Thomas J. J. Altizer
State
University of New York, Stony Brook
tjja@ptd.net
La presente versión al español se publica en este
blog con el permiso del autor y la aprobación de Alan M. Olson y Helmut
Wautischer, y ha sido traducida por Gladys L. Portuondo del original en inglés
publicado en: Thomas J. J. Altizer, "Alina N. Feld's Melancholy and the Otherness of God," Existenz, An
International Journal in Philosophy, Religion, Politics, and the Arts, Vol.
7, No. 2, Fall 2012, en:
Resumen:
Si
la melancolía es el gusto por lo Otro de Dios, como sostiene Alina N. Feld en
la tradición filosófica de Kierkegaard, entonces también es un gusto del
apocalipsis, así como el fundamento de la transfiguración y la redención. ¿Cuál
es la significación de la depresión postmoderna? ¿Esta manifiesta a lo Otro de
Dios? ¿O a un nuevo Cuerpo de Dios universal, que ya no es nombrable como el de
Dios? El libro de Feld es una invitación a pensar más allá estas cuestiones.
Palabras
clave: Interioridad occidental; depresión postmoderna; apocalipsis; redención;
lobreguez de Dios; lo Otro de Dios; condenación; predestinación; horror religiosus; transfiguración.
¿Hay algo más ajeno a nuestro mundo que la
melancolía? Una melancolía que podemos conocer sólo como depresión, aunque de
esa manera desconocemos o repudiamos lo que fue una vez un vasto mundo, y un
mundo inseparable de una interioridad únicamente occidental. La melancolía era
entonces un mundo humano universal, poseyendo aparentemente a cada uno, así
como el estado no melancólico era aparentemente imposible, o era posible sólo
para los santos o los dementes. Ahora la melancolía ha resucitado virtualmente
de los muertos, como ocurre en Melancholy
and the Otherness of God, de Alina Feld[1],
cuya mayor fortaleza, así como su mayor originalidad, radica en su análisis
teológico. Dejando a un lado a Soren Kierkegaard, cuyas investigaciones son
sólo suyas absolutamente, ésta es tal vez la única investigación teológica
detallada de la melancolía nuestra, aunque hace uso de una fundamentación
fuertemente filosófica, porque esta es una genuina obra de teología filosófica.
No obstante, esta es una teología filosófica que
incorpora, así mismo, los ámbitos psicológico e imaginativo; en efecto, una
teología filosófica verdaderamente nueva es virtualmente creada; una que es profunda
exposición de las honduras de la melancolía que, de otro modo, se encuentran
totalmente obnubiladas. El libro concluye con una investigación de la depresión
moderna como el mismo apocalipsis, un apocalipsis hecho posible solamente a
través de travesías interiores hacia las profundidades de la lobreguez, y si
esta lobreguez es el mismo Infierno, sólo
es un descenso al Infierno que puede realizar realmente el apocalipsis. Así,
las honduras de la melancolía son develadas aquí como esenciales para una
liberación genuina o una redención; de este modo, nuestras fantasías más profundas sobre la
redención no sólo terminan, sino que se transfiguran, y se transfiguran
iniciándonos en las realidades más profundas de la melancolía. Ahora debe
reconocerse que no hay nada más velado en la teología moderna que la propia
redención, una redención ampliamente expuesta en la teología clásica, y tal vez
en ningún otro punto existe una mayor brecha entre la teología moderna y la
clásica. Así, también la redención o una última liberación se explora
profundamente por la filosofía clásica y se encuentra crecientemente ausente en
la filosofía moderna, y cuando es renovada por Martin Heidegger, esto tiene un
efecto último sobre la filosofía moderna, y uno inseparable de la profunda
investigación de la Angst en Being and Time. Por supuesto, esto se
hace posible solamente por Kierkegaard; y Feld se encuentra también, en gran
medida, bajo el impacto de Kierkegaard, un Kierkegaard que creó en profundidad una
filosofía de la melancolía.
