Gregory J. Walters. "El problema nuclear y su 'solución'." Capítulo IV de: "Karl Jaspers y el rol de la Conversión en
la Era Nuclear." Tomado de: Karl Jaspers and the Role of
"Conversion" in the Nuclear Age. Chapter Four, "The Nuclear Problem and its 'Solution'," University
Press of America, 1988, p. 89-120.
La presente versión al español ha sido traducida del original en inglés por Gladys L. Portuondo y se publica en este blog con el permiso del autor, Gregory J. Walters.
La presente versión al español ha sido traducida del original en inglés por Gladys L. Portuondo y se publica en este blog con el permiso del autor, Gregory J. Walters.
4.0 Introducción
El movimiento de
nuestro pensamiento ha oscilado, hasta ahora, desde el giro de Jaspers hacia el
pensamiento histórico-político, al final de la Segunda Guerra Mundial y los
albores de la era nuclear en 1945 (Capítulo Uno), a los fundamentos históricos
y epistemológicos (Capítulos Dos y Tres) en los cuales debe ser situado su
análisis del problema nuclear. Jaspers se encontraba cerca de los setenta años
cuando empezó a pensar seriamente acerca del problema, y su aproximación se
desarrolló tanto desde el contexto de su filosofía de la historia, como desde
su pensamiento fundamental. Durante el periodo inmediato posterior a la guerra,
estuvo preocupado por los riesgos del gobierno total, la planificación total y
la posibilidad de la destrucción absoluta en el camino hacia un nuevo orden mundial
legalmente fundado.[1] No
obstante, el año 1950 y el ensayo "Das Gewissen vor der Bedrohung durch
die Atombombe," marcaron el verdadero comienzo de su concentrado análisis
de los problemas morales, políticos y existenciales que se originaron por la invención de la
bomba atómica. Las ideas de este ensayo fueron ampliadas posteriormente en el
otoño de 1956, cuando ofreció su radio-conferencia alemana, "Die Atombombe
und die Zukunft des Menschen." Esta alocución, a su vez, proporcionó la base para su importante obra con el mismo título, en 1958.[2]
Su discurso de aceptación, "Wahrheit, Freiheit und Friede," en el
otorgamiento del premio alemán de la paz por el libro, le dio la oportunidad de
hablar sobre los tres pre-requisitos de la paz:
En primer lugar, ninguna paz exterior es sostenible sin
la paz interior de la humanidad. En segundo lugar, la paz existe sólo a través
de la libertad. En tercer lugar, la libertad existe solamente a través de la
verdad.[3]
El enemigo mortal de la verdad es el totalitarismo, habiéndose
referido anteriormente, en 1954, a la lucha contra éste en su ensayo "Im
Kampf mit dem Totalitarismus."[4]
Con estas fuentes a la vista, debemos preguntarnos ahora:
¿Cuál es la interpretación y la "solución" de Jaspers al problema
nuclear? No hay, por supuesto, una "solución" definitiva al problema;
de hecho, la idea de que podríamos "solucionar" el problema se apoya
en la falsa premisa del "intelecto," según la cual todos los
problemas son solubles, y aquéllos que no lo son, son de este modo porque
estamos haciendo la pregunta equivocada.[5]
Esta es la razón por la que Jaspers nunca ofreció una respuesta definitiva a la
pregunta "¿Qué debo hacer?" en la situación nuclear. Su tratamiento
del problema servía solamente para la orientación y la aclaración. "Para
el mero pensamiento," escribe, "no existe solución que pudiera
resolver [...] la acción según instrucciones, ningún pensamiento traerá la
solución del misterio -las acciones innumerables de personas innumerables que
se han preparado para esto pensándolo de principio a fin."[6]
El objetivo de este capítulo no es agotar el contenido
del problema y de su "solución," lo que resulta imposible dado su
alcance, sino más bien describir a grandes rasgos las líneas más destacadas del
análisis de Jaspers durante el periodo original de la Guerra Fría. El intento
de reconstruir los elementos principales de su diagnóstico y de su pronóstico
resulta imperativo si nos mantenemos fieles a su método abarcador, así como
para analizar más adelante, dentro del contexto de su filosofar como un
todo, las "conversiones" necesarias en la ciencia, la moral y la
política, y la religión.
Limitaremos estructuralmente nuestro enfoque a una
exposición resumida de las líneas más importantes del análisis diagnóstico de
Jaspers, según los términos de la doble posibilidad de la aniquilación y el
totalitarismo (4.1). A la vez, nos ocuparemos del interés del filósofo por la orientación
"supra-política" de una "nueva política"(4.1.1) y destacaremos
su postura personal en relación a la cuestión del uso de la bomba atómica en
defensa de la libertad occidental (4.1.2). Moviéndonos hacia la prognosis de
Jaspers, aclararemos brevemente el triple rol de la "conversión" en
la ciencia, en la moral y la política, y en la religión, centrándonos en el rol
de la "conversión" de la kirchliche
Religion a la fe filosófica en la era nuclear (4.2).
4.1
La doble posibilidad: la aniquilación y el totalitarismo
Jaspers describe el problema nuclear en términos de las
alternativas posibles, aunque no absolutamente seguras, que se encuentran entre
la aniquilación humana y el totalitarismo.[7]
En primera instancia, la bomba representa, esencialmente, tanto un "nuevo
paso," como un "nuevo
factor" en el significado y en las consecuencias de la guerra, en la
medida en que la humanidad posee ahora
la capacidad para la aniquilación. Tres peligros específicos, relacionados con
el desarrollo de la bomba, son: (1) los peligros inherentes al uso de la
energía nuclear y a las pruebas de la bomba de hidrógeno; (2) los peligros de
una destrucción sin precedentes, si el uso de las armas nucleares se realiza de
nuevo en otra guerra nuclear; y (3) el peligro de la posible extinción de la
humanidad en sí misma, como resultado de las muertes por la guerra nuclear y
del efecto acumulativo del polvo radiactivo en la guerra. Mientras que estos
tres peligros son reales, el "nuevo factor" de la posible extinción
no ha sido adecuadamente afrontado por la mayoría de las personas. En vez de
eso, nos desviamos hacia los graves temas que se relacionan con esto y que
actúan como anestésicos contra el gran peligro de la extinción. La renuencia a
reconocer los peligros, por supuesto, contribuye al posible desastre, y nos
mantiene apartados de la "revolución" necesaria en nuestro modo de
pensar y de actuar.
No se trata de la mera posibilidad de que la aniquilación
humana pueda ocurrir, sino de que, según lo advierten los científicos, es
altamente probable que llegue a
ocurrir. Y sin embargo, Jaspers considera que esta opinión es un "juicio
del intelecto" negativo (Urteil des
Verstandes),[8] un
pronóstico que no es seguro en absoluto. Una predicción del desastre atómico,
aún cuando resulta altamente probable, no es un conocimiento con certeza, igual
al conocimiento científico. Porque la historia no está determinada tanto por
leyes naturales inexorables, como lo
está por los actos de los seres humanos en su libertad. El intento de
determinar la historia por anticipado es científicamente falso y resulta
destructivo para el filosofar auténtico. Las predicciones de la destrucción
atómica son destructivas para la filosofía, porque niegan la libertad y la
responsabilidad humana.
Y aún así, es sólo a través de la defensa de la amenaza
verdaderamente real de la aniquilación, siempre frente a nosotros, que la
probable destrucción de la especie podría hacerse improbable. Esto es lo que el
Dr. Robert J. Lifton ha denominado más recientemente como "imaginar lo real," tomando en
préstamo la expresión de Martin Buber.[9]
La ansiedad existencial respecto a la aniquilación potencial de la humanidad es
un factor positivo, según Jaspers, en tanto la amenaza proporciona por sí misma
una posibilidad de que la humanidad resuelva el problema.[10]
El primer paso, por lo tanto, es incrementar este temor, de modo que los
ciudadanos de los estados que constituyen potencias nucleares puedan transformar el ethos de la sociedad y llevar
así adelante políticas racionales. A su vez, ellos actuarían según el principio
de que la comunicación racional y la paz son posibles para el mundo. Y aún
cuando el temor es una respuesta natural y positiva a la amenaza de la
aniquilación, una "paz perpetua" no puede estar fundada en ese temor,
lo cual se presupone en el equilibrio atómico del terror.
Ahora bien, el problema de la aniquilación resulta
igualado sólo por la amenaza del totalitarismo.
Jaspers nunca identifica a éste simplemente con la dictadura, o con el marxismo
o la teoría racial.
El totalitarismo no es el Comunismo, ni el Fascismo ni el
Nacionalsocialismo, pero ha aparecido en todas estas formas. Es la amenaza
universal, terrible, del futuro de la humanidad según un orden de las masas. Es
un fenómeno de nuestra era, separado de toda política gobernada por principios
de una existencia histórica nacional de legalidad constitucional [...] Para
hablar en términos míticos, éste parece ser algo sin alma, demoníaco, que se
apodera de todos -de aquellos que se deslizan hacia éste, así como de aquellos
quienes, medio a sabiendas, lo llevan a cabo. El totalitarismo es como un
espectro que bebe la sangre de los vivos y de este modo logra su realidad,
mientras las víctimas continúan existiendo como una masa de cadáveres
vivientes.[11]
Las fuentes de la concepción del totalitarismo en Jaspers surgen naturalmente del ámbito de su experiencia bajo el
Nacionalsocialismo y del preciso análisis de Hannah Arendt de los orígenes del
totalitarismo.[12] Desde
un punto de vista sociológico, el totalitarismo prospera dondequiera que haya
ocurrido un rápido cambio histórico o
dislocación, como resultado de la transformación tecnológica de la existencia.
El gobierno total se aprovecha de esta ruptura de los vínculos con cualquier contenido histórico sustancial, a
fin de ofrecer su propio programa como un medio de salvación. A su vez, los conflictos de lealtad sobrevienen a lo
largo de tres líneas: la lealtad al país, al principio de gobierno del estado,
y al yo y la Trascendencia.
