Autores:
Michael A. Schwartz, MD (Departamento de Psiquiatría, Texas A&M Escuela de Medicina Health
Science Center, Round Rock, Texas, USA)
Marcin Moskalewicz, PhD (Facultad de Filosofía, Universidad de Oxford, y Departmento de Ciencias Sociales,
Sciences, Poznan Universidad de Servicios Médicos de Poznan, Poznan,
Poland)
Osborne P. Wiggins, PhD (Departamento de Filosofía, Universidad de Louisville, Louisville,
Kentucky, USA)
Agradecemos a los autores, Michael A. Schwartz, Marcin
Moskalewicz y Osborne P. Wiggins, su
aceptación para que se publique en este blog la presente versión en español del
original en inglés, realizada por Gladys L. Portuondo, según: Michael A. Schwartz, MD, Marcin Moskalewicz,
PhD, and Osborne P. Wiggins, PhD: "Karl
Jaspers. The Icon of Modern Psychiatry," en:
Israel Journal of Psychiatry, Vol.54, Issue 2, 2017, pp. 4-8.
Resumen: Los temas de la Revista Americana de Psiquiatría (American Journal of Psychiatry, nota de
la traductora) de diciembre de 2015 y
marzo de 2016 contienen un debate que se centra en el legado de Emil Kraepelin,
ampliamente considerado como uno de los fundadores, si no como el icónico
fundador de la psiquiatría científica moderna. Los autores, Eric J. Engstrom y
Kenneth S. Kendler, retan a la llamada concepción neo-kraepeliana de Kraepelin
y afirman que el Kraepelin verdadero, histórico, se encontraba mucho más
inclinado hacia la psicología científica, era menos reduccionista, estaba menos
centrado en el cerebro y era gnoseológicamente más escéptico que lo que
aparentemente creen sus seguidores posteriores. Al comentar este artículo, Rael
D. Strous, Annette A. Opler y Lewis A. Opler no cuestionan estas pretensiones per se, sino que más bien rememoran y
enfatizan hechos históricos que el artículo omitió de modo lamentable: la
ansiosa promoción por parte de Kraepelin de la teoría de la degeneración, de la
eugenesia, del racismo y del anti-semitismo, así como su tutoría de algunos de
los más prominentes psiquiatras que colaboraron con los nazis. Strous, Opler y
Opler continúan sugiriendo que ha llegado el momento de que la psiquiatría se
alivie de cualquier endeudamiento icónico con Kraepelin. Los autores del
presente artículo están de acuerdo y proponen sustituir a Kraepelin con el
psiquiatra Karl Jaspers, MD (1883-1969) como el fundador icónico apropiado de
la psiquiatría presente y futura. Reconocer nuestra deuda con Jaspers puede
marcar el comienzo de una práctica psiquiátrica
completamente humanista y científica
que puede florecer como disciplina
científica, respetuosa y al servicio
de los pacientes, beneficiosa para la investigación, multiuperspectivista y metodológicamente pluralista.
____________________________
En los temas de la American Journal of Psychiatry de
diciembre de 2015 y marzo de 2016 tuvo lugar un debate que se centró en el
legado de Emil Kraepelin (1856-1926), quien es ampliamente considerado como uno
de los fundadores de la psiquiatría científica moderna y, de hecho, como su
ícono. En su "Emil Kraepelin: ícono y realidad"[1],
los autores Eric J. Engstrom y Kenneth S. Kendler retan a la llamada concepción
neo-kraepeliana de Kraepelin y afirman que el Kraepelin verdadero, histórico, se
encontraba mucho más inclinado a la psicología científica, era menos
reduccionista, estaba menos centrado en el cerebro y era gnoseológicamente más
escéptico que lo que aparentemente creen sus seguidores posteriores. Con posterioridad,
al comentar el artículo de Engstrom y Kendler, Rael D. Strous, Annette A. Opler
y Lewis A Opler no cuestionan estas pretensiones per se, sino que más bien rememoran y enfatizan hechos históricos
que el artículo omitió de modo lamentable[2],
esto es, que Kraepelin fue un ansioso promotor de la teoría de la degeneración,
de la eugenesia, del racismo y del anti-semitismo. Kraepelin hizo
contribuciones fundamentales a la base ideológica de la higiene racial, que
posteriormente resultó en prácticas médicas abominables. Adicionalmente él fue
mentor de varios de los más prominentes
psiquiatras que colaboraron con los nazis -Robert Gaupp, Paul Nitsche y Ernst
Rudin2 . Strous,
Opler y Opler continúan sugiriendo que ha llegado el momento de que la psiquiatría
se alivie de cualquier endeudamiento icónico con Kraepelin.
