Wednesday, May 21, 2014

Thomas J. J. Altizer. "LA MELANCOLÍA Y LA OTREDAD DE DIOS", DE ALINA N. FELD



Thomas J. J. Altizer
State University of New York, Stony Brook
tjja@ptd.net


La presente versión al español se publica en este blog con el permiso del autor y la aprobación de Alan M. Olson y Helmut Wautischer, y ha sido traducida por Gladys L. Portuondo del original en inglés publicado en: Thomas J. J. Altizer, "Alina N. Feld's Melancholy and the Otherness of God,"  Existenz, An International Journal in Philosophy, Religion, Politics, and the Arts, Vol. 7, No. 2, Fall 2012, en:



Resumen: Si la melancolía es el gusto por lo Otro de Dios, como sostiene Alina N. Feld en la tradición filosófica de Kierkegaard, entonces también es un gusto del apocalipsis, así como el fundamento de la transfiguración y la redención. ¿Cuál es la significación de la depresión postmoderna? ¿Esta manifiesta a lo Otro de Dios? ¿O a un nuevo Cuerpo de Dios universal, que ya no es nombrable como el de Dios? El libro de Feld es una invitación a pensar más allá estas cuestiones.
Palabras clave: Interioridad occidental; depresión postmoderna; apocalipsis; redención; lobreguez de Dios; lo Otro de Dios; condenación; predestinación; horror religiosus; transfiguración.