En el primer caso, todos los totalitarios dicen estar
defendiendo a la "patria," y ven a sus oponentes como
anti-patrióticos. Esto sucedió en Alemania con el plebiscito de libre votación
de enero de 1935, en un momento en el que el Nacionalsocialismo pudo haber sido
derrotado. En vez de eso, el noventa y uno por ciento votó por "volver al
hogar del Reich," lo que atestiguó la pérdida de lazos sustanciales. En
opinión de Jaspers, ese voto fue "un simple truco para convocar una
lealtad que igualaría a la patria con su régimen político, incluso si ese
régimen arranca de raíz las verdaderas bases de la ética de la patria."[13]
En segundo lugar, Jaspers advierte contra el
totalitarismo que oblitera tanto la libertad, como la dignidad humana,
alterando la lealtad al principio de gobierno del estado. El totalitarismo y la
libertad democrática son, en principio, extraños entre sí, porque el gobierno
total no permite que exista oposición dentro del estado a través de partidos o
de forma legal. El gobierno total socava tanto la letra, como el espíritu de la
constitución, que asegura la libertad por medio del derecho y de la ley. Esto sucedió también en Alemania en
1933. Hitler tuvo éxito en llegar al poder como resultado de dos actos
fraudulentos e ilegales, porque los nacionalistas alemanes "soñaban con
ser capaces de usar el Nacionalsocialismo, al cual ellos despreciaban, como un
medio para sus propios fines de poder político, manteniendo el control sobre
éste." Primero, el Reichstag
expulsó ilegalmente a los comunistas; a su vez, aprobó la "ley
habilitante," que era equivalente a la derogación de la constitución por
medios legales. En ese momento no se entendió que este único acto irreversible
constituiría "el suicidio de la libertad política" en Alemania.[14]
El gobierno total erradica, más que todo, la libertad de
asamblea, la cual se encuentra en el centro de los sindicatos, así como de los
partidos de oposición. El pluralismo político es transformado en un partido
único, que dice identificarse con los trabajadores y campesinos. En el proceso,
los trabajadores pierden el derecho a la huelga porque, en teoría, como
propietarios de la industria a través del estado, ellos estarían en huelga
contra sí mismos. La propiedad privada es sustituida por el control estatal de
los medios y modos de producción, en la forma de pequeñas elites de poder
gobernantes que, realmente, se convierten en explotadoras. "Las
diferencias en ingresos, niveles de vida y lujos son mayores, de hecho, que en
los países 'capitalistas'. Los trabajadores y campesinos han perdido su
libertad en nombre de la copropiedad sobre toda propiedad, lo que deja de
influir en su estado real de indefensa explotación."[15]
Al final, cada uno se convierte en "función." Y a fin de mantener su
norma de terror, el gobierno total requiere de constantes purgas y
persecuciones dentro de la máquina del partido, del ejército, de la policía, de
la administración industrial e incluso del campesinado.
En tercer lugar, el totalitarismo erradica la lealtad al
yo y a la Trascendencia. Para desarrollarse, el totalitarismo requiere de
individuos que no quieren ser sí mismos, sino que en su lugar prefieren la
obediencia y el placer de "funcionar" en vez de la verdad. Si el
gobierno total moderno ha sido posible solamente debido a la tecnología, Jaspers
insiste en que la tecnología como tal no lo produce. Es más bien el principio de la mentira, el que le
proporciona su naturaleza
particularmente aberrante. A través de la mentira y la falsedad, un
liderazgo totalitario es capaz de monopolizar completamente la verdad. Como en
el ya clásico Mil novecientos ochenta y
cuatro, de George Orwell, las palabras pierden todo su significado, y son
manipuladas para la justificación ideológica. "Al sofisticado uso de los
paralogismos," escribe Jaspers,
"el Comunismo añade el sofisticado uso de los giros de la
dialéctica. Éste justifica todo lo que en el momento se quiere y se ordena que
ocurra, transformando el negro en blanco y la A en la Z."[16]
(El "discurso sobre las armas nucleares" contemporáneo, según el cual
"más armas nucleares igual a menos armas," encuentra aquí un
paralelo.) Con la pretendida verdad en manos del liderazgo estatal, la
supremacía del poder se convierte también en la aparente supremacía en la
justicia. Los controles legales se hacen superfluos, y cualquier acto de
crítica contra el liderazgo del partido es visto como un acto de guerra o de
criminalidad. La libertad de la acción política, de asamblea y de la actividad
partidista se hace insensible a la falsedad y a la complicidad. En contraste
con esta atmósfera envenenada de mentira, falsedad y temor, sólo un área común
de libertad y verdad puede unir a los individuos. La verdad es el único
"ámbito de encuentro para el hombre como tal," escribe Jaspers, "incluso para los enemigos encerrados en
una batalla de vida o muerte."[17]
Jaspers advierte repetidamente que una vida vivida en la libertad puede
nutrir, paradójicamente, el crecimiento de posturas y estilos de vida que
imperceptiblemente podrían conducir a nuevas formas de totalitarismo. Ésta es
la razón por la que la lucha contra el totalitarismo tiene que ser librada en
ambos frentes, el exterior y el interior. Internacionalmente,
la libertad tiene que ser protegida de los proyectos totalitarios de conquista,
enfrentando la fuerza con la fuerza donde sea necesario. Domésticamente, los individuos libres "deben capturar el
peligro en sus propias tendencias totalitarias y llevar a cabo constantemente
una verdadera purificación (Reinigung),
a través de los medios de la libertad en sí misma."[18]
Jaspers habla de esta lucha interna por la libertad en tanto es una batalla por
la "libertad cultural," y reprocha a aquellos anticomunistas que
lucharían contra el Comunismo con métodos totalitarios.[19]
Para abreviar, la lucha contra el totalitarismo tiene que ser entendida como
una lucha por la libertad política, tanto
como por la libertad moral.
El enemigo no es el Comunismo en sí mismo, ni Rusia en sí
misma, aunque hoy (1954) ambos son encarnaciones del totalitarismo y, como
tales, enemigos absolutos. La lucha es una batalla por la libertad dentro de
los países libres. Dejaría de tener
sentido si fuéramos a perder en casa lo que estamos tratando de defender
del ataque exterior. La batalla interna por la auto-preservación de la libertad
y de sus posibilidades [...] llega a ser un arreglo de cuentas con nosotros
mismos [...] Es en esta tarea que nuestras fuerzas se encuentran, o se dividen
o crecen confundidas en la simple cuestión básica de nuestro destino espiritual
y de sus consecuencias en la realidad política.[20]
La doble posibilidad de la aniquilación y del
totalitarismo, entonces, constituye la interpretación de Jaspers del problema
nuclear. Como él lo señala en el comienzo de su libro, "a través de una,
perdemos la vida; a través de la otra, una vida digna de ser vivida. Ambas posibilidades
extremas nos llevan hoy a una toma de conciencia de lo que queremos, de cómo
desearíamos vivir, de para qué tenemos que estar preparados."[21]
Ambas posibilidades han transformado la situación presente en un
"límite" para la humanidad como un todo.
4.1.1 La
orientación "supra-política" de una "nueva política"
¿Qué vamos a hacer ante estas posibilidades? La
indignación moral contra el uso de la bomba atómica no mejorará la situación. A
lo largo de la historia la gente se ha indignado por los avances y la
sofisticación de los armamentos, pero esto no ha logrado detener la marea de
los inventos tecnológicos como resultado de la investigación y el progreso. Por
otra parte, una "prohibición" contra la bomba sería efectiva sólo si
fueran instituidos los controles mutuos, internacionales, de las armas. Aún
así, los controles internacionales de
armas sólo proporcionarían una certeza relativa de que la bomba atómica no será
usada. Él se orienta a la conclusión lógica de que la bomba puede ser abolida y
de que una paz mundial duradera puede ser establecida solamente si la guerra
como tal es abolida. Porque "en la medida en que no hemos eliminado la
guerra como un instrumento de la política, la bomba H tiene todavía una
oportunidad de triunfar, más temprano o más tarde."[22]
Un movimiento hacia la paz mundial, empero, podría ser
logrado solamente por medio de una "nueva
política," apoyada en las
premisas de la libre voluntad y de una evaluación racional de la realidad de la
situación político-militar mundial. En tanto la libre voluntad sostiene que el
derecho y la justicia deben gobernar en lugar de la fuerza, la realidad humana
reconoce al mismo tiempo que en el mundo las sociedades nunca serán
perfectamente justas. La condición humana es tal que la ley y el orden -el cual
necesita un mínimo de fuerza para sostenerse a sí mismo- existen en unión con alguna injusticia, de
modo inevitable.[23] Sin
embargo, dada la condición del homo
politicus, deberían seguirse
cinco principios de la paz mundial.
(1) Los tratados deben ser reconocidos en tanto
legalmente vinculantes, y deben ser cumplidos por medio de una fuerza
internacional de paz.
(2) La ley internacional requiere la renuncia a la
soberanía absoluta.
(3) La decisión de la paz requiere internacionalmente la
comunicación irrestricta, la publicidad y la no censura.
(4) Las naciones deben preocuparse también de los asuntos
internos mutuos.
(5) La vía para la revisión pacífica de todas las
relaciones, de las divisiones políticas injustas y de los tratados debe dejarse
abierta.
Dichos principios son de hecho repudiados por los estados
políticos modernos. La "vieja"
política maquiavélica se mantiene como antes, y la situación se exacerba
por el hecho de que las naciones no occidentales están apropiándose de la
tecnología europea -frecuentemente sin contar con los correspondientes sistemas
políticos democráticos- , añadiendo de este modo combustible a los fuegos de la
cruenta disputa entre Rusia, Estados Unidos y la Alianza Occidental. La
situación sigue siendo paradójica. Ya que toda invención tecnológica se
convierte eventualmente en conocimiento común, la paz es preservada solamente
al precio de una carrera armamentista y de la pax atomica. Jaspers está convencido de que esta clase de paz
conducirá de hecho al holocausto nuclear, si no se transforma en la base para
una paz duradera.[24]
Considerar el equilibrio del terror como una solución es
sólo una vía de salida fácil -y extremadamente peligrosa. Para los hombres resulta
factible seguir viviendo como lo han hecho en el pasado, sin obligarse a enfrentar el terrible problema de
la destrucción atómica.[25]
La idea de eliminar la guerra del curso de la historia
humana parece irreal, por supuesto, para los llamados "realistas"
políticos, lo mismo que la idea moralista de que podría haber un cambio de la
humanidad de igual modo se les antoja ingenua e irreal en sus exigencias.
Seguramente, con demasiada frecuencia el idealismo moral condena simplemente
los eventos en nombre de sus exigencias objetivas. Y sin embargo, Jaspers critica
al "realista" que para justificar su "realismo" se refiere tanto a la larga historia de las
guerras y conquistas, como a la naturaleza sórdida de la existencia humana.
Guiado por una perspectiva pesimista de la historia y del futuro, el
"realista" sólo realiza planes para la política del momento. Sólo
está interesado en no perturbar el status quo político. No pregunta si los
motivos humanos son verdaderos o correctos, sino sólo sobre su efecto político.
Cuando el "realismo" político se hace absoluto, se convierte en una
doctrina política despiadada, como en la teoría hindú de Kautilya o en el incalificable maquiavelismo. Pero incluso para
Maquiavelo hay dos límites que no se pueden traspasar: la virtu del gran estadista, quien continúa su camino exitoso en los
conflictos, aliado con la fortuna.
Ambos constituyen fuerzas "supra-políticas" que ayudan a conformar la
sustancia de la realidad política. Como reconocieron Tucídides y De
Tocqueville, los "grandes estadistas" siempre quieren más que el mero
"realismo" o realidad para
fundamentar las normas de la acción política.[26] Dicho brevemente, el "realismo
político" es insuficiente y se hace irrazonable cuando se convierte en
absoluto en la forma de una Realpolitik, la
cual quiere el poder por sí mismo. Abandonada a sus propios medios, la Realpolitik conducirá al nihilismo y, de
hecho, a la total perdición.
