Tuesday, February 6, 2018

Michael A. Schwartz, Marcin Moskalewicz, Osborne P. Wiggins, KARL JASPERS: EL ÍCONO DE LA PSIQUIATRÍA MODERNA




Autores:
 Michael A. Schwartz, MD (Departamento de Psiquiatría, Texas A&M Escuela de Medicina Health Science Center, Round Rock, Texas, USA)
Marcin Moskalewicz, PhD (Facultad de Filosofía, Universidad de Oxford, y  Departmento de Ciencias  Sociales,  Sciences, Poznan Universidad de Servicios Médicos de Poznan, Poznan, Poland)
Osborne P. Wiggins, PhD (Departamento de Filosofía, Universidad de Louisville, Louisville, Kentucky, USA)




Agradecemos a los autores, Michael A. Schwartz, Marcin Moskalewicz y Osborne P. Wiggins,  su aceptación para que se publique en este blog la presente versión en español del original en inglés, realizada por Gladys L. Portuondo, según: Michael A. Schwartz, MD, Marcin Moskalewicz, PhD,  and Osborne P. Wiggins, PhD: "Karl Jaspers. The Icon of Modern Psychiatry,"  en: Israel Journal of Psychiatry, Vol.54, Issue 2, 2017, pp. 4-8.




Resumen: Los temas de la Revista Americana de Psiquiatría (American Journal of Psychiatry, nota de la traductora) de  diciembre de 2015 y marzo de 2016 contienen un debate que se centra en el legado de Emil Kraepelin, ampliamente considerado como uno de los fundadores, si no como el icónico fundador de la psiquiatría científica moderna. Los autores, Eric J. Engstrom y Kenneth S. Kendler, retan a la llamada concepción neo-kraepeliana de Kraepelin y afirman que el Kraepelin verdadero, histórico, se encontraba mucho más inclinado hacia la psicología científica, era menos reduccionista, estaba menos centrado en el cerebro y era gnoseológicamente más escéptico que lo que aparentemente creen sus seguidores posteriores. Al comentar este artículo, Rael D. Strous, Annette A. Opler y Lewis A. Opler no cuestionan estas pretensiones per se, sino que más bien rememoran y enfatizan hechos históricos que el artículo omitió de modo lamentable: la ansiosa promoción por parte de Kraepelin de la teoría de la degeneración, de la eugenesia, del racismo y del anti-semitismo, así como su tutoría de algunos de los más prominentes psiquiatras que colaboraron con los nazis. Strous, Opler y Opler continúan sugiriendo que ha llegado el momento de que la psiquiatría se alivie de cualquier endeudamiento icónico con Kraepelin. Los autores del presente artículo están de acuerdo y proponen sustituir a Kraepelin con el psiquiatra Karl Jaspers, MD (1883-1969) como el fundador icónico apropiado de la psiquiatría presente y futura. Reconocer nuestra deuda con Jaspers puede marcar el comienzo  de una práctica   psiquiátrica  completamente  humanista  y  científica  que puede  florecer  como  disciplina científica,   respetuosa y  al  servicio de los pacientes, beneficiosa para la investigación, multiuperspectivista  y  metodológicamente pluralista.

