Monday, January 20, 2014

Catharina Stenqvist. LA CUESTIÓN DE DIOS





Catharina Stenqvist
Lunds Universitet, Suecia
catharina.stenqvist@teol.lu.se


La presente versión al español se publica en este blog con el permiso de la autora y la aprobación de Alan M. Olson y Helmut Wautisher, y ha sido traducida por Gladys L. Portuondo del original en inglés publicado en: Catharina Stenqvist, The God Question. Existenz, An International Journal in Philosophy, Religion, Politics, and the Arts, Vol. 7, No. 2, Fall 2012.
En: http://www.existenz.us/volumes/Vol.7-2Stenqvist.pdf




Resumen. El ensayo se centra en la tradición apofática, la metafísica occidental y el Dios desconocido. Presenta el pensamiento de Jaspers sobre la trascendencia como revelación. Para abordar este tema del Dios desconocido, son considerados dos filósofos, David Hume y Simone Weil. Para Hume, el concepto del Dios desconocido presenta el problema: ¿cómo podría algo que es desconocido tener alguna influencia moral sobre los seres humanos? Simone Weil trata de combinar el aspecto  personal de Dios y el impersonal, es decir, que Dios es tanto conocido como desconocido.

Palabras Clave: Apofático; David Hume; Karl Jaspers; concepción de la vida; Simone Weil; via negativa; via positiva.




Introducción


David Nichols examina la posibilidad de continuar haciendo referencia a Dios, sostenida por los existencialistas, a pesar del fracaso,  según Nichols, del Dios de la metafísica occidental. Nichols comienza siguiendo las huellas del Dios desconocido en la tradición occidental y en la tradición apofática. Comienza con las ideas de la Antigüedad, y termina reflexionando acerca de la contribución que Karl Jaspers, Jean-Paul Sartre y Heidegger han aportado al tema del Dios desconocido. Nichols concluye que Jaspers, Sartre y Heidegger desdeñan por igual al  Dios de la metafísica, ya que "éste implica la creencia en un ser superior que pretende explicar a todos los otros seres". Pero a diferencia de Sartre,  Jaspers y Heidegger protegen la idea del Dios desconocido, aunque la interpretan de modo  diferente. En la perspectiva de Nichols, Jaspers y Heidegger preservan "el misterio que se encuentra más allá y que, sin embargo, asoma a través del proyecto extático de nuestra existencia mundana."
Cuando se trata de perspectivas sobre la vida, tengo la convicción de que no hay respuestas definitivas; qué perspectiva sobre la vida elige alguien es  cuestión de gusto o de visión, pese al número de argumentos racionales, emocionales y académicos que puede justificar nuestra elección. Nichols no resuelve en realidad la disputa entre el ateísta y el teísta. Él abraza una convicción, tratando de hacer razonable o consistente su correspondiente perspectiva de la vida.
En lo que sigue me centraré en Karl Jaspers y en su creencia en un Dios como trascendencia. Coincido con la mayor parte de la interpretación de Nichols sobre Jaspers. Sin embargo,  quisiera ampliar los problemas enfocados,  prestando atención a otros dos filósofos. De esta manera, incluiré al filósofo escocés David Hume (1711-1776), ya que él tiene algo interesante que decir sobre el Dios desconocido. Concluiré introduciendo a la filósofa francesa Simone Weil (1909-1943) y a sus ideas sobre el Dios impersonal y personal.