La continuación de la "vieja política" y el
equilibrio del terror fallarán eventualmente. Aún si la humanidad lograra una
política basada en principios legales generales -tal como la idea de los grupos
de control de las pruebas nucleares y el control de las armas internacionales-,
éstos serían insuficientes, dado el curso normal, inescrupuloso, de la fuerza
en la acción política. Lo que en su lugar se necesita es una "nueva
política," la cual estaría guiada por un ideal "supra-político"
(Überpolitische), adecuado a la era
nuclear. En palabras de Jaspers, podemos llamarlo "ética, auto-sacrificio,
razón -aunque cada uno de ellos tres
depende de los otros, o es uno con ellos. La distinción es sólo una forma de
hacerlo comunicable."[27]
Los fundamentos para una "nueva política"
requieren una reflexión más profunda sobre el significado de la fuerza (Gewalt). Si se considera la paz como la
condición natural de la humanidad, entonces la guerra es la continuación de la
política por otros medios (Clausewitz). Si la violencia parece natural, no
obstante, entonces sería más apropiado invertir la famosa sentencia de Clausewitz y decir que "la política es la
continuación de la guerra por otros medios."[28]
Idealmente, el objetivo de la política no es reunir la mayor fuerza a fin de
mantener a todos y a cada uno de los otros estados bajo control sobre la base
del temor. Más bien, es subordinar la fuerza a la ley que se funda y está
orientada moralmente por ideales "supra-políticos." Por supuesto,
para ser efectiva la ley debe estar respaldada por la fuerza. El problema del
balance en esta delicada relación de la ley y la fuerza es particularmente
difícil a nivel internacional, donde la fuerza raramente opera desde una
institución común, similar a la fuerza policial dentro del estado.
El derecho es efectivo sólo si las decisiones de la
autoridad legal deben ser cumplidas por encima de toda posible resistencia. Es
cierto que la idea de un derecho objetivo, universalmente válido, es
persuasiva, pero ésta puede ser realizada solamente si las partes en oposición,
convencidas de estar en lo correcto e incapaces de llegar a un acuerdo, se
someten a la autoridad superior, porque
-tanto en los asuntos internacionales como en los domésticos- el que pierde
admite que la legalidad es mejor que la fuerza, aún en el caso de un fracaso de
la justicia. Si las partes no reconocen la autoridad y creen -entre los
estados- que tienen el poder suficiente,
el resultado es la guerra. Esto no ayuda a diferenciar entre guerras agresivas
o defensivas, o a hablar de guerras justas o santas. Estos juicios no son pronunciados
por la autoridad superior; son juicios partidistas aún si las partes no son
idénticas a los estados, sino que van más allá de sus límites.[29]
Además, en un mundo donde "el destino de la
tierra" (Schell) se encuentra vinculado al destino de cada individuo, los
"derechos del hombre" también se han hecho perentorios para una
"nueva política." Para Jaspers, esto es así porque los derechos
humanos "preceden la racionalidad, que los expresa por medio de palabras
pero no los inventa;" su significación sólo puede ser aprehendida si ellos
son experimentados a partir del "origen de la existencia humana."[30]
Lo mismo que con los principios de la paz mundial, el problema es que los
derechos humanos no son escuchados, y la
Realpolitik continúa utilizando, en
su voluntad de poder, cualesquiera métodos para su auto-preservación.
¿Puede la renuncia
pacifista a la fuerza mostrarnos una salida al dilema nuclear? Jaspers respeta el principio político de la "no
violencia" (Gewaltlosigkeit)
como lo encarnó Gandhi, pero una política de no violencia sacrificial no es
finalmente conveniente. Fue sólo debido a la democracia liberal británica, con
su reconocimiento de la libertad de expresión y con un refinado sistema legal,
que el testimonio de Gandhi respecto a la verdad fue posible. Bajo un régimen totalitario,
él habría sido silenciado rápidamente. Para "el rigor de las realidades
mundiales presentes, Gandhi no nos proporciona respuestas." [31]
La significación de Gandhi, no obstante, no descansa tanto en lo inadecuado de
su política de no violencia, como en su historicidad individual y su compromiso
con la verdad y el sacrificio. Gandhi encarnó las bases "supra-políticas" de la política a
través de su consistente principio de no violencia o principio de la verdad (satyagraha). Debido a que su vida estuvo
profundamente arraigada en los principios de la verdad y del ser que
trascienden la política, él vivió con coraje, así como sacrificialmente. La
vida de Gandhi permanece como un recuerdo inspirador de que el sacrificio, como
elemento del ideal "supra-político," es esencial a la verdadera
humanidad.[32]
Si el ideal "supra-político" ha de guiar una
"nueva política," entonces
Jaspers cree que éste tiene que ser capaz de motivar la acción política
constructiva en proporción a las demandas de la situación. Una "nueva
política" debe apoyarse en hechos y datos empíricos que correspondan a la
situación militar y política.[33]
¿ Cómo él caracteriza esta situación a mediados de la
década de 1950? En primer lugar, Estados Unidos y Occidente son vistos como muy
inferiores militarmente a Rusia en armas convencionales. Mientras que Rusia se
está poniendo al día con Estados Unidos en armamento nuclear, ella es superior
en los misiles de lanzamiento de ojivas nucleares. Las declaraciones de Rusia a
los efectos de que ella no sería la primera en usar la bomba, son más que todo
"propaganda," y el intento de los norteamericanos consistente en
distinguir entre las armas nucleares tácticas y estratégicas es
"auto-engañoso." En su opinión -y éste es un asunto que los teólogos
morales, los filósofos y los estrategas continúan debatiendo en nuestros días-,
el uso de cualquier armamento
nuclear, aún de los tácticos, sería sin duda una escalada a la guerra total.
Rechazarlo es simplemente un auto-engaño.
En segundo lugar, la situación mundial se caracteriza
políticamente por la completa división del mundo, el fin de la expansión
colonial europea y la liberación de los pueblos
respecto al gobierno europeo. El conflicto entre Occidente y sus
anteriores colonias atraviesa el conflicto entre Rusia y Europa con Estados
Unidos, entre el totalitarismo y la libertad. En la batalla entre los rusos y
la Alianza Occidental, la "hegemonía," la "sumisión," y las
"esferas de influencia" mantienen una suerte de paz, pero no
proporcionan un fundamento para un nuevo
"orden mundial." Junto a Kant, Jaspers avizora dicho orden mundial
en términos de la libertad de
confederación, más bien que como un gobierno mundial. Los políticos rusos, en
rígido contraste, sólo quieren una clase de orden mundial: "la conquista del mundo con el objetivo
del gobierno total como solución universal."[34]
Si la " solidaridad occidental" va a ser real,
ésta debe, por lo tanto, tener una comprensión precisa de la naturaleza y la
función del totalitarismo, y la "neutralidad" política occidental
tiene que ser el privilegio exclusivo de los estados pequeños. Holanda y Suiza
son para Jaspers naciones ejemplares respecto a esto. Ellas han servido como
faro de la humanidad durante el variado curso de la historia política europea.
Pero la neutralidad no es "neutralismo." Y en un mundo en el
cual han aparecido formas increíbles de
totalitarismo, un "neutralismo" que no quiere ser lanzado en la
antítesis política de libertad y
totalitarismo es, simplemente, imposible.
En tercer lugar, el problema de la condena atómica ha
alcanzado apenas solución por parte de las Naciones Unidas y de sus intentos
por lograr la paz mundial. Las debilidades de la ONU se centran en su Carta y
en su fracaso como institución legal. Jaspers identifica seis insuficiencias
sobre la base de los diez años de existencia de la ONU:
(1) El poder ejecutivo no depende de la ONU, sino
únicamente de las políticas de los poderes soberanos.
(2) Las resoluciones de la ONU no se ponen en práctica.
(3) Los estados que están en desacuerdo con los objetivos
de la ONU la usan a favor de sus propias políticas.
(4) La atmósfera es de propaganda, no de leyes.
(5) La ONU se ve frustrada por la injusticia.
(6) La autoridad de la ONU sirve como medio para evadir
la responsabilidad.[35]
Lo que se necesita es una revisión de la Carta, que
tendría por objeto suprimir el derecho de veto, expulsar a los países
infractores que violen la ley y establecer una fuerza militar de la ONU, capaz
de mediar en los conflictos, con la fuerza, allí donde es necesario.
Finalmente, reiterando temas de su pensamiento
histórico-político más temprano, él ve en la presente situación mundial la
persistente "crisis" de decadencia en confrontación con las formas
tradicionales de vida, creencias y
pensamiento que el desarrollo tecnológico ha provocado. El impacto de la
tecnología sobre la vida y las creencias ha afectado por igual a los
occidentales y a los no-occidentales, y ha tenido como resultado una unidad de
la comunicación con base en la tecnología. La cuestión importante es si esta
unidad evolucionará o no hacia una "comunión mundial del espíritu
humano," o si proporcionará una base para el mutuo rechazo, el odio y la
manipulación totalitaria.[36]
Una cosa resulta cierta: la situación presente cambiará militar, política y
demográficamente en el futuro. Con el aumento de la proliferación nuclear
horizontal y la difusión del material fisionable hacia las naciones más
pequeñas, el mundo conocerá verdaderamente lo que es vivir "sobre un
volcán." Los cambios tecnológicos
afectarán los métodos de trabajo y los patrones socio-económicos en tal forma,
que se necesitará hacer grandes sacrificios. La economía, como la política,
tendrá que apoyarse sobre el ideal "supra-político," aún cuando utilice el análisis científico para
valorar los problemas económicos, a menos que caiga presa del reduccionismo
materialista. Y con el mundo cerrado a la emigración, el problema de la
superpoblación tendrá que ser satisfecho a través de una exigencia
político-moral de control natal, no sea que las situaciones demográficas
conduzcan, como en el pasado, a guerras territoriales.[37]
Así, dado este análisis de la situación mundial, Jaspers
sostiene que una "nueva política" tiene que tener dos objetivos
primarios: "liberación y auto-preservación" (Freilassen und Selbstbehauptung). Lo primero exige la verdad al
tratar honestamente con las antiguas zonas coloniales. Lo último requiere la
protección de las libertades occidentales, mientras trabaja a favor de un nuevo
orden mundial con base en una futura "comunicación de la razón."[38]
4.1.2
La posición de Jaspers en relación al uso de la bomba
Debido a que los principios de la paz mundial son
repudiados y la "vieja política" continúa, Jaspers debe responder, no
obstante, hasta qué punto se podría extender
el objetivo de la "auto-preservación." Él ha de confrontar la
cuestión más difícil de todas: ¿Podría
usarse la bomba atómica por el bien de la auto-preservación contra las fuerzas
del gobierno total, si hubiera que tomar una decisión en el momento extremo?