¿Hay algo más ajeno a nuestro mundo que la melancolía? Una melancolía que podemos conocer sólo como depresión, aunque de esa manera desconocemos o repudiamos lo que fue una vez un vasto mundo, y un mundo inseparable de una interioridad únicamente occidental. La melancolía era entonces un mundo humano universal, poseyendo aparentemente a cada uno, así como el estado no melancólico era aparentemente imposible, o era posible sólo para los santos o los dementes. Ahora la melancolía ha resucitado virtualmente de los muertos, como ocurre en Melancholy and the Otherness of God, de Alina Feld[1], cuya mayor fortaleza, así como su mayor originalidad, radica en su análisis teológico. Dejando a un lado a Soren Kierkegaard, cuyas investigaciones son sólo suyas absolutamente, ésta es tal vez la única investigación teológica detallada de la melancolía nuestra, aunque hace uso de una fundamentación fuertemente filosófica, porque esta es una genuina obra de teología filosófica.
No obstante, esta es una teología filosófica que incorpora, así mismo, los ámbitos psicológico e imaginativo; en efecto, una teología filosófica verdaderamente nueva es virtualmente creada; una que es profunda exposición de las honduras de la melancolía que, de otro modo, se encuentran totalmente obnubiladas. El libro concluye con una investigación de la depresión moderna como el mismo apocalipsis, un apocalipsis hecho posible solamente a través de travesías interiores hacia las profundidades de la lobreguez, y si esta lobreguez es el  mismo Infierno, sólo es un descenso al Infierno que puede realizar realmente el apocalipsis. Así, las honduras de la melancolía son develadas aquí como esenciales para una liberación genuina o una redención; de este modo,  nuestras fantasías más profundas sobre la redención no sólo terminan, sino que se transfiguran, y se transfiguran iniciándonos en las realidades más profundas de la melancolía. Ahora debe reconocerse que no hay nada más velado en la teología moderna que la propia redención, una redención ampliamente expuesta en la teología clásica, y tal vez en ningún otro punto existe una mayor brecha entre la teología moderna y la clásica. Así, también la redención o una última liberación se explora profundamente por la filosofía clásica y se encuentra crecientemente ausente en la filosofía moderna, y cuando es renovada por Martin Heidegger, esto tiene un efecto último sobre la filosofía moderna, y uno inseparable de la profunda investigación de la Angst en Being and Time. Por supuesto, esto se hace posible solamente por Kierkegaard; y Feld se encuentra también, en gran medida, bajo el impacto de Kierkegaard, un Kierkegaard que creó en profundidad una filosofía de la melancolía.
Ciertamente, esto tuvo un enorme impacto en la teología moderna, así que Feld se ubica en gran medida en la tradición de la teología moderna, una teología cuya fortaleza se halla en la exposición de la lobreguez más bien que de la luz. Ése es el contexto en el que debe entenderse a Feld, y teológicamente su obra debe aceptarse como una exposición de la lobreguez de Dios, y de la absoluta lobreguez de Dios. Si bien es ajena al cuerpo de la teología en su mayor parte, no es ajena a la teología más profunda, como se manifiesta tal vez, mayormente, en el propio Agustín, quien creó la teología occidental y lo hizo así, para decirlo con máyor precisión, en su creación de la doctrina de la predestinación, que hasta este día es ajena a toda la teología oriental. Mientras que la predestinación no se menciona en el libro de Feld, su contraparte está allí en su comprensión de la absoluta necesidad de la melancolía para la redención, porque precisamente como en la doctrina de la predestinación, la redención es imposible separada de la condenación, y la redención del elegido imposible separadamente de la condenación de la gran mayoría, así que la doctrina de la predestinación es un verdadero horror religiosus. La comprensión de la melancolía por parte de Feld puede entenderse como tal horror, porque es una melancolía más profunda la que nos inicia en la absoluta lobreguez de Dios, una lobreguez desconocida de modo separado de dicha melancolía, y una lobreguez de la que no se puede escapar una vez que se conoce esta melancolía.
Aquí la lobreguez de Dios no puede entenderse como la ocultación de la luz absoluta al hombre, sino mayormente como la pura lobreguez en sí misma, una lobreguez que es verdadero horror y el origen último del  horror mismoQuien conoce la melancolía profunda, conoce inevitablemente este horror, porque conociendo esa melancolía se conoce el No absoluto de Dios, y lo conoce como No y solamente No, o como lo de lo que Feld habla como "lo Otro de Dios". Éste es un Otro aparte del cual no podemos entender la melancolía profunda, de ahí que éste resulta ajeno a aquellos a quienes William James conocía como los que han nacido una vez o los de mente sana, y que, sin embargo, no escapa a aquellos que James conocía como los nacidos dos veces, o las almas enfermas. Sí, esto es en el lenguaje de Kierkegaard la enfermedad mortal, pero ésta es una muerte que es absolutamente necesaria para la redención, exactamente como la melancolía profunda es necesaria para la redención, una redención completamente irreal separada de esa melancolía. En consecuencia, lo Otro de Dios es absolutamente necesario para la redención, y necesario como la otredad absoluta de Dios por sí misma, si es sólo en la melancolía profunda que podemos conocer realmente lo Otro de Dios, un  Otro que es el absoluto No de Dios,  el No que hace posible, finalmente, un Sí absoluto.
En un sentido muy irónico,  Melancholy and the Otherness of God  es finalmente la promulgación de un Sí absoluto, un Sí que sólo es posible a través de lo Otro de Dios, un Otro que se manifiesta realmente sólo a través de la muerte o el auto-vaciamiento o la auto-negación de Dios, pero entonces se libera el cuerpo de la muerte absoluta o de la otredad, y se realiza para nosotros a través de las profundidades de la misma melancolía. A través de esa melancolía, podemos realmente degustar lo Otro de Dios, y tener el gusto de éste en el mismo centro de nuestro propio ser, y si la melancolía se ha convertido en depresión en nuestro mundo, ésta es una depresión en la cual lo Otro de Dios se encuentra por completo escondido, y podemos solamente paladear la lobreguez de nosotros mismos. De ahí que no hay mayor misterio para nosotros que la depresión o la depresión profunda, una depresión que es verdaderamente otra que la melancolía profunda, porque en esa melancolía podemos conocer y paladear lo Otro de Dios, mientras que en la depresión profunda podemos sólo conocernos o degustarnos  nosotros mismos.
Así que ¿cómo Feld puede atreverse a tratar de entender la depresión moderna como el apocalipsis mismo? ¿Es ése un intento de entender dicha depresión como una melancolía profunda, aunque disfrazada, o es una apertura a una melancolía nueva, incluso absolutamente nueva, hecha posible sólo por el advenimiento de un mundo absolutamente nuevo? Si dicho advenimiento ha ocurrido, podríamos esperar ciertamente una absoluta transformación de la depresión y, tal vez, una melancolía totalmente renovadora. ¿Cómo podría manifestarse lo Otro de Dios en dicha melancolía? ¿Se manifestaría por más tiempo como Dios, o como una dimensión o expresión de Dios? ¿O daría nacimiento a un  Cuerpo de Dios absolutamente nuevo, y por vez primera un Cuerpo de Dios universal, tan universal que ya no se manifieste o sea nombrado como Dios? Éstas son las cuestiones que suscita este libro, y que suscita inevitablemente por su exploración en profundidad de la melancolía, revelando con ello las profundidades de la melancolía para nosotros, profundidades que nos llaman a una profunda transfiguración.




[1] Alina N. Feld, Melancholy and the Otherness of God: A Study of the Hermeneutics of Depression, Lanham, MD: Lexington Books, 2011.