Friday, April 15, 2011

Leonard H. Ehrlich. LA METODOLOGÍA DEL VERSTEHEN, DE JASPERS. SUS FUNDAMENTOS PARA LA HISTORIA, , LA PSICOLOGÍA, LA TRADUCCIÓN




Leonard H. Ehrlich
Miembro fundador de la Sociedad Karl Jaspers de Norteamérica, junto a Edith Ehrlich y George Pepper.
(Founding Member of KJSNA with Edith Ehrlich and George B. Pepper)
University of Massachusetts
ehrlich@philos.umass.edu



Leonard H. Ehrlich. Profesor de filosofía y de Estudios Judaicos, Emérito, de la Universidad de Massachusetts, Amherst. Autor de Karl Jaspers: La filosofía como fe (1975) y de numerosos artículos sobre Jaspers, sobre filosofía fundamental y filosofía del judaísmo. Co-editor (con M. Ermarth) y co-traductor (con E. Ehrlich), de Karl Jaspers. Los grandes filósofos, vols. 3 y 4 (1993 y 1994), co-editor y co-traductor, con E. Ehrlich y G. B. Pepper, de Karl Jaspers: Escritos de filosofía básica, Selecciones (2 ª ed. 1995.). Con R. Wisser, ha sido co-organizador en jefe de las primeras cinco conferencias internacionales Jaspers (Montreal 1983, Brighton 1988, Moscú 1993, Boston 1998, Estambul 2003) en relación con el Congreso Mundial de Filosofía, y co-editor de las colecciones respectivas de los documentos de las conferencias. Fundador y co-director de la Asociación Internacional de Sociedades Karl Jaspers.





La presente versión traducida al español se publica con el permiso del autor, Dr. Leonard  H. Ehrlich. Agradecemos al Dr. Alan M. Olson su gestión para hacer posible la publicación. Traducido del inglés por Gladys L. Portuondo. Véase el original en inglés en: Leonard H. Ehrlich. Jaspers’ Methodology of Verstehen. Its basis for History, Psychology, Translation. Existenz. An International Journal in Philosophy, Religion, Politics, and the Arts. Vol. 3, No 1, Spring 2008. ISSN 1932-1066. 
En: http://www.existenz.us/volumes/Vol.3-1Ehrlich.pdf







Abstract (original from the author):   Verstehen is here referred to as 'understanding.' The essay presents the main general aspects of the phenomenon of understanding in part as developed by Jaspers. In preliminary considerations, understanding is distinguished from causal explanation and formal reasoning, and methodologically clarified understanding is distinguished from naive understanding.—Understanding involves understandable (inner) factualities and the relation of factualities. Understandable factualities are distinguished from objective (outer) facts and data. The reception of understandable factualities is a matter of (subjective) interpretation; in this way it is distinct from natural science where the explanation of data is confirmed by testing, compelling inter-subjective assent (objective validity). The general kinds of factuality are behavioral expressions, actions, and products of actions, such as works, documents, testimonies, and memoirs.—In its proper sense, understanding is bringing factualities into meaning-relations. Some principles of interpretive understanding concern the immediacy of understanding; the question of fiction vs. actuality; the circumstance that opposites are equally understandable; and the hermeneutic circle, especially contextual circles of meaning-interpretation. In the case of interpreting documents, one can distinguish between documentary contexts; contexts of proximate circumstances; wider circumstantial contexts; and personal contexts.—Finally, valuation invariably accompanies understanding. Understanding cannot attain the certainty of natural science, only a degree of plausibility. An aid thereto is the methodological suspension of valuation.—The question of the intrusion of valuation in natural science is taken up with reference to Max Weber's dictum that science is free of value (not devoid of value).—The practice of understanding is exemplified by reference to methodological observations about translation.[1]

Resumen: Verstehen se refiere aquí a ‘comprensión’. El ensayo  expone los principales aspectos generales del fenómeno de la comprensión, en parte, según es desarrollado por Jaspers. En las consideraciones preliminares, la comprensión se distingue de la explicación causal  y del razonamiento formal, y metodológicamente aclarada se distingue de la comprensión ingenua. -La comprensión abarca las facticidades (internas) comprensibles y su relación. Las  facticidades comprensibles se distinguen de los hechos y los datos objetivos (externos). La recepción de las facticidades comprensibles es una cuestión de interpretación (subjetiva); esto se distingue así de la ciencia natural, donde la explicación de los datos se confirma por medio de pruebas, y se impone la aprobación inter-subjetiva (validez objetiva). Los tipos generales de  facticidad son las expresiones del comportamiento, las acciones y los productos de las acciones, tales como  obras,  documentos, testimonios y memorias.- En su  sentido propio, la comprensión consiste en conducir las facticidades a  relaciones de sentido. Algunos principios de la comprensión  interpretativa se refieren a la inmediatez de la comprensión; a la cuestión de la ficción vs. la realidad; a la circunstancia de que los opuestos son por igual comprensibles; y al círculo hermenéutico, especialmente a los círculos contextuales de sentido-interpretación. En el caso de la interpretación de documentos, se puede distinguir entre contextos documentales; contextos de circunstancias próximas; contextos circunstanciales más amplios; y contextos personales. –Finalmente, la valoración acompaña invariablemente a la comprensión. La comprensión no puede alcanzar la  certeza de la ciencia natural, sólo un grado de verosimilitud.  Una ayuda para esto es la suspensión metodológica de las valoraciones. Se toma en cuenta la cuestión de la intrusión de la valoración en la ciencia natural con referencia a la frase de Max Weber, según la cual la ciencia está libre de valor (no exenta de valor). –La práctica de la comprensión se ejemplifica por medio de la referencia a observaciones metodológicas sobre la traducción [Ver nota 1 al final. Nota de la Traductora].