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En los temas de la American Journal of Psychiatry de diciembre de 2015 y marzo de 2016 tuvo lugar un debate que se centró en el legado de Emil Kraepelin (1856-1926), quien es ampliamente considerado como uno de los fundadores de la psiquiatría científica moderna y, de hecho, como su ícono. En su "Emil Kraepelin: ícono y realidad"[1], los autores Eric J. Engstrom y Kenneth S. Kendler retan a la llamada concepción neo-kraepeliana de Kraepelin y afirman que el Kraepelin verdadero, histórico, se encontraba mucho más inclinado a la psicología científica, era menos reduccionista, estaba menos centrado en el cerebro y era gnoseológicamente más escéptico que lo que aparentemente creen sus seguidores posteriores. Con posterioridad, al comentar el artículo de Engstrom y Kendler, Rael D. Strous, Annette A. Opler y Lewis A Opler no cuestionan estas pretensiones per se, sino que más bien rememoran y enfatizan hechos históricos que el artículo omitió de modo lamentable[2], esto es, que Kraepelin fue un ansioso promotor de la teoría de la degeneración, de la eugenesia, del racismo y del anti-semitismo. Kraepelin hizo contribuciones fundamentales a la base ideológica de la higiene racial, que posteriormente resultó en prácticas médicas abominables. Adicionalmente él fue mentor de varios  de los más prominentes psiquiatras que colaboraron con los nazis -Robert Gaupp, Paul Nitsche y Ernst Rudin2 . Strous, Opler y Opler continúan sugiriendo que ha llegado el momento de que la psiquiatría se alivie de cualquier endeudamiento icónico con Kraepelin.
En su respuesta, Engstrom y Kendler no niegan estos incómodos hechos, sino que más bien subrayan que ellos se encuentran más allá del alcance de su artículo[3]. Ellos también afirman que Kraepelin no debe considerarse responsable  por las acciones de sus aprendices, en tanto él no propuso directamente las políticas genocidas. No hay nada inapropiado -sostienen los autores-  en discutir algunos aspectos de la obra de Kraepelin  sin que se mencionen aquellos temas, más aún cuando ellos han sido abordados en otros lugares por sí mismos.
Coincidimos con la crítica por parte de Engstrom y Kendler de la imagen simplificada de Kraepelin, según ha sido propagada por la psiquiatría norteamericana post-psicoanalítica. Kraepelin fue mucho más que un psiquiatra proto-biológico, reduccionista, y afirmar otra cosa distorsiona profundamente la figura histórica real. No obstante, también coincidimos con Strous, Opler y Opler en que, para presentar una imagen verdadera de Kraepelin, es absolutamente esencial -de hecho, es nuestra obligación moral histórica - plantear los temas relacionados con su lado problemático. Y una vez que estos temas se plantean, ya no es apropiado acreditar a Kraepelin como el icónico fundador de la psiquiatría moderna o como alguien quien -como Engstrom y Kendler sostienen- todavía tiene "bastante que enseñar a la psiquiatría moderna"3.
El registro histórico no deja dudas  sobre las ideas de Kraepelin referentes a muchos de sus pacientes psiquiátricos, así como respecto a la congruencia esencial  de sus posiciones psiquiátricas con sus ideas políticas, con su perspectiva del mundo y sus concepciones bien documentadas relativas a la raza, la etnicidad, la religión, la sub-cultura y la degeneración. En su obra clínica Kraepelin estaba comprometido con la ciencia y no tenía interés en la empatía psicológica o en la vida interior de sus pacientes. Pero lo más importante, además, Kraepelin era políticamente un reaccionario, y expresó explícitamente demandas eugenésicas[4]. Con posterioridad a su viaje a Java en 1903, sus ideas eugenésicas se hicieron más explícitas y él empezó a considerar las políticas de higiene racial como una solución al problema de la degeneración racial[5]. En su artículo de 1908 "Sobre la cuestión de la degeneración", Kraepelin asoció el desarrollo de la civilización con el debilitamiento de la resistencia, del vigor físico y de la libre voluntad, así como con un incremento de los desórdenes mentales. Al mismo tiempo,  poniendo su enfoque selectivo en los factores somáticos,  él marginó los factores sociales respecto a otros problemas importantes de la salud en su época, por ejemplo, el alcoholismo y la infección sifilítica[6]. Kraepelin se convirtió en defensor de la posición según la cual la autodomesticación de los humanos subyace a la degeneración al sustituir la selección natural por la artificial -una posición derivada de su sistema gnoseológico, construido sobre el paradigma de la degeneración[7]. En la octava edición de su Libro de texto sobre Psiquiatría (1909), Kraepelin escribió: "El número de idiotas, epilépticos, criminales, prostitutas y embaucadores que descienden de padres alcohólicos y sifilíticos y que transfieren su inferioridad a su descendencia es incalculable. Por supuesto, el daño será compensado en parte por su baja viabilidad; sin embargo, nuestro bienestar social altamente desarrollado tiene el triste efecto colateral de que opera contra la autolimpieza natural de nuestro pueblo"[traducido y citado por Martin Brüne7 ]. Finalmente, pero no menos importante, Kraepelin, manteniendo muchas ideas antisemitas, estaba convencido de que los judíos de voluntad débil estaban predispuestos a desórdenes mentales7, [8].
Si bien es ciero que el antisemitismo no era poco común en Europa a fines del siglo XIX y principios del XX, y que en este sentido Kraepelin fue "un hombre de su tiempo", ciertamente hubo personas que miraban más allá o por encima de esta atmósfera histórica. Además, no hay duda de que la enorme autoridad científica de Kraepelin ayudó a difundir estas ideas. Mencionamos aquí su apoyo personal a su pupilo y posterior sucesor en el Instituto de Psiquiatría Kaiser Wilhelm l,  Ernst Rüdin -que  posteriormente fue parte importante en la implementación de las políticas de esterilización en Alemania. No sin razón Kraepelin ha sido considerado un "arquitecto" de las políticas genocidas nazis8,  que dados los matices de sus concepciones seminales "protofascistas"[9] tiene que tener algún crédito por los efectos catastróficos de la teoría de la degeneración que pronto seguiría.
¿Deberían marginar a Kraepelin estas posiciones? Algunas reconocen los puntos de vista de Kraepelin, pero afirman que usar esta parte de sus escritos y de su influencia para desacreditar el valor científico de su psicopatología involucraría una caída en la falacia lógica del argumentum ad hominem. Estamos enérgicamente en desacuerdo. ¿Pueden tener algún valor científico los escritos profesionales de un hombre, si este hombre  tuviera tal concepción distorsionada y parcializada de un número tan grande de otros seres humanos? Es completamente razonable, aceptamos, suponer que las interpretaciones y categorizaciones de los seres humanos por parte de Kraepelin también están distorsionadas y son erróneas. Con seguridad un claro legado de Kraepelin, es decir, el pesimismo permanente  relativo a "el curso de deterioro" y el desenlace para cualquiera diagnosticado con esquizofrenia ha sido refutado por los estudios actuales[10]. Sin embargo, los prejuicios  y el estigma desaparecen con dificultad. Y además, necesitamos añadir -aunque esto debería ser obvio- que los prejuicios fundamentales incrustados en la postura de Kraepelin no pueden ser ignorados  como irrelevantes para el psiquiatra. La médula del legado neo-Kraepeliano parece residir no sólo en el DSM-III, sino también en la aparente aceptación popular de la teoría de la degeneración de la esquizofrenia.
Por lo tanto, aunque es cierto que Kraepelin no debe ser demonizado y considerado personalmente responsable por el curso de eventos más allá de su influencia, ciertamente él no es una figura icónica apropiada para la psiquiatría moderna. Como médicos también somos responsables al elegir nuestras figuras profesionales paternales de manera sabia. Por esta razón proponemos sustituir a Kraepelin con el psiquiatra Karl Jaspers, Doctor en Medicina (1883-1969) como el fundador icónico apropiado de la psiquiatría actual y futura. Pese a la influencia de Sigmund Freud en la psiquiatría continental y norteamericana en el siglo pasado, la tradición psicoanalítica, a diferencia de la fenomenológica, no ha resultado exitosa al abordar de modo convincente el problema de la psicosis, y se ha hecho cada vez menos común en la práctica clínica. Debido a esta perspectiva metodológica limitada, Freud, un gigante intelectual por derecho propio, no puede cumplir el rol de un ícono psiquiátrico en la medida en que Jaspers puede hacerlo. Reconocer nuestra deuda con Jaspers puede marcar el comienzo  en una ciencia y una práctica psiquiátricas que son totalmente humanistas y científicas -una psiquiatría que puede florecer como disciplina médica que es respetuosa de los pacientes y está a su servicio,una psiquiatría que es beneficiosa para la investigación así como multiperspectivista y metodológicamente pluralista.
Habiendo estudiado psiquiatría en Heidelberg, Karl Jaspers abogó a favor de un "pluralismo conceptual" en psiquiatría[11]. Subrayó -y esto es hoy tan verdadero como lo fue en sus días-  que cualquier "teoría" única utilizada en la comprensión y el tratamiento de un paciente sólo permitiría una perspectiva unilateral y limitada de los problemas del paciente. En otras palabras, la naturaleza unilateral y limitada de una perspectiva conllevaba que, aunque apuntaba hacia algunos hechos sobre el paciente, también cegaba al psiquiatra en relación a otros. A fin de superar esta ceguera y por consiguiente obtener una comprensión más plena, el psiquiatra debía procurarse otras perspectivas, también unilaterales y limitadas. Para decirlo de algún modo metafóricamente, cada perspectiva revela tanto como esconde aspectos de la condición del paciente. Siguiendo el debate epistemológico del siglo XIX en la filosofía de la ciencia, que yuxtapone el entendimiento (característica de las ciencias humanísticas) con la explicación (característica de las ciencias naturales), Jaspers abogó por la coexistencia de ambos en la psiquiatría. Pensó así que es inútil para cualquier escuela en la psiquiatría en particular discutir que su enfoque preferido es el único fructífero. En una de sus primeras obras, Psicología de las concepciones del mundo, Jaspers argumentó contra el carácter absoluto de cualquier clase de doctrina[12]. Él también fue un defensor del concepto de verdad como comunicación, que se revela a partir de múltiples puntos de vista. La verdad nunca puede ser capturada en un dogma y las partes significativas de la  verdad se pasan por alto si los profesionales creen que el enfoque que eligen es el camino exclusivo hacia esta. La verdadera unidad de la humanidad, creía Jaspers, se manifiesta en dicho perspectivismo comunicativo.
Como apéndice necesario de su pluralismo metodológico, Jaspers conservó un corpus de desórdenes mentales para que fuesen investigados por los psiquiatras, incluyendo por supuesto la esquizofrenia. Pero ¿qué es la esquizofrenia, sino la entidad biológica y genética de Kraepelin?  En su magistral e icónico texto psiquiátrico, Psicopatología general (1913)[13], aunque aprecia las investigaciones de Kraepelin de la vida completa de sus pacientes, Jaspers fue altamente crítico de sus ideas gnoseológicas[14]. Él proporcionó una respuesta en deuda con el gran sociólogo Max Weber y afirmó que las categorías psicopatológicas eran incapaces de "tallar la naturaleza en el tuétano". Más bien ellas servían al psiquiatra con mayor utilidad cuando eran empleadas como instrumentos heurísticos que podían orientar una investigación adicional, más detallada. Los "tipos ideales" de Weber servían precisamente a este propósito. Por ejemplo, el tipo ideal de Weber "la moderna economía capitalista" proporcionaba un concepto general que podría aplicarse a cualquier economía capitalista moderna, porque recogía rasgos generales de casi todas las economías capitalistas modernas. Este concepto orientaba el pensamiento de los investigadores y les permitía saber  qué rasgos buscar en las economías que estudiaban. Sin embargo, bajo la guía del tipo ideal ellos podían frecuentemente toparse con una importante característica auténtica, no mencionada por el tipo. Esto podría impulsarlos a preguntar, "¿Por qué no?".  Responder esa pregunta podía conducir al investigador a descubrir algo significativo, incluso crucial, para el funcionamiento o la disfunción de esta economía particular. De la misma manera, para Jaspers la diagnosis de "esquizofrenia" sigue siendo importante, pero en el sentido de un "tipo ideal" más bien que de un "tipo natural", o en nuestros días, de una "entidad confiable"  prometedoramente en camino de revelar dicha entidad.
Adicionalmente a lo anterior,  los puntos de vista de Jaspers sirven a la psiquiatría profundamente de otras formas diversas. Su énfasis en el rol de las ciencias humanísticas y de la filosofía en la práctica psiquiátrica además de la biología, funciona como un antídoto al reduccionismo extremo, según el cual la enfermedad mental no es más que una enfermedad del cerebro. Sobre todo, sus compromisos con la fenomenología clínica, con los tipos ideales weberianos y con su filosofía de la existencia nunca pierden de vista la unicidad del paciente. El compromiso de Jaspers con el paciente individual que sufre trasciende todas las perspectivas metodológicas y proporciona una oculta unidad moral a su enfoque.
¿Y qué hay de la persona, de Karl Jaspers y de su propio enfoque de la tormenta nacionalsocialista que se avecinaba en su Alemania natal? Otra vez aquí Karl Jaspers demuestra ser completamente diferente de Emil Kraepelin. No es un accidente, como reportan Strous et al., que tres alumnos de Kraepelin, Robert Gaupp, Paul Nitsche y Ernst Rudin, jugaron una parte mucho peor proponiendo y poniendo en acción la eugenesia, el racismo y el antisemitismo que Kraepelin les transmitió. No es nuestra intención atribuir los crímenes del nacionalsocialismo a Kraepelin, pero debe enfatizarse que es virtualmente imposible para los anteriores eugenistas alemanes elegir a Jaspers como predecesor intelectual e inspiración para su proyecto.
Contrariamente a Kraepelin y a los kraepelinianos, Jaspers era incansable en su crítica de la teoría racial, que él entendió como teoría de la "vitalidad racial que, después que un eficiente proceso de selección artificial ha hecho su trabajo, conducirá a la universalización de una mente y un cuerpo sanos, así que todos estarán satisfechos en una vida perfeccionada"13. Matthias Bormuth ha afirmado que según Jaspers, "la teoría de la raza desarrolla una filosofía de la historia puramente biológica". Esto conducirá necesariamente, en palabras de Jaspers, a "la ruina de la existencia humana"[15]. La postura de Jaspers de hecho es precisamente opuesta al apoyo por parte de Kraepelin a la augenesia, el racismo y el antisemitismo. Kurt Salamun ha escrito que las decisiones de Jaspers, tanto en su erudición como en su vida, estuvieron guiadas por un "implícito ethos liberal de humanidad",  o "una ética implícita de la virtud" [16].
Debe notarse también que Jaspers estaba casado con una mujer judía, Gertrude Jaspers, de soltera Mayer, a quien él amaba profundamente. Él se mantuvo con ella a lo largo de todo el periodo nazi en Alemania a pesar del peligro eminente para sí mismo, lo mismo que para ella. Ambos tenían veneno a la mano en caso de que alguna noche escucharan un fuerte golpe en la puerta -cualquier noche. Como era doctor, Jaspers sabía qué venenos eran los más eficientes, pero con todo él estaba preocupado por sus contactos para mantenerlos actualizados. No es el factor de la persecusión potencial de Jaspers y de su esposa lo que debe justificar parcialmente el rol de ícono de la psiquiatría moderna que defendemos, sino entre otros, su actitud e integridad moral ante dicha persecusión.
Una de las alumnas más prominente de Jaspers y con posterioridad amiga cercana, Hannah Arendt, que era judía y también experimentó y  analizó posteriormente la inhumanidad de los totalitarismos nazi y soviético, vio en Jaspers la representación de la humanitas  en Alemania en su época más oscura. Esta humanitas  no sólo se derivó de la obra de Jaspers, sino de su persona y su profunda afirmación del ámbito público. Jaspers era para Arendt el verdadero ciudadano del mundo, y su concepto de la unidad de la humanidad con base en el perspectivismo comunicativo era en su opinión el más apropiado para nuestra época postmoderna[17]. El propio Jaspers encontró la base empírica para dicha unidad en lo que él llamó el "periodo axial", es decir, la era entre  el año 800 y el 200 A.C., en la cual  -desde China, a través de la India e Irán, a Occidente- la humanidad se hizo consciente  de sí misma[18]. El periodo axial supuestamente proporcionó un marco común de entendimiento mutuo para naciones diferentes, con frecuencia en conflicto, señalando hacia la unicidad del origen histórico de la racionalidad y la espiritualidad de los hombres. A su vez, este ayuda supuestamente a construir la paz, la solidaridad y la unidad a través de la diversidad humana. Qué grito tan lejano respecto a la filosofía biológica de la historia como ella se deduce de la ideología del racismo.  Arendt escribió así sobre Jaspers: "Toda la obra filosófica de Jaspers (...) fue concebida con la  'intención diridida a la ciudadanía mundial'. Si la solidaridad de la humanidad ha de apoyarse en algo más sólido que el miedo justificado a las capacidades demoníacas del hombre, si la nueva "vecindad"universal de todos los países ha de resultar en algo más prometedor que en un tremendo incremento del odio mutuo y en una irritabilidad más bien universal de todos contra todos, entonces un proceso de entendimiento mutuo y de autoclarificación en progreso debe tener lugar en una escala gigantesca (...). En opinión de Jaspers (...) el prerrequisito de este entendimiento mutuo sería la renuncia, no de la propia tradición y del pasado nacional, sino de la obligatoria autoridad y la validez universal que esta tradición y este pasado siempre han reclamado"17.
Tanto Arendt como Jaspers abogaron por una actitud crítica hacia la autoridad obligatoria del pasado, incluyendo sus figuras históricas más prominentes. Rechazar la autoridad de la tradición como tal no significa rechazar el pasado, sino comprometerse críticamente con su legado. Actuando contra la idea de la erudición histórica sine ira et studio, Arendt advirtió que después de los horrores del totalitarismo es una responsabilidad crítica de los historiadores, como lo es de todos los demás, no sólo entender y explicar el pasado, sino también juzgarlo, y -de ser necesario- intentar destruir  sus aspectos perniciosos[19]. La misma idea, creemos, es válida para las figuras icónicas de nuestra disciplina. Contrariamente a lo que Engstrom y Kendler afirman3, pensamos que es absolutamente necesario  que cualquier discusión de la obra de Kraepelin incluya aquellos temas incómodos  que tienen que ver con su compromiso con la ideología de la higiene racial. Enfocarse sólo en un aspecto del objeto de estudio mientras se descuidan otros resulta apropiado en las ciencias naturales,  pero cuando hay que tratar con individuos significativos y altamente influyentes esto puede distorsionar su imagen real y perjudicar el juicio histórico. En otras palabras, creemos en la responsabilidad moral de las futuras generaciones consistente en revisar siempre las complejidades de la vida y las elecciones de sus predecesores. Y esto nos permite ver que, en contraposición con Jaspers, las ideas y el legado de Kraepelin  eclipsan su obra clínica. Por otra parte, reconocer nuestra deuda con Jaspers puede marcar el comienzo de una práctica psiquiátrica que es del todo científica y humanística -una psiquiatría que puede florecer en tanto está al servicio de los pacientes y avanza en el conocimiento.




