Catharina Stenqvist
Lunds
Universitet, Suecia
catharina.stenqvist@teol.lu.se
La presente versión al español se publica en este blog con el permiso de la
autora y la aprobación de Alan M. Olson y Helmut Wautisher, y ha sido traducida
por Gladys L. Portuondo del original en inglés publicado en: Catharina
Stenqvist, The God Question. Existenz,
An International Journal in Philosophy,
Religion, Politics, and the Arts, Vol. 7, No. 2, Fall 2012.
En: http://www.existenz.us/volumes/Vol.7-2Stenqvist.pdf
En: http://www.existenz.us/volumes/Vol.7-2Stenqvist.pdf
Resumen. El ensayo se centra en la tradición apofática, la metafísica occidental y
el Dios desconocido. Presenta el pensamiento de Jaspers sobre la trascendencia
como revelación. Para abordar este tema del Dios desconocido, son considerados
dos filósofos, David Hume y Simone Weil. Para Hume, el concepto del Dios
desconocido presenta el problema: ¿cómo podría algo que es desconocido tener
alguna influencia moral sobre los seres humanos? Simone Weil trata de combinar
el aspecto personal de Dios y el
impersonal, es decir, que Dios es tanto conocido como desconocido.
Palabras Clave: Apofático; David Hume; Karl Jaspers; concepción de la vida; Simone Weil; via negativa; via positiva.
Introducción
David Nichols examina la posibilidad de continuar haciendo referencia a
Dios, sostenida por los existencialistas, a pesar del fracaso, según Nichols, del Dios de la metafísica occidental. Nichols comienza siguiendo las
huellas del Dios desconocido en la tradición occidental y en la tradición
apofática. Comienza con las ideas de la Antigüedad, y termina reflexionando
acerca de la contribución que Karl Jaspers, Jean-Paul Sartre y Heidegger han
aportado al tema del Dios desconocido. Nichols concluye que Jaspers, Sartre y
Heidegger desdeñan por igual al Dios de
la metafísica, ya que "éste implica la creencia en un ser superior que
pretende explicar a todos los otros seres". Pero a diferencia de
Sartre, Jaspers y Heidegger protegen la
idea del Dios desconocido, aunque la interpretan de modo diferente. En la perspectiva de Nichols,
Jaspers y Heidegger preservan "el misterio que se encuentra más allá y que,
sin embargo, asoma a través del proyecto extático de nuestra existencia
mundana."
Cuando se trata de perspectivas sobre la vida, tengo la convicción de que
no hay respuestas definitivas; qué perspectiva sobre la vida elige alguien es cuestión de gusto o de visión, pese al número de
argumentos racionales, emocionales y académicos que puede justificar nuestra
elección. Nichols no resuelve en realidad la disputa entre el ateísta y el
teísta. Él abraza una convicción, tratando de hacer razonable o consistente su
correspondiente perspectiva de la vida.
En lo que sigue me centraré en Karl Jaspers y en su creencia en un Dios
como trascendencia. Coincido con la mayor parte de la interpretación de Nichols
sobre Jaspers. Sin embargo, quisiera
ampliar los problemas enfocados, prestando atención a otros dos filósofos. De
esta manera, incluiré al filósofo escocés David Hume (1711-1776), ya que él
tiene algo interesante que decir sobre el Dios desconocido. Concluiré
introduciendo a la filósofa francesa Simone Weil (1909-1943) y a sus ideas
sobre el Dios impersonal y personal.
La tradición apofática
Nichols presenta como alternativa, ante el Dios de la metafísica occidental,
lo que él llama "el legado del Dios desconocido", que también se
conoce como tradición apofática. Nichols comienza su presentación de esta
tradición con el griego Heráclito y escribe que el cristianismo continúa la
tradición apofática, especialmente en la teología bizantina. La cristiandad
occidental se inclinó hacia el Dios de la metafísica, según Nichols.
Para los académicos que estudian el misticismo en Oriente y Occidente, la
teología apofática es bien conocida. Aquí encontramos una teología del Dios
desconocido. Permítanme mencionar solamente un texto clásico de un autor
desconocido con su título revelador, The
Cloud of Unknowing[1]
(La Nube de lo Desconocido, Nota
de la Traductora). La teología apofática no es solamente teología. Es también
una filosofía y una forma de indicar que todo lo relativo a la existencia
podría no ser conocido o dicho. Curiosamente, este enfoque se ha desatado
nuevamente con el postmodernismo.
