuarta y
última edición del libro, escrito
en tiempos de una emigración interna durante la Segunda Guerra Mundial, Jaspers aprovechó la oportunidad de introducir
su convicción filosófica
existencial con mayor claridad en su pensamiento psicopatológico. Ahora la
comprensión psicológica es puramente
descriptiva, un punto de referencia para la sintomatología. La libre
autodeterminación se introduce como aspecto independiente, conjuntamente con los
elementos causales de la enfermedad psíquica, los cuales se consideraban desconocidos en su mayor
parte. La auto-reflexión
existencial constituye ahora un componente central de la concepción
psicopatológica. Este nuevo enfoque también
se manifiesta en la idea de
Jaspers de la psicología como independiente de toda
escuela, como disciplina que realmente visualizaba
métodos de tratamiento inespecíficos, tolerando métodos "psicológicos
profundos" únicamente por razones pragmáticas y buscando la comunicación
existencial como una rara posibilidad para la verdadera comprensión. Debido a
que el psicoanálisis pretendía ser capaz de lograr el acceso racional a los
componentes inconscientes de la personalidad, este se vio afectado de modo más
agudo por la exclusión apodíctica de Jaspers de la capacidad médica para la
comprensión. En este tiempo, el antiguo psiquiatra todavía apoya la
psicosomática biográficamente orientada que desarrolló Viktor von Weizsäcker,
un ex-colega en la Universidad de Heidelberg, quien fundamentó un concepto de
la medicina biográfica con base filosófica. Esta demanda del médico que se
involucre con el paciente, proporcionando interpretaciones subjetivas sin hacer
reclamo alguno de validez científica. En parte, este enfoque evidenciaba una
afinidad con la tendencia individualista de la comunicación existencial, idea
central de la propia filosofía de Jaspers.
Después de la guerra, Viktor von Weizsäcker regresó a Heidelberg y comenzó
a establecer un enfoque psicosomático, el cual propagaba claramente la
adscripción de las causas psíquicas a los síntomas psomáticos. Además, él integró
los pensamientos psicoanalíticos a su concepto, que en la última edición de su Psicopatología
General Jaspers había juzgado como ideotipo históricamente esclarecedor
para las formas dogmáticas, sectarias, de la psicoterapia. No obstante, Jaspers
se abrió a apoyar el plan de Weizsäcker, consistente en institucionalizar en la
Universidad de Heidelberg la psicosomática psicoanalítica, aunque con ciertos
límites. En 1949, Alexander Mitscherlich, el antiguo asistente de Weitsäcker y
nuevo director del instituto, exigió la formación obligatoria en el análisis y,
al mismo tiempo, von Weizsäcker se convirtió en el adalid de una forma
anti-tradicional de psicoterapia, lo que sin dudas provocó a Jaspers.
A partir de 1950, Jaspers dio a la luz diversos argumentos polémicamente
articulados en una serie de artículos contra el psicoanálisis. Con mayor
rigidez que antes, él negaba la competencia patógena de todos los enfoques
psicológicos hermenéuticos, en particular de la psicosomática psicoanalítica.
Criticaba su objetivo de atribuir
psicológicamente un significado al contexto de vida ampliado del
paciente en el curso de la interpretación de los desórdenes del paciente.
Jaspers apoyaba su crítica en una interpretación polarizada del postulado del
valor-libertad de Max Weber, según este había sido formulado por primera vez en
su Man in the Modern Age de 1931.
Según esta obra, la medicina constituye una disciplina científica, con base en
hechos que, como ciencia neutral respecto a los valores, no debería establecer
pretensión alguna de autoridad hermenéutica en tanto esto concierne a lo que
era atribuido a factores biográficamente determinados de la enfermedad. Jaspers
se expresó vigorosamente contra el entrenamiento obligatorio planeado del
análisis. Él tenía la opinión de que el entrenamiento científico
psicoterapéutico no debía proponerse efectuar el tipo de socialización que el
psicoanálisis intentaba alcanzar siguiendo el modelo de las escuelas de
filosofía de la antigüedad. Concretamente, Jaspers temía que, a través de su
institucionalización académica, el psicoanálisis se impondría como generador de
patrones socio-psicológicos de significado en la sociedad e influyese en la
elite intelectual de Alemania Occidental, como había influido en la elite
intelectual de Estados Unidos.
La sensibilidad sismográfica de Jaspers respecto a los esfuerzos realizados
por el psicoanálisis para reestructurar la auto-reflexión y, en consecuencia, para
imponer un impacto socio-psicológico en la conducta de vida de la elite
intelectual puede atribuirse, sin duda, a su propio interés en proporcionarle a
este grupo la orientación filosófica existencial. Esta inferencia del
pensamiento de Jaspers relativo a la sociedad moderna se manifiesta en Man in the Modern Ages por vez primera. La orientación filosófica
existencial de la vida demuestra que es moderna en la medida en que Jaspers
concibe sociológicamente la secularización -no de modo diferente a Max
Weber- como una retirada de los patrones
y normas culturales fundamentales desde la esfera pública al ámbito de la
conducta de vida privada. Las decisiones sobre los valores y la conducta de
vida que son significativos para el individuo se hacen más convincentes, en la
medida en que las conexiones sociales instrumentales parecen ser más aporéticas
y carentes de significado.