Ciertamente, esto tuvo un enorme impacto en la
teología moderna, así que Feld se ubica en gran medida en la tradición de la
teología moderna, una teología cuya fortaleza se halla en la exposición de la
lobreguez más bien que de la luz. Ése es el contexto en el que debe entenderse
a Feld, y teológicamente su obra debe aceptarse como una exposición de la
lobreguez de Dios, y de la absoluta lobreguez de Dios. Si bien es ajena al
cuerpo de la teología en su mayor parte, no es ajena a la teología más profunda,
como se manifiesta tal vez, mayormente, en el propio Agustín, quien creó la
teología occidental y lo hizo así, para decirlo con máyor precisión, en su
creación de la doctrina de la predestinación, que hasta este día es ajena a
toda la teología oriental. Mientras que la predestinación no se menciona en el
libro de Feld, su contraparte está allí en su comprensión de la absoluta
necesidad de la melancolía para la redención, porque precisamente como en la
doctrina de la predestinación, la redención es imposible separada de la
condenación, y la redención del elegido imposible separadamente de la
condenación de la gran mayoría, así que la doctrina de la predestinación es un
verdadero horror religiosus. La
comprensión de la melancolía por parte de Feld puede entenderse como tal horror, porque es una melancolía más
profunda la que nos inicia en la absoluta lobreguez de Dios, una lobreguez
desconocida de modo separado de dicha melancolía, y una lobreguez de la que no
se puede escapar una vez que se conoce esta melancolía.
Aquí la lobreguez de Dios no puede entenderse
como la ocultación de la luz absoluta al hombre, sino mayormente como la pura
lobreguez en sí misma, una lobreguez que es verdadero horror y el origen último del horror mismo. Quien conoce la melancolía
profunda, conoce inevitablemente este horror, porque conociendo esa melancolía
se conoce el No absoluto de Dios, y lo conoce como No y solamente No, o como lo
de lo que Feld habla como "lo Otro de Dios". Éste es un Otro aparte
del cual no podemos entender la melancolía profunda, de ahí que éste resulta
ajeno a aquellos a quienes William James conocía como los que han nacido una
vez o los de mente sana, y que, sin embargo, no escapa a aquellos que James
conocía como los nacidos dos veces, o las almas enfermas. Sí, esto es en el
lenguaje de Kierkegaard la enfermedad mortal, pero ésta es una muerte que es
absolutamente necesaria para la redención, exactamente como la melancolía
profunda es necesaria para la redención, una redención completamente irreal
separada de esa melancolía. En consecuencia, lo Otro de Dios es absolutamente
necesario para la redención, y necesario como la otredad absoluta de Dios por
sí misma, si es sólo en la melancolía profunda que podemos conocer realmente lo
Otro de Dios, un Otro que es el absoluto
No de Dios, el No que hace posible,
finalmente, un Sí absoluto.
En un sentido muy irónico, Melancholy
and the Otherness of God es
finalmente la promulgación de un Sí absoluto, un Sí que sólo es posible a
través de lo Otro de Dios, un Otro que se manifiesta realmente sólo a través de
la muerte o el auto-vaciamiento o la auto-negación de Dios, pero entonces se
libera el cuerpo de la muerte absoluta o de la otredad, y se realiza para
nosotros a través de las profundidades de la misma melancolía. A través de esa
melancolía, podemos realmente degustar lo Otro de Dios, y tener el gusto de éste
en el mismo centro de nuestro propio ser, y si la melancolía se ha convertido en
depresión en nuestro mundo, ésta es una depresión en la cual lo Otro de Dios se
encuentra por completo escondido, y podemos solamente paladear la lobreguez de
nosotros mismos. De ahí que no hay mayor misterio para nosotros que la
depresión o la depresión profunda, una depresión que es verdaderamente otra que
la melancolía profunda, porque en esa melancolía podemos conocer y paladear lo
Otro de Dios, mientras que en la depresión profunda podemos sólo conocernos o
degustarnos nosotros mismos.
Así que ¿cómo Feld puede atreverse a tratar de
entender la depresión moderna como el apocalipsis mismo? ¿Es ése un intento de
entender dicha depresión como una melancolía profunda, aunque disfrazada, o es
una apertura a una melancolía nueva, incluso absolutamente nueva, hecha posible
sólo por el advenimiento de un mundo absolutamente nuevo? Si dicho advenimiento
ha ocurrido, podríamos esperar ciertamente una absoluta transformación de la
depresión y, tal vez, una melancolía totalmente renovadora. ¿Cómo podría
manifestarse lo Otro de Dios en dicha melancolía? ¿Se manifestaría por más
tiempo como Dios, o como una dimensión o expresión de Dios? ¿O daría nacimiento
a un Cuerpo de Dios absolutamente nuevo,
y por vez primera un Cuerpo de Dios universal, tan universal que ya no se
manifieste o sea nombrado como Dios? Éstas son las cuestiones que suscita este
libro, y que suscita inevitablemente por su exploración en profundidad de la
melancolía, revelando con ello las profundidades de la melancolía para
nosotros, profundidades que nos llaman a una profunda transfiguración.
[1]
Alina N. Feld, Melancholy and the
Otherness of God: A Study of the Hermeneutics of Depression, Lanham, MD:
Lexington Books, 2011.
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