La tradición apofática


Nichols presenta como alternativa, ante el Dios de la metafísica occidental, lo que él llama "el legado del Dios desconocido", que también se conoce como tradición apofática. Nichols comienza su presentación de esta tradición con el griego Heráclito y escribe que el cristianismo continúa la tradición apofática, especialmente en la teología bizantina. La cristiandad occidental se inclinó hacia el Dios de la metafísica, según Nichols.
Para los académicos que estudian el misticismo en Oriente y Occidente, la teología apofática es bien conocida. Aquí encontramos una teología del Dios desconocido. Permítanme mencionar solamente un texto clásico de un autor desconocido con su título revelador, The Cloud of Unknowing[1] (La Nube de lo Desconocido, Nota de la Traductora). La teología apofática no es solamente teología. Es también una filosofía y una forma de indicar que todo lo relativo a la existencia podría no ser conocido o dicho. Curiosamente, este enfoque se ha desatado nuevamente con el postmodernismo.
Para Nichols, Jaspers y Heidegger protegen el misterio que se encuentra más allá de nuestra existencia mundana, lo que Sartre no hace. Nichols escribe que el teísta Kierkegaard y el ateísta Nietzsche influyeron en Jaspers. Aún cuando Kierkegaard y Nietzsche se opusieron entre sí en la cuestión de Dios, ambos compartieron la perspectiva, según la interpretación de Jaspers por parte de Jones, de que en la raíz del "existencialismo se encuentra el misterio del Ser, que es más profundo que las categorías convencionales del teísmo, el ateísmo o, en este caso, del agnosticismo". Nichols continúa afirmando que, según Jaspers, "cuando los seres humanos experimentan la trascendencia, ellos se hacen conscientes de un contexto más amplio de la realidad fundamental". Sobre la noción de la gracia de Jaspers, dice Nichols: "La gracia que habla a favor del Dios desconocido nos llega en diferentes dones: el mundo finito que habitamos como horizonte compartido, la trascendencia que nos alerta de una vastedad infinita, y la salvación que nos eleva de una existencia estructurada a otra".
Personalmente, me siento muy a gusto con los pensamientos de Jaspers sobre los temas relativos a la trascendencia. Él usa este concepto como una suerte de revelación: podría haber algo más allá del alcance inmediato. En dependencia de nuestra actitud hacia la existencia, podemos desesperar o podemos ver posibilidades.  La deuda de Jaspers con Kierkegaard es obvia. Jaspers no es un pensador dogmático. Allí donde él encuentra alimento para sus pensamientos, lo usa, sin importar si la perspectiva subyacente de la vida se encuentra o no de acuerdo con la suya propia.


El Dios desconocido


David Hume tiene argumentos a favor y en contra del teísmo clásico, presentados de una forma densa y brillante en su obra Diálogos sobre Religión Natural. Las argumentaciones se producen en un diálogo entre tres amigos, Filón, el escéptico empapado en el pirronismo, Demea el místico y, finalmente Cleantes, el antropomorfista. Demea, en mi interpretación, pertenece a la tradición apofática o, como es también llamada, la via negativa. Cleantes pertenece a la tradición katafática o según es también llamada, la via positiva. Según la via negativa, Dios se encuentra fuera de alcance, absolutamente diferente en comparación con los seres humanos. Según la via positiva, Dios es accesible porque podría ser entendido en su supuesta similaridad con los seres humanos.
Los tres amigos presentan sus argumentos a favor de su propia posición y criticando sus respectivas posiciones. Demea es acusado de ser un místico y por su creencia de que la naturaleza de Dios está por completo más allá de nuestra comprensión. Hume escribe respecto al concepto de Dios de Demea: "Él es infinitamente superior a nuestra visión y comprensión limitada, y es más objeto de adoración en el templo que de discusión en las escuelas"[2]. Dios es un misterio y su perfección está cubierta por una nube. Sería impertinente para el ser humano intentar alcanzar y, por consiguiente, minimizar a tal ser supremo, según Demea. Es blasfemia convertir a Dios en alguien semejante a los seres humanos. Dios es absolutamente diferente y, debido a esta diferencia, imposible de alcanzar. Hume escribe: "Sus caminos no son nuesttros caminos. Sus atributos son perfectos pero incomprensibles. Y este volumen de naturaleza contiene un enigma enorme e inexplicable, más que cualquier discurso o razonamiento inteligible"(DCN 29). Una conclusión que puede extraerse es que Dios no ha de demostrarse. El Dios de Cleantes, por otra parte,  ha de demostrarse por argumentos de intención. Jaspers es famoso por muchas razones, entre ellas la afirmación de que "un Dios demostrado no es Dios".  Considero que Jaspers quiere decir que si se convierte a Dios en un objeto posible de definir y demostrar empíricamente, entonces éste ya no es Dios. Demea piensa de modo similar. Pero mientras que Jaspers se propone preservar la ontología, Demea busca preservar la soberanía de Dios.
El señalamiento que me gustaría hacer es que, aunque puede haber un número de buenas razones para entender por qué tenemos una tradición apofática y por qué Jaspers, Sartre y Heidegger la aprueban en sentidos diferentes, los problemas con esta posición han sido destacados por Hume. Por ejemplo, ¿qué sentido tiene creer en lo que es desconocido? ¿Cómo lo que es desconocido puede tener alguna influencia moral, si esto es lo que estamos buscando? ¿ No es el concepto de lo desconocido otro aspecto del problema del mal? En vez de tratar de determinar con precisión lo que podríamos saber o no saber respecto a Dios, el asunto se desestima en su totalidad en la incognoscibilidad. Mientras el Dios de la metafísica occidental subraya la racionalidad de Dios, la tradición apofática subraya la incognoscibilidad de Dios.  Los dos conceptos de Dios siguen dos ideales diferentes: cúal de ellos se elige es lo mismo que elegir una visión de la vida, es decir, una cuestión de gusto o de perspectiva, según ya lo he declarado.