Pero a diferencia de Weber, Jaspers se adhiere al postulado premoderno de
la trascendencia, que él considera indispensable para la orientación de la
conducta de vida personal. De este modo, la "veracidad de la conducta de
vida consciente" es concebible sin la premisa metafísica. En términos de
la filosofía de la motivación, Jaspers muestra gran afinidad con las nociones
calvinistas de soportar la prueba, según se describen en el estudio sociológico
de Weber en Protestant Ethic and the
Spirit of Capitalism[9],
nociones que resultaban, como Weber afirma, de la creencia en una
trascendencia oculta, pero existente. Suscribiéndose al postulado de las cifras
de la trascendencia, Jaspers tiene éxito al aprovechar los sistemas metafísicos
tradicionales, sin reconocer sus normas en un sentido puramente conservador en
tanto investidas con una autoridad primariamente supra-idividual, obligatoria.
Porque su sola apropiación personal decide su validez. Esta filosofía debe ser
diseñada como paraconservadora, en la medida en que la distinción premoderna de
trascendencia e inmanencia se postula implícitamente como premisa válida en su
conjunto. El aleccionador encuentro de Jaspers con el pensamiento pluralista de
Weber, cuya "reflexión mediadora" permite que las esferas puramente
inmanentes de significado colisionen con las que están orientadas
trascendentalmente sin privilegiar ninguna de ellas, enfatiza estas conexiones.
La veracidad filosóficamente fundada en la existencia exige veracidad en
términos de una conducta de vida personal, pero no en sentido moralista. Como
cifra, la acción intramundana iba a probar indirectamente la realidad de la
concepción de la trascendencia,
atestiguando también así la motivación
metafísica de la acción veraz. Tal probidad podía incluso ayudar a crear
condiciones más confiables y más humanas en el ámbito privado, así como se
enfatiza por Jaspers el ámbito público más claramente en su filosofía política
después de 1945. No obstante, rendir tributo a lo trascendente en la conducta
de vida de uno mismo sigue siendo el motivo central, meta-político de la acción
política. En términos del enfoque filosófico existencial, la conducta de vida
según se forma en la esfera privada tiene primacía sobre aquella del ámbito
público. Dolf Sternberger, el filósofo político que era cercano a Jaspers en
Heidelberg después de 1945, habla de una "ética de la intimidad" que
él veía como consecuencia de la comunicación
existencial filosófica y del atestiguamiento personal de la veracidad.
En Man in the Modern Ages, Jaspers
describe los ámbitos de la conducta de vida privada -matrimonio, familia y
amistad- como islas de la verdad posible. Él también veía a la universidad como
ámbito posible de la comunicación, en la medida en que se mantuviera intacta
respecto al paternalismo manipulador. La
auto-reflexión existencial, como se esboza en la Psicopatología General de
1941/42 puede describirse como proceso
de socialización carismática, en el que la conducta de vida con la que se
compromete individualmente una persona es vista como atestiguamiento de la
creencia filosófica existencial. Es a partir de esta autocomprensión que se
derivan y articulan las profundas reservas de Jaspers contra el psicoanálisis
como forma moderna de la conducta de vida en la teoría y en la práctica.
Las afinidades institucionales de la conducta de vida
filosófico-existencial fueron impactadas en particular por las ideas de von
Weizsäcker y Mitscherlich, que Jaspers tuvo que enfrentar en Heidelberg después
de 1945. Por su parte, Jaspers tuvo que ver el plan de Mitscherlich de
establecer el entrenamiento para el análisis como método obligatorio de
socialización en la universidad como un reto frontal a la afirmación filosófico-existencial
de la auto-reflexión y a su importancia inminente. En segundo lugar, la
provocativa declaración de von Weizsäcker relativa a su intención de aclarar
los ámbitos más personales de la vida (tal como el matrimonio), golpeaba el nervio
institucional del concepto filosófico-existencial de Jaspers. Por consiguiente,
él formuló un rechazo total de las pretensiones relativas a la conducta de vida
privada replanteadas por el psicoanálisis.
En otras palabras, Jaspers se encontraba inclinado a prevenir a las
instituciones públicas del lanzamiento
de una invasión científicamente legitimada en el ámbito de la personalidad, en
su formación y en la forma individual de
la conducta de vida que derivaba de esta. Él deseaba que la esfera de la vida
privada permaneciera intacta.Y él deseaba retar a cada individuo a la búsqueda
de significado de una forma filosófica, no influida por conjeturas científicas
que podían ser la verdad de nuestra vida interna, oculta, y de su dinámica.