Para Nichols, Jaspers y Heidegger protegen el misterio que se encuentra más
allá de nuestra existencia mundana, lo que Sartre no hace. Nichols escribe que
el teísta Kierkegaard y el ateísta Nietzsche influyeron en Jaspers. Aún cuando
Kierkegaard y Nietzsche se opusieron entre sí en la cuestión de Dios, ambos
compartieron la perspectiva, según la interpretación de Jaspers por parte de Jones,
de que en la raíz del "existencialismo se encuentra el misterio del Ser,
que es más profundo que las categorías convencionales del teísmo, el ateísmo o,
en este caso, del agnosticismo". Nichols continúa afirmando que, según
Jaspers, "cuando los seres humanos experimentan la trascendencia, ellos se
hacen conscientes de un contexto más amplio de la realidad fundamental".
Sobre la noción de la gracia de Jaspers, dice Nichols: "La gracia que
habla a favor del Dios desconocido nos llega en diferentes dones: el mundo
finito que habitamos como horizonte compartido, la trascendencia que nos alerta
de una vastedad infinita, y la salvación que nos eleva de una existencia
estructurada a otra".
Personalmente, me siento muy a gusto con los pensamientos de Jaspers sobre
los temas relativos a la trascendencia. Él usa este concepto como una suerte de
revelación: podría haber algo más allá del alcance inmediato. En dependencia de
nuestra actitud hacia la existencia, podemos desesperar o podemos ver
posibilidades. La deuda de Jaspers con
Kierkegaard es obvia. Jaspers no es un pensador dogmático. Allí donde él encuentra
alimento para sus pensamientos, lo usa, sin importar si la perspectiva subyacente
de la vida se encuentra o no de acuerdo con la suya propia.
El Dios desconocido
David Hume tiene argumentos a favor y en contra del teísmo clásico,
presentados de una forma densa y brillante en su obra Diálogos sobre Religión Natural. Las argumentaciones se producen en
un diálogo entre tres amigos, Filón, el escéptico empapado en el pirronismo,
Demea el místico y, finalmente Cleantes, el antropomorfista. Demea, en mi
interpretación, pertenece a la tradición apofática o, como es también llamada,
la via negativa. Cleantes pertenece a
la tradición katafática o según es también llamada, la via positiva. Según la via
negativa, Dios se encuentra fuera de alcance, absolutamente diferente en
comparación con los seres humanos. Según la via
positiva, Dios es accesible porque podría ser entendido en su supuesta
similaridad con los seres humanos.
Los tres amigos presentan sus argumentos a favor de su propia posición y
criticando sus respectivas posiciones. Demea es acusado de ser un místico y por
su creencia de que la naturaleza de Dios está por completo más allá de nuestra
comprensión. Hume escribe respecto al concepto de Dios de Demea: "Él es
infinitamente superior a nuestra visión y comprensión limitada, y es más objeto
de adoración en el templo que de discusión en las escuelas"[2].
Dios es un misterio y su perfección está cubierta por una nube. Sería
impertinente para el ser humano intentar alcanzar y, por consiguiente,
minimizar a tal ser supremo, según Demea. Es blasfemia convertir a Dios en
alguien semejante a los seres humanos. Dios es absolutamente diferente y,
debido a esta diferencia, imposible de alcanzar. Hume escribe: "Sus
caminos no son nuesttros caminos. Sus atributos son perfectos pero
incomprensibles. Y este volumen de naturaleza contiene un enigma enorme e
inexplicable, más que cualquier discurso o razonamiento inteligible"(DCN 29). Una conclusión que puede
extraerse es que Dios no ha de demostrarse. El Dios de Cleantes, por otra
parte, ha de demostrarse por argumentos
de intención. Jaspers es famoso por muchas razones, entre ellas la afirmación
de que "un Dios demostrado no es Dios". Considero que Jaspers quiere decir que si se
convierte a Dios en un objeto posible de definir y demostrar empíricamente,
entonces éste ya no es Dios. Demea piensa de modo similar. Pero mientras que
Jaspers se propone preservar la ontología, Demea busca preservar la soberanía
de Dios.