En su respuesta, Engstrom y Kendler no niegan estos
incómodos hechos, sino que más bien subrayan que ellos se encuentran más allá
del alcance de su artículo[3].
Ellos también afirman que Kraepelin no debe considerarse responsable por las acciones de sus aprendices, en tanto
él no propuso directamente las políticas genocidas. No hay nada inapropiado
-sostienen los autores- en discutir
algunos aspectos de la obra de Kraepelin
sin que se mencionen aquellos temas, más aún cuando ellos han sido
abordados en otros lugares por sí mismos.
Coincidimos con la crítica por parte de Engstrom y
Kendler de la imagen simplificada de Kraepelin, según ha sido propagada por la
psiquiatría norteamericana post-psicoanalítica. Kraepelin fue mucho más que un
psiquiatra proto-biológico, reduccionista, y afirmar otra cosa distorsiona
profundamente la figura histórica real. No obstante, también coincidimos con
Strous, Opler y Opler en que, para presentar una imagen verdadera de Kraepelin,
es absolutamente esencial -de hecho, es nuestra obligación moral histórica -
plantear los temas relacionados con su lado problemático. Y una vez que estos
temas se plantean, ya no es apropiado acreditar a Kraepelin como el icónico
fundador de la psiquiatría moderna o como alguien quien -como Engstrom y
Kendler sostienen- todavía tiene "bastante que enseñar a la psiquiatría
moderna"3.
El registro histórico no deja dudas sobre las ideas de Kraepelin referentes a
muchos de sus pacientes psiquiátricos, así como respecto a la congruencia
esencial de sus posiciones psiquiátricas
con sus ideas políticas, con su perspectiva del mundo y sus concepciones bien
documentadas relativas a la raza, la etnicidad, la religión, la sub-cultura y
la degeneración. En su obra clínica Kraepelin estaba comprometido con la
ciencia y no tenía interés en la empatía psicológica o en la vida interior de
sus pacientes. Pero lo más importante, además, Kraepelin era políticamente un
reaccionario, y expresó explícitamente demandas eugenésicas[4].
Con posterioridad a su viaje a Java en 1903, sus ideas eugenésicas se hicieron
más explícitas y él empezó a considerar las políticas de higiene racial como
una solución al problema de la degeneración racial[5].
En su artículo de 1908 "Sobre la cuestión de la degeneración",
Kraepelin asoció el desarrollo de la civilización con el debilitamiento de la
resistencia, del vigor físico y de la libre voluntad, así como con un
incremento de los desórdenes mentales. Al mismo tiempo, poniendo su enfoque selectivo en los factores
somáticos, él marginó los factores
sociales respecto a otros problemas importantes de la salud en su época, por
ejemplo, el alcoholismo y la infección sifilítica[6].
Kraepelin se convirtió en defensor de la posición según la cual la autodomesticación
de los humanos subyace a la degeneración al sustituir la selección natural por
la artificial -una posición derivada de su sistema gnoseológico, construido
sobre el paradigma de la degeneración[7].
En la octava edición de su Libro de texto
sobre Psiquiatría (1909), Kraepelin escribió: "El número de idiotas,
epilépticos, criminales, prostitutas y embaucadores que descienden de padres
alcohólicos y sifilíticos y que transfieren su inferioridad a su descendencia
es incalculable. Por supuesto, el daño será compensado en parte por su baja
viabilidad; sin embargo, nuestro bienestar social altamente desarrollado tiene
el triste efecto colateral de que opera contra la autolimpieza natural de
nuestro pueblo"[traducido y citado por Martin Brüne7 ]. Finalmente, pero no menos importante, Kraepelin, manteniendo muchas
ideas antisemitas, estaba convencido de que los judíos de voluntad débil
estaban predispuestos a desórdenes mentales7, [8].