El encuentro con von Weizsäcker y su asistente, con sus posiciones
programáticas en Heidelberg después de 1945, hizo que Jaspers ganara cada vez
más una idea clara del esfuerzo del psicoanálisis por proveer a los
intelectuales occidentales de su
autoridad creciente como medio teórico y práctico para encontrar un
significado más profundo en sus vidas. Con ocasión de la fundación del
Instituto Sigmund Freud en Frankfurt en 1960, Mitscherlich formula muy
claramente la meta de la conducta de vida psicoanalíticamente orientada para la
sociedad moderna:
Como quiera que se evalúe lo que inevitablemente es una justificación
teórica limitada en el tiempo de ideas que no se encuentran limitadas por el
tiempo, no puede haber duda sobre un hecho, y es que el genio de Sigmund Freud
reveló una nueva dimensión del auto-reconocimiento y estableció un método de
examen crítico en la conducta y el deseo humanos. Lo que es importante hoy es
continuar la investigación científica y ampliar la fundamentación teórica de
sus ideas, buscando ante todo actuar sobre ellas en nuestra conducta de vida[10].
Tanto los conceptos psicoanalíticos como los filosófico-existenciales de la
conducta de vida exigen la auto-reflexión de parte del individuo moderno con el
objetivo de conducir a la sociedad fuera de la crisis de orientación de los
tiempos modernos. Jaspers propaga su idea de una vida de conducta filosófica en
todos sus escritos y aborda al público proclamando el reto de una reflexión
filosófica sobre las propias posibilidades internas.
Pero el proceso de socialización filosófico-existencial como fue propuesto
por Jaspers para una elite académica tuvo sólo una existencia sombría en las
siguientes décadas, y usualmente se sospechó que se proponía apoyar a fuerzas
conservadoras, restauradoras.. De modo contrastante, Mitscherlich no sólo tuvo
éxito uniéndose con otros universitarios responsables de las políticas para
establecer la psicosomática psicoanalítica como parte del entrenamiento médico
en 1970, un año después de la muerte de Jaspers. Además, sus extensos estudios Society Without the Father y The Inability to Mourn se hicieron parte
inseparable de la memoria colectiva de la República Federal[11].
El editor Siegfred Unseld, cuya
"cultura Suhrkamp" dio forma al clima de cambio intelectual en la
década de 1960 en grado significativo,
se refirió a Mitscherlich después de su muerte en 1982 como "el
médico de la mente de nuestra República".
Jürgen Habermas profundizó la idea de un camino psicoanalítico de la
auto-reflexión con medios filosóficos en esa época. En su libro Knowledge and Human Interests (Nota de
la traductora: Conocimiento e intereses
humanos), el filósofo mundialmente famoso proclamó el año 1968 el de una
"auto-iluminación científica" en nombre del psicoanálisis, y por
consiguiente sustituyó la forma existencial de la auto-reflexión introducida
por Jaspers con dos décadas de anterioridad[12].
El apogeo de su filosofía había pasado. Durante
las dos décadas siguientes las cuestiones de la conducta de vida
personal en Alemania y en el mundo Occidental fueron moldeadas en no poca
medida por las implicaciones socio-psicológicas del psicoanálisis. Jaspers
había perdido la batalla que había comenzado en los años posteriores a la
Segunda Guerra Mundial en Heidelberg,
donde se habían dado los primeros pasos para establecer en el mundo
académico de Alemania el psicoanálisis.
Volviendo a mirar hacia ambos enfoques sobre la necesidad humana de
significado en los tiempos modernos a través de la perspectiva sociológica de
Max Weber, se puede resumir lo que sigue: Mitscherlich se había propuesto usar
sólo terapéuticamente y no como una concepción del mundo el psicoanálisis, su
intención estuvo acompañada de una comprensión empírica de la ciencia que
difería del todo de la de Jaspers, pese al alto grado de congruencia de los
conceptos que ellos emplearon. Mistcherlich violó las premisas normativas de Weber de forma empírico-objetiva. Por otra
parte, la interpretación de Jaspers sobre la neutralidad de valor de la ciencia
empírica no hacía justicia a Weber ni a la realidad médica. Las interpretaciones
discrepantes de la ciencia y de la libertad como valor son atribuibles a las
respectivas intenciones de dar respuesta a las cuestiones de la conducta de vida
para los individuos modernos puramente en términos psicoanalíticos o filosófico-existenciales.
Jaspers propagó un tipo de ciencia que se restringía a los hechos objetivos
también en el ámbito de la psicoterapia; él quería que los aspectos biográficos
de la vida fueses tratados en la esfera puramente subjetiva de la comunicación
existencial entre el paciente y el médico. Con su noción socio-psicológica
del psicoanálisis, Mistcherlich
sobrepasó persistentemente y con autoconfianza las fronteras
científico-naturales de la medicina, en dirección a las cuestiones individuales
y colectivas de la conducta de vida.