El señalamiento que me gustaría hacer es que, aunque puede haber un número
de buenas razones para entender por qué tenemos una tradición apofática y por
qué Jaspers, Sartre y Heidegger la aprueban en sentidos diferentes, los
problemas con esta posición han sido destacados por Hume. Por ejemplo, ¿qué
sentido tiene creer en lo que es desconocido? ¿Cómo lo que es desconocido puede
tener alguna influencia moral, si esto es lo que estamos buscando? ¿ No es el
concepto de lo desconocido otro aspecto del problema del mal? En vez de tratar
de determinar con precisión lo que podríamos saber o no saber respecto a Dios,
el asunto se desestima en su totalidad en la incognoscibilidad. Mientras el
Dios de la metafísica occidental subraya la racionalidad de Dios, la tradición
apofática subraya la incognoscibilidad de Dios.
Los dos conceptos de Dios siguen dos ideales diferentes: cúal de ellos
se elige es lo mismo que elegir una visión de la vida, es decir, una cuestión
de gusto o de perspectiva, según ya lo he declarado.
Impersonal y personal
Simone Weil representa a Dios como siendo tanto personal, como impersonal.
Hay cosas que son conocidas sobre Dios, así como cosas que no conoceremos. En
mi opinión, podemos comparar esto con el modo en que conocemos a otros. Hay
cosas que conozco sobre mi amigo, pero también aspectos que posiblemente nunca
podré conocer, alcanzar o entender.
Weil se propone describir la situación del hombre, su relación con Dios y
cómo el ser humano puede comprender la presencia de Dios en un mundo
contradictorio -y absurdo-. Ella señala la "ausencia de Dios",
mediante lo cual ella quiere decir que Dios no tiene nada que ver con el mundo
natural. Esta es su manera de presentar a Dios como irresponsable por el mal,
así como por el sufrimiento de este mundo[3].
David Nichols menciona a Dionisio el Areopagita como parte de la tradición
del legado del Dios desconocido. Dionisio, según escribe, "convocó a sus
lectores a sumergirse en la oscuridad ininteligible, pero brillante de
Dios". Según hemos visto, hay dos ideas principales sobre la forma de
conocer a Dios por parte del hombre, la via
negativa y la via positiva. La
primera sostiene la incapacidad del hombre para obtener un conocimiento factual
de Dios; él puede conocerlo diciendo sólo lo que él no es. La posición de Demea
según leímos primero. La otra discute que Dios es un ser mucho más grande que
el hombre; podemos conocerlo por lo tanto mediante analogías. Ésta es la
posición de Cleantes.
Weil intenta combinar estas dos dosctrinas. Ella habla sobre una distancia
entre el hombre y Dios, lo que también significa hablar del aspecto impersonal
de Dios. Sin embargo, ella también habla de Dios como un mendigo, presente de
modo secreto en el mundo, así como de la posibilidad de que el hombre pueda
hacerse semejante a Dios imitando sus acciones. De esto se habla a veces como
del aspecto personal de Dios. Ella no desea andar sólo una senda, ella
encuentra algo a su gusto tanto en la via
negativa, como en la via positiva.
Dios es tanto conocido como desconocido.
Conclusión
Tengo un gran respeto por la ambición de Jaspers, que aspira a no convertir
a Dios o a la trascendencia en un objeto de estudio, ya que según él esto
significaría perder el carácter de Dios o de la trascendencia. No obstante,
encuentro difícil digerir que, si hay un Dios, no seríamos capaces de conocer
nada sobre lo que sería el origen de nosotros mismos. Jaspers habla sobre la
gracia como señales intermitentes, aunque éstas sólo lo son para quienes así lo
creen.
Incluso si no creemos en el Dios de la metafísica occidental, como según
Nichols los existencialistas teístas no creen, todavía habría buenas razones
para aferrarse a la creencia de que es razonable confiar en algo que es
conocido, al menos en cierta extensión. La creencia en un Dios desconocido
sería al final equivalente a considerar la existencia como absurda.
[1] Esta es una obra anónima del misticismo
cristiano escrita en inglés medieval, en la segunda mitad del siglo catorce.
[2]
David Hume, Dialogues concerning Natural
Religion, Hafner Publishing Company,
New York y Londres 1969, p. 17. [En lo que sigue citado como DCN]
[3]
Catharina Stenqvist, Simone Weil -om
livets tragik och dess skönhet [Simone Weil- The Tragic of Life and its
Beauty], Stockholm: Proprius, 1984.
No comments:
Post a Comment
Please leave here your comment. Por favor, escriba aquí su comentario.