Jaspers advierte que la cuestión del uso de la bomba no
debe ser aislada de la realidad militar y política existente. Ciertamente, la
disuasión nuclear favorece alguna posibilidad de que ésta nunca será utilizada;
incluso Hitler no usó el gas venenoso porque temía que éste sería empleado en
retaliación contra sus fuerzas. Pero esto no garantiza que la bomba no será
usada en el futuro por alguien con la voluntad y el poder de hacerlo así, tal
vez, incluso, alguien forzado por un estrafalario "impulso suicida."[39]
Por lo tanto, siempre y cuando el empleo de la bomba por los rusos (sic) sea posible, él ve la renuncia
absoluta a su uso como una violación al principio de la
"auto-preservación." Ya en 1950 él había sostenido que la amenaza del
totalitarismo nunca debe ser ignorada ni
silenciada por los horrores de la destrucción atómica.
En el momento extremo -donde la cuestión es ser o no ser
en la lucha de ilimitada vigencia, donde la cuestión es la libertad o la
esclavitud- estar preparado para liberar
toda la energía, pero renunciando al uso de la bomba atómica o de un arma peor
aún que todavía no se ha inventado, sería un curso de acción que nadie
aconsejaría en un punto en el cual la humanidad habría sido ya abandonada.[40]
Jaspers reiteró otra vez su posición afirmativa sobre la
cuestión del uso de la bomba en defensa de la libertad occidental en 1958. Pero su formulación de la cuestión resulta
ahora más matizada. Por una parte, toma
en consideración a aquéllos que renuncian al uso de la bomba de una forma
"indirecta" o "directa," y de otra, a aquéllos que
mantienen abierta la necesidad de su posible utilización dada la posibilidad de
otra guerra.[41]
Sostiene que la renuncia "indirecta" a la bomba deja abierta la
posibilidad para la manipulación y, eventualmente, para el chantaje. Hitler
puso en práctica a ambos antes de la invención de la bomba atómica. Por la
misma razón, la tesis "directa" de que la bomba atómica no debe ser
utilizada bajo ninguna circunstancia,
está respaldada por el imponente argumento de que si toda vida ha de ser
destruida a través de la guerra atómica, entonces la guerra en sí misma ha
perdido todo sentido, ya que la guerra total violaría la propia vida que está
destinada a proteger. Oponerse a este punto de vista ("sobrevivir a todo
precio") parece anti-humano y contrario a la preservación de la especie
humana.
En contraste, hay quienes se oponen a la renuncia al uso
de la bomba. Ellos insisten en los efectos igualmente letales del
totalitarismo. En esta perspectiva, un mundo transformado en un campo de
concentración es algo casi comparable incluso a la existencia animal. Ambas
posiciones, afirma Jaspers, están tratando con incertidumbres.
En todos estos argumentos a favor y en contra del riesgo
final, no debe ser olvidado que ambas posiciones cuentan con certezas que no
existen: con la extinción total de la
humanidad mediante las super-bombas, o con la total corrupción de la humanidad
bajo el gobierno total. Ni la decisión está segura de destruir la vida humana,
o bien una vida digna de vivirse. [...] no vemos hasta ahora ninguna posibilidad técnica de
destruir toda vida [...] nadie puede estar seguro de que el totalitarismo
aniquilaría finalmente la esencia humana junto con su libertad. El
totalitarismo podría cambiar y desintegrarse desde adentro. La existencia
humana podría encontrar un nuevo asidero en la libertad y así en su potencial.[42]
Haciendo retornar el debate hacia la "lucha
amorosa," en la que el factor de la incertidumbre proporciona un ámbito
común para los puntos de vista en competencia, Jaspers intenta superar la elección
entre la aniquilación y el totalitarismo. La comunicación racional, según cree,
rechaza aferrarse a cualquiera de los términos del dilema. Concluye que a
diferencia de los animales, la humanidad es libre de tomar riesgos por la
libertad. En ausencia de la certeza apodíctica acerca de si el uso de la bomba conduciría o no a la
aniquilación total, el valor de la libertad admite riesgos extremadamente
altos. El riesgo definitivo de la guerra atómica no sería un riesgo tomado con
el fin de morir, sino un riesgo por la libertad. En sus palabras:
¿Debe ser ahora el criterio definitivo, como nunca antes,
no el respeto por la vida como tal, sino el respeto por una vida digna de ser
vivida en la medida en que la libertad humana puede hacerlo?
Esta expresión no debe ser mal entendida: arriesgar la vida en una batalla con una
fuerza que todo lo viola, se diferencia radicalmente de todo acto contra la
vida en la locura eugenésica, la manía racista o el error médico. El respeto
por la potencialidad y por el valor de cada vida humana única impide la manipulación
de las vidas individuales que supuestamente carecen de dignidad.
El hombre nace para ser libre, y la vida libre que él
trata de guardar por todos los medios posibles es más que mera vida. Por lo
tanto, la vida en el sentido de existencia [Dasein]
-la vida individual así como toda vida-
puede ser cuestionada y sacrificada por el bien de la vida que es digna
de ser vivida.[43]
4.2
La "solución" de Jaspers: la
"conversión" humana en la ciencia, la moral y la política, y la
religión
Quienes continúan viviendo como han vivido antes, no han
comprendido el peligro. Concebirlo sólo intelectualmente no significa que éste
haya sido absorbido en la vida de uno. Sin un cambio de actitud la vida de la
humanidad se pierde para siempre. Para sobrevivir, el hombre tiene que cambiar
[...] la pregunta ¿Qué vamos a hacer? no puede ser ya ser respondida por más
tiempo mediante instrucciones de cómo esto debe hacerse: la pregunta puede sólo
responderse apelando a posibilidades adormecidas. La conversión no se puede hacer cumplir por la fuerza. Todo lo que
podemos hacer es señalar las realidades y articular las voces que por siglos
han estado pidiendo un cambio de actitud.[44]
Como lo señala Xavier Tilliette entre otros, el tema de
la "conversión" es el leit-motiv
del libro de Jaspers de 1958 sobre
la bomba atómica.[45] El
lugar central del cambio humano puesto de manifiesto en la conducta de la vida
de todos y cada uno de los individuos es también primordial en el tratamiento
inicial del problema por parte de Jaspers, en 1950:
Solamente con el cambio del mundo de los hombres, que es
uno con la conversión [Verwandlung]
del hombre, es posible la eliminación de la bomba atómica [...] Cada individuo
se enfrenta a la elección de la forma en que vivirá y trabajará [...] siempre que el propio ser personal no se haga
puro, fiel y fiable a través de la resolución [Entschluss] constantemente
renovada, la enfermedad se agrava y la destrucción por medio de la bomba
atómica se alienta, lo que sólo es un síntoma de esa enfermedad.[46]
Ahora bien, si la salvación física y política de la
humanidad depende de su "conversión" mediante nuestro ser y hacer en
el mundo, tenemos que hacer más preguntas sobre el contenido de este cambio.
¿Qué supone la Verwandlung de la
humanidad? ¿Qué áreas de la existencia están involucradas en este
"cambio" (Umkehr)?
En primera instancia, el llamado de Jaspers a la
"conversión" revela un giro desde el pensamiento abstracto,
intelectual, a una razón abarcadora dentro del ámbito de la ciencia. Él sostiene
que la esperanza de los científicos en la salvación, tal como se resume de
manera conmovedora por Einstein, se coloca erróneamente en la propia ciencia,
que trajo a la existencia las armas de destrucción atómica. Hay una profunda
verdad en la creencia de los científicos de que el espíritu de la ciencia debe
ser el de la verdad y la razón, pero éste es aplicable "sólo al origen de
la ciencia, no a la ciencia en sí misma, y no a la moderna actividad
científica -la cual, aunque de hecho
sigue avanzando, se separa del
origen."[47] Es el
espíritu de la filosofía el que realmente le proporciona significado a la
ciencia e ilumina los orígenes de la existencia humana.
La "conversión"
desde la "forma acostumbrada, intelectualmente autosuficiente de
pensar," a una razón abarcadora sobre la cual descansa el futuro de la
humanidad, no es sin embargo una calle de una sola vía, sino que en realidad
involucra dos pasos.[48]
El primero es desde el pensamiento meramente "intelectual" (Verstand), i. e., desde la planificación
y desde el conocimiento definido de lo que puede suceder, a un pensamiento
abarcador, racional (Vernuft) que
abre nuevas posibilidades. El segundo paso consiste entonces en retornar
nuevamente al pensamiento racional en
el mundo del conocimiento y la planificación. Ambos pasos son necesarios en
tanto "la razón presupone el intelecto, y el intelecto que trata de ser autosuficiente permanece
vacío."[49] Esta
razón abarcadora incluye la "visión práctica" (praktische Einsicht) que trasciende, por medio de la metáfora y la
"cifra," ese pensamiento intelectual que opera con objetos finitos.
Tanto la visión práctica, como el pensamiento trascendiente, se encuentran en
el ámbito abarcador de la razón.[50]
Ahora bien, la causa principal del fracaso de la
humanidad al incorporar el "nuevo" modo de pensar es resultado de la
confusión del mundo objetivo de las "manifestaciones cognoscibles" (erkennbaren Erscheinungen) con el
"ser en sí" (Sein an sich).[51]
Ésta consiste en la incapacidad de tomar conciencia de la dicotomía entre la
existencia subjetiva y la realidad objetiva, la cual, como vimos en el capítulo anterior, es fundamental para el pensamiento de Jaspers
en su conjunto. La realidad de la dicotomía sujeto-objeto motiva el enfoque de
Jaspers sobre el problema de la disuasión nuclear o "el equilibrio atómico
del terror," así como la cuestión del futuro. Porque cuando miramos hacia
el problema nuclear desde un punto de vista meramente "objetivo,"
intelectual, estamos forzados a admitir que nos estamos dirigiendo al camino
hacia la catástrofe. Los hechos científicos nos obligan a aceptar como
resultados probables de la historia presente la aniquilación de la humanidad, o
su manipulación bajo el gobierno total. Al
percibir la realidad a través de los ojos del intelecto, se garantiza
ciertamente el pesimismo de los llamados "realistas" políticos. Desde
la perspectiva de la razón abarcadora, sin embargo, el pronóstico para el
futuro de la humanidad es más esperanzador. Debido a que la razón no opera,
como el intelecto, sobre la base del principio de necesidad, ésta percibe que
ningún conocimiento histórico es definitivo o absoluto.