El método del Verstehen [Comprender. Nota de la Traductora] se encuentra fundado en el pensamiento y en el ser espiritual  que todos compartimos en cuanto humanos. Fue inicialmente articulado como método en la “nueva ciencia” de  Giambattista Vico como una disciplina de la investigación histórica, a diferencia de la “ciencia de la naturaleza,” i.e.,  la moderna ciencia matemática de la física, que en la época de Vico culminó en la obra de Newton. El punto de partida de Vico fue la percepción evidente de que conocemos más fácilmente lo que nos motiva que el funcionamiento de la naturaleza. En las generaciones recientes, el Verstehen  ha sido esclarecido a causa de las Geisteswissenschaften  [Ciencias del espíritu. Nota de la Traductora], incluyendo la historiografía, principalmente a través de Dilthey, Max Weber y Jaspers. Como  joven psicopatólogo, Jaspers condujo al pensamiento dominante en las Geisteswissenschaften hacia la psiquiatría, en el momento en que varias escuelas tendían a restringirla o a reducirla a la biología médica.

La comprensión (Verstehen) no es una disciplina que explica el cosmos físico o el mundo de los seres vivos. No nos ocupamos de las etapas de la experimentación o de las observaciones controladas, o de hacer mediciones, ni de producir descripciones morfológicas o determinar funciones fisiológicas. En particular, no verificamos hipótesis causales,  ni establecemos probabilidades, ni proponemos o probamos teorías, y no cambiamos paradigmas explicativos cuando encontramos anormalidades inexplicables. En vez de eso,  estamos tratando con fenómenos y eventos humanos: con hazañas y fechorías; con convicciones, predisposiciones, motivaciones, retos, planes, proyectos; con realizaciones, frustración y  fracaso; con  anticipación y sorpresa; con los recursos de la respuesta y la reacción; con los medios de la manipulación y la ingenuidad; y por encima de todo con la libertad, la libertad del compromiso, de la responsabilidad, de la elección y del riesgo más o menos calculado. No explicamos tales fenómenos y eventos, y menos que todo causalmente, pero los comprendemos e interpretamos.

Además, nuestra disciplina no es susceptible de formalización. Mientras la lógica puede regir en la forma del estilo, la coherencia y la consistencia, ella no es un molde para las realidades humanas, y con seguridad, no lo es para la libertad y la elección. Tampoco lo serán una historiografía ideológica ni un esquema dialéctico, si éstos no están al servicio de las complejas verdades del tema del sujeto, suscitado a través de una comprensión paciente y seria.

La comprensión es aquello con lo que todos estamos familiarizados;  es la operación del pensamiento básico que ejecutamos pre-reflexivamente cada día.  Elevada al nivel de un esclarecido método, la comprensión es una herramienta crítica que se encuentra involucrada en cualquier disciplina interesada en las realidades de los seres humanos considerados como seres espirituales, pensantes.  Voy a referirme a algunos de sus rasgos principales.

Comencemos con un ejemplo de la comprensión: un niñito cae y llora; su hermana,  que no se ha caído,  empieza también a llorar. En este caso, la hermana comprende por qué el niño está llorando, y  lo que hace en relación con su caída es lo que  comprendemos como su  grito de empatía.

En este ejemplo el llanto de la niña es fácilmente comprensible, aunque debemos notar que la comprensión que tenemos de éste, siendo “ajena a la empatía”,  es  una atribución de un fenómeno interno que no es accesible como  hecho observable. La atribución es posible, porque aquél que comprende es como aquél que es comprendido. El significado está lleno de sentido para el ser que  tiene en cuenta el sentido.

Pero, ¿qué pasa con el llanto del niño? Hay dos factores observables, la caída y el llanto. Es fácil y razonable decir que el llanto del niño sigue a su caída. Pero la relación que comprendemos aquí no es de la naturaleza de una explicación causal. De hecho, poner el llanto en relación con la caída podría ser una forma demasiado superficial de comprender lo que está en juego. Suponiendo que no hubo lesión ni dolor, ¿estaba justificado el llanto? Suponiendo que se conociera que el niño no era propenso a llorar, entonces ¿por qué lloró? ¿La caída le impidió hacer lo que él iba a hacer, y él lloró de frustración? Los hechos observables no bastan para la comprensión de lo que había que comprender. Vemos que hay muchas posibilidades de comprensión de este incidente, y, más allá de los simples hechos, hay muchas consideraciones que alegar a fin de llegar a una comprensión plausible, si bien no definitiva.