Referencias
[1] Engstrom EJ, Kendler KS. Emil Kraepelin: Icon and reality. Am J Psychiatry 2015; 1190-1196.
[2] Strous RD, Opler AA, Opler LA. Reflections  on "Emil Kraepelin: Icon and reality". Am J Psychiatry 2016; 173: 300-301.
[3] Engstrom, Eric j, Kendler KS. Response to Strous et al: A focus on Kraepelin's clinical research methodology. Am J. Psychiatry 2016: 173: 301-302.
[4] Shepherd M. Two  faces of Emil Kraepelin. Br J Psychiatry 1995, 167: 174-183.
[5] Engstrom EJ. "On the question of degeneration"by Emil Kraepelin (1908). Hist Psychiatry 2007; 18: 389-404.
[6] Roelcke V. Biologizing social facts: An early 20th. century debate on Kraepelin's concepts of culture, neurasthenia, and degeneration. Cult Med Psychiatry. 1997; 21: 383-403.
[7] Brüne M. On human self-domestication, psychiatry and eugenics. Philos Ethics Humanit Med 2007: 2:21.
[8] Kaplan RM. Being Bleuler: The second century of schizophrenia. Australas Psychiatry. 2008;16: 305-311.
[9] Shepherd M. Kraepelin  and modern psychiatry. Eur Arch Psychiatry Clin Neurosci. 1995; 245: 189-195.
[10] Harding CM, Brooks GW, Ashikaga T, Strauss JS, Breler A. The Vermont Longitudinal Study of persons  with severe mental illness, II: Longterm outcome of subjects who retrospectively met DSM- III criteria for schizophrenia. Am j Psychiatry 1987; 144: 27-735.
[11] Kirkbright S. Karl Jaspers: Philosopher of Truth. New Haven: Yale University, 2004.
[12] Jaspers K. Psychologie der Weltanschauungen. Berlin: Springer, 1919.
[13] Jaspers K. General psychopathology. Baltimore and London: John Hopkins University, 1997.
[14] Ghaemi SN. Nosologomania: DSM & Karl Jaspers' critique of Kraepelin. Philos Ethics Humanit Med 2009; 4:10.
[15] Bormuth M. Life conduct in modern times: Karl Jaspers and psychoanalysis. Dordrecht: Springer, 2006.
[16] Salamun K. Karl Jaspers'  conceptions of the meaning of life. Existenz 2006; 1:1-8.
[17] Arendt H. Men in dark times. San Diego, New York, London: Harcourt Brace, 1968.
[18] Jaspers K. The origin and goal of history. New Haven and London: Yale University, 1953.
[19] Arendt H. Essays in understanding. 1930-1954: Formation, exile, and totalitarianism. New York: Harcourt Brace, 1994.