Más allá de los hallazgos concretos disponibles, el estudio de la crítica
del psicoanálisis por parte de Jaspers abre espacio para indagar en diversas
direcciones. En términos ético-médicos, surgen temas que se conectan con las
discusdiones más recientes sobre los instrumentos y las metas últimas de la
psicoterapia. Y pueden aclararse procesos difíciles, que involucran el sopesar
los principios de la autonomía del paciente y de la responsabilidad del médico,
particularmente en el área de la psiquiatría y la psicoterapia, mediante las
perspectivas sobre la discusión histórica entre Jaspers y sus oponentes, En
términos psiquiátricos, la discusión acerca de qué posición debe adoptarse
entre el polo del enfoque estrictamente biológico de la enfermedad y el
psicodinámico no resulta todavía concluyente. En cualquier caso, muchos
argumentos son prefigurados a través de los debates históricos. La
investigación de la crítica del psicoanálisis por parte de Jaspers invita al
lector a seguir a Max Weber en la preservación de una conciencia de la
normatividad de cada procedimiento científico y en la aclaración de las
premisas específicas que guían la indagación en cuestión. Sería también
deseable que este estudio pudiera mantener vivo el interés weberiano en la
noción liberal de la conducta de vida de la que somos individualmente
responsables, la cual va más allá de los límites establecidos por Jaspers en su
admirable idea de una forma
filosófico-existencial de la conducta de vida.
Carta a mis críticos- La psicoterapia como ciencia cultural.
Ha sido ya una experiencia sobresaliente discutir con mis críticos en
Vancouver mi libro Life Conduct en Modern
Times: Karl Jaspers and Psychoanalysis (Nota de la traductora: La conducta de vida en los tiempos modernos:
Karl Jaspers y el psicoanálisis). Estoy profundamente agradecido de que
Helmut Wautischer organizara este pequeño simposio en nombre de la Sociedad
Karl Jaspers de Norteamérica en abril de 2015, en el contexto del 89 Encuentro
Anual de la Asociación Filosófica Americana, División del Pacífico.
I
En esta carta tendré la oportunidad de hacerme eco de algunas palabras de
los artículos publicados por algunos de mis críticos. Cada uno de los tres
comentaristas expone diferentes aspectos que merecen mayor atención de la que
les he dado en mi estudio. Leer a John McCole, a Roger Frie y a Ed Mendelowitz
me hace pensar que cualquier escritor -incluso en el campo de la ciencia y la
filosofía- sólo es capaz de aclarar algunos aspectos de un tema complejo, que
necesita ser estudiado y sobre el cual se necesita escribir de formas diversas.
Roger Frie advierte metafóricamente la verdad epistemológica cuando afirma que
"la comprensión siempre ocurre a través de los lentes de nuestra propia
experiencia". Sólo puedo confirmar
que nuestra vida intelectual se
encuentra influida fuertemente por las circunstancias biográficas y las
tradiciones culturales que encontramos en nuestros años de formación. Y me
siento muy feliz de que mis críticos hayan añadido tanto a mi conocimiento
limitado y a mis defectos intelectuales a partir de sus diferentes ángulos:
ellos ampliaron y profundizaron realmente mi punto de vista de muchas formas.
En su comentario, Ed Mendelowitz encuentra palabras maravillosas cuando
cita a William Arrowsmith sobre los méritos de una buena crítica, "cómo en
sus últimos límites puede incluso mejorar la obra completándola en el acto de
la comprensión". Estas plabras expresan perfectamente mi razón de sentirme
muy agradecido a mis críticos. Recuerdo con frecuencia las breves palabras
escritas por el estudioso alemán, Max Kommerell, uno de los más grandes
intérpretes de la literatura del siglo XX, quien observa verdaderamente con una
gran modestia, wir sind auf Ergänzung
angewiesen (dependemos de nuestra complementación recíproca).
Esta carta no puede cumplir con la ambición de responder todas las
preguntas que mis críticos hicieron surgir en sus comentarios. Pero con
seguridad ellas van a inspirar críticamente mi trabajo futuro sobre Jaspers
como una figura principal de la vida intelectual alemana del siglo anterior.
II
Teniendo en mente este proyecto no es por otra parte es sorprendente que
comience mi carta con el intento de responder a lo que John McCole, como
historiador de las ideas, pregunta sobre mi estudio acerca de la crítica del
psicoanálisis por parte de Jaspers, "si hay una construcción narrativa de
la trama, un relato" en ella. McCole brinda sólidos argumentos para leer
mi estudio como "un relato de las oportunidades perdidas" subrayando
la perspectiva sociológica de Max Weber. Si Jaspers hubiera compartido
realmente las ideas de su maestro, el resultado habría sido una forma más
profunda de juzgar a Freud y a su escuela. Pero sólo en los últimos años de su
vida Jaspers se vio obligado a abrir sus ojos al pluralismo radical de Weber. Y
aún entonces Jaspers no cambió su propia posición, que afirmaba la posibilidad
de una perspectiva superior que capacitaría a las personas de pensamientos
profundos -en su opinión- trascender la perspectiva de la relatividad moderna.