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Facticidades. En la comprensión nos referimos a hechos observables, pero lo que comprendemos no son los hechos per se, sino la realidad humana que  ellos denotan a través de sí. La premisa obvia que está en juego es que lo que es comprendido, el otro ser humano. Contrariamente al objeto de las ciencias naturales, el objeto de la comprensión es, hasta cierto punto, igual a cuando se comprende, por ejemplo, que el propio cuerpo nunca puede ser  uno mismo.

Los hechos son el alfa y el omega de cualquier investigación metódica. Pero ¿qué es un hecho, en particular con respecto a la comprensión? Generalmente, un hecho es lo que ocurre realmente en el espacio y en el tiempo, de tal manera que puede ser percibido y registrado. Pero con respecto a la comprensión, el hecho en el registro no es lo mismo que la realidad de lo que es registrado. La realidad a la que el registro factual se refiere tiene que ver con actos internos, e. g., actos de evaluación de la situación, de previsión de las alternativas de elección disponibles y del ambiente interno de los estados de ánimo, propósitos, experiencias, convicciones y motivaciones. Éstas son las realidades que procuramos comprender, y debemos aclarar las formas en las cuales ellas se relacionan con el material fáctico concretamente accesible, en el que tal vez incluso se reflejan. Sin embargo, debemos señalar que dicho contenido comprensible, incrustado en la propia autoconciencia y en la memoria de una persona, no se hace manifiesto  a nadie, sino que es accesible solamente por medio de hechos perceptibles públicamente; por consiguiente, la comprensión no puede  ser sino interpretación.

Sea directa o indirectamente, los objetos de las ciencias naturales hacen ordinariamente su aparición de forma pública, por medio de la percepción. Pero la percepción es espacial, y las categorías espaciales no son propias de la vida interior. Qué sea “interior” se mantiene siendo una posibilidad abstracta y sin consecuencia, a menos que sea llevada a cabo en la realidad concreta del espacio y del tiempo mensurables. Por ejemplo, una intención que se mantiene simplemente como tal es vacua. Pero si es llevada a cabo en la acción, la intención que conduce a esto puede marcar una diferencia decisiva para el protagonista. En un tribunal de justicia la intención es una función del proceso de condena. Si bien hay una conexión inteligible entre una comprensión interior y su realización en la vida activa, no existe una congruencia garantizada para el hombre falible. Además, no existe garantía de que lo que los otros comprenden coincida con lo que inspiró la acción; y esto podría ser comprendido, y lo más probable es que lo sea, de formas diversas por distintas personas.

Hasta ahora hemos hecho una distinción entre las facticidades internas y externas (perceptibles), Lo que entendemos por facticidades internas o subjetivas no existe como hechos perceptibles. Ellas existen como articulaciones de la autoconciencia y como lo que se atribuye a otros. De hecho, para otros, ellas son reales sólo en tanto atribuciones a través de las facticidades concretas que son perceptibles, e. g., documentos, acciones,  expresiones verbales. Las facticidades comprensibles en tanto referidas a  los fenómenos de la vida interna del ser pensante incluyen el reino del espíritu, del cual nosotros participamos como individuos y por el cual somos afectados.

A veces distinguimos entre hecho y dato: el hecho es eso que acontece; el dato es el acontecimiento como es dado; en las ciencias naturales, esta distinción es redundante. La distinción se hace importante siempre que un acontecimiento es conocido no por sí mismo, sino según lo indicado por el dato. El dato entonces será también un hecho detrás del cual hay otro hecho. Por esta razón, esa distinción es signo de importancia cuando ese otro hecho es una facticidad que es comprendida. En las ciencias naturales, el dato es el hecho con el cual operamos. Pero: no hay una relación clara y simple de correspondencia exacta entre  la facticidad interna comprensible y el dato percibido.

En todo caso, lo que es comprendido aparece en manifestaciones externas públicamente perceptibles. Consideremos algunas clases principales que Jaspers trata en GP [General Psychopathology. Nota de la Traductora]: expresiones, acciones, y obras, aunque no sólo lo hago en relación con la psicología, sino con relación al historiador y al estudioso de los textos y de la civilización.




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Las expresiones son comportamientos que muestran el significado de la interioridad de uno, i. e., la vida comprensible. El comportamiento expresivo, por lo general, surge naturalmente de las exigencias de las situaciones en vivo. Nos doblamos de dolor, nos rascamos en la desazón, nuestros rostros muestran preocupación, alegría,  angustia. En estos días nos gusta hablar del  lenguaje corporal. Hay formas de expresión más complejas, como reír cuando se está leyendo, oyendo o viendo algo que impresiona como algo divertido. Lo opuesto a la diversión también podría evocar la risa. Las expresiones más naturales también pueden ser falseadas, controladas o escondidas; en este sentido las expresiones pueden ser acciones deliberadas.

Las acciones son otra clase de manifestación externa de la facticidad interna; ellas son el cumplimiento deliberado de una tarea. Las facticidades detrás del desempeño exterior de las acciones son las acciones interiores de una persona, tales como la percepción, la memoria, el juicio, la elección, la decisión, la intención, el propósito, los aspectos funcionales del discurso y el pensamiento, la inteligencia y así sucesivamente; uno no siempre está claramente conciente de ellos. La respuesta de los otros a las acciones de uno revela la  comprensión que tienen acerca del agente. Sin embargo, los otros podrían comprender o no, comprender correctamente o incorrectamente; la acción en cuanto tal no nos dice seguramente qué hay que comprender. No podemos estar siempre seguros de que comprendemos una acción ni siquiera en el momento en que ocurre, y,  por tanto, considerablemente menos  en retrospectiva y cuando sólo es conocida indirectamente.