En segundo lugar, entonces, la razón apela a la libertad existencial y política de los seres
humanos. No somos meramente "objetos" susceptibles de observación
científica como las rocas, las mesas y
las sillas. La humanidad es más que aquello que es susceptible de
cuantificación. Y según sugiere Jaspers, si "estamos convencidos de
nuestra libertad sin que comprendamos la libertad" completamente, esto se
debe a que "hay algo decisivo en aquello que nosotros mismos
decidimos."[52] La
libertad no es nunca un objeto del conocimiento que puede ser demostrado,
porque yace esencialmente en nuestra humanidad como tal. Fundada en el misterio
de la persona humana, la libertad se expresa en última instancia en las propias
convicciones morales y en las acciones. Y es la "acción, no el
pensamiento" lo que traerá una "solución" al problema nuclear:
"las innumerables acciones de innumerables personas, que se han preparado
a sí mismas para esto pensándolo de principio a fin."[53]
Mientras que la prueba del intelecto se encuentra en el método científico
riguroso, el cual produce resultados concluyentes, la "prueba" de la
libertad se encuentra en la acción. Esta "prueba" no se alcanza a
través de un "saber" o de alguna acción única, sino solamente a
través de nuestras acciones cotidianas y de
"la Existenz de los individuos, que se logra principalmente con los
otros en una comunidad auténtica, libre."[54]
Para asegurarse de la fuente de la libertad, no obstante, es necesaria una
"conversión" de nuestro pensamiento "desde el pensamiento que
está perdido en lo objetivo, para pensar a partir de lo Abarcador."[55]
"Donde la cuestión es la libertad," escribió Jaspers en 1950 en relación
a los peligros y las posibilidades de la libertad, "entramos en una
dimensión diferente tanto del hacer como del pensar." Porque cuando
tomamos una posición en el ámbito de la libertad, "somos uno con lo
Incondicionado, a partir de lo cual queremos."[56]
Confrontados por la doble posibilidad de la aniquilación
y el totalitarismo, nos encontramos ante la cuestión de cómo vamos a fundamentar nuestra conducta y nuestra acción, si en el intelecto y su planificación, o en
una razón abarcadora y en sus implicaciones
positivas para la libertad moral y política.
La base de nuestra conducta se halla en una
estructuración o planificación bajo la guía de nuestro conocimiento, adquirido hasta el momento, o se halla en
aquella acción interior [Handeln] por
la que llegamos a ser nosotros mismos, en la cual somos libres y podemos probar
esta libertad por medio de nuestra conducta, y no mediante nuestro conocimiento
de la libertad. Lo que sea en lo que nos convertimos a través de esta acción
interior como ser racional [Vernunftwesen], es este ser el que traerá la orientación para
aquella estructuración y planificación.[57]
Debido a que nuestro "conocimiento" del futuro
pone un límite a nuestro pensamiento, y debido a que nuestra propia libertad
desempeña un rol igualmente importante en la imaginación y en la creación del
futuro, la pregunta "¿Qué vamos a hacer?" no puede responderse con
instrucciones prácticas. Como respuesta a la pregunta, las indicaciones
absolutas no serán suficientes. La cuestión sólo puede ser respondida apelando
a las posibilidades humanas no realizadas, a la "acción interior" y a las exigencias morales que nos hacemos
nosotros mismos. Si realmente hemos cambiado nuestras vidas y estamos viviendo
ahora a partir de una razón abarcadora, Jaspers cree que este cambio impedirá
cualquier acción que pudiera contribuir a la marcha de la humanidad hacia el abismo.[58]
La necesaria "conversión" humana exige un giro
desde la preocupación egoísta con el Dasein
y desde la huída de la libertad y del sacrificio, hacia la verdadera
realización de la libertad existencial y política. Jaspers justifica el uso de
la bomba atómica e, incluso, el arriesgar la vida a favor de la dignidad de la
vida, apelando a una valoración moral superior de la libertad existencial y
política con respecto al Dasein.
Debido a que el conflicto físico está marcado inevitablemente por el riesgo y el
sacrificio (das Opfer) de la
vida, él cree que la humanidad tiene dos
elecciones básicas en la era nuclear: "o bien el sacrificio -no deseado por la mayoría abrumadora,
realizado por la audaz minoría- es la existencia de la propia humanidad,
condenada porque el hombre no puede ser libre; o la humanidad renuncia a los
medios de la fuerza para obtener sus fines en una lucha. Pero eso significaría
un cambio en el hombre."[59]
Si la humanidad va a renunciar verdaderamente a la fuerza
bruta para alcanzar fines políticos, entonces esto incluirá necesariamente la
renuncia a "los intereses humanos existenciales" (menschlicher Daseininteressen) a fin de
que la humanidad se desarrolle de modo verdaderamente humano y libre. La
renuncia a los medios de la fuerza tendría que ganarse repetidamente a través
de una "conversión" hacia la libertad individual y política, fundada
en la justicia y la verdad. Esto es sólo posible con un cambio radical de la
humanidad.
Si tenemos que hacer lo necesario para eliminar la bomba
atómica, la condición es que esto no se haga al costo de eliminar una vida
verdaderamente humana. El sacrificio de la existencia de la humanidad puede
evitarse sólo mediante un sacrificio cuya magnitud está en correspondencia:
mediante el abandono de las redes existenciales que se requiere si los hombres
han de cambiar. Este sacrificio único sería la firme sustentación de una vida
digna de ser vivida.[60]
Debido a que nadie puede permanecer neutral ante la doble
posibilidad de la aniquilación nuclear y el totalitarismo político, Jaspers
estima que se requiere la totalidad de la
esencia de la humanidad a fin de
enfrentar el problema nuclear. Ninguna forma de pensar en particular puede
producir la solución definitiva. Incluso la orientación "supra-política"
de una "nueva política" en tanto fundada en la moral, el sacrificio y
la razón, es insuficiente, a menos que sea vista como un todo y entrelazada a
través de una razón abarcadora. En lo
que sigue encontramos el análogo
político-moral a la comprensión fundamental de Jaspers de los "modos
de lo Abarcador que somos" como existencia, conciencia como tal y
espíritu.
La verdad de este nivel superior de la razón descansa en
la realidad de los niveles precedentes. Ningún nivel puede limitarse a sí
mismo, ninguno puede ser omitido. Los pensamientos de la Realpolitik, limitados a sí mismos,
conducen al nihilismo y de hecho, a la total perdición. El precepto
moral, como moralismo auto-suficiente, conduce a conclusiones lógicas
abstractas y a la rigidez del juicio de las acciones a través de las leyes. El
auto-sacrificio se convierte en sacrificio ciego en el que el hombre, mientras
se eleva por encima de sí mismo, renuncia a ser sí mismo. Y la razón, a su vez,
crece vacía si no incorpora el realismo,
la moral y el sacrificio.[61]
La verdad de la moral y el sacrificio en la orientación
"supra-política" de una "nueva política" descansa. por
consiguiente, en su absorción en una razón abarcadora, más bien que en un pensamiento
intelectual con arreglo a fines. Dicho brevemente, una "solución" al
problema nuclear requiere una repuesta ética, sacrificial y racional que
permitiría a la humanidad evitar la incierta Escila de la aniquilación (pérdida
del Dasein) y la Caribdis del
totalitarismo (pérdida de la posible Existenz). Ambas son consecuencias
posibles del fracaso de la libertad individual y política. Ambas pueden ser
evitadas, pero esto presupone una "conversión" político-moral radical
y repetida de la humanidad.
En un tercer nivel, la llamada de Jaspers a la
"conversión" humana en la era
nuclear incluye la redirección de la "religión formal" (kirchliche Religion) a la "fe
filosófica" (philosophische Glaube).
La razón abarcadora no debe ser nunca sustituida por el llamado "realismo
político" o por el "sentido común," ni debe confundirse con la
"religión formal."[62]
La razón se encuentra presente en los tres solamente en la medida en que ellos
no se hacen absolutos como Realpolitik,
como auto-suficiencia y como una absolutización dogmática de la voluntad de
Dios. En su tratamiento de "la fe del futuro" en 1949, él ya había
reconocido que "la decisión sobre el futuro de nuestra humanidad
occidental se encuentra en la relación de nuestra fe con la religión Bíblica."[63]
En su análisis del rol de la kirchliche
Religion y de la teología en su libro sobre la bomba atómica, él se
interesa en la posibilidad de la "religión formal" para influir
espiritualmente en una "nueva política," adecuada al doble reto de
los tiempos cuando no orienta a través de la planificación. Su análisis se
caracteriza por cuatro temas.[64]
En primer lugar, el análisis de Jaspers de la
"religión formal" -así como su tratamiento del marxismo y de la
cuestión de si hay o no un proceso básico de la historia, distinto de la
libertad humana- tiene a la "fe filosófica" de la razón como su
supuesto fundamental. Esto no debe sorprender ya que, como se señaló en el
capítulo precedente, Jaspers interpreta la fe filosófica como una vida concreta, vivida a partir de lo
Abarcador y como una barrera contra la falsa hipóstasis de la verdad. Esta fe
es diferente de la fe "revelada" de los creyentes en Jesús, el
Cristo. Debido a que la fe filosófica es esencialmente una actividad por la que creemos, ésta se sabe a sí misma
solamente como "movimiento
histórico, confiando en el origen que le indica escuchar y prestar atención a
lo que la razón percibe."[65]
Ésta considera todos los credos
absolutos -sean hegelianos, marxistas o cristianos- como símbolos o
"cifras" históricas relativas, con las cuales debe tratar y contra
las cuales debe luchar, cuando ellas se hacen intolerantes.
Debido a que el futuro
de la humanidad no puede ser "conocido" como los objetos
científicos, la razón abarcadora en la fe filosófica considera vanas todas las
predicciones ideológicas o de credo sobre la bomba. Esta fe cree que el proceso
de la historia descansa en última instancia en la libertad humana, y que tiene
sólo un límite: "Debe ser intolerante con la intolerancia. Cualquier credo
que intente prevalecer por medio de la fuerza en el mundo, debe enfrentarse con
la fuerza." Según su "realismo" político modificado, o mejor
dicho, su racionalismo político, Jaspers
puede resumir las implicaciones políticas de la fe filosófica como una
"liberación de todo lo que no pretende la totalidad por la fuerza."[66]
La fe filosófica también cree que la "voluntad de
Dios" es un simbolismo tan religioso como ambiguo en sí mismo; en cuanto
tales, las religiones no pueden
justificar la carrera nuclear en nombre del pecado original, ni dar por
concluido un "no" incondicional a la cuestión del posible uso de la
bomba. La búsqueda de la "voluntad de Dios" en la Biblia conduce
inevitablemente a contradicciones y polaridades, siendo la más sorprendente la
pareja "afirmación del mundo" y
"negación del mundo." Cuando la afirmación teológica del mundo
se convierte en afirmación de la existencia al costo de rendirse al gobierno
total en tanto posibilidad -como en el caso de aquellos que declaran un
"no" incondicional al uso de la bomba-, entonces los teólogos se
colocan en realidad a sí mismos por encima de la Providencia. De modo similar,
cuando la "negación del mundo" se justifica a sí misma apelando a la
fe, al juicio final o a la salvación
eterna y conduce así a los creyentes a hacerse inactivos o indiferentes hacia
el problema nuclear, la "religión Bíblica" puede presentarse una vez
más como contra-símbolo.