En otras palabras, más allá del diagnóstico sociológico de Weber sobre su
época, Jasperts asume apasionadamente que todavía hay un horizonte metafísico
abierto para cada hombre moderno, legitimizado por el idealismo crítico de
Kant. Posteriormente, Jaspers fortaleció esta perspectiva filosófica
conformando su afinidad con la filosofía de la libertad de Kant y dirigiéndola
al postulado de la antinomia de la libertad. Será parte de la biografía
intelectual de Jaspers la detallada descripción del papel decisivo que Kant
asumió cada vez más en sus últimos años. El filósofo quería iniciar en la
universidad este pequeño sendero de una conducta de vida existencialmente
iluminada para cada hombre culto y cada mujer culta. Y por la información que
Jaspers recibió de Hannah Arendt sobre el papel principal que el psicoanálisis
empezó a jugar en la vida intelectual de América después de 1945, él intentó
bloquear este desarrollo, subrayando lo que él percibía como los grandes
peligros de la teoría y la praxis del psicoanálisis.
Roger Frie se encuentra legitimado para discutir oponiéndose a esta forma
de crítica a partir de su perspectiva efectiva del psicoanálisis, que ha tenido
muchos cambios a lo largo de las últimas décadas. Y él se encuentra
absolutamente en lo correcto al decir
que muchos argumentos de Jaspers de sus años iniciales y últimos surgieron
también dentro de la profesión, frecuentemente con mayor sofisticación
intelectual.
Además, sólo puedo coincidir con el comentario crítico de Frie sobre la tendencia
de Jaspers a comparar el psicoanálisis en Europa antes de 1933 con la ideología
política del nacionalsocialismo y con su ambición política. El regreso privado
de Jaspers a este argumento después de
1945 es un hecho chocante, que muestra cuán profundamente le disgustaba el
psicoanálisis rechazándolo en el sentido de un medio científico para la
conducta de vida personal.
Pero al centrarse en la cuestión del valor científico del psicoanálisis y
en la parcializada argumentación de Jaspers contra este, Frie descuida el
interés medular de mi estudio. Mi objetivo es comparar a Freud y Jaspers como
intelectuales cuyas obras proporcionan teorías diferentes sobre la conducta de
vida adoptando la perspectiva sociológica que proporciona Max Weber. Al leer la
controversia a través de los lentes de Weber, se pueden entender las polémicas
exageraciones de Jaspers vinculadas a su profundo temor y hostilidad hacia el
psicoanálisis como medio diferente y alternativo para la autoreflexión. Y no deseo ni puedo
responder la pregunta de si se debe preferir la adopción del psicoanálisis de
Freud o decidirse por la filosofía de la existencia de Jaspers, o por una
mezcla de ambas, o por otros conceptos científicos y filosóficos. Pero según la
idea de Weber de que la ciencia no podría practicarse nunca sin un horizonte
personal de valores próximos a los conceptos filosóficos, todos los métodos
psicoterapéuticos han de ser vistos como avenidas científicas de juicios de
valor cuando tocan o siguen las preguntas últimas relacionadas con la conducta
de vida.
Así que la controversia histórica puede servir para ilustrar y discutir la
significación de los valores en nuestro pensamiento científico y moral, los
cuales siempre son impulsados por resentimientos y afinidades ocultas, como lo
señaló Nietzsche en la Genealogía de la
Moral. Y en esta medida tiene sentido perfectamente que la investigación de
la historia de las ideas pueda demostrar que el libro de Nietzsche ha tenido la
mayor influencia en los tres pensadores. Freud fue uno de sus primeros lectores
durante sus años de estudiante en Viena. Y Max Weber leyó a Nietzsche antes de
desarrollar su perspectiva epistemológica, citando ya la Genealogía en 1904. Jaspers lo siguió ya en la primera edición de
la Psicopatología General, recurriendo
al topos del resentimiento de
Nietzsche en algunos aspectos concernientes a su explicación de la psicología
de la comprensión. Los tres se inspiraron en el análisis de Nietzsche sobre el
impacto inconsciente que nuestros gustos y aversiones tienen sobre nuestros
puntos de vista científicos y filosóficos.
Mi estudio intenta seguir esta pista analizando los más profundos impulsos
personales y filosóficos que convierten la crítica del psicoanálisis por parte
de Jaspers en una crítica discutible. Y en mi libro se puede encontrar, tanto
entre líneas como explícitamente, que mis juicios personales de valor muestran
una gran afinidad con la idea del pluralismo de Weber. También pienso que no es
posible para nosotros como seres humanos asociarnos con ninguna posición
absoluta en forma definitiva. Y estoy convencido de que que lo que tenemos que
encontrar es un pluralismo radical que se encuentra justamente en el centro de
cada persona, al menos como una posibilidad, para los conflictos de las
posiciones en lucha que tienen lugar en nuestros corazones. Y la cuestión de si
podemos o no resolverlos quedará abierta, y no podemos encontrar en modo alguno
un acuerdo general que pueda pretender que sea de carácter definitivo sobre
tales cuestiones.