Las obras son el producto de actividades expresivas de la comprensión racional, así como de la imaginación espiritual y la creatividad. Manifestaciones tales como el lenguaje, los documentos, los reportes, las memorias, los testimonios, las obras literarias, las obras de arte y de artesanía, han sido los instrumentos y los objetos de la investigación histórica. No obstante, igualmente  importantes  son  las  encarnaciones concretas de intangibles tales como la fuerza de la ley, las redes institucionales y el ejercicio de la autoridad, así como la cultura de la deferencia vinculada con ésta, y el orden y la organización de los asuntos y las operaciones públicos.




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Los documentos son los pilares del historiador o de los investigadores en las ciencias sociales. Uno tiene que ser prudente en el uso de este material: por ejemplo, se tiene que averiguar bajo qué autoridad fue escrito, cuándo y con qué propósito;  se tiene que extraer cierta información a partir del estilo y  la fraseología. Sumergiéndose uno mismo en el material documental relevante se puede ganar experiencia en la lectura entre líneas; uno se vuelve perceptivo a los matices en la expresión –tal vez incluso se puede discernir lo que no puede ser dicho explícita o literalmente. Jaspers advierte que hay una cualidad en la práctica de un buen psiquiatra en tanto su comprensión psicológica no es sólo un modo del actuar metodológico, sino también un arte, así como la actividad  diagnóstica  del médico practicante no es sólo práctica científica, sino un arte por adición.

Los testimonios  son declaraciones acerca de lo que se ha sido testigo o se ha experimentado.  Es mucho lo que depende de la fiabilidad y la integridad del testigo. Se tiene que distinguir lo que realmente fue presenciado de  la interpretación del testigo. La memoria puede ser engañosa; características esenciales pueden ser olvidadas y otras  fusionadas. El que entrevista puede sesgar la pregunta, de tal modo que la respuesta exprese lo que él  desea escuchar. El que juzga la credibilidad del testigo puede estar influido por prejuicios que afecten negativamente su propia credibilidad. El que testifica puede estar agobiado por una reputación que a su vez afecta su credibilidad. Los fiscales tienen razón en poner gran cuidado al seleccionar testigos que puedan apoyar su  causa. Cualquier testimonio dado después de décadas de reflexión acerca de un evento probablemente sea modificado por la interpretación del protagonista sobre su papel.

Las memorias son de importancia vital en tanto son el testimonio de lo que se ha soportado y  se ha presenciado. Con todo, las memorias invariablemente contienen referencias  a asuntos que van más allá de lo que se ha experimentado y presenciado realmente; en relación a tales asuntos, las memorias son, cuando más, poco fiables; en el peor de los casos engañosas porque los escritores no estaban presentes o siquiera cercanos a esos eventos. -Los reportes por terceras partes son onerosos, especialmente si sus autores tienen la reputación de ser objetivos y si se basan en informantes que ellos consideran intachables. –Las obras literarias, sea la novela o el drama, son  medios convincentes para lograr visión en los aspectos de la historia; y la buena historia es más convincente cuando se lee como  una novela.




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La comprensión de las facticidades. Las facticidades no constituyen la comprensión por sí solas. Una facticidad es comprendida en un completo sentido cuando resulta conectada con otra facticidad interior. Repito: contrariamente al objeto biológico y material, el objeto de la comprensión es como el sujeto: es el ser humano el que comprende; es el ser humano el que es comprensible y es el ser humano el que es comprendido. El objeto propuesto de la comprensión es el ser humano detrás de su apariencia, esto es, detrás de su semblante y de sus acciones, los cuales pueden ser observados o descritos en la documentación.

Un lugar  común, pero también complejo, es la comprensión de las conexiones entre las facticidades comprensibles; si esto ha de ser una herramienta de la investigación metódica conducente a respaldar lo verosímil, tienen que ser discutidas distinciones adicionales y algunos principios orientadores.




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La inmediatez. La evidencia con motivo de la conexión de lo que es comprensible no depende de inferencia alguna, i. e., ni de la deducción lógica, ni del  razonamiento intuitivo. La evidencia con motivo de la comprensión es irreductible, inmediata. La naturaleza  probatoria es inherente a la comprensión, del mismo modo en que lo es a la percepción. No se puede negar lo que se ve, aunque uno pudiera percibir erróneamente, o ser engañado. Y no se puede tampoco  rehusar la comprensión de lo que se comprende,  aunque uno podría comprender erróneamente, ser engañado o estar predispuesto a comprender de una cierta manera.

La inmediatez de la comprensión puede ser iluminada  mediante la consideración de un acontecimiento excepcional. La excepción es tan forzosamente comprendida como el caso normal. Ella no es comprendida como excepción, porque lo es de forma inmediata, en sus propios términos. La evidencia al comprender la conexión no aumenta ni disminuye en virtud de la frecuencia del acontecimiento específico o de su escasez. Comprendemos, no a través de la experiencia de un acontecimiento, sino con motivo de una experiencia. Lo que comprendemos no es, como tal, experimentado, ni puede ser experimentado. Es evidente y convence a través de sí mismo, o no convence en lo absoluto.