Sunday, January 28, 2018

Anna Donise, EL SIGNIFICADO DE LA EXPERIENCIA EMPÁTICA. JASPERS ENTRE LA PSICOPATOLOGÍA Y LA ÉTICA



Autora: Anna Donise
Università degli Studi di Napoli Federico II, Italia
anna.donise@unina.it



Agradecemos a la autora, Anna Donise y al presidente de KJSNA y editor en jefe de la revista Existenz, Helmut Wautischer, su apoyo para publicar en este sitio la presente versión en español, realizada por Gladys L. Portuondo del original en inglés, según ha sido publicado en: Anna Donise, "The Meaning of Empathic Experience. Jaspers between Psychopathology and Ethics" en: Existenz, An International Journal in Philosophy, Religion, Politics and the Arts, Vol. 10, No 2, Fall 2015.
En: https://www.existenz.us/volumes/Vol.10-2Donise.pdf






Resumen. El concepto de empatía tiene muchos significados. Hablamos sobre el sentimiento empático o la comprensión empática, pero también sobre la actualización empática (Vergegenwärtigung) de las experiencias mentales del paciente a través de los psicopatólogos clínicos durante la entrevista diagnóstica. Jaspers aborda el reto de la comprensión de los síntomas subjetivos que no pueden percibirse a través de los órganos sensoriales, sino que requieren de la empatía y la capacidad de transferirse uno mismo a la psiquis de otro individuo. Esto se logra principalmente mediante modos indirectos de acceso  a las experiencias mentales anormales del paciente por medio de los llamados rasgos externos, sin garantía alguna de captar el estado mental del paciente de una forma desprejuiciada y directa. La comprensión empática jaspersiana está mediada por dos procesos distintos: el primero es directo y automático, mientras el segundo es el proceso de sentirse uno mismo en la condición del otro, lo que tiene que aprenderse mediante el entrenamiento sitemático y riguroso. El ensayo muestra la relevancia y el carácter fructífero de la reflexión teórica de Jaspers sobre el problema de la empatía y las potencialidades teóricas y éticas que se relacionan con la distinción apropiada entre los estratos empáticos.
Palabras clave: Jaspers, Karl; Psicopatología General; empatía; ética; subjetividad.
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Cuando hablamos de empatía nos referimos a la capacidad de entender lo que alguien está sintiendo. Usamos el término con mucha frecuencia en sentido positivo, esperando, por ejemplo, que otros sean empáticos, o desaprobando a aquellos que parecen poco serviciales y, por tanto, poco empáticos hacia nosotros. A partir de los escritos del joven doctor Karl Jaspers sobre la enfermedad mental, voy a resaltar el significado y la importancia que adquiere la empatía en la relación terapéutica. Para alcanzar este objetivo investigo las referencias teóricas y las diferentes concepciones del concepto de empatía presentes en el uso del término por Jaspers. En los escritos tempranos de Jaspers emerge una doble definición que permite ver la empatía como una herramienta terapéutica (la empatía relacionada con la patología), así como el fallo o deficiencia del poder de empatizar (la patología relacionada con la empatía). El objetivo de este ensayo es definir una teoría estratificada de la empatía que pueda justificar la revelación de alianzas inesperadas entre la empatía y el mal y que pueda centrarse en las potencialidades teóricas y éticas relacionadas con una distinción apropiada entre los estratos empáticos.

Primera Parte

Jaspers y la Empatía como el "Órganon" del médico

El objetivo de los primeros escritos de Jaspers es básicamente mostrar la relevancia de los síntomas subjetivos en el área psicopatológica. El síntoma subjetivo, que transmite el punto de vista del paciente sobre lo que experimenta, puede y debe ser parte de la investigación científica sobre la enfermedad mental y, por tanto, tiene que ser el tema de la reflexión metodológica. De hecho, si es cierto que no tengo acceso directo a la mente y a la experiencia subjetiva del otro (esto es, si es cierto que no tengo una percepción directa de esta), también es cierto que a partir de su conducta corporal, de sus expresiones y palabras soy capaz de relacionarme con sus sentimientos, de empatizar con ellos.
En un ensayo de 1910 Jaspers escribe que la empatía -Erlebnisse constituye un órgano real para el psicopatólogo, del mismo modo que los órganos de los sentidos que él usa para la observación de los fenómenos físicos[1]. Posteriormente, en un ensayo de 1912, Jaspers parte de la comparación entre la empatía y la percepción mediada por los órganos de los sentidos[2]. El síntoma subjetivo es atrapado, escribe Jaspers, a través de un Miterleben (mediador; testigo. Nota de la traductora), una suerte de experiencia compartida. Jaspers está plenamente consciente del hecho de que, al confiar en los órganos de los sentidos,  ciencias naturales como la histología pueden repetir la observación y verificarla de modo mucho más simple. mientras que la empatía presenta dificultades significativas. Sin embargo, dice, "la certidumbre se alcanza el principio en la misma forma, a través de la comparación, la repetición, la verificación de las experiencias de la empatía y las presentificaciones...La incertidumbre domina ambas áreas. Que esta es mayor del lado psicológico no es rebatible. Pero es sólo una diferencia de grado"(PFP 319).
No obstante, en este ensayo Jaspers enfatiza otro aspecto que posteriormente él retoma en su Psicopatología General: "esta identificación, esta enfatización ocurre de cualquier modo, sin requerir reflexión"(PFP 316). En las relaciones humanas, y por consiguiente también en la relación entre el psiquiatra y su paciente, cada uno incorpora parte de la experiencia del otro, parte de su sentimiento. A partir de este elemento que se describe como un hecho, Jaspers subraya la necesidad -en el caso de una relación clínica- de tematizar este datum, de modo que se evite el riesgo de que este permanezca como "una experiencia y no como conocimiento consciente"(PFP 316). El punto para el psiquiatra es tener  "una colección de experiencias conscientes, experiencias que él puede comparar claramente en tanto ellas no son sólo impresiones vagas y 'sentimientos'; experiencias que puede ordenar, definir, someter a prueba"(PFP 316). Jaspers trata entonces de indicar cuáles son los instrumentos o los medios para enfatizar las experiencias del otro:
*Observar sus gestos, postura, cambios en la complexión y ojos
*Preguntar para escuchar el punto de vista del paciente sobre su condición y
*Dejar que el paciente recurra libremente a las autodescripciones sobre su enfermedad
Nótese la diferencia entre los medios enumerados, que retomaré en la segunda parte. El  primero involucra una participación emocional e inmediata, mientras que los otros tienen que ver con contar la experiencia que, desde la perspectiva de Jaspers, se convierte en uno de los instrumentos clave para empatizar con el otro.
En la reflexión teórica sobre la enfermedad mental, Jaspers señala que al parecer este elemento de la empatía -la habilidad del doctor de atrapar la experiencia del paciente- es meramente una destreza subjetiva, una característica individual que no se exige de todos. Jaspers analiza el riesgo de dicha actitud, expresando de modo repetido y claro la necesidad de concebir en términos científicos el uso de los síntomas subjetivos en la psicopatología. Jaspers parece decir: Atrapamos de alguna manera la experiencia del otro incluso si, por supuesto, no tenemos percepción directa de esta. ¿Cómo podemos tratar de darle validez científica a este conocimiento? Y en particular, ¿cómo debemos tratar, como psicopatólogos, dicho conocimiento del otro?
Para encontrar una respuesta a estas preguntas necesitamos mirar más de cerca el objeto de nuestra reflexión. ¿Qué es la empatía? En PFP, Jaspers no se refiere a mucha literatura secundaria sobre el tópico. Sin embargo, él cita el importante conversatorio que Moritz Geiger dio en el Cuarto Congreso de Psicología Experimental, quien brindó una especie de  visión de conjunto precisa y analítica[3]. El texto de Geiger ya había sido valorado por Edmund Husserl y fue un gran modo de obtener una visión de las diversas teorías del tema de la empatía[4]. Este ensayo es esencial para entender la perspectiva de Jaspers.