En el caso de la renuncia de los teólogos al uso de la
bomba, Jaspers refuta que se podría decir en "lenguaje simbólico" [Chiffernsprache], con igual ponderación,
que Dios puede querer que la bomba sea lanzada. Dios "puede querer que el
hombre cambie libremente -vivir si así lo desea, morir si no lo quiere- porque
en su presente estado disoluto él no es digno de vivir." A la inversa, en
respuesta a la negación teológica del mundo, él declara que "Dios puede
querer que los hombres vivan y sobrevivan en el mundo, pero no
incondicionalmente [...] Dios no le ha dicho al hombre que se destruya a sí
mismo, pero le ha dado una elección en el tiempo: sobrevivir, con la condición
de transformarse en un hombre mejor, o condenarse." Estas declaraciones,
claramente, no representan un cinismo filosófico que se burla de la
simbolización teológica. La opinión de Jaspers es que la "redención a
partir de la muerte atómica no puede tener éxito si todo lo demás en relación
al hombre se mantiene como antes."[67]
Él se mantiene inflexible al insistir en que nadie conoce la "voluntad de
Dios" respecto a la cuestión del uso de la bomba atómica. Hablar de la
"voluntad de Dios" contraviene la idea misma de Dios. Desde la
perspectiva de la fe filosófica, un conocimiento absoluto de Dios rechaza tanto
al Dios de la Biblia, como a la "Trascendencia" de la filosofía.
En segundo lugar, Jaspers sostiene que las iglesias y los
símbolos tradicionales de la "religión formal" representan lo mismo
peligros, que posibilidades en la era nuclear. Él nos recuerda que las iglesias
no pueden ser neutrales en materia socio-política. Si bien las iglesias
difunden frecuentemente una falsa calma, se comprometen indirectamente con la
"vieja política" y se apartan de la "razón radical," objetivando la fe en la fraseología
dogmática,[68] ellas
no obstante son organizaciones importantes y efectivas, cuyo interés en el
curso de los asuntos humanos no puede subestimarse.
En la extremidad de nuestros días, la mejor oportunidad
puede encontrarse en las iglesias, en la medida en que sus miembros creen
todavía. Su tarea ya no puede ser justificar las guerras y exhortar a los
hombres a mantenerse armados, o -alineándose con el pacifismo moderno- prohibir
la guerra y prohibir a los fieles tomar parte en las armas [...]
Ésta parece ser la gran decisión que enfrentan las
iglesias. ¿Serán movidas a arriesgar su propia existencia en el nombre del Dios
del que hablan, por el reto sin precedentes de comprometerse a sí mismas y a su
poder en el mundo, a diferencia de sus predecesoras en la historia?[69]
Jaspers nunca disminuyó su convicción de que "lo que
pase con las iglesias puede decidir el destino de Occidente,"[70]
ni su insistencia en un cambio de aspecto en la "religión Bíblica,"
que requiere un cambio en la forma de las creencias dogmáticas. Esto incluye la
encarnación de Dios en Jesucristo, la doctrina de la Trinidad, las obligaciones
obsoletas y la creencia en una revelación cristiana absoluta en tanto
esencialmente diferente de la revelación hindú y china.[71]
De modo más importante, el cambio en la "religión formal" requiere un
"renacimiento del hombre," y él vio la mejor oportunidad para esto en
el "principio protestante:" "ningún mediador; contacto directo
con Dios; sacerdocio universal -y el correspondiente desmembramiento
institucional de la Iglesia en muchos credos y congregaciones
independientes."[72]
La "eclesiología" de Jaspers, si es que podemos hablar de tal, ve a
la unidad organizacional religiosa con indiferencia. Lo que importa es que la verdad existencial única de la fe
revelada se realice en la historicidad de las Existenzen, a través de las diversas comunidades con formas
diversas. Su perspectiva sostiene un sectarismo cristiano que corresponde a una razón radical sumamente necesaria en la
fe revelada, la cual, aunque no es requerido, podría convertirse en la fe
filosófica misma.
En tercer lugar, el futuro de la humanidad no reside en
un cambio de aspecto en la "religión Bíblica" sólo dentro de las
iglesias. También se necesita con este cambio y el de la vida del creyente,
aquel filosofar que es accesible a todos y que no está vinculado a ninguna
religión revelada en particular. Es un interés vital del filosofar aclararse a
sí mismo frente a la fe revelada, así como suscitar en la religión revelada las
capacidades humanas para la fe, lo que actualiza la verdad a través de la
comunicación racional. Dicho brevemente, la fe filosófica tiene un rol vital
que desempeñar en el púlpito en la era nuclear.
Finalmente, Jaspers afirma que "la verdad real en la
razón y en la religión es una y la misma."[73]
Las diversas cifras religiosas de la Trascendencia son de importancia
secundaria ante el hecho de que la humanidad busca y quiere lo mismo en
relación a las cuestiones últimas de la vida. En vez de preguntar directamente
qué hace a la vida digna de vivirse en el límite nuclear, la religión sólo
pregunta simbólicamente por la "voluntad de Dios," y demanda que la
humanidad se vuelva hacia Dios. Pero es la tarea de la razón asegurarse de que la
verdad de la exhortación no sea falsificada para aliviarnos de la carga de la
libertad.
Tres preguntas finales deben plantearse a fin de concluir
nuestra reconstrucción analítica. En primer lugar, ¿está exigiendo demasiado a
la humanidad la llamada de Jaspers por la triple "conversión" de la
humanidad, dentro de los ámbitos de la ciencia, la moral y la política, y la
religión? Su respuesta es un "no" resuelto, en la medida en que
nuestra comprensión de lo que significa ser humano no está orientada solamente
por la apariencia objetiva y por el intelecto; si no olvidamos nuestra libertad
humana y sus posibilidades en el ámbito socio-político y si no absolutizamos la
fe religiosa en afirmaciones dogmáticas que, a la vez, enmascaran una ideología
política particular.
En segundo lugar, ¿puede una razón abarcadora ser en realidad confiable? Sí. La razón no
sólo puede, sino que debe ser confiable si vamos a tener fe en nuestros
semejantes y no sucumbimos a la desesperación. Deben evitarse, no obstante,
todas las falsas esperanzas si vamos
a tener confianza y esperanza en la razón. Éstas incluyen la idea de una
panacea tecnológica, tal como un escape al espacio exterior, lo que sólo
refleja "la hubris de la
omnipotencia tecnológica;" la fe en un antídoto para defenderse de la
radioactividad o en alguna clase de "arca de Noé" en la que las
condiciones de la vida humana son construidas artificialmente; y la fe en un
"equilibrio del terror" nuclear, eternamente estable. La idea (común
en nuestros días en la consigna "paz a través de la fuerza") de que
el temor a la destrucción nuclear y a
la fuerza superior de las armas nucleares habrá de prevenir un Holocausto
nuclear, suena de modo más plausible para Jaspers. Y sin embargo, pese a su
dependencia de la comprensión de Kant respecto a la relación positiva entre el
temor y la moral en la historia, él declara que el temor por sí solo no puede
traer la paz. Ciertamente, la posición a favor de la disuasión duradera tiene
cierto sentido común, al razonar sobre ella. Los defensores de la disuasión
nuclear argumentan "a partir de la inmutabilidad de la naturaleza
humana" y "los simples
determinantes causales en la infinita complejidad de los eventos
superficiales." Pero él se resiste a la idea en tanto "nada es
imposible si los jefes -contra el sentido común, contra la razón, contra los escrúpulos
morales que inhiben incluso a criminales-
deciden arrastrar a todos hacia abajo con ellos."[74]
Aquí debemos recordar que Hitler intensificó el exterminio de los judíos cuando
vio que el esfuerzo bélico del Reich estaba condenado. Finalmente, la idea de
una revelación divina en algún nuevo profeta o de un Apocalipsis nuclear es
igualmente falsa. Viviendo bajo falsas ilusiones sólo perderemos las
posibilidades que podrían ser verdaderamente realizadas.
¿Qué pasa si la razón le falla hoy a la humanidad? La fe filosófica de Jaspers le conduce a
creer que pese a todo debemos tener confianza. Porque mientras que la razón es
la realidad final "en el mundo," no es una realidad absoluta. Existe
el consuelo de saber que la humanidad debería
seguir los dictados de la razón.[75]
Sin embargo, en última instancia nada, sino la "realidad trascendente," puede
darnos la confianza definitiva. La idea de Dios es el horizonte último de
Jaspers, incluso frente a la posible situación terminal de toda la humanidad.
Si la humanidad se destruye a sí misma y no queda nada de
lo que nos es preciado y hace la vida digna de vivirse, entonces debemos
someternos como Job en la ignorancia. A pesar de esto, en la medida en que
vive, el hombre, que se hace racionalmente consciente, se mantiene libre de
buscar una vida sin temor en la dirección en la que la divinidad escondida parece indicar el
camino.[76]
Confrontada por el posible fracaso de todos los seres, la
humanidad puede sin embargo proclamar con el profeta Jeremías: "que Dios
es, es suficiente" (cf. Jer. 45: 4-5).[77]
Es esta misma divinidad escondida o Trascendencia quien vivifica nuestro
sentido de inmortalidad. Éste llega a nosotros como un regalo de la razón y a
la vez a través de las acciones responsables, amorosas. Finalmente, la razón
reconoce que únicamente el amor es el
fundamento de la esperanza.
En nuestro amor mutuo nos hacemos conscientes de nuestro
origen y de la eternidad. Aquí está el fundamento y la certidumbre de nuestra
esperanza, la cual nos hará capaces de vivir en nuestro mundo en virtud de la
razón en el más amplio sentido de la palabra, y dirigir nuestros pensamientos,
impulsos, esfuerzos, empezando con nuestra propia vida cotidiana, hacia la
prevención del desastre que nos amenaza.[78]
Como lo ha revelado el análisis precedente, Jaspers
interpreta el problema nuclear
esencialmente en términos de la doble posibilidad de la aniquilación y
el totalitarismo político. Su pronóstico está fundado en las repetidas
"conversiones" por parte de la humanidad dentro del ámbito de la
ciencia, la moral y la política, y la religión. Esto incluye una "conversión"
desde el pensamiento intelectual hacia un pensamiento racional abarcador, desde
el totalitarismo "interno" y la Realpolitik
hacia la libertad política y existencial, y desde la "religión
formal" hacia la fe filosófica y la reapropiación de la "religión Bíblica."
Es hacia el rol más específico de la "conversión" dentro de cada uno
de estos ámbitos que debemos
volvernos ahora.
Notas.
[1] Karl
Jaspers, The Origin and Goal of History.
Trad. de Michael Bullock. New Haven: Yale University Press, 1953, pp. 204-210.
[2] Die Atombombe und die Zukunft des Menschen agrupó
mucho de lo que le había precedido en su pensamiento político-filosófico
anterior. Estructuralmente, su diagnosis del
problema constituye las Partes Uno y Dos
de la obra, "Cómo las discusiones
generales conducen a los límites: política, ética, sacrificio" y "La
presente situación política del mundo desde la perspectiva occidental,"
mientras su análisis pronóstico se
establece en la Parte Tres, "Iluminación de la situación humana en lo
Abarcador." Estas divisiones principales se pierden en la traducción al
inglés de E. B. Ashton. De acuerdo con su método filosófico del trascender
continuamente el contenido del pensamiento, Jaspers quiere que las secciones
del diagnóstico teórico (Parte Uno) y concreto (Parte Dos) contribuyan a su
pronóstico (Parte Tres), aún cuando la última sección y, especialmente, su
capítulo final que trata de la esperanza y la amenaza de la aniquilación total,
expone las particularidades de la diagnosis. Esta es la razón por la que
cualquier reconstrucción de su interpretación del problema debe considerar
tanto su diagnosis, como su prognosis.