¿Cómo resulta atinada la comprensión respecto al caso individual? Las expectativas con base en la comprensión no son asunto de reglas generales de inferencia que rigen casos específicos, sino de lo que es normal sobre la base de la propia experiencia. Si un acontecimiento se produce en contra de lo esperado, se podría pensar que el mundo de uno ya no se entiende, aunque  mediante la compresión del giro inesperado de los eventos uno podría reorientarse y reajustarse. La comprensión concierne al reino de las posibilidades del caso individual o del fenómeno específico, no a la promulgación de causalidades predecibles.




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La ficción y la realidad. La evidencia de lo que es comprendido tampoco depende del acontecimiento de un caso específico ni de la frecuencia de su recurrencia. Aquí la regla operativa es la de la posibilidad verosímil. El reto es comprender la posibilidad que cuenta para todo lo que es comprensible en lo que realmente ocurrió. Pero, ¿resulta siempre disponible todo lo que es comprensible? En la administración de la ley, por ejemplo, la ausencia de los testigos o de una confesión, y aspectos periféricos tales como las circunstancias, la oportunidad y la motivación implícita, a menudo determinan la convicción. La convicción caerá si  un solo miembro del jurado abriga una duda razonable. De otra manera, puede suceder  que los inocentes sean condenados.

 La ficción, por ejemplo,  la historia inventada  por un novelista o dramaturgo, se comprende tan convincentemente como lo real. No es de extrañar que exista una íntima relación entre la narración de cuentos y la narrativa historiográfica. Algunas novelas históricas  proporcionan una representación más convincente de una época histórica que una obra académica de historia (Scott, Dumas). Algunas obras de historia son piezas maestras literarias (Churchill, Gibbons). Churchill tendría que ser considerado con más seriedad, al menos en lo concerniente a la participación de Gran Bretaña en la Segunda Guerra Mundial. La verosimilitud de cualquier desacuerdo con lo que Churchill escribe tendrá que descansar sobre bases tan sólidas como el reporte de Churchill.    

Así como supuestamente la naturaleza aborrece el vacío, también la criatura que existe comprendiendo y que  trata de comprender lo que hay de comprensible, llenará un vacío en su comprensión con alguna verosimilitud, incluso con una ficción.




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Los opuestos. Del mismo modo en que lo ficticio es tan convincentemente comprensible como lo real, así los opuestos son comprensibles por igual. Y los opuestos se pueden comprender de tal modo que conducen a la misma conclusión. Más aún, la misma facticidad de igual modo  puede ser comprendida  convincentemente en formas opuestas. La frecuencia real de una alternativa no disminuye en forma alguna la  posibilidad igualmente obligatoria de la otra, ni haría que la otra fuese anómala.  Y ambas pueden ser verdaderas, aunque en cada caso en cierto sentido específico. La ambigüedad del significado es una posibilidad constante. Donde la ambigüedad prueba ser insostenible, resolver el problema invocando la ley de no-contradicción significará la elección arbitraria de uno de los opuestos en favor del otro. En su lugar, la igual posibilidad  de los opuestos representa para el investigador el reto de llegar a la alternativa más verosímil entre las existentes. Y esto nos lleva a la cuestión de los recursos para tal resolución, especialmente de los que tienen relevancia de fondo, y a las circunstancias del caso.




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El círculo hermenéutico. El problema de la situación de la facticidad particular comprendida también  depende de si se puede aislar. El acontecimiento natural particular (hecho)  permanece invariable en su aislamiento, sin importar cuán variados sean los esquemas alternativos por los cuales éste es explicado, y sin importar cuán comprehensivos sean tales esquemas explicativos. (El hecho del movimiento hacia arriba de la llama sigue siendo el mismo, tanto si es explicado por Aristóteles –el fuego tiende hacia su verdadera región en el universo, la cual es la esfera más lejana de las estrellas - o mediante las leyes de la termodinámica.)  En contraste con el hecho natural, que permanece fijo aún cuando las explicaciones varíen, la facticidad comprensible está en constante flujo de acuerdo al significado de los medios por los cuales es comprendida. Lo que se puede aislar y permanece objetivamente fijo, es la manifestación empírica de la facticidad comprensible, i. e., la documentación o el testimonio de los testigos. Pero comprender la facticidad (mostrada por la documentación) depende de la perspectiva desde la cual ésta es comprendida y de la mente que la comprende a partir  del alcance de esa perspectiva. No resulta sorprendente, ni esto es muestra de una interpretación errónea, ni de una coincidencia, que el significado de las facticidades comprensibles sea extraído y penetrado a través de comprensiones y ramificaciones alternativas, sino una condición metodológica inevitable y elemental para la comprensión. La facticidad particular siempre se encuentra dentro del contexto más amplio del complejo de nexos del pensamiento de una persona y debe ser reconocida como una rama o  reflejo del mismo.