Humano y No Humano

"El punto de partida de las teorías de la empatía no era...el problema de entender a otras personas, sino la animación del mundo subhumano"(WBE 58), escribe Geiger. En 1872, el filósofo e historiador Robert Vischer acuña el término Einfühlung (empatía) en la estética para indicar la transposición de las sensaciones orgánicas al objeto estético mismo: "Tenemos la habilidad extraordinaria de atribuir e incorporar nuestra propia forma en una forma forma objetual"[5]. El desasosiego de un cielo tormentoso o la alegría de una puesta de sol en primavera son, ante todo, cualidades del ser humano que se proyecta y por lo tanto, que está contenido en el paisaje que expresa, precisamente, -para la consideración estética- aquellas cualidades. Pero también es a través de la empatía que algunos objetos, aunque inanimados, son animados y personificados, como los árboles de un bosque que parecen aproximarse[6]. En su perspectiva, la empatía es lo que ha conducido a todas las diversas personificaciones mítico-religiosas de plantas y animales, presentes en cada cultura. Para Vischer, el cuerpo es convocado en su totalidad en cada ocasión perceptiva.
Sin embargo, fue el filósofo y psicólogo Theodor Lipps quien dio fama e importancia al término[7]. Lipps estuvo también interesado ante todo en la relación empática con las cosas, pero la significación que él atribuía a la "empatía" lo incitó a dedicar su atención también a la empatía interpresonal, llevando el concepto de empatía fuera de la esfera estrictamente estética. Cuando me enfrento a un sujeto, no encuentro un objeto estacionario e inanimado, por el contrario, me enfrento a la expresión de la espontaneidad y de la animación sentimental. Y entonces sucede que las cosas ocurren exactamente en la misma forma en que ocurren con los objetos: en la Einfühlung, el observador siente de forma inmediata lo que experimenta el sujeto observado. Lipps enfatiza fuertemente el carácter instintivo e inmediato de la relación empática, rechazando explícitamente una concepción analógica de la empatía: en el acto de la empatía no necesito pensar y construir una analogía en la que imagino cómo me sentiría si estuviera en el lugar del otro.
Lipps proporciona un ejemplo bien conocido: un espectador observa a un acróbata realizando una representación peligrosa y experimenta literalmente la suspensión del acróbata, reproduce dentro de sí los mismos movimientos, mimetiza las acciones observadas y, de esta forma, el espectador se identifica completamente con el acróbata, haciéndose "uno" con el ejecutante y, al mismo tiempo, se objetiva a sí mismo en el acróbata[8]. Según Lipps, en la empatía verdadera no hay distinción entre mi propio yo y el de otros. Por ejemplo, soy uno con el acróbata y observando su conducta, participo internamente en sus movimientos. Sólo desestimando la empatía completa y reflexionando en mi propia realidad comprendo que estamos separados.
El problema del sistema de Lipps puede aclararse si nos referimos -como Geiger- a la distinción hecha por Stephan Witasek entre un modelo que considera las experiencias de la empatía como principio de la representación y un modelo que las considera sobre la base de la realidad[9]. El primer modelo postula que al enfatizar la tristeza del otro, represento dicha tristeza; para quienes apoyan la realidad de la experiencia de la empatía, la tristeza de otros es verdaderamenre experimentada por mí como mi ppropia tristeza. En el caso del acróbata de Lipps, hay un claro ejemplo de la realidad: yo no trato de ponerme en el lugar del acróbata. Por el contrario, mirándolo imito instintivamente sus movimientos y su experiencia, que se refleja en sus movimientos, se convierte en mi experiencia; su temor, su vértigo y su emoción son los míos. Son mis propias experiencias las que tiendo a atribuir -como en un espejo- al acróbata.
No por coincidencia después del descubrimiento de las neuronas espejo la teoría de la empatía de Lipps ha vuelto a convertirse en centro de atención. Los equipos de investigadores dirigidos por Giacomo Rizzolatti en la Universidad de Parma han mostrado que cuando observamos a alguien desempeñar una acción, se activan algunas áreas del cerebro -particularmente, las mismas neuronas que se activan en nosotros cuando hacemos lo que observamos nosotros mismos[10]. Los experimentos se realizaron primero en monos macacos, después en humanos y los resultados son similares sustancialmente. Esta es la razón por la que estas neuronas son llamadas "espejo". Según estos investigadores, la comprensión de gestos se hace posible por la reciprocidad de mis intenciones y las acciones de los otros, de mis acciones y las intenciones legibles en la conducta de los otros. Es como si la intención del otro viviera en mi cuerpo o como si mis intenciones vivieran en los de ellos. La idea es que a través de una suerte de mimesis -y en este sentido no estamos lejos del acróbata de Lipps- la empatía puede explicarse desde un punto de vista científico.
A la inversa, los teóricos de la representación subrayan que la emoción del otro no es nuestra emoción. Pensar en los sentimientos de empatía como representación significa declarar que los sentimientos del otro son "solamente representados, no dados en una realidad total y verdadera, en la medida en que no estoy enojado yo mismo cuando veo a un hombre enojado"(WBE 34). Asumir que los sentimientos de empatía son representaciones conduce, sin embargo, a un conjunto de problemas: si de hecho el enojo del otro se encuentra ante mí como si fuera un objeto completamente ajeno para mí, como un color que veo ante mí, entonces no tiene mucho sentido hablar de empatía (WBE 35). Dicha representación de la experiencia del otro no involucra nuestra propia experiencia emocional y, por consiguiente, no parece estar relacionada con el presente intento de describir las experiencias empáticas.