[3] Karl
Jaspers, "Wahrheit, Freiheit und Friede,"en Hoffnung und Sorge: Schriften
zur deutschen Politik, 1945-1965. Munich: R. Piper&Co., 1965, p.
174: "Erstens: Kein ausserer Friede
ist ohne den inneren Frieden der Mensche zu halten. Zweitens: Friede ist allein
durch Freiheit. Drittens: Freiheit ist allein durch Wahrheit."
[4] En Karl Jaspers, Philosophie und Welt: Reden und Aufsätze, 2da. ed. Munich: R.
Piper&Co , 1963, pp. 76-96. Traducción al
inglés: "The Fight Against
Totalitarianism," en Philosophy and
the World: Selected Essays and Lectures. Trad. de E. B. Ashton. Chicago:
Regnery, 1963, pp. 68-87.
[5] Cf.,
Karl Jaspers, The Future of Mankind,
trad. de E. B. Ashton. Chicago: University of Chicago Press, 1961, p. 12; Karl
Jaspers, Die Atombombe und die Zukunft
des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit. 4ta. ed. Munich: R.
Piper, 1960, p. 32.
[6] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p.
11, 12; Karl Jaspers, Die Atombombe und
die Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, pp. 31-32.
[7] Cf.,
Karl Jaspers, The Future of Mankind,
p.vii; Karl Jaspers, Die Atombombe und
die Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, p. 5.
[8] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p. 3;
Karl Jaspers, Die Atombombe und die
Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, p. 21. En tanto Jaspers considera todos los
juicios sobre la fatalidad y la destrucción nuclear como inciertos, esto no
debe desviarnos a disminuir su sobria percepción de la potencial destrucción
nuclear. Su interpretación de la posibilidad de la destrucción -la cual
indudablemente refleja el desarrollo en la física desde la bomba atómica a la bomba de hidrógeno- sufrió
una clara evolución entre 1950 y 1958, como lo sugiere una comparación de las
siguientes afirmaciones:
[1950]: "Infolge eines neuen Krieges
können weite Länderstrecken für lange unbewohnbar werden, kann die Menschheit
hingemordet werden, dass nur ein Drittel oder weniger übrig bleibt [...] Aber
der Rest wird leben, der Erdball weiter kraft des Sonnenlichtes gedeihen. Irgendwelche
Überlieferungen, Werke, Bücher, Werkzeuge und Maschinen werden gerettet
sein." Karl Jaspers, "Über Gehfaren und Chancen der Freiheit,"
en Rechenschaft und Ausblick: Redn und Aufsätze. 2da. ed.. Muncih: R. Piper & Co., 1958, p.
351.
[1958]: "Se puede dudar con razón que
ha llegado el día en que toda la vida de la tierra puede ser aniquilada. Pero
en diez años o menos el día llegará. Esta pequeña diferencia en el tiempo no
disminuye la necesidad urgente de reflexión." Karl Jaspers, The Future of Mankind, p. 1.
[9] Robert
J. Lifton y Richard Falk, Indefensible
Weapons: The Political and
Psychological Case against Nuclearism. Toronto: CBC Enterprises, 1982, pp.
111-125.
[10] Karl
Jaspers, "Das Gewissen von der Bedrohung durch die Atombombe," 1950,
p. 371: "Eine chanceaber ist auch
die gefahr selbst."
[11] Karl Jaspers,
"The Fight Against Totalitarianism," Philosophy and the World: Selected Essays and Lectures, p. 69.
[12] Cf., Ibíd.,
pp. 69-74. Véase también, Karl Jaspers, The Future of Mankind, pp. 104-117; Karl Jaspers, Die Atombombe und
die Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, pp. 158-173. Véase también, Hannah Arendt, The Origins of
Totalitarianism, nueva edición con prefacios añadidos (New York: Hartcourt
Brace Jovanovich, 1973), Tercera Parte. "Totalitarianism," pp. 305-479.
[13] Karl
Jaspers, "The Fight Against Totalitarianism," Philosophy and the World: Selected Essays and Lectures, p. 76.
[14] Ibid., p. 70.
[15] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p.
104-105; Karl Jaspers, Die Atombombe und
die Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, p. 158.
[16] Karl
Jaspers, "The Fight Against Totalitarianism," Philosophy and the World: Selected Essays and Lectures, p. 77.
[17] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p.
106; Karl Jaspers, Die Atombombe und die
Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, p. 160.
[18] Karl
Jaspers, "The Fight Against Totalitarianism," Philosophy and the World: Selected Essays and Lectures, p. 81-82;
Karl Jaspers, Philosophie und Welt: Reden
und Aufsätze. 2da. ed. Munich:
R. Piper & Co, 1963 (1958), p. 90.
[19] Ibid., Philosophy and the World: Selected Essays and Lectures, p. 87: "Con una velocidad que a veces es
asombrosa, esta lucha necesaria contra todos los poderes tangibles del enemigo
ha conducido a los anticomunistas a adoptar métodos totalitarios. Hemos visto
cómo ocurre esto en la creación del temor y de la mutua desconfianza, en los
procedimientos inquisitoriales y de denuncia. Pero éstos son sólo un comienzo.
Es como si la lucha contra el Comunismo llevara al demonio en sí misma; en el
curso de esta lucha, el luchador parece transformarse él mismo en lo mismo que
su adversario. Si combato el totalitarismo con medios totalitarios, transformo
involuntariamente mi propia causa. Luchando contra el dragón me convierto yo
mismo en dragón. Así, mi propia victoria establecería el imperio del
dragón."
[20] ibid.
[21] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p. 4;
Karl Jaspers, Die Atombombe und die
Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, p. 22.
[22] Karl
Jaspers, "The Balance of Terror Won't
Protect Us from the Bomb," Realities,
No. 181 (diciembre de 1965), p. 27. Cf., también, "The Atom Bomb and
the Future of Man." Alocución radial. Trad. por Norbert Guterman. Evergreen Review 2 (1958), p. 41; Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p.
16; Karl Jaspers, Die Atombombe und die
Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, p. 39 y Karl
Jaspers, "Das Gewissen vor der Bedrohung durch die Atombombe,"
(1950), p. 372-3.
[23] Cf.,
Karl Jaspers, The Future of Mankind,
p. 17 y Karl Jaspers, Die Atombombe und
die Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, p. 40.
[24] Cf.,
Karl Jaspers, "The Atombomb and the Future of Man," p. 41-2. Karl
Jaspers, The Future of Mankind, pp.
17-20; Karl Jaspers, Die Atombombe und
die Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, pp. 40-44.
[25] Karl
Jaspers, "The Balance of Terror Won't
Protect Us from the Bomb,"p. 27. Cf., Karl Jaspers, "Das
Gewissen vor der Bedrohung durch die Atombombe," p. 371.
[26] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, pp.
249-251; Karl Jaspers, Die Atombombe und
die Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, pp.
343-346. Cf., Karl Jaspers, "The Atombomb and the Future of Man," pp.
50-51.
[27] Karl Jaspers,
The Future of Mankind, p. 13; Karl Jaspers, Die Atombombe und die Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein
unserer Zeit, p. 32.
[28] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p.
32; Karl Jaspers, Die Atombombe und die
Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, p. 58.
[29] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, pp.32-3
(énfasis añadido); Karl Jaspers, Die
Atombombe und die Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit,
pp. 59-60.
[30] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p.
35; Karl Jaspers, Die Atombombe und die
Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, p. 63.
[31] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p.
39.
[32] Justo
antes de su muerte en 1969, Jaspers rindió un tributo especial a Gandhi,
"One of Karl Jaspers' Last Commentaries:
Gandhiji," The Courier
(October 1969), pp. 26-27. Escribió
con aprecio: "Por medio de este espíritu de auto-sacrificio él mostró que
una idea "suprapolítica" podía ser convertida en una fuerza para la
acción política. Aquí descansa la grandeza de Gandhi en nuestros tiempos. Par
él, la política no sólo era inseparable de la ética y la religión, sino que se
encontraba constante y totalmente
alimentada por ellas [...] Hoy
enfrentamos la cuestión: ¿cómo podemos
escapar de la violencia física y la guerra, y evitar el holocausto de las armas
nucleares? Gandhi, a través de su acción y sus palabras, nos ha proporcionado
la verdadera respuesta: sólo los valores políticos que trascienden la política
en sí misma pueden brindar la fuerza que nos salvará" (p. 27).
[33] Como lo
ha señalado Xavier Tilliette, el tratamiento de la situación histórica actual
por parte de Jaspers en Die Atombombe es más de exhortación que
absoluta en su estilo: "[...] il
est vrai qu'onaurait tort de forcer ce reproche, et
d'incriminer le style assertorique de la conviction, qui se confond
formellement avec celui de l'évidence
apodictique. La forme apodictique, ici comme dans la lettre à Bultmann, est exhortative,
non pas absolue. Il reste que des opinions particulières
et discutables se couvrent du pavillon de la raison." "Jaspersiana," Archives
de Philosophie 22 (1959), p. 283.
[34] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p.
133.
[35] Cf.,
Karl Jaspers, The Future of Mankind, pp.
144-48, y Karl Jaspers, "The UN is Undependable," The New Republic (18 de mayo, 1959),
pp.12-13.
[36] Cf.,
Karl Jaspers, The Future of Mankind, pp.
59-159; Karl Jaspers, Die Atombombe und
die Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, pp. 95-217.
[37] Cf.,
Karl Jaspers, The Future of Mankind, pp.
174-183; Karl Jaspers, Die Atombombe und
die Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, pp.
236-246.
[38] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p.
75;; Karl Jaspers, Die Atombombe und die
Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, p. 122.
[39] Karl Jaspers,"Das Gewissen vor der
Bedrohung durch die Atombombe," p. 372: "[...] die bösesten
Möglichkeiten finden irgendwann einmal den Menschen, der die Macht und den
Willen hat, sie zu verwirklichen und sei es in einem wilden Selbstmorddrang, in
den er die Welt mit hineinziehen will."
[40] Karl Jaspers,"Das Gewissen vor der
Bedrohung durch die Atombombe," p. 372: "In äussersten Aungeblick, wo es um Sein
oder Nichtsein im Kampf uneingeschränkter Gewalt geht, wo es sich um Freiheit
oder Knechtschaft handelt, alle Gewalt zuzulassen, aber auf die Atombombe oder
etwa noch zu erfindende noch schlimmere Waffen zu verzichten, dazu wird keine
Humanität dann mehr raten, wenn die Humanität schon längst verlassen ist."
[41] Cf.,
Karl Jaspers, The Future of Mankind, p.