Mientras más profundamente es penetrado este contexto abarcador, más sólidamente es comprendido el particular. Cuanto menos se toma en cuenta el contexto, menos profunda y más desolada es la comprensión.  El aumento de la comprensión de la facticidad o contenido mental aislable depende de la disminución de su aislamiento y de su aprehensión en una conexión, siempre más amplia, con otras manifestaciones de los contenidos del pensamiento. Sin embargo, la penetración en este contexto del pensamiento abarcador se gana sólo a través de la facticidad o del contenido comprensible particular. Lo particular es indicativo del contexto, el contexto informa al particular con el significado. Cada uno presupone al otro. La facticidad o contenido mental particular no se reconoce como mental, a menos que la realidad mental abarcadora sea presupuesta,  siendo considerado éste como su manifestación. El contexto mental abarcador no es cognitivamente real a menos que sea comprendido a través de sus manifestaciones particulares.  Este movimiento cognitivo dentro de un círculo cada vez más amplio, desde los horizontes del pensamiento a la  facticidad del pensamiento y de la facticidad del pensamiento al horizonte del pensamiento, es llamado el círculo hermenéutico.

Consideremos como ejemplo una época remota, la Edad Oscura. En la idea general de aquellos tiempos los designamos como “oscuros” debido a la escasez de documentación. De lo poco que se conserva, y especialmente tomando en consideración el contexto de lo que vino antes y después, sabemos que hubo una pérdida del conocimiento, de la capacidad de lectura y de escritura, y que un desgarramiento legal, económico y comercial  ordenó y fijó la vida; hubo una disminución del culto a los dioses o a Dios, todo engendrado en gran medida por las invasiones en curso de las tribus germanas, todavía bárbaras.

Pero usualmente tratamos con fuentes  abrumadoramente bien documentadas y ampliamente sancionadas,  muestra de una riqueza de relevantes conocimientos contextuales  concéntricos,  superpuestos, que a su vez determinan la significación de esas fuentes. Permítanme mencionar cuatro de los tipos de antecedentes contextuales que son particularmente indispensables en la comprensión de lo que puede ser dicho más verosímilmente, si realmente es el caso.




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En primer lugar, existe el contexto documental. La mayoría de los documentos es parte de un conjunto de documentos. Sin duda, un pasaje en particular en un documento tendrá un significado por derecho propio. Con todo, su significado bien puede ser modificado según su ubicación dentro del documento o incluso en relación al documento como un todo. También hay las cuestiones, a tomar en consideración, referentes al autor, la retórica, el propósito y el destinatario. Igualmente indispensable es el contexto de un conjunto de documentos relacionados. En segundo lugar,  existe el contexto de las circunstancias próximas. En el tercero, hay contextos circunstanciales más amplios a considerar, que son indispensables especialmente en la comprensión de un aspecto de la historia, en tanto dichos contextos más amplios determinaron decisivamente el contexto de las circunstancias próximas.

Un contexto más necesita considerarse, el cual, debido a la falta de un término mejor, podemos llamar el contexto personal.  Cuando uno emprende la tarea de comprender un asunto, uno no lo hace con una mente en blanco. Tenemos razones para investigar sobre el tema, y ponemos en juego impresiones adquiridas a partir de rumores, o de lo que hemos leído, y por alguna razón podemos estar predispuestos a entender nuestros hallazgos en una cierta forma, sesgando así nuestra recepción y uso de la documentación y de la evidencia. Fue Leopold von Ranke, el gran historiador del siglo XIX, quien advirtió enérgicamente contra la dependencia de historias basadas en orientaciones  o prejuicios ideológicos, fuesen religiosos o políticos, filosóficos o historiográficos. A favor del historiador, en vez de esto él insistió en la primacía de la documentación auténtica y de los reportes de testigos confiables. En lo concerniente a la documentación auténtica, el problema no es tanto un asunto de disponibilidad y de selección entre los documentos disponibles, como el uso que se hace de los documentos. El énfasis principal de la advertencia metodológica de Ranke descansa en la prohibición de entrar en el círculo hermenéutico de la comprensión de las facticidades (documentos, reportes de testigos oculares) dependiendo de las perspectivas del cuadro general proporcionado por otros, sino derivar una interpretación general a través de una comprensión exhaustiva de las facticidades. En esto hay más que meramente desdeñar la historia basada en la investigación de origen. No podemos  hacernos ajenos a lo que hemos aprendido sobre un tema de investigación a fin de comenzar a investigar. De hecho, lo que otros han tenido que decir sobre éste es indispensable para despertar la curiosidad, plantear problemas y sentirse uno retado a buscar por sí mismo.

En tanto que estas perspectivas, que predisponen,  no se pueden rechazar, ni se pueden desmentir sus  impulsos motivadores, Ranke, en efecto, sugiere que en aras de la comprensión metódica, crítica, ellas deben ser suspendidas, si no puestas entre paréntesis (al modo de la epoché de la fenomenología de Husserl). Un autor apela, más o menos sutilmente –por medio de epítetos o insinuaciones, o a través de indirectas-, al contexto de las predisposiciones  esperadas del lector,  involucrándolo de dicho modo  en la interpretación. Y puede esperarse que la predisposición hermenéutica del lector esté en juego,  incluso si no es abiertamente solicitada y aún si se le pide que ésta deba ser suspendida.
                            