Empatía y Fenomenología

Jaspers aborda más bien de modo breve el tema planteado por el ensayo de Geiger. La obra del método fenomenológico en la psicopatología debe meramente encontrar una clase de implementación del conocimiento que deriva de la experiencia empática y, sobre todo, plantear el problema de su validez. Por lo menos aquí no es relevante investigar el origen genético de estas experiencias: ellas se dan y permiten que nos relacionemos unos con otros. Así que en el trabajo de Jaspers la comprensión del status teórico de la experiencia de la empatía se asigna precipitadamente a una comparación: "recordar nuestras propias experiencias mentales del pasado o las de otras personas resulta aproximadamente lo mismo"(PFP 319).
De esta manera, Jaspers no parece aceptar la dicotomía de las teorías de la realidad y las teorías de la representación, en tanto él se refiere a la perspectiva de Husserl según la cual la empatía pertenece a un amplio grupo de presentificaciones (Vergegenwärtigengugen). A diferencia de la percepción, cuyo objeto le es dado de forma originaria, todos los actos que requieren un hacerse presente de algo a la conciencia (lo que no es dado en sí mismo) son presentificaciones: recuerdos, fantasía, esperanzas y acciones empáticas[11]. Estas acciones están presentes en mi experiencia, pero su objeto no es originario en tanto no se encuentra presente en la realidad. El dolor del otro llega a ser parte de mi experiencia, pero no es mi dolor. Si entendemos la empatía como una experiencia en la que el que empatiza se vuelve uno con el empatizado, no seríamos capaces de describir la relación intersubjetiva ni por consiguiente, la relación terapéutica entre ellos.
Pocos años más tarde, Edith Stein se centró en el tema incluso con más claridad. Lipps anula completamente la diferencia entre la experiencia del otro y la de uno mismo[12]. Por el contrario, Stein afirma, "Yo no soy 'una' con el acróbata, yo sólo soy 'cercana' a él. Yo realmente no sigo su movimiento, yo casi lo hago. Esto no significa sólo que yo no desempeño sus movimientos externamente, como subraya el propio Lipps, sino que incluso lo que internamente corresponde en mí a sus movimientos -la experiencia de 'me muevo'- no es algo  originario"(PE 16). Parece evidente que cuando empatizamos con los sentimientos o las acciones de otro, no  reproducimos sus gestos o movimientos, ni nos identificamos o nos hacemos uno con su experiencia psíquica[13].
Siguiendo estas teorías, nosotros no obtenemos las experiencia de otro, sino "una experiencia por mi propia cuenta que hace surgir en mí los gestos ajenos que son presenciados"(PE 22). El error fundamental de Lipps fue confundir la empatía (Einfühlen) y el sentimiento único (Einsfühlen). Este último es una experiencia en la que el yo es capaz de disolverse en el otro. La crítica hecha por los fenomenólogos a Lipps muestra cómo, en el caso de la contaminación psíquica o incluso de la fusión del sentimiento único, la experiencia del otro ya no se toma como extraña, sino que se convierte en propia. Somos quienes estamos viviendo cierta emoción en la que nuestra propia experiencia se manifiesta, y no la de algún otro[14]. La crítica que se hace a esta concepción es que la empatía es así reducida a un mecanismo que nos hace capaces de relacionar los sentimientos de otros con los nuestros sin que reconozcamos una auténtica otredad. El dolor y la alegría del otro son devueltos a nuestra propia experiencia: a nuestro dolor y nuestra alegía. La imitación no implica entender al otro[15], porque si la fundamos en un mecanismo innato de imitación, lo que entendemos  sería nuestra propia experiencia y la empatía ascendería sustancialmente a una proyección de nuestras experiencias, no a un entendimiento de las experiencias de otros.

El problema de la validez

Hay otra referencia que, aunque no se menciona en estas páginas, es esencial para entender los problemas que conducen a Jaspers a articular su reflexión sobre la experiencia empática. Cuando Jaspers reflexiona sobre la posibilidad de referirse a la empatía en la investigación del síntoma subjetivo, la cuestión de la validez del conocimiento empático surge como prioridad. La referencia teórica más inmediata a este tópico es la reflexión metodológica de Max Weber, en tanto Jaspers asistió regularmente desde 1909 al llamado Weber Kreis, una suerte de círculo intelectual que tenía lugar en la casa de Weber los domingos por las tardes[16]. En su Roscher and Knies[17], Weber  se ocupa en extensión del tema de la posibilidad de la comprensión empática. Particularmente en la tercera parte, que aparece en 1906, él señala que el sujeto asume la experiencia empática de la experienia de otros "como un objeto"(RK 69). Esta no es meramente una experiencia irracional, y Weber tiende a enfatizar que incluso en la comprensión estrictamente intelectual del otro hay muchos momentos empáticos. Sobre todo, si la meta de la investigación es el conocimiento,  tenemos que selecionar algunos elementos de esta comprensión empática de acuerdo con el propósito que nos hemos planteado.
En este sentido Jaspers plantea la cuestión de la validez del síntoma subjetivo en una perspectiva weberiana: no debemos preguntar si hay una relación empática que caracteriza las relaciones humanas (en tanto no hay duda sobre esto), sino más bien definir su validez empírica. Weber escribe,
la adquisición del conocimiento está relacionada, el papel que toca a la "intuición" es por su propia naturaleza -como se mostró más rriba- el mismo en todas las áreas del conocimiento; hay sólo una variación -que depende de la meta cognitiva- en el grado, cuando procesamos [el material] intelectualmente,  del que somos capaces y del que deseamos alcanzar la precisión del concepto en todos los sentidos. La estructura lógica del conocimiento, sin embargo, sólo se manifiesta cuando su validez empírica en el caso concreto es problemática y por lo tanto tiene que ser demostrada. [RK 71]
En su ensayo de 1912 sobre la naturaleza fenomenológica de la psicopatología, Jaspers retoma casi literalmente este punto de la reflexión de Weber, refiriéndose a una diferencia de grado en la validez del conocimiento psicopatológico comparado con el de una ciencia natural como la histología. Weber problematiza el uso de la empatía en la psicopatología, criticando el "psicoanálisis empático" (RK 71). El problema, afirma con agudeza, es que la validez de los resultados de una investigación empática de una psiquis enferma será "bastante incierta" (RK 72) hasta que logremos vincular la conexión psíquica empáticamente reproducida con los conceptos obtenidos a través de la experiencia psiquiátrica general. Esta es la verdadera tarea que Jaspers estableció para sí mismo en sus escritos fenomenológicos: mostrar que es posible recurrir a la experiencia empática en una relación terapéutica sin socavar su validez. La cuestión ahora es, ¿cómo puede alcanzarse esto?