165, y Karl Jaspers, , Die Atombombe und
die Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, p. 226. La última posición fu la postura oficial
de la Iglesia Católica Romana a través de la década de la Guerra Fría. Sobre la
base de las enseñanzas de Pío XII, p. e., John Courtney Murray S. J., sostuvo
que en tanto la guerra nuclear podría aún ser una necesidad para la defensa de
la libertad occidental contra los Soviets, entonces la posibilidad de la guerra
nuclear "debía ser creada" moralmente. Véase Murray,
"Remarks on the Moral Problem of War," Theological Studies 20
(1959), p. 58.
El punto de vista de Murray era que
resulta un imperativo moral crear la posibilidad de la guerra nuclear
"limitada" antes que sucumbir al determinismo de la guerra total
entre las superpotencias. Hoy, casi treinta años después, la Conferencia Católica de Obispos de Estados
Unidos ha expresado su fuerte duda sobre la moralidad de una guerra nuclear
"limitada": "nosotros [...] expresamos nuestra opinión de que el
primer imperativo es prevenir todo uso de las armas nucleares y nuestra esperanza
de que los líderes se resistirán a la idea de que el conflicto nuclear puede
ser limitado, contenido o ganado en cualquier sentido tradicional." Conferencia
Católica de Obispos de Estados Unidos, "The Challenge of Peace: God's
Promise and Our response," Origins
13 (1983), p. 16.
[42] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p.
167; Karl Jaspers, , Die Atombombe und
die Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, p. 229.
Cf., Karl Jaspers, "The Atom Bomb and the Future of Man." Alocución radial.
Trad. por Norbert Guterman. Evergreen Review 2 (1958), pp. 52-54.
[43] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p.
169; Karl Jaspers, , Die Atombombe und
die Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, p. 231.
[44] Karl
Jaspers, "The Atom Bomb and the Future of Man,"p. 48, 50. Cf., Karl Jaspers,"Das Gewissen vor der
Bedrohung durch die Atombombe," p. 373.
[45] Xavier
Tilliette, "Jaspersiana." Archives de Philosophie 22/2 (1959), p. 281: "Du suprapotique on attendra non une
amélioration, un "dégel," mais la convfersion, le changement (Wandlung) de l' home, un nouvel éthos,
un autre être-humain, qui par contagion s' étendra aux Etats. Le thème
de l' Umkehr est le leit-motiv du livre.
C' est l' exigence impérieuse de ce temps. La parole est aux individus, aux
libertés."
[46] Karl Jaspers,"Das Gewissen vor der
Bedrohung durch die Atombombe," pp. 373 y 375: "nur mit der Veränderung der
menschlichen Welt, die eins ist mit der
Vrwandlung des Menschen, ist eine Ausschaltung der Atombombe möglich
[...]Jeder Einzelne steht vor der Wahl, welchen Weg er gehen und für welchen er
wirken will [...] Wer sein persönliches
Dasein nicht in ständig wiederholtem Entschluss rein, treu, verlässlich werde lässt, verschlimmert die Krankheit und fördert die
Zerstörung durch Atombomben, die nur ein Symptom jener Krankheit ist."
[47] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p. 199; Karl Jaspers, , Die Atombombe und die Zukunft des Menschen:
Politisches Wewusstsein unserer Zeit,
p.277.
[48] Cf.,
Karl Jaspers, The Future of Mankind, p. 217; Karl Jaspers, , Die Atombombe und die Zukunft des Menschen:
Politisches Wewusstsein unserer Zeit,
p. 298.
[49] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p. 205; Karl Jaspers, , Die Atombombe und die Zukunft des Menschen:
Politisches Wewusstsein unserer Zeit,
p. 283.
[50] Cf.,
Karl Jaspers, The Future of Mankind, p. 217; Karl Jaspers, , Die Atombombe und die Zukunft des Menschen:
Politisches Wewusstsein unserer Zeit,
p. 298.
[51] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p. 214; Karl Jaspers, , Die Atombombe und die Zukunft des Menschen:
Politisches Wewusstsein unserer Zeit,
p. 295.
[52] Karl Jaspers,"Das Gewissen vor der
Bedrohung durch die Atombombe," p. 374: "Wir sind unserer
Freiheit gewiss, ohne Freiheit zu begreifen. Irgend etwas Entscheidendes liegt
an dem, wozu wir uns entschliessen."
[53] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p. 12; Karl Jaspers, , Die Atombombe und die Zukunft des Menschen:
Politisches Wewusstsein unserer Zeit,
p. 32.
[54] Karl
Jaspers, "Über Gefahren und Chancen der Freiheit" (1950), en Rechenschaft
und Ausblick: Reden und Aufsätze. 2da. ed. Munich: R. Piper & Co.,
1958, p. 356: "[...] die Existenz des einselnen Menschen, der dadurch
erst mit dem anderen in eine echte, freie
Gemeinschaft gelangt."
[55] Ibid., pp. 356-57: "aus dem in Gegenständlichen verloren
DEnken in das Denken aus dem Umgreifenden."
[56] Ibid.: "[...] Wir beschreiten, wo
es sich um Freiheit handelt, eine andere Dimension im Tun und DEnken zugleich
[...] sind wir eins mit einem Unbedingten, aus dem wir wollen."
[57] Karl Jaspers,"Das Gewissen vor der
Bedrohung durch die Atombombe," p. 374: "Der Ansatz unseres Tuns
liegt entwder in einem Machen, Planen unter Leitung unseres bis dahin
erworbenen Wissens, oder er liegt in jenem inneren Handeln, in dem wir wir
selbst werden, frei sind und diese Freiheit beweisen durch unser Tun, nicht
durch ein Wissen davon. Was wir mit diesem inneren Handeln als Vernunftwesen
werden, das bringt erst die Führung für jenes Machen und Planen."
[58] Cf.,
Karl Jaspers, The Future of Mankind, p. 11, 326.
[59] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p. 171-72; Karl Jaspers, , Die Atombombe und die Zukunft des Menschen:
Politisches Wewusstsein unserer Zeit,
p. 234.
[60] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p. 173; Karl Jaspers, Die Atombombe und die Zukunft des Menschen:
Politisches Wewusstsein unserer Zeit,
p. 235.
[61] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p. 188; Karl Jaspers, , Die Atombombe und die Zukunft des Menschen:
Politisches Wewusstsein unserer Zeit,
p. 253-254.
[62] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p. 247; Karl Jaspers, , Die Atombombe und die Zukunft des Menschen:
Politisches Wewusstsein unserer Zeit,
p. 340.
[63] Karl
Jaspers, The Origin and Goal of History, trad.
por Michael Bullock. New Haven: Yale
University Press, 1953, p. 226.
[64] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, pp. 251-261; Karl Jaspers, Die
Atombombe und die Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, pp. 347-364. Cuatro tesis dominan el análisis que corresponde a
las cuatro subdivisiones en el original en alemán: (1) los argumentos que
apelan a la "voluntad de Dios," (2) los peligros y oportunidades de
las iglesias, (3) predicar y filosofar, (4) y la verdad en la religión formal.
[65] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p. 263; Karl Jaspers, ,Die Atombombe und die Zukunft des Menschen:
Politisches Wewusstsein unserer Zeit,
p. 366.
[66] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p. 264-265; Karl Jaspers, Die
Atombombe und die Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, p. 367-368.
[67] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p. 255; Karl Jaspers, Die Atombombe und die Zukunft des Menschen:
Politisches Wewusstsein unserer Zeit,
p. 353.
[68] El tratamiento más desarrollado de
los métodos "intelectuales" de las iglesias por parte de Jaspers
puede encontrarse en Philosophical Faith
and Revelation, trad. por E. B. Ashton. New York: Harper and Row, 1967,
p. 41-48. Mientras muchas de sus
críticas a la "religión eclesiástica" está sin duda centradas en la
Iglesia Católica Romana, sería erróneo reducir su crítica al ámbito eclesial y
a la "religión formal" a esta única institución. Los ejemplos de
"eclesiasticismo" que merecen la "mayor desconfianza" y
demuestran que cualquier
"iglesia" puede convertirse en una organización de poder y en
herramienta potencial del fanatismo y la superstición, incluyen: "la
Inquisición; las Cruzadas; las guerras religiosas; las acciones llevadas a cabo
por la Iglesia papal contra los Albigenses y Giordano Bruno [...] las sátiras
incendiarias de Lutero contra los campesinos y sus consejos contra los judíos,
los cuales Hitler siguió literalmente
[...] el régimen eclesiástico de Calvino, su tratamiento de Servet en
particular [...] la excomunión y
denuncia de Spinoza por la Sinagoga judía." Philosophical
Faith and Revelation, p. 46.
[69] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p. 258; Karl Jaspers, Die
Atombombe und die Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, p. 358ff.
[70] Karl
Jaspers, Philosophical Faith and
Revelation, p. 321. Cf., Karl Jaspers, The
Origin and Goal of History, trad. de Michael Bullock. New Haven: Yale
University Press, 1953, pp. 224ff.
[71] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p. 257-58; Karl Jaspers, Die
Atombombe und die Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit, p. 356.
[72] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p. 259; Karl Jaspers, Die Atombombe und die Zukunft des Menschen:
Politisches Wewusstsein unserer Zeit,
p. 360. Citas del término "principio protestante" por Jaspers en The Future of Mankind/Die Atombombe und die Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein
unserer Zeit y en Philosophical Faith
and Revelation/Der philosophische Glaube angesichts der Offenbarung, sin
referencia a Paul Tillich, quien había desarrollado el tema en 1948 en The Protestant Era, edición abreviada,
trad.por James Luther Adams (Chicago, University of Chicago Press, 1957),
especialmente pp. vii-xxvi, 161ff.
[73] Karl
Jaspers, The Future of Mankind, p. 261; Karl Jaspers, Die
Atombombe und die Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein unserer Zeit,
p. 364.
[74] Cf.,
Karl Jaspers, The Future of Mankind, p. 321-324; Karl Jaspers, Die Atombombe und die Zukunft des Menschen:
Politisches Wewusstsein unserer Zeit,
p. 462-468. Cf., Karl Jaspers, "The Atom Bomb and the Future of
Man," p. 54-55.
[75] Cf., Karl Jaspers, The Future of Mankind, p.
337; Karl Jaspers, Die Atombombe und die Zukunft des Menschen: Politisches Wewusstsein
unserer Zeit, p. 491.
[76] Karl
Jaspers, "Das Gewissen vor der Bedrohung durch die Atombombe," p. 377: "[...] wenn die Menscheit sich doch selber zerstört und nichts bleibt
von dem, was uns lieb ist und das Leben lebenswert macht, dann
beugen wir uns wie Hiob im Nichtwissen. Aber solange er lebt, bleibt dem
Menschen, der sich vernünftig bewusst
wird, offen, trotzdem und unersch"ttert dorthin zu leben, wohin die
verborgene Gottheit ihm den Weg zu zeigen scheint."
[77]
Karl Jaspers, "The Atom Bomb and the Future of Man," p. 57.
[78]
Karl Jaspers, "The Atom Bomb and the Future of Man," p. 57.
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