No obstante, comparto con Jaspers la tendencia antropológica que Kant llamó
la "necesidad metafísica". Inclusive Max Weber tiene que ser
entendido como pensador vinculado a esta
cuestión hasta cierto punto, tal como esta fue expuesta sistemáticamente
alrededor de 1800 por el movimiento idealista alemán en impresionantes
monumentos del pensamiento. Su definición del intelectual moderno como un
hombre con "la necesidad interna de experimentar el cosmos como una
totalidad significativa" se encuentra en deuda con esta tradición. Y su
apología del pluralismo moderno alcanza una tensión dramática que ya resulta
palpable en las palabras de Nietzsche, cuya aguda crítica de la tradición
platónica y judeocristiana enfatiza, simplemente, cuán profundamente él se
encuentra todavía arraigado en tales necesidades metafísicas.
En esta situacion de desencantamiento total de las concepciones del mundo
significativas hay dos formas principales en que el individuo moderno puede
tratar de evitar esta misma realidad. Por una parte, podemos construir los
monumentos generales de una nueva cultura de significado, algún mundo
"objetivo" de la ciencia, como lo había señalado Weber
frecuentemente. Por otra parte, podemos tratar de hallar la pérdida de significado
en la crisis de la modernidad retirándonos de la vida pública, y permaneciendo
en el ámbito privado para fomentar las culturas puramente subjetivas de la vida
significativa. El psicoanálisis y sus
intentos hermenéuticos para brindar una forma de conseguir un significado de
carácter personal ha de ser visto en este contexto. Este se hizo crecientemente
competitivo respecto al enfoque filosófico de la existencia para Jaspers.
Precisamente, esta narrativa es lo que me ayudó a reconstruir y a comprender
las polémicas discusiones que dirigió Jaspers después de 1945 con Viktor von
Weiszäcker y Alexander Mitscherlich como los primeros representantes del
psicoanálisis de la postguerra en las universidades alemanas.
Se me ocurre que en la revisión de mi libro no es casual que Ed Mendelowitz
se centrara en el núcleo existencial de
la crítica de Jaspers, ya que él estudió con Rollo May y por tanto ha
establecido un fundamento existencial a su idea de la psicoterapia. Presentando
en su consideración a Bob Dylan y Franz Kafka como pensadores judeocristianos
secularizados, Mendelowitz asombrosamente llega mucho más allá de los enfoques
humanistas generales, citando provocativas declaraciones de estos intelectuales
cruciales del pasado siglo. La entrevista irónica de Dylan en la que habla
acerca de establecer un partido que se limite a la persona de su fundador,
demuestra suscintamente la transformación americana respecto a la herencia
europea del pensamiento metafísico. William James no podría hablar con mayor
claridad sobre su convicción de una "religión personal" que no
depende de circunstancias dogmáticas o institucionales algunas. Siguiendo esta
tradición del individualismo radical, ninguna escuela o maestro psicoterapeuta
puede responder todas las cuestiones de la vida. La persona finalmente tiene
que formar su mente del todo por sí misma. Todo lo que un médico puede hacer es
tratar de ayudar de un modo socrático, involucrándose en lo que Jaspers llamó
"comunicación existencial" cuando las preguntas acerca de los valores
y el significado tocan la vida psicológica. Mendelowitz señala la médula del
interés de Jaspers, que quería una "auto-reflexión libre de
compulsión". De hecho, esta condición es filosófica y puede convencer
solamente a aquellos que tienen una fuerte sensibilidad por la libertad
personal y por la imposibilidad de una solución común en el ámbito de la
significación última. Cuando la gente conversa dentro de dicho horizonte,
cuando la necesidad común de una vida significativa se experimenta, empieza
allí lo que Jaspers llamaba comunicación existencial y lo que podría conectar a
los individuos con la "iglesia escondida" de los que se sienten
conectados de esta forma abierta para plantear las cuestiones últimas, sin
conocer la respuesta, pero compartiendo las profundas interrogantes.
Mendelowitz sugiere esto al final de la
entrevista con Bob Dylan, cuando el músico responde la pregunta de si él podría
reconocer a aquellos que también son miembros del partido sin saberlo: "Usted puede reconocerlos si usted los
ve".