Segunda Parte

Empatizar las experiencias del otro (la empatía relacionada con la patología)

Según Jaspers, hay tres medios que nos permiten relacionarnos con la experiencia del otro y tratar de mostrar en detalle las características de una relación empática. Un médico que desee acceder al síntoma subjetivo del paciente tiene que: (i)sumergirse (Versenken) en el comportamiento, la conducta, los gestos expresivos de los pacientes; (ii)hacer preguntas que ayuden a los pacientes a explorarse a sí mismos, escuchando su propio punto de vista sobre su condición, y (iii)hacer que el paciente se exprese en documentos escritos, principalmente en la forma de la "autodescripción" biográfica. Estas acciones pueden usarse incluso sin conocer personalmente al autor (PFP 320).
El primer medio implica una relación inmediata con el otro y se relaciona con lo que puede definirse como "empatía emocional". Siento el enfado del otro, su dolor o su alegría. Es un sentimiento inmediato que está estructurado pobremente. De modo contrastante, los otros dos medios se conectan con la propia narrativa de los pacientes y con la oportunidad que esta ofrece de penetrar la experiencia del otro, aprendiendo a colocarnos en lugar suyo. Este es un nivel de empatía diferente, que involucra la dimensión del entendimiento. Es un nivel empático que nos fuerza a abandonar la inmediatez y a reflexionar sobre el sentimiento que acompaña a la narración -un sentimiento marcado por la concientización cognitiva de la separación  entre mi experiencia y la de los pacientes, buscando palabras y conceptos para atrapar esta última con los puntos de vista del paciente.
En esta perspectiva, la reflexión acerca de la práctica terapéutica puede ayudar a resolver las dificultades encontradas al tratar de definir la empatía, formulando una hipótesis con base en cuatro estratos de identificación:
Empatía Fusional: En referencia a Theodor Lipps y la neurociencia podemos reconocer un primer estrato de empatía que resulta en una inmersión inmediata, irracional e involuntaria dentro del otro. Este sentimiento inmediato puede resultar en momentos de fusión en los que el dolor del enfado y el temor del otro se convierten en los míos. Esta experiencia de fusión es mucho más común en niños que aún no tienen un yo estructurado, pero también es una experiencia común para los adultos. El punto es aprender a prestar atención a estas experiencias que no siempre reconocemos como resultado de una relación empática y que, por supuesto, no ofrecen ninguna certeza sobre la experiencia del otro.
Empatía Emocional. Aprendiendo a reconocer estas experiencias inmediatas, podemos salir del estrato fusional. Al observar las acciones y expresiones del otro entramos en relación con experiencias que son dadas como no originarias. Siento a menudo el dolor del otro sin que este se convierta en mi propio dolor: yo estoy triste, pero es porque él es quien sufre; su enfado me preocupa, pero yo mismo no me siento enfadado. En esta relación empática puedo enfocar mi atención en el otro como tal. aunque en la medida en que la experiencia es fusional me centraré en mi dolor, no en el suyo.
Empatía Imaginativa: La relación empática -como muestra claramente Jaspers- atraviesa también la narrativa del paciente y, por consiguiente, las palabras con las que el otro describe su experiencia. Relacionarse con esta narración involucra aprender a meterse en los zapatos del otro. Desde una perspectiva de desarrollo esta es la fase en la que el niño juega a desempeñar roles y en la que pretende ser alguien más, experimentando diferentes puntos de vista sobre las cosas[18].
Empatía del entendimiento. Finalmente, a través de la narración podemos tratar de entender el punto de vista subjetivo del otro. En particular, en la relación terapéutica, a través de la narración patológica el doctor adquiere una nueva perspectiva de la condición del paciente, entendiendo su experiencia, su enfado, su dolor o sus sentimientos. Es también a través de la narrativa que el paciente puede tratar de tomar el lugar de la persona que está frente a él, tratando de entender lo que el otro siente y vive.
Si entendemos la relación empática a través de la estratificación, podemos también arrojar nueva luz sobre un tema -el del llamado el "teorema de la incomprensibilidad"- que generó dudas en la recepción de su Psicopatología General[19] . Partiendo del punto de vista de Weber, según el cual se debe abandonar la inmediatez para alcanzar el conocimiento científico, Jaspers considera algunas formas de patología como incomprensibles y admite que hay un límite para el intento de establecer relaciones de entendimiento, excluyendo así ciertas enfermedades de cualquier relación terapéutica o dejándolas exclusivamente para las explicaciones organicistas. Sin embargo, Jaspers nunca ha hablado de experiencias "no empatizables", sino siempre de las "no comprensibles", señalando la dificultad de incluir esa experiencia particular en las categorías cognitivas clásicas.
Al intentar esbozar un método científico, Jaspers no ha investigado suficientemente el primer estrato de la relación empática. Mientras que en la práctica terapéutica es esencial adquirir un conocimiento pleno de la diferenciación de la experiencia, es también cierto que esta diferenciación sigue rutas diferentes, tiene etapas diferentes y también conduce a niveles diferentes de concientización y entendimiento. Reconociendo que la experiencia del otro puede ser nuestra propia experiencia, podemos pensar en una relación que puede habitar por más tiempo en los sentimientos inmediatos, liberada de la ansiedad de "salir de ella" para adquirir el status de  la metodología científica. En todo caso, la meta última  tiene que ser establecer una relación que pueda ser terapéutica.

La Patología relacionada con la Empatía

La empatía, escribe Jaspers en GP, también puede fracasar. Podemos conocer personas cuya enfermedad puede describirse en relación a una dificultad para empatizar. En el texto él identifica tres posibles anomalías de la empatía: primero, su fracaso, después del cual todo parece muerto. Esto se relaciona con las personas  que "ya no son conscientes de la vida psíquica de otros"(GP 64). Segundo, este fracaso de la empatía consiste "en una empatía desagradablemente forzosa -la vida psíquica de otros incide con una vivacidad feroz en la víctima indefensa"(GP 64), y finalmente, hay la "empatía equivocada" y fantástica (GP 64), que incluye elementos psíquicos que no son reales.
Una vez más, reflexionar sobre la patología ayuda a enfocarse en un elemento: el fracaso posible de la relación empática. Este fracaso no es prerrogativa exclusiva de la enfermedad, por el contrario, se inscribe en la relación misma. Jaspers se refiere a individuos que sienten como si todo estuviera muerto en torno suyo -esto es, aquellos que no sienten la vida psíquica de otros. En su ensayo de 1923 (NS), Scheler definió a estos sujetos como insensibles o melancólicos. Estas son personas que no sienten la experiencia de otros[20], que por alguna razón son incapaces de apropiarse del sufrimiento del otro. En algunos casos esta puede ser una forma patológica: por ejemplo, escribe Scheler, "ocurre con frecuencia en pacientes (ej. en la melancolía)" (NS 14). Es una suerte de incapacidad que se encuentra en cualquier individuo auto-absorbido, inmerso  en "sus propios sentimientos, sin ser capaz de lograr en general una aprehensión afectiva de la experiencia de otra persona"(NS 14). Dicho brevemente, la persona insensible es casi ciega para los sentimientos de otros. Además, Scheler nos muestra otros casos en los que la empatía es un lente a través del que se entienden algunas conductas que crean sufrimiento en los otros, construyendo una especia de fenomenología de la crueldad: tomemos el caso de aquellas personas que pueden llamarse "brutales"(NS 14). Una persona brutal está marcada por su desprecio de la experiencia de otra persona, a pesar del hecho de que la aprehende en su propio sentimiento. En este caso esto no es una forma patológica, una suerte de incapacidad que evita sentir: la persona brutal siente el dolor del otro pero no le importa, rechazando así la adopción de una actitud simpática.
En la cima de dicha fenomenología encontramos lo que Scheler llama el hombre cruel[21]. El hombre cruel siente perfectamente bien el dolor y el sufrimiento de otros, especialmente si él mismo se los inflinge. "Su alegría descansa en 'torturar' y en la agonía de su víctima. Según él siente...el dolor creciente o el sufrimiento de su víctima, así también se incrementa su propio placer y disfrute primario del dolor de otro"(NS 14). Así describe Scheler lo que llamaríamos hoy un sádico: un sujeto que siente placer haciendo sufrir a otro. En este sentido hay una clara diferencia -tanto en un nivel fenoménico como conceptual- entre la capacidad de atrapar o de ver los sentimientos del otro y la capacidad de compartir, prestar atención o asumir los sentimientos de otro, Conocer lo que el otro seinte puede ser un medio valioso para inflingirle sufrimiento. Scheler nos incita a reconocer que dichas conductas no sólo son una consecuencia de la patología: todos hemos utilizado, y utilizamos a diario nuestra habilidad para sentir lo que otros sienten para herirlos. Del mismo modo, somos con frecuencia indiferentes a la experiencia de otro, o abrumados por nuestra propia vida cotidiana ni siquiera percibimos lo que siente el otro.
Lo que queda por aclarar es si el fracaso de la empatía involucra todos los estratos de la empatía: fusional, emocional, de identificación y de entendimiento. Adhiriéndose a la dimensión patológica existen estudios que muestran la importancia de establecer diferencias. Resulta seguro asumir que algunas formas de austismo infantil están ligadas a una dificultad en las relaciones empáticas que involucran la empatía cognitiva (como en los dos últimos tipos descritos anteriormente)[22]: una pobre capacidad para entender lo que otros hacen los conduce a buscar actividades repetitivas y mecánicas, desarrollando a menudo habilidades en áreas donde es posible predecir, calcular y controlar una realidad que es esencialmente impredecible, ya que es incomprensible. Sin embargo, los niños autistas pueden tener un altísimo nivel de empatía fusional[23], que involucra agitación y temor frente a reacciones emocionales  que se experimentan como impredecibles en el mundo social.
En conclusión, sentir las experiencias de otro no significa entender o simpatizar con el otro. Volviendo a la pregunta original de Jaspers en este ensayo, ¿qué podemos hacer como psicopatólogos con el conocimiento del otro?, entiendo que esta se convierte en otra pregunta, ¿qué podemos hacer, como seres humanos, con el conocimiento del otro? Pero al hacer esto tenemos que movernos -exactamente como Jaspers en su vida- de la psicopatología a la ética.