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Una característica última de la comprensión  es que la valoración  va a la par que la comprensión. En otras palabras: ser comprendido también quiere decir ser  valorado. El valor mínimo inherente a la comprensión concuerda con la referencia a verdadero-falso, acertado-inexacto, aunque también se extiende a correcto-erróneo, bueno-malo, bien-mal, digno-reprobable, leal-traidor, etc.  La valoración corresponde a la comprensión del autor, y  a fortiori [forzosamente. Nota de la Traductora] a la del lector. De hecho, el autor no puede evitar la valoración del lector que acompaña su comprensión de lo que lee, y volens o nolens  [quiéralo o no. Nota de la Traductora] el autor provoca la valoración del lector. El sarcasmo, la indirecta, la ofuscación son, con frecuencia, medios subrepticios, pero deliberados del autor para provocar cierta valoración por parte del lector, declarando él mismo su  poca claridad, sea por falta de evidencia o de certeza. La tendencia a juzgar lo que se comprende es un contexto hermenéutico personal  que siempre está presente y dispuesto. Lo que otros investigadores han producido en relación a un tema de nuestro interés por medio de juicios de valor implícitos o directos sería para nosotros de una ayuda invaluable para proponer interrogantes, buscar facticidades, esclarecer contextos hermenéuticos y establecer una comprensión –y una evaluación verosímil.

La resonancia inevitable de la valoración en la comprensión puede interferir en la investigación metódica. En las ciencias naturales esto puede tomar muchas formas. Antes del surgimiento de la ciencia moderna,  la teología aristotélica prevaleció debido a que apoyaba el punto de vista bíblico de que Dios, al crear el universo,  “vio que esto era bueno.” Sin embargo, mientras que la reacción frente a  esto condujo al surgimiento de la investigación de (la verdad de) lo que significa realmente el asunto y de las causas calculables para lograr este objetivo, i. e., condujo a una investigación metódica realizada en aras de su propio beneficio, a su vez  esto fue impulsado por la posibilidad de hacer un  uso valioso del resultado de la investigación. El entrelazamiento de la investigación científica y de la (en gran medida tecnológica) aplicación de cualquier conocimiento que es adquirido persiste hasta hoy. Esa investigación científica (ciencia básica o pura)  puede proceder sólo suspendiendo  las consideraciones de valor que han sido un escollo para su aceptación, desde la teoría del heliocentrismo de Galileo hasta la evolución de las especies de Darwin. La naturaleza problemática del principio de Max Weber, según el cual la investigación científico-natural está libre de valor –aunque no carece de valor- es bien conocida. Y todavía los científicos proceden bajo ese supuesto ya que están destinados a suspender la valoración. La investigación científica y sus resultados prácticos no pueden ser un asunto de ejecución de mandatos. Los científicos nucleares pioneros no son elogiables debido a las aplicaciones benignas, ni culpables de las aplicaciones horrendas de los resultados de su investigación, a menos que ellos participaran en su realización.

¿Puede exigirse, análogamente, mantener la comprensión metódica libre del juicio de valor, si se considera que, por cuanto se encuentra ligada indisolublemente a la comprensión, éste difícilmente puede ser suspendido? Lo que se pide es el establecimiento de una distinción entre juzgar y prejuzgar; mantener una mente abierta en la investigación; mantener una postura de justicia y equidad; en tanto los opuestos son igualmente posibles,  buscar  las alternativas de las interpretaciones contextuales y  sopesar su respectiva verosimilitud; y ser  críticamente conciente no sólo de los límites de la comprensión y el juicio que otros han expuesto, sino de los propios.




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Hemos examinado las facticidades comprensibles, la comprensión como interpretación, la inmediatez de la comprensión, la igual posibilidad de los opuestos, el movimiento dentro de los círculos hermenéuticos, el entrelazamiento de la valoración y la comprensión, y otros. Nuestro análisis procedió a la manera de los  discursos sobre el método (no sobre los métodos), a saber, de la comprensión elevada al nivel de investigación metódica. Dichas características de la comprensión no deben entenderse como axiomas, en tanto ellas no son mutuamente excluyentes. Más bien, ellas son metodológicamente inherentes al fenómeno de la comprensión. Se apoyan unas a otras y de este modo a la estructura completa del método de la comprensión. En el flujo de la comprensión, ellas operan al mismo tiempo.



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En la siguiente nota acerca del Verstehen en la traducción, particularmente en lo referente al círculo hermenéutico, realizo una paráfrasis de la sección “On translation” [“Acerca de la traducción”. Nota de la traductora] a partir de mi revisión de una nueva traducción de Star of Redemption, de Rosenzweig.

La traducción de textos filosóficos, tal como el Sta,r trata con ideas cuyos contenidos significativos siempre son más ricos que lo que es expresado o comprendido; éstos no tienen que ver con conceptos terminológicamente fijos.  Además, el punto de vista del lenguaje como asunto propio de un diccionario no es a menudo adecuado para expresar ideas. Lo atestigua la recurrencia de Rosenzweig a imágenes, símbolos y metáforas como medios intuíbles.

Aún cuando estuvieran disponibles palabras o expresiones en correspondencia exacta, los significados respectivos pueden diferir porque las palabras no sólo son denotativas, sino que son portadoras de connotaciones que pueden inmiscuírse y  cambiar así el significado que se pretende. Una traducción erudita tiene que anticipar y controlar una intrusión de esta clase. Por lo general, el traductor y el lector de un texto tienen que mantener  en mente la posibilidad de que el significado original puede ser manipulado por medio de una recepción tendenciosa.

Cómo comprendemos el significado de un texto, sea como lectores o como traductores, tiene que ver con la entrada en un círculo hermenéutico; esto es, esto se encuentra informado por un contenido de significado más amplio, y a su vez nuestra comprensión de un texto informa a ese contenido significativo más amplio, por ejemplo, por medio de la confirmación o la modificación.

El traductor tiene que reconocer que los pasajes, e incluso las palabras, derivan su significado  dentro de toda clase de círculos hermenéuticos: el contexto de la obra en sí,  su parte y sección, la mentalidad del autor y la situación espiritual con respecto a la cual ésta fue hecha. El traductor tiene que estar informado acerca de estos contextos y estar preparado para determinar el significado traducido respecto a ellos.

Existe siempre un contexto hermenéutico de comprensión que llevamos con nosotros cuando nos disponemos a captar un texto. Éste afecta la forma en que interpretamos su significado, cómo asimilamos, coincidimos o cuestionamos lo que leemos. Es nuestra opción suspender o no nuestra predisposición hermenéutica. Sin embargo, en el caso de la traducción es una obligación suspender dicha predisposición. La tarea del traductor no es presentar al lector un texto cuyo significado está predigerido al modo de su propia recepción, sino permitir que el lector llegue por su cuenta a un acuerdo con el significado dado por el autor.

La traducción de textos filosóficos ha sido, desde la antigüedad, una tarea honorable y una responsabilidad aciaga, ya que ella determinará la recepción que tenga el autor y  será invariablemente comparada con el original, especialmente si éste está en una lengua cuya fuerza intelectual resulta particularmente conveniente al pensamiento filosófico, como es el alemán.

El traductor tiene que usar los recursos del inglés para reproducir en un inglés legible el significado expresado en alemán. Esto no quiere decir que la traducción ha de ser de fácil lectura. La Star, como muchas grandes obras de la filosofía, no es un libro sencillo. Adaptarlo al lector  ocasional resultaría seguramente en una versión expurgada. Lo mismo que el original, éste tiene que ser un libro legible por cualquier lector serio que quiera prestarle la atención que  requiere.

A fin de expresar sus pensamientos, Rosenzweig hace un uso completo e imaginativo de los variados, complejos y ricos recursos de la lengua alemana. La belleza y el uso singular del lenguaje de una lograda obra de maestría literaria, como los de un poema, probablemente se pierden en la traducción. La pregunta adicional es entonces en qué medida una traducción hace justicia al original. Los recursos con los que cuenta el escritor  en inglés no tienen paralelo con los de la lengua alemana, a pesar de que tienen que ser disciplinados, si es necesario creativamente, para producir una entrega con éxito. Alguien que se siente en casa por igual en ambas lenguas, y que aprecia sus respectivos recursos disponibles, tiene aquí decidida ventaja. Dicho traductor es el mejor equipado para practicar el arte de hacer uso de la sutileza del significado proyectado por el autor, y ponerse a sí mismo a disposición del autor suspendiendo sus propias disposiciones hermenéuticas: debe abstenerse de procurar que la traducción diga lo que él piensa que el autor debería haber dicho.












[1] Este ensayo fue leído en la sesión anual de la Sociedad Karl Jaspers de Norteamérica (Baltimore, Diciembre de 2007).  Es una de las tres derivaciones de una sección sobre metodología preparada para el libro del que he sido coautor con Edith Ehrlich, Choices under the Duress of the Holocaust: Vienna 1938-1945, Theresienstadt 1941-1945.  Esa sección  atiende a dos propósitos: es un  recuento de la metodología que  desarrollamos para  conducir nuestra investigación e interpretación sobre ese controversial tema. Y sirve como un fundamento crítico para discrepar, acerca de ese tema, con otros autores, tales como Raul Hilberg y Hannah Arendt.
Otra derivación consistió en los comentarios y la correspondencia acerca de los documentos presentados en 1999 en la Sociedad Karl Jaspers de Norteamérica por un grupo de psiquiatras de Boston, de una generación más joven, quienes representan un nuevo comienzo en la recepción de la General Psychopathology de Jaspers. Mi contribución a la discusión del libro de Nassir Ghaemi The Concepts of Psychiatry se publicó en Philosophy, Psychiatry, and Psychology, vol. 14, marzo de 2007, pp. 75-78.
La tercera derivación es una discusión acerca de una nueva traducción de la principal obra de Rosenzweig. (“Translating the Star,” Rosenzweig Jahrbuch/Rosenzweig Yearbook, vol 1: Rosenzweig heute/Rosenzweig today, Verlag Alber, Freiburg Munich 2006, 270-279.) Una nota acerca de la aplicación de la metodología  de la traducción se encuentra añadida al presente ensayo.
El abuelo de todas las versiones es un capítulo acerca de Verstehen en mi disertación doctoral Jaspers’s  Philosophy of Science (Yale 1960).


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