Si bien es ciero que el antisemitismo no era poco común
en Europa a fines del siglo XIX y principios del XX, y que en este sentido
Kraepelin fue "un hombre de su tiempo", ciertamente hubo personas que
miraban más allá o por encima de esta atmósfera histórica. Además, no hay duda
de que la enorme autoridad científica de Kraepelin ayudó a difundir estas
ideas. Mencionamos aquí su apoyo personal a su pupilo y posterior sucesor en el
Instituto de Psiquiatría Kaiser Wilhelm l, Ernst Rüdin -que posteriormente fue parte importante en la
implementación de las políticas de esterilización en Alemania. No sin razón
Kraepelin ha sido considerado un "arquitecto" de las políticas
genocidas nazis8, que dados los
matices de sus concepciones seminales "protofascistas"[9]
tiene que tener algún crédito por los efectos catastróficos de la teoría de la
degeneración que pronto seguiría.
¿Deberían marginar a Kraepelin estas posiciones? Algunas
reconocen los puntos de vista de Kraepelin, pero afirman que usar esta parte de
sus escritos y de su influencia para desacreditar el valor científico de su
psicopatología involucraría una caída en la falacia lógica del argumentum ad
hominem. Estamos enérgicamente en desacuerdo. ¿Pueden tener algún valor
científico los escritos profesionales de un hombre, si este hombre tuviera tal concepción distorsionada y
parcializada de un número tan grande de otros seres humanos? Es completamente
razonable, aceptamos, suponer que las interpretaciones y categorizaciones de
los seres humanos por parte de Kraepelin también están distorsionadas y son
erróneas. Con seguridad un claro legado de Kraepelin, es decir, el pesimismo
permanente relativo a "el curso de
deterioro" y el desenlace para cualquiera diagnosticado con esquizofrenia
ha sido refutado por los estudios actuales[10].
Sin embargo, los prejuicios y el estigma
desaparecen con dificultad. Y además, necesitamos añadir -aunque esto debería
ser obvio- que los prejuicios fundamentales incrustados en la postura de
Kraepelin no pueden ser ignorados como
irrelevantes para el psiquiatra. La médula del legado neo-Kraepeliano parece
residir no sólo en el DSM-III, sino también en la aparente aceptación popular
de la teoría de la degeneración de la esquizofrenia.
Por lo tanto, aunque es cierto que Kraepelin no debe ser
demonizado y considerado personalmente responsable por el curso de eventos más
allá de su influencia, ciertamente él no es una figura icónica apropiada para
la psiquiatría moderna. Como médicos también somos responsables al elegir
nuestras figuras profesionales paternales de manera sabia. Por esta razón proponemos
sustituir a Kraepelin con el psiquiatra Karl Jaspers, Doctor en Medicina
(1883-1969) como el fundador icónico apropiado de la psiquiatría actual y
futura. Pese a la influencia de Sigmund Freud en la psiquiatría continental y
norteamericana en el siglo pasado, la tradición psicoanalítica, a diferencia de
la fenomenológica, no ha resultado exitosa al abordar de modo convincente el
problema de la psicosis, y se ha hecho cada vez menos común en la práctica
clínica. Debido a esta perspectiva metodológica limitada, Freud, un gigante
intelectual por derecho propio, no puede cumplir el rol de un ícono
psiquiátrico en la medida en que Jaspers puede hacerlo. Reconocer nuestra deuda
con Jaspers puede marcar el comienzo en
una ciencia y una práctica psiquiátricas que son totalmente humanistas y
científicas -una psiquiatría que puede florecer como disciplina médica que es
respetuosa de los pacientes y está a su servicio,una psiquiatría que es
beneficiosa para la investigación así como multiperspectivista y metodológicamente
pluralista.
Habiendo estudiado psiquiatría en Heidelberg, Karl
Jaspers abogó a favor de un "pluralismo conceptual" en psiquiatría[11].