[1] Karl Jaspers, "Die Methoden der Intelligenzprüfung und der Begriff der Demenz. Kritisches Referat (1910)", en Gesammelte Schriften zur Psychopathologie, Berlin/Heidelberg: Springer 1963, pp. 142-190, aquí pp. 142-3.
[2] Karl Jaspers, "Die Phänomenologische Forschungrichtung in der Psychopathologie (1912)", en Gesammelte Schriften zur Psychopathologie, Berlin/Heidelberg: Springer 1963, pp. 314-328.[En lo que sigue citado como PFP, todas las traducciones son de la autora]
[3] Moritz Geiger, "Über das Wesen und Bedeutung der Einfühlung", Bericht über den vierten Kongress für experimentelle Psychologie in Innsbruck vom 19, bis 22. April 1910, Leipzig: Barth 1911, 29-73.[En lo que sigue citado como WBE, todas las traducciones son de la autora.]
[4] Edmund Husserl, "Philosophie als strenge Wissenschaft", Logos. Internationale Zeitschrift für Philosophie der Kultur 1/3 (1910-11), 289-341, aquí p. 322. [Todas las traducciones son de la autora.]
[5] Robert Vischer, "Über das optische Formgefühl. Ein Beitrag zur Ästhetik (1872)", en Drei Schriften zum ästhetischen Formproblem, Halle a.d. Saale: Max Niemeier Verlag 1927, pp. 1-44, aquí p. 22.[En lo que sigue citado como OF, todas las traducciones son de la autora.]
[6] Por ejemplo, "En las ramas de ese árbol abrimos nostálgicamente nuestros brazos"(OF 23) o luego: "El árbol  se inclina y sacude su cabeza como si fuera un ser humano exhausto"(OF 32).
[7] Theodor Lipps, Leitfaden der Psychlogie, 3ra. edición, Leipzig: Wilhelm Engelmann Verlag 1909, cap. XIII, 222-41; y Theodor Lipps, "Einfühlung und ästhetischer Genuss", Die Zukunft 54/January (1906), 100-114.
[8] Theodor Lipps, Asthetik. Psychologie des Schönen und der Kunst, Vol. I, Hamburg: Voss 1903, p. 122.
[9] Stephan Witasek, " Zur psychologischen Analyse der ästhetischen Einfühlung", Zeitschrift für Psychologie und Physilogie der Sinnersorgane 25 (1901), 10-11. [Witasek was a pupil of Alexius Meinong in Graz.]
[10] Véase por ejemplo, Giacomo Rizzolatti y Laila Craighero, "The Mirror Neuron System", Annual Review of Neuroscience 27 (2004), 169-92.
[11] Edmund Husserl, Ideas Pertaining to a Pure Phenomenology and to a Phenomenological Philosophy. First Book: General Introduction to a Pure Phenomenology, trad. de Fred Kersten, Dordrecht: Kluver Academy Publ;isher 1983, p. 79.[En lo que sigue citado como IPP]
[12] "Si esta descripción fuese correcta, , la distinción entre la experiencia ajena y nuestra propia experiencia, así como aquella entre el Yo  ajeno y nuestro propio 'Yo', se suspendería realmente". Edith Stein, "Acerca del problema de la empatía", en The Collected Works of Edith Stein, Sister Teresa Benedicta of the Cross Discalced Carmelite, Vol Three, editado y traducido por Waltraud Stein, Dordrecht: Springer 1989, p. 16.[En lo que sigue citado como PE]
[13] Husserl dijo que sólo mis experiencias se dan de una forma originaria, y que puedo acceder a ellas solamente de modo reflexivo: "La percepción y lo percibido forman esencialmente una unidad inmediata". Por el contrario, la experienciadel otro se manifiesta sólo de manera indirecta y no originria (véase IPP 79).
[14] El ejemplo de Stein es muy claro: "Un niño que ve a otro llorando también llora"(PE 22). Otros ejemplos, según Scheler, son: las masas que se identifican con el líder, perdiendo la capacidad de decidir por sí misma, las formas de adoración en las que el adepto se identifica con el dios y es "poseído" por él, etc. Max Scheler, The Nature of Sympathy, trad. de Peter Heath, Hamben: Archon Books 1970, pp. 23-24 [En lo que sigue citado como NS]
[15] Scheler enfatiza que somos capaces de entender situaciones en las cuales no tenemos experiencia, basta pensar en el caso de quienes entienden  la angustia de alguien que se está ahogando en el agua sin la necesidad de experimentar una ansiedad real de muerte. La teoría de Lipps contradice el hecho fenoménico de que, aunque lo entendemos, no experimentamos realmente el sentimiento del otro. Véase NS 11.
[16] Paul Honigsheim, "Der Max Weber-Kreis in Heidelberg", Kölner Vierteljahrsschrift für Soziologie 5/3 (1926), 270-287,  y Karl Jaspers, Heidelberger Erinnerungen, Berlin: Springer, 1961.
[17] Max Weber, " Roscher and Knies and the Logical Problems of Historical Economics", en Max Weber: Collected Methodological Writings, editores Hans Henik Bruun y Sam Whimster, Routledge: New York 2012, p. 3-94.[En lo que sigue citado como  RK]
[18] Por ejemplo, véase Paul L. Harris, The Work of Imagination, Oxford: Blackwell, 2000.
[19] Karl Jaspers, General Psychopathology, trad. de J. Hoerug y Marian W. Hamilton, Baltimore, MD: Johns Hopkins University Press, 1997.[En lo que sigue citado como GP]
[20] En realidad, Scheler habla de nachfühlen (empatizar). A través del uso del prefijo nach, que implica un venir después, Scheler subraya que nuestro sentimiento aquí depende de un sentimiento que lo precede: el del otro (NS 14).
[21] La descripción de la crueldad por Scheler parece acercarse al concepto de sadismo, en el que el sádico siente placer inflingiendo dolor a alguien. Véase Gilles Deleuze, Masochism: Coldness and Cruelty, New York: Zone Bools, 1991.
[22] Véase Simon Baron-Cohen, Mindblindness: An Essay On Autism And Theory Of Mind. Cambridge, MA: MIT Press 1997.
[23] Véase Adam Smith, "The Empathy Imbalance Hypothesis Of Autism: A Theoretical Approach To Cognitive And Emotional Empathy In Autistic Development", The Psychological Record, 59/3 (2009), 489-510.