No existe criterio dogmático, o racional, o institucional, que pudiera
ayudar a fomentar dicha percepción. Aquí Mendelowitz señala al postulado de
Jaspers de las "cifras de la trascendencia" y a una conversación de
Franz Kafka para ilustrar el reto de la verdad más profunda de la vida. que no
puede compartirse directamente. El judío secular que fuera uno de los más
grandes escritores del siglo pasado estaba bien familiarizado con los
laberintos de nuestros sistemas institucionales y burocráticos en nuestras
sociedades, como el estado, la universidad y las iglesias, que pretenden ser
una autoridad que, de hecho, ya se ha desvanecido. Kafka buscaba una
significación superior que podría ayudar a responder la pregunta acerca de si
una verdad más profunda estaría siempre cerrada para nosotros. "El hecho,
al que damos distintos nombres, y al cual intentamos aprehender mediante
diversos procesos del pensamiento, impregna nuestras venas, nuestros nervios,
nuestros sentidos. Está dentro de nosotros. Tal vez por esa razón resulta
invisible. Lo que realmente podemos atrapar es misterio, la oscuridad."
Estoy seguro de que Jaspers habría coincidido con esta sentencia. Él se
sintió conectado muy profundamenmte a la tradición religiosa judía, que su
esposa Gertrud había hecho desarrollarse en él. Y debido a su maestro Max
Weber, él fue uno de los filósofos que supo tempranamente, en el siglo pasado,
que no es necesario amputar nuestras preguntas religiosas después de haber
reconocido que todas las formas de las creencias institucionalmente organizadas
han perdido su poder de convencimiento -al menos para los intelectuales en un
mundo desencantado. Actualmente, el topos
de la secularización es otra vez bien aceptado y lleva a los intelectuales a
analizar y a buscar formas modernas de expresar nuestras necesidades
metafísicas. Ed Mendelowitz toma en serio a Jaspers y nos ofrece a Dylan y a Kafka
como dos magníficos miembros de ese partido o iglesia escondida.
Estoy fuertemente convencido de que todos los que hemos sido bien educados
y entrenados en el mundo de las ciencias racionales sólo seremos capaces de
cultivar nuestras preocupaciones más profundas en un lenguaje que se nutre de
las artes y las letras. Y los tres críticos muestran, por sus afinidades con
pensadores como Georg Simmel, Sigmund Freud, Ludwig Biswanger, Franz Kafka o
Bob Dylan, cuán profundamente se sienten en casa en el mundo de la cultura
occidental.
Por encima de todos los conflictos, quienes creen que hay algo más que el
mundo de los hechos puros deberían unirse y deberían tratar de hablar con
aquellos que parece que han olvidado lo que puede conocerse sobre la humanidad además de los
hechos empíricos. Cada ser humano depende de la naturaleza y de la cultura. Y
sin falta, ciertamente hay un impacto de las influencias por las que pasan los seres
humanos en sus años de formación. Incluso una discusión acerca de Karl Jaspers
puede ayudar a discernir el impacto de los años, en diferentes universidades
bajo la supervisión de distintos profesores, sobre nuestro desenvolvimiento
intelectual
Reflexionar sobre dichos mundos en un estudio histórico de las cartas, los
artículos y los libros que una persona dejó tras de sí es, en mi opinión, una
buena preparación para la tolerancia humana. Al hacerlo así, el investigador, y
después el lector de una narrativa, pueden entender por qué y cómo otros
hombres y mujeres le dan una valiosa significación a sus vidas. Los estudios
comparados de personas que tomaron diferentes caminos intelectuales bajo
circunstancias similares resultan todavía más esclarecedores para reconocer el
significado limitado que, pese a todo, tienen las influencias objetivas y los
juicios subjetivos en el desenvolvimiento personal propio. Jaspers y Freud
quisieron postular una cierta forma filosófica y psicológica de vivir para
afrontar los límites de la vida con un afán que no permitía reconocer y
respetar el intento del otro. Freud no tomó más que una nota breve de Jaspers,
mientras que el filósofo de la existencia luchó más y más contra el mundo del
psicoanálisis como una teoría de la conducta de vida. En nuestros enfoques
hitórico-culturales sobre ellos, tenemos la oportunidad de lograr cierta visión
general y de tropezar con el reto del entendimiento. Al final, tendremos que
encarar un horizonte abierto de cuestiones de diferentes niveles intelectuales.
Podríamos regresar a la perspectiva que ya tenían Max Weber y William
James: cada uno de nosotros necesita una forma de religión personal que va más
allá de los límites de la ciencia. Ed Mendelowitz ha subrayado esta verdad en
forma de ensayo, combinando los argumentos con arte. John McCole los siguió
firmemente en las obras de Georg Simmel. Y Roger Frie lo hizo llamando nuestra
atención sobre las obras de Ludwig Binswanger. Me siento feliz de que mi
tentativa de demostrar el papel que Jaspers ha jugado al introducir los
aspectos filosóficos y culturales en el mundo de la psiquiatría haya encontrado
tal resonancia. Los tres enfoques demuestran en formas diferentes cómo nos
encontramos unidos en la psiquiatría y la psicoterapia como ciencia cultural.