Impersonal y personal


Simone Weil representa a Dios como siendo tanto personal, como impersonal. Hay cosas que son conocidas sobre Dios, así como cosas que no conoceremos. En mi opinión, podemos comparar esto con el modo en que conocemos a otros. Hay cosas que conozco sobre mi amigo, pero también aspectos que posiblemente nunca podré conocer, alcanzar o entender.
Weil se propone describir la situación del hombre, su relación con Dios y cómo el ser humano puede comprender la presencia de Dios en un mundo contradictorio -y absurdo-. Ella señala la "ausencia de Dios", mediante lo cual ella quiere decir que Dios no tiene nada que ver con el mundo natural. Esta es su manera de presentar a Dios como irresponsable por el mal, así como por el sufrimiento de este mundo[3].
David Nichols menciona a Dionisio el Areopagita como parte de la tradición del legado del Dios desconocido. Dionisio, según escribe, "convocó a sus lectores a sumergirse en la oscuridad ininteligible, pero brillante de Dios". Según hemos visto, hay dos ideas principales sobre la forma de conocer a Dios por parte del hombre, la via negativa y la via positiva. La primera sostiene la incapacidad del hombre para obtener un conocimiento factual de Dios; él puede conocerlo diciendo sólo lo que él no es. La posición de Demea según leímos primero. La otra discute que Dios es un ser mucho más grande que el hombre; podemos conocerlo por lo tanto mediante analogías. Ésta es la posición de Cleantes.
Weil intenta combinar estas dos dosctrinas. Ella habla sobre una distancia entre el hombre y Dios, lo que también significa hablar del aspecto impersonal de Dios. Sin embargo, ella también habla de Dios como un mendigo, presente de modo secreto en el mundo, así como de la posibilidad de que el hombre pueda hacerse semejante a Dios imitando sus acciones. De esto se habla a veces como del aspecto personal de Dios. Ella no desea andar sólo una senda, ella encuentra algo a su gusto tanto en la via negativa, como en la via positiva. Dios es tanto conocido como desconocido.


Conclusión


Tengo un gran respeto por la ambición de Jaspers, que aspira a no convertir a Dios o a la trascendencia en un objeto de estudio, ya que según él esto significaría perder el carácter de Dios o de la trascendencia. No obstante, encuentro difícil digerir que, si hay un Dios, no seríamos capaces de conocer nada sobre lo que sería el origen de nosotros mismos. Jaspers habla sobre la gracia como señales intermitentes, aunque éstas sólo lo son para quienes así lo creen.
Incluso si no creemos en el Dios de la metafísica occidental, como según Nichols los existencialistas teístas no creen, todavía habría buenas razones para aferrarse a la creencia de que es razonable confiar en algo que es conocido, al menos en cierta extensión. La creencia en un Dios desconocido sería al final equivalente a considerar la existencia como absurda.





[1] Esta es una obra anónima del misticismo cristiano escrita en inglés medieval, en la segunda mitad del siglo catorce.
[2] David Hume, Dialogues concerning Natural Religion,  Hafner Publishing Company, New York y Londres 1969, p. 17. [En lo que sigue citado como DCN]
[3] Catharina Stenqvist, Simone Weil -om livets tragik och dess skönhet [Simone Weil- The Tragic of Life and its Beauty], Stockholm: Proprius, 1984.