Subrayó -y esto es hoy tan verdadero como lo fue en sus días- que cualquier "teoría" única
utilizada en la comprensión y el tratamiento de un paciente sólo permitiría una
perspectiva unilateral y limitada de los problemas del paciente. En otras
palabras, la naturaleza unilateral y limitada de una perspectiva conllevaba
que, aunque apuntaba hacia algunos hechos sobre el paciente, también cegaba al
psiquiatra en relación a otros. A fin de superar esta ceguera y por
consiguiente obtener una comprensión más plena, el psiquiatra debía procurarse
otras perspectivas, también unilaterales y limitadas. Para decirlo de algún modo
metafóricamente, cada perspectiva revela tanto como esconde aspectos de la
condición del paciente. Siguiendo el debate epistemológico del siglo XIX en la
filosofía de la ciencia, que yuxtapone el entendimiento (característica de las
ciencias humanísticas) con la explicación (característica de las ciencias
naturales), Jaspers abogó por la coexistencia de ambos en la psiquiatría. Pensó
así que es inútil para cualquier escuela en la psiquiatría en particular
discutir que su enfoque preferido es el único fructífero. En una de sus
primeras obras, Psicología de las
concepciones del mundo, Jaspers argumentó contra el carácter absoluto de
cualquier clase de doctrina[12].
Él también fue un defensor del concepto de verdad como comunicación, que se
revela a partir de múltiples puntos de vista. La verdad nunca puede ser
capturada en un dogma y las partes significativas de la verdad se pasan por alto si los profesionales
creen que el enfoque que eligen es el camino exclusivo hacia esta. La verdadera
unidad de la humanidad, creía Jaspers, se manifiesta en dicho perspectivismo
comunicativo.
Como apéndice necesario de su pluralismo metodológico,
Jaspers conservó un corpus de desórdenes mentales para que fuesen investigados
por los psiquiatras, incluyendo por supuesto la esquizofrenia. Pero ¿qué es la
esquizofrenia, sino la entidad biológica y genética de Kraepelin? En su magistral e icónico texto psiquiátrico,
Psicopatología general (1913)[13],
aunque aprecia las investigaciones de Kraepelin de la vida completa de sus
pacientes, Jaspers fue altamente crítico de sus ideas gnoseológicas[14].
Él proporcionó una respuesta en deuda con el gran sociólogo Max Weber y afirmó
que las categorías psicopatológicas eran incapaces de "tallar la
naturaleza en el tuétano". Más bien ellas servían al psiquiatra con mayor
utilidad cuando eran empleadas como instrumentos heurísticos que podían
orientar una investigación adicional, más detallada. Los "tipos
ideales" de Weber servían precisamente a este propósito. Por ejemplo, el
tipo ideal de Weber "la moderna economía capitalista" proporcionaba
un concepto general que podría aplicarse a cualquier economía capitalista
moderna, porque recogía rasgos generales de casi todas las economías capitalistas
modernas. Este concepto orientaba el pensamiento de los investigadores y les
permitía saber qué rasgos buscar en las
economías que estudiaban. Sin embargo, bajo la guía del tipo ideal ellos podían
frecuentemente toparse con una importante característica auténtica, no
mencionada por el tipo. Esto podría impulsarlos a preguntar, "¿Por qué no?". Responder esa pregunta podía conducir al
investigador a descubrir algo significativo, incluso crucial, para el
funcionamiento o la disfunción de esta economía particular. De la misma manera,
para Jaspers la diagnosis de "esquizofrenia" sigue siendo importante,
pero en el sentido de un "tipo ideal" más bien que de un "tipo
natural", o en nuestros días, de una "entidad confiable" prometedoramente en camino de revelar dicha
entidad.
Adicionalmente a lo anterior, los puntos de vista de Jaspers sirven a la
psiquiatría profundamente de otras formas diversas. Su énfasis en el rol de las
ciencias humanísticas y de la filosofía en la práctica psiquiátrica además de
la biología, funciona como un antídoto al reduccionismo extremo, según el cual
la enfermedad mental no es más que una enfermedad del cerebro. Sobre todo, sus
compromisos con la fenomenología clínica, con los tipos ideales weberianos y
con su filosofía de la existencia nunca pierden de vista la unicidad del
paciente. El compromiso de Jaspers con el paciente individual que sufre
trasciende todas las perspectivas metodológicas y proporciona una oculta unidad
moral a su enfoque.
¿Y qué hay de la persona, de Karl Jaspers y de su propio
enfoque de la tormenta nacionalsocialista que se avecinaba en su Alemania
natal? Otra vez aquí Karl Jaspers demuestra ser completamente diferente de Emil
Kraepelin. No es un accidente, como reportan Strous et al., que tres alumnos de
Kraepelin, Robert Gaupp, Paul Nitsche y Ernst Rudin, jugaron una parte mucho
peor proponiendo y poniendo en acción la eugenesia, el racismo y el
antisemitismo que Kraepelin les transmitió. No es nuestra intención atribuir
los crímenes del nacionalsocialismo a Kraepelin, pero debe enfatizarse que es
virtualmente imposible para los anteriores eugenistas alemanes elegir a Jaspers
como predecesor intelectual e inspiración para su proyecto.
Contrariamente a Kraepelin y a los kraepelinianos,
Jaspers era incansable en su crítica de la teoría racial, que él entendió como
teoría de la "vitalidad racial que, después que un eficiente proceso de
selección artificial ha hecho su trabajo, conducirá a la universalización de
una mente y un cuerpo sanos, así que todos estarán satisfechos en una vida
perfeccionada"13.
Matthias Bormuth ha afirmado que según Jaspers, "la
teoría de la raza desarrolla una filosofía de la historia puramente
biológica". Esto conducirá necesariamente, en palabras de Jaspers, a
"la ruina de la existencia humana"[15].
La postura de Jaspers de hecho es precisamente opuesta al apoyo por parte de
Kraepelin a la augenesia, el racismo y el antisemitismo. Kurt Salamun ha
escrito que las decisiones de Jaspers, tanto en su erudición como en su vida,
estuvieron guiadas por un "implícito
ethos liberal de humanidad", o
"una ética implícita de la virtud" [16].
Debe notarse también que Jaspers estaba casado con una
mujer judía, Gertrude Jaspers, de soltera Mayer, a quien él amaba
profundamente. Él se mantuvo con ella a lo largo de todo el periodo nazi en
Alemania a pesar del peligro eminente para sí mismo, lo mismo que para ella.
Ambos tenían veneno a la mano en caso de que alguna noche escucharan un fuerte
golpe en la puerta -cualquier noche. Como era doctor, Jaspers sabía qué venenos
eran los más eficientes, pero con todo él estaba preocupado por sus contactos
para mantenerlos actualizados. No es el factor de la persecusión potencial de
Jaspers y de su esposa lo que debe justificar parcialmente el rol de ícono de
la psiquiatría moderna que defendemos, sino entre otros, su actitud e
integridad moral ante dicha persecusión.
Una de las alumnas más prominente de Jaspers y con
posterioridad amiga cercana, Hannah Arendt, que era judía y también experimentó
y analizó posteriormente la inhumanidad
de los totalitarismos nazi y soviético, vio en Jaspers la representación de la humanitas en Alemania en su época más oscura. Esta humanitas no sólo se derivó de la obra de Jaspers, sino
de su persona y su profunda afirmación del ámbito público. Jaspers era para
Arendt el verdadero ciudadano del mundo, y su concepto de la unidad de la
humanidad con base en el perspectivismo comunicativo era en su opinión el más
apropiado para nuestra época postmoderna[17].
El propio Jaspers encontró la base empírica para dicha unidad en lo que él
llamó el "periodo axial", es decir, la era entre el año 800 y el 200 A.C., en la cual -desde China, a través de la India e Irán, a
Occidente- la humanidad se hizo consciente
de sí misma[18].