III
El cultivo de los aspectos subjetivos de la psicopatología no significa que
se tiene que abandonar el fundamento de la objetividad posible. Revela
simplemente una cierta sensibilidad y concientización de lo que se requiere
para entender una diversidad de interpretaciones, aún cuando se afirme que para la vida no hay más que
evidencia biológica. Tenemos buenas razones para reaccionar de modo polémico
ante dicha posición, que Jaspers había encontrado ya hace cien años, llamándola
un "mito cerebral". Al mismo tiempo, él estaba también muy claro en
que, del otro lado, existe el peligro seductor de la subjetividad especulativa.
Y por tanto, él habló del "psico-mito" como un reto paralelo para
todas las ciencias culturales serias.
En nuestros días tenemos que ocuparnos de un nuevo enfoque humanista en la
psicoterapia, que va más allá de los límites con base en la evidencia,
utilizando pensamientos y términos claros y conectando nuestro pensamiento con
la gran tradición del saber occidental que brindan las artes y las letras. La
creación de una cultura de crítica esclarecedora puede beneficiarse ciertamente
de un profundo ejemplo alemán, la clara prosa de Inmanuel Kant. Él sabía que
nuestro conocimiento científico sobre el hombre es limitado, y que las
necesidades metafísicas crean en cada uno de nosotros ciertos juicios de valor.
Este factor antropológico tiene que ser respetado por los científicos. Y cuando
ellos se aproximan a un ser humano en las ciencias sociales y psiquiátricas,
esto no puede hacerse sólo de forma cuantitativa. Los seres humanos necesitan
interpretación, en tanto en su mayoría no están de acuerdo unos con otros.
Jaspers y Freud son buenos ejemplos para dicho reto. No nos equivocaremos en la medida en que dejemos las cuestiones abiertas
y no postulemos soluciones finales, sea en nombre del enfoque empírico sobre el
hombre o del especulativo. Recurriendo a la gran tradición americana de William
James y su psicología de las experiencias religiosas, que resultó esclarecedora
para Weber y Jaspers, quisiera cerrar mi carta con esta afirmación: el mundo de las ciencias culturales, al que
pertenecen la psiquiatría y la psicoterapia, tiene que estar fundamentado en un
escepticismo bien dispuesto que se abra al encuentro de una variedad de conceptos,
inclusivos de todas las formas de las creencias y concepciones del mundo
iondividuales. ¿De qué otra forma podríamos alcanzar el nivel de evolución de
moralidad personal que los hombres han avizorado luchando entre sí desde que
Adán y Eva abandonaron el Paraíso? Como Kant afirmó, el hombre es culturalmente
libre aún cuando está ligado a las causas naturales. Vivimos en el horizonte de
esta "antinomia de la libertad".
[1] El texto es una versión ligeramente
revisada de pasajes que introducen y
resumen la tesis central de mi libro, Life Conduct in Modern Times: Karl Jaspers and Psychoanalysis, Dordrecht:
Springer, 2006.
[2]
Karl Jaspers, Psychologie der Weltanschauungen,
Berlin: Springer 1919, 5ta. edición 1960. [En lo que sigue citado como PW,
todas las traducciones son del autor].
[3]
Karl Jaspers, General Psychopathology,
traducción de J. Hoenig y Marian W. Hamilton, Baltimore, MD: Johns Hopkins
University Press, 1997.
[4]
Karl Jaspers, Man in the Modern Age,
traducción de Eden y Cedar Paul, Garden City, NY: Anchor Books, 1957.
[5] Esta carta, fechada en agosto 8 de
1953, será publicada próximamente en Karl Jaspers, Korrespondenzen: Psychiatrie, Medizin uind Naturwissenschaften,
eds. Matthias Bormuth y Dietrich von Engelhardt, Göttingen, Niedersachs: Wallstein, 2016. [Traducción del autor].
[6]
Karl Jaspers, Max Weber: Gesammelte
Schriften, Munich: Piper 1988, p. 94. [Traducción del autor.]
[7] Esta carta, fechada el 22 de abril
de 1949, será publicada próximamente en Karl Jaspers, Korrespondenzen: Psychiatrie, Medizin uind Naturwissenschaften,
eds. Matthias Bormuth y Dietrich von Engelhardt, Göttingen, Niedersachs: Wallstein, 2016. [Traducción del autor].
[8]
Karl Jaspers, Der Arzt im technischen
Zeitalter, Munich: Piper 1986, p. 38.
[9]
Max Weber, Protestant Ethic and the
Spirit of Capitalism, traducción de Talcott
Parsons, New York: Scribner, 1958.
[10]
Herbert Bareuther, Forschen und Heilen:
Auf dem Weg zu einer psychoanalytischen Hochschule, Frankfurt am Main:
Suhrkamp 1989, p. 295.[Tradución del autor]
[11]
Alexander Mitscherlich, Society Without
the Father: A Contribution to Social Psychology, New York: Hartcourt
Brace & World, 1969. Alexander
Mitscherlich y Margaret Mitscherlich,
The Inability to MOurn: Principles of Collective Behavior, New York:
Grove Press, 1975.
[12]
Jürgen Habermas, Knowledge and Human Interests, Boston: Beacon Press, 1971.
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