El periodo axial supuestamente proporcionó un marco común de entendimiento
mutuo para naciones diferentes, con frecuencia en conflicto, señalando hacia la
unicidad del origen histórico de la racionalidad y la espiritualidad de los
hombres. A su vez, este ayuda supuestamente a construir la paz, la solidaridad
y la unidad a través de la diversidad humana. Qué grito tan lejano respecto a
la filosofía biológica de la historia como ella se deduce de la ideología del
racismo. Arendt escribió así sobre
Jaspers: "Toda la obra filosófica de Jaspers (...) fue concebida con
la 'intención diridida a la ciudadanía
mundial'. Si la solidaridad de la humanidad ha de apoyarse en algo más sólido
que el miedo justificado a las capacidades demoníacas del hombre, si la nueva
"vecindad"universal de todos los países ha de resultar en algo más
prometedor que en un tremendo incremento del odio mutuo y en una irritabilidad
más bien universal de todos contra todos, entonces un proceso de entendimiento
mutuo y de autoclarificación en progreso debe tener lugar en una escala
gigantesca (...). En opinión de Jaspers (...) el prerrequisito de este
entendimiento mutuo sería la renuncia, no de la propia tradición y del pasado
nacional, sino de la obligatoria autoridad y la validez universal que esta
tradición y este pasado siempre han reclamado"17.
Tanto Arendt como Jaspers abogaron por una actitud
crítica hacia la autoridad obligatoria del pasado, incluyendo sus figuras
históricas más prominentes. Rechazar la autoridad de la tradición como tal no
significa rechazar el pasado, sino comprometerse críticamente con su legado. Actuando
contra la idea de la erudición histórica sine
ira et studio, Arendt advirtió que
después de los horrores del totalitarismo es una responsabilidad crítica de los
historiadores, como lo es de todos los demás, no sólo entender y explicar el
pasado, sino también juzgarlo, y -de ser necesario- intentar destruir sus aspectos perniciosos[19].
La misma idea, creemos, es válida para las figuras icónicas de nuestra
disciplina. Contrariamente a lo que Engstrom y Kendler afirman3, pensamos que es absolutamente necesario que cualquier discusión de la obra de
Kraepelin incluya aquellos temas incómodos
que tienen que ver con su compromiso con la ideología de la higiene
racial. Enfocarse sólo en un aspecto del objeto de estudio mientras se
descuidan otros resulta apropiado en las ciencias naturales, pero cuando hay que tratar con individuos
significativos y altamente influyentes esto puede distorsionar su imagen real y
perjudicar el juicio histórico. En otras palabras, creemos en la
responsabilidad moral de las futuras generaciones consistente en revisar
siempre las complejidades de la vida y las elecciones de sus predecesores. Y
esto nos permite ver que, en contraposición con Jaspers, las ideas y el legado
de Kraepelin eclipsan su obra clínica.
Por otra parte, reconocer nuestra deuda con Jaspers puede marcar el comienzo de
una práctica psiquiátrica que es del todo científica y humanística -una
psiquiatría que puede florecer en tanto está al servicio de los pacientes y
avanza en el conocimiento.
[1] Engstrom EJ,
Kendler KS. Emil Kraepelin: Icon and reality. Am J Psychiatry 2015; 1190-1196.
[2] Strous
RD, Opler AA, Opler LA. Reflections on
"Emil Kraepelin: Icon and reality". Am J Psychiatry 2016; 173:
300-301.
[3]
Engstrom, Eric j, Kendler KS. Response to Strous et al: A focus on Kraepelin's
clinical research methodology. Am J. Psychiatry 2016: 173: 301-302.
[4] Shepherd
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Psychiatry 1995, 167: 174-183.
[5] Engstrom
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[6] Roelcke
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concepts of culture, neurasthenia, and degeneration. Cult Med Psychiatry. 1997;
21: 383-403.
[7] Brüne M.
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2007: 2:21.
[8] Kaplan
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2008;16: 305-311.
[9] Shepherd
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[10] Harding
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[11]
Kirkbright S. Karl Jaspers: Philosopher of Truth. New Haven: Yale University,
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[12]
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[13]
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1997.
[14]
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[15]
Bormuth M. Life conduct in modern times: Karl Jaspers and psychoanalysis.
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[16]
Salamun K. Karl Jaspers' conceptions of
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[17]
Arendt H. Men in dark times. San Diego, New York, London: Harcourt Brace, 1968.
[18]
Jaspers K. The origin and goal of history. New Haven and London: Yale
University, 1953.
[19]
Arendt H. Essays in understanding. 1930-1954: Formation, exile, and
totalitarianism. New York: Harcourt Brace